15: La mañana del 6 de enero
Ingreso a la comisaría del pueblo que, al parecer, estaba a unos kilómetros de nuestra casa. Un investigador entra mientras avanzo esposada, detiene al oficial que me lleva a mi celda.
―¿Qué se supone que están haciendo? Es Kenya Reséndiz, lleva desaparecida tres años.
―Detective Weiner, esta mujer es una asesina, la estamos procesando, haga su investigación después.
―No se preocupe, señorita ―dice el único oficial que parece que se ha preocupado por mí en años―. Me encargaré de su caso.
Tengo muy mala opinión sobre los efectivos de la ley, así que no le creo nada. Cuando me enteré de lo que estaba haciendo Ezra y fui a pedir ayuda a la policía, se rieron en mi cara, por lo tanto, no confío en este tipo de gente.
Una vez en mi celda, me siento sola a reflexionar, pero el análisis no me dura mucho, pues un hombre extraño ingresa. Viene acompañado de otros dos, los cuales traen una mesa y dos sillas. He de suponer que una es para mí, me hace una señal y lo acompaño. Nos sentamos, mientras los demás escuchan, parados delante de la reja.
―¿Usted es...? ―Enarco una ceja―. No parece policía.
El hombre rubio se ríe.
―Soy abogado, vengo en representación del señor Yalman Smainen. Sabemos que Ezra te habló de Babilonia y queremos hacerte una propuesta.
―Qué rápido está pasando esto ―opino.
Se ríe.
―Escuche, Babilonia no se anda con rodeos. ―Saca de su maletín un documento y me lo aproxima―. Tiene tres opciones: terminar en la cárcel y morir en circunstancias confusas, guardar silencio e irse muy lejos para nunca volver, pues la ayudaremos a fugarse, o incluso unirse a nosotros y convertirse en una impune.
―¿Una impune?
―Esta última es la propuesta del señor Smainen. Está encantado con usted, los otros miembros del grupo ofrecen que solo se vaya. Pero, claro, también puede aceptar quedarse en la cárcel y jugar con su suerte. Aunque, todos sabemos aquí que no tiene una muy buena. ―Se ríe con sus acompañantes.
Frunzo el ceño.
―Algo que aprendí de mi experiencia con Ezra, es que no sirve de nada rogar, no obstante, también hay que pensar las cosas muy bien.
―La propuesta estará en la mesa hasta la tarde, luego habremos concluido que eligió la muerte. ―Se levanta de su asiento.
―No se preocupen, les responderé.
―Sabemos que sí.
Se retiran y me quedo sentada, observando el papel. Enarco una ceja, viendo lo que dice. ¿Pero qué es esto? ¿Se burlan de mí? Es una broma de muy mal gusto. No lo puedo creer, esto no es ningún contrato.
¿Se imaginan qué le dieron? A ver teorías locas antes de leer el siguiente capítulo 😂
No se fijen, pero yo ya la shippeé con el policía 🤣
Saludos, Vivi.
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