05. Amigos y fantasmas


El tiempo pasa muy deprisa cuando las cosas van bien, pero como todo en la vida, las cosas buenas llegan a su fin. Durante los primeros días de otoño cada día se iba sintiendo más y más largo que el otro para Peter. Era como si el calendario y el mismo tiempo se burlaran de él, recordándole que ya estaba cerca de cumplirse un año desde la vez que le falló a Gwen.

Desde el día que indirectamente mató a Gwen.

Es cierto que la vida le estaba tratando mejor, evidencia de eso era que ahora la tía May no tenía esa expresión de lástima y cautela cada vez que le preguntaba por su día. El rostro de su querida tía se iluminaba cada vez que le contaba de los planes que hacía con Ornella o Mary Jane. Las dos chicas, con el paso del tiempo, se habían metido en la vida de Peter sin previo aviso, llenando los vacíos que se esforzaba por ignorar que tenía.

Y él estaba agradecido por tenerlas en su vida, siempre pudo contar a sus amigos con los dedos de una mano e incluso entonces, le sobraban dedos. No era fácil cuando era un cerebrito con problemas paras socializar, menos aún, cuando se convirtió en un superhéroe con doble identidad.

Con Mary Jane intentando lanzar su carrera en Broadway mientras trabajaba como mesera y Ella con su empleo en el centro de recreación, no tenía que dar muchas explicaciones de sus inusuales horarios, a lo que se le sumaba que acababa de comenzar el semestre en la universidad. Se podría decir que la vida de Peter estaba alcanzando cierto grado de estabilidad.

Hablando de Ella, Peter apresura el paso

—¡Peter Parker! —grita una voz que le resulta bastante conocida, se gira y se encuentra con uno de sus excompañeros de clase.

—¡Flash!

Ornella aparece detrás de Flash, un poco despeinada, con los brazos cargados de pliegos de papel y una mancha de pintura en el rostro. Peter la encontraba encantadora, algo en ella la hacía adorable la mayor parte del tiempo a sus ojos.

—No tenía idea de que ustedes dos se conocieran — dijo sonriendo a los dos hombres, encantada de que hubieran coincidido en algo bueno.

—Fuimos juntos a la escuela —dijo Peter, acto seguido se vio atrapado en un arrasador abrazo por Flash—. ¡Oh amigo, también es bueno verte!

Flash Thompson era una prueba hecha carne de que las personas podían cambiar; a Peter todavía le parecía un tanto abrumadora la efusividad de Flash, pero era agradable ser recibido con tanto respeto y ser testigo de lo mucho que se esforzaba Flash para dar lo mejor de sí.

De manera inconsciente, recordó todas las ocasiones en las que le echó una mano a Gwen con las tutorías de Flash durante el último año, para que este lograra cumplir con sus notas y pudiera continuar con su educación superior.

Se volvieron cercanos a base de constancia, el último día de tutorías Flash les consiguió unos vales y cupones de descuento como regalo. Fue un bonito momento. Peter estaría dispuesto a dar el traje para poder regresar a aquella época; de hecho, ni siquiera se pondría el traje de nuevo si pudiera retroceder el tiempo.

Niega con la cabeza por la dirección de sus pensamientos. No debe permitir que su mente se desvíe hacia ahí, no debe permitir que se le vayan los estribos, pero si pudiera...

—¿Peter? —La voz de Ornella lo saca de sus lúgubres pensamientos, hay un surco en sus cejas de pura preocupación dirigido a él—. ¿Estás bien?

—¿Eh? ¡Mmm, sí! —Flash lo mira con una ceja alzada, nada impresionado con Parker enredándose con las palabras, pero Ornella no se pierde la mirada triste que tenía hace unos segundos—. Estaba, eh... Recordando lo que me pidió May para la cena.

Flash no los detiene más, les da un abrazo de oso después de intercambiar números de teléfono y hacerles prometerle que saldrán juntos algún día para recordar los viejos tiempos. Ornella acepta sin dudar, lo que obliga a Peter a desistir del papel de aguafiestas.

