16: La tarde del 6 de enero

Mi pie se moviliza, quedándome sentada en la silla en la que me dejó ese maldito abogado. Me sobresalto cuando regresa, entonces paro de morderme la uña. Él, bien tranquilo, se sienta en su silla otra vez.

―¿Qué significa esto? ―cuestiono y le muestro el papel―. ¡Es falso!

―En absoluto, es un informe médico muy legal, hecho por un laboratorio certificado.

―Es mentira ―repito.

―Sé que la noticia le afecta mucho, pero solo haga las cuentas. De hecho, hay una grabación del día que calculamos en que lo... crearon.

―Yo...

―Bien, lo leeré para que lo entienda. ―Toma el papel y lee en voz alta―. "Análisis de embarazo: positivo". ¿Ahora sí le ha entrado en su cabecita?

Reacciono.

―¿Hay grabaciones de cuando tuve sexo con Ezra?

―Hay grabaciones de todo lo que nuestros impunes hacen, eso incluye hasta cuándo van al baño. ―Se ríe―. No olvide que están mal de la cabeza. No puedes dejar a un desquiciado solo, es capaz de hacer catástrofes sin supervisión.

―Me dan asco ―murmuro.

―¿Y bien? ¿Cuál es su respuesta? Ahora no es nada más usted quien está en problemas, ¿qué va a decidir sobre el futuro de su hijo?

―¿Lo quieren...? ―cuestiono―. ¿Quieren al bebé?

―Si tú te mueres en la cárcel, es probable, pero te recuerdo que el señor Smainen sigue interesado en ti, le encantan las asesinas. Tienes un fan, por lo tanto, no te quitarán al pequeño tan fácil. Es el momento, elige tu destino.

Me agarra una sensación desagradable.

―Yo... ―Trago saliva―. Elijo ser prófuga de la justicia.

Feliz día de Reyes para mí y mi bebé, supongo.

Fin.

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