10: La noche del 31 de diciembre

Ya se ha oscurecido, la habitación se ilumina por unas pocas velas y los ojos de Ezra me dan más miedo que nunca. Dejo de estar paralizada, pero ya es demasiado tarde para reaccionar. Me ha atado las manos, no obstante, trato de largarme de todas maneras. Me giro debajo de él e intento pararme, sin embargo, me atrapa de nuevo y grito cuando me abraza por detrás, así que no puedo escapar.

―¡¡Suéltame, no quiero morir, no quiero!! ―Mis lágrimas son las únicas que logran huir escurridizas.

―Te estuve esperando ―susurra en mi oído mientras sus brazos me rodean―. He esperado esta reacción durante tres largos y aburridos años, no sabes lo mucho que anhelé que intentaras correr.

Mierda, lo sabía, está loco.

―¿Por qué...? ¿Qué te hice? ¿Por qué me haces esto?

―Ustedes, los que dicen tener moral, siempre le buscan el sentido a todo. ―Se ríe―. Aunque, sí, tengo una razón, pero es probable que no la entiendas.

―Dímelo, por favor. ―Suspiro―. O ya mátame.

―Acuérdate de sobrevivir, ¿no? Te rendiste rápido.

Me suelta y se levanta de la cama. Me giro a mirar, entonces, del mueble y de un compartimiento secreto, saca una soga. Justo la que pude haber utilizado para bajar del balcón, ya que es larga.

―¿Me vas a ahorcar? ―Intento salir de la cama, pero me agarra―. ¡¡Oh, por todos los cielos!!

―Relájate, no vas a morir hoy. ―Vuelve a reír.

Mi pecho sube y baja.

―¿No? Pero querías matarme.

―Claro que voy a hacerlo, pero no así, hay que tener todo listo.

―¿Cómo que listo? ¿Qué quieres decir?

―A ver. ―Se sienta a mi lado―. Supongo que, por pasar tanto tiempo juntos, tengo que darte una explicación. La mereces, ¿no? ―No respondo, pero mantiene la sonrisa―. Bien, iniciaré diciendo que me arruinaste el plan inicial, te olvidaste de sobrevivir. Qué mala eres, Kenya.

―Por Dios, ¿qué culpa tengo yo de que estés loco?

Se ríe.

―El punto es que te iba a matar el 24 de diciembre, en Noche Buena, un día muy específico, tenía todo listo. Sabía a dónde ibas a correr, el lugar en el que te esconderías, incluso estaba seguro de qué ropa tendrías puesta y... ¡Pum! Me sales con tu pérdida de memoria, qué horror.

―¡¡Te aprovechaste de mi amnesia!! ―me quejo.

―Tú dices eso, pero me puse muy nervioso, hice lo posible para que me creyeras y algunas cosas me salieron con pura suerte. Tu ignorancia y estupidez fueron una gran ventaja.

―¿Y qué se supone que te arruiné? ¿Por qué los mataste? ¿Por qué quieres deshacerte de mí?

―Pues todo el plan, iba a salir en la mayoría de las noticias. Pude haber sido El asesino de Babilonia, El asesino de Noche Buena, qué sé yo, tantos títulos debí haber tenido.

―Estás loco, y seguro te encuentras en las noticias. ―Mi voz carraspea.

―No, porque no cumplí lo que prometí, ellos se encargan de que los medios trasmitan o no mi hazaña.

―¿A quién? ―Entrecierro los ojos.

―A Babilonia, ellos son los que me pagan esta mierda. ―Señala la casa―. Yo les prometí una masacre con fechas y todo, pero no cumplí, así que debo cometer otro delito distinto.

―¿Babilonia? ―Quedo desconcertada―. ¿La empresa en la que trabajábamos?

Se ríe.

―Ah, no te aclaré esa parte. No debería, pero pronto estarás muerta, así que no pasa nada. Elegí trabajar en la compañía, porque tiene el mismo nombre de la organización que me secuestró para ser asesino. Es como una secta de ricos, que se lleva a niños huérfanos y les vuelan el coco, por eso que me llames loco no me afecta.

―Eso es horrible.

―Meh. ―Mueve los hombros sin importancia―. Te encantará saber que, en realidad, no me llamo Ezra. De hecho, no tengo nombre, así que, por los registros, no estamos casados.

―¿No te llamas Ezra? ―repito en shock.

―Ya te dije, no tengo idea de cómo me llamo.

Reacciono.

―Me mentiste, creí que eras mi amigo.

―Supongo que tendré que asesinarte como a los demás ―se burla―. ¿Qué te parece el 5 de enero? Podría ser un buen número, los camellos tendrán algo que comer bajo el árbol.

―¿Qué mierda tienes contra las festividades?

―Es una anécdota muy divertida... ―Se acerca a mi oído, mientras se le escapan unas risas, así que me estremezco, luego finaliza, como si fuera algo gracioso―. Me secuestraron en Navidad. 

¡¡Llegué!! En Argentina todavía es fin de año, así que pude subir este capítulo. 

¡¡Feliz fin de año!! Y si estás leyendo esto en Año Nuevo, feliz Año Nuevo 🥳

Saludos, Vivi.

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