—Vamos, entra —Peter sigue a Ornella por un camino que ya se conoce bien a pesar de solo haber estado en la azotea un par de veces—. ¿Puedes creer que mis niños tuvieron una pelea de pintura?

«Sus niños», hay tanta ternura cuando ella habla de los pequeños a los que cuida durante las clases de arte. Su hiperfijación se concentra en el mechón verde brillante sobre el hombro de Ornella, inconscientemente alarga su brazo, la acción hace que Ella se sobresalte y Peter de un traspié avergonzado.

—Yo, eh... Me di cuenta, tienes pintura en el cabello —Gesticula para demostrar que no es un acosador—. Perdón, no quería...

—Está bien, Peter —Allí está esa sonrisa, Peter quiere fotografiarla cuando sonríe así—. Solo me sorprendiste. ¿Ya te dije por qué se pelearon?

—Nop.

Mientras Ornella le cuenta, se sientan en el piso de cemento al borde del edificio. Él extrae dos hamburguesas algo aplastadas por su descuidada forma de andar, viéndolas bien. Al verlas bien, se percata de que la que pidió para Ornella está mucho más achatada, así que las cambia para ella, se coma la más bonita y él coge la que tiene pepinillos. Ella no se da cuenta del cambio, solo sonríe con gratitud y sigue hablando en lo que comparten su almuerzo.

Las semanas han permitido a ambos conocerse mejor, después de que Peter tuviera que regresar para dejarle las fotografías y ambos se rieran de lo despistados que eran, compartieron unos perritos calientes que él compró como compensación. Ornella le había preguntado si le gustaba la comida china, al día siguiente estaban comiendo wantán frito.

Peter no cree haber conocido nunca a nadie tan buena como Ornella y Ella nunca se ha reído tanto con otra persona como con Peter, es casi terapéutico el modo en que ahora pueden desasociarse de la ausencia de Gwen. Ella piensa que a Gwen le gustaría así, que las personas que la amaron puedan recordarla sin sufrir por el dolor.

—Es su segunda detención esta semana —suspira Ornella—. Papá le dijo a Billy que si obtiene una tercera, hará que lave los camiones de su estación. Paddy tiene la hipótesis de que está así porque le gusta una chica.

—Mmm, puede que Patrick tenga razón —Peter se encogió de hombros—. O quizás solo no le gusta la escuela.

—A mí tampoco me gustaba la escuela y no me metía en problemas.

—¿De verdad? —Con exagerada sorpresa él abre la boca—. ¿Santa Ornella odiaba la escuela? ¡Qué escándalo! ¿Qué dirían tus pequeños alumnos de eso?

—¡No dije que la odiara! —chilla ella riéndose de los gestos Peter—. Pero apestaba tanto en matemáticas y, Dios mío, no me hagas contarte de química. Mi profesor me odiaba, prendí fuego dos veces mi bata de laboratorio.

—¿Y nunca nadie te echó una mano con eso?

—¿Con los números? —Peter asiente con una patata frita colgando de su boca, Ornella arruga la nariz sonriendo—. Gwen siempre me ayudaba en los finales, ella era la verdadera santa por la paciencia que me tenía.

Es hasta que ha salido de su boca que se da cuenta de que es la primera vez que sale a colisión en semanas. Ornella, casi espera que Peter tome su mochila y huya, pero él solo termina de comerse sus papas fritas en silencio.

La atmósfera ya se siente tensa, pero ya que están, ¿no sería mejor tirar la curita de un solo? Por lo que Ornella pregunta algo que lleva en su cabeza los últimos días:

—En par de días es... —Pero su valor se esfuma y se le hace un nudo en la garganta, quiere, sin embargo, no puede decirlo. La reacción de Peter es aún peor; se endereza como si lo hubieran golpeado en la espalda—. Pensé que podríamos ir juntos.

El encanto se ha agotado y Ornella quiere golpearse por no controlar su lengua. Peter ve cómo Ella se marchita frente a sus ojos, lo que lo hace sentir culpable, confuso y molesto, todo al mismo tiempo, porque se conocen, son amigos y sabe que ahora pueden ver las cosas buenas que Gwen vio en el otro, pero él no puede hacer esto. No está listo.

—Ella...

—No, entiendo. Lo siento. Eso estuvo fuera de lugar.

—No, es solo que... —Peter se aclara la garganta porque le arden los ojos y Ornella aprieta los labios porque el nudo en su garganta sigue allí. Sí, todavía no están listos—. Pero gracias por ofrecerte.

—Gwen amaba los crisantemos —No sabe por qué sigue hablando, pero lo dice. «Cállate ya, Ella.»

—Nunca me lo dijo —murmura Peter.

Ornella recuerda haber leído en un libro viejo de su madre sobre cómo esas flores significaban condolencias y eran comúnmente usadas en funerales, es como una asquerosa broma del destino. Pero recuerda otro significado mejor: —Significan eternidad y felicidad.

—Sé que eso debería consolarme, pero...

—No, tal vez soy yo intentando sentirme mejor, después de todo.

Peter, que hasta ese momento se ha negado a ver a Ornella a la cara, ve los ojos marrones llenos de lágrimas y una nueva punzada de culpa sacude su cuerpo. Está tan ensimismado en su pérdida que es un idiota inconsciente.

—Lo siento —dice Peter con voz ronca.

Ornella se abraza a sí misma negando con la cabeza, su nariz ya está roja y sus labios tiemblan. Peter se muere por abrazarla e intentar consolarla, a pesar de eso, no lo hace. Si llegase a tocarla, aquello desbordaría a Peter que lleva tanto anhelando sentir calor y consuelo.

Peter teme romperse frente a ella y herirla con sus pedazos.

Preferiría comer vidrio, arrancarse el corazón y saltar al vacío antes de arruinarle la vida a alguien más.

Se despiden con pequeñas sonrisas pocos naturales. Antes de Peter se retire para correr de regreso a la universidad, Ornella le aprieta el brazo con un gesto que debería sentirse reconfortante, pero Peter siente que bajo su toque, su piel arde.

Dios, está tan echado a perder.





En el resto de su jornada laboral, Ornella pone todo su esfuerzo para distraerse del funesto desenlace de su almuerzo con Peter. Es consciente de que no hizo nada mal técnicamente, pero no puede evitar la sensación de que arruinó algo.

Su amistad con Peter es una cosa reciente, pero se siente orgánica. Como si hubiera estado allí siempre, como si estuviera destinado a ser. Peter y Ella saltan de una conversación a otra sin cuidado, no tienen vergüenza de meter mano a la comida del otro y más importante todavía, tienen un acuerdo muy formal que afirma que Peter debe mandarle a Ella todas las fotografías que tome a los animalitos de la ciudad.

A cambio, Peter pidió ver más de sus dibujos. Hay una pintura en acuarelas del Puente de Manhattan que captura, en la máxima expresión del romanticismo, el atardecer de Nueva York. Ha pensado un par de veces en imprimirlo y pegarlo en su cuarto, pero luego viene a su memoria ese día.

El día que detuvo a Gwen de cumplir con sus sueños, la llevó hasta el puente y arruinó todo. Nadie lo puede ver, pero Peter está asechado por fantasmas que aprietan su pecho y no lo dejan respirar.

Más tarde, ese día, Ornella recibe otro mensaje de su hermanastro Patrick, quien le informa que está a pocos minutos de llegar por ella y Ella corre a recoger todo. Ha estado todo el día en ese estado de ensimismamiento, actuando más lenta y torpe de lo habitual.

—¿Estás bien, Ella? —Corrine le preguntó con los ojos entrecerrados, asomándose por la puerta—. Has sacudido dos veces el mismo pupitre.

Estaba bien. Solo necesitaba llegar a casa y dormir.

Ornella pensaba: «¿Por qué no esperar hasta el viernes?», mientras intentaba meter sus pies en los zapatos de tacón que no usaba desde la boda de su padre y Lori.

Thomas y Lorraine no habían proporcionado mucha información a ninguno de sus hijos, solo un par de mensajes de texto pidiéndoles que llegaran todos a las seis, vestidos de acuerdo al elegante restaurante favorito de Lori. A Billy lo iría a dejar un amigo, por lo que Patrick la recogería.

El teléfono de Ornella se ilumina con varios mensajes.

—Vamos, vamos, vamos —Da varios brincos hasta que logra subir la cremallera del vestido—. ¡Sí!

Con su ropa de ir al trabajo, su bolso, su material de pintura en brazos y su teléfono sostenido por su barbilla, Ornella grita un «¡Nos vemos!» y sale trotando hasta la camioneta de Patrick.

—No corras así —Patrick le abre la puerta desde su asiento—. Vas a caerte un día de estos.

—Me estabas metiendo prisa.

Ornella recoge sus pertenencias y las tira al asiento de atrás; Patrick mueca mientras observa el desorden que se produce en su hermoso vehículo, que siempre está impecablemente limpio, pero no dice nada. Ella es una mancha de pintura que estropea una obra común y que destaca dolorosamente, haciendo de la ordinariez una explosión de vida y arte.

—Relájate, vamos a tiempo.

—Claro que vamos a tiempo, has venido demasiado temprano.

—Nunca se sabe cómo estará el tráfico. No voy a arriesgarme a que lleguemos tarde.

—No es como que se vayan a enojar con nosotros —le recuerda Ornella recostándose en el asiento.

—Sabes que no me gusta llegar tarde.

—Paddy.

—¿Mm?

—No me gusta tu música.

—¿Y qué sugieres en ese caso? —suspira Patrick con las manos en el volante—. No una boyband, no en mi auto.

—¿Taylor Swift?

Una de las comisuras de la boca de Patrick se levanta apenas lo visible y Ornella toma la falta de una negativa efusiva, como un sí.

En el camino, él tararea en voz baja "Shake it off" y Ella lucha para hacerse un delineado decente. ¡Tiene un gran pulso pintando en papel, debería ser capaz de pintarse la cara igual de bien! Pero no, las líneas en su rostro son desiguales y temblorosas, ni de lejos como los trazos limpios y despampanantes que Briar se hace con maestría.

Se encuentran a diez minutos del restaurante cuando Ornella se limpia toda la cara por tercera vez y Patrick, al verla por el rabillo del ojo, nota que su rostro está rojo e irritado por estarse limpiando constantemente.

—Eres tonta, ¿no?

—¡Oye! —se queja Ornella sin verdadera molestia—, ¿por qué me dices así?

—No necesitas ponerte nada encima, vas bien así —Ornella no sabe cómo puede afirmar eso si ni siquiera la está mirando por tener los ojos en la carretera—. Eres atractiva, sin esfuerzo.

—Estoy intentando hacerme un delineado que vi en internet —admite Ornella en voz baja.

Patrick deja escapar un largo suspiro.

—¿Quieres que me estacione para que lo intentes una vez más?

—No, no te preocupes —niega Ella con el rostro rojo—. Pero gracias, Paddy.

Ya en el restaurante, durante la velada, el matrimonio no deja de lanzarse miradas que dejan a sus hijos inquietos y mirándose entre sí por si alguno sabe algo. Es durante el postre que Patrick decide que ya no aguanta más sin saber:

—Mamá, ¿estás enferma? ¿De qué se trata todo eso?

Lorraine deja de mirar su postre con ojos de amor y abre la boca, sorprendida, Patrick señala en su mente que su madre ha estado bastante glotona, durante la comida.

—Papá, ¿se van a separar? —pregunta Billy desolado—. ¿Es eso?

Ornella se les queda viendo a todos con la boca seca, ahora preocupada por la situación. Daba por hecho que la cena no tenía un motivo oculto y solo era que sus padres se les ocurrió que querían pasar un rato agradable con los tres.

—¿Qué? No, no muchachos —Thomas sonríe nerviosamente a su esposa—. ¿Les decimos ahora?

—Bueno, quería que acabaran sus postres primero —Lorraine niega con la cabeza—. Pero supongo que es el momento. No se asusten, no es nada malo.

Patrick parece darse cuenta enseguida y emite un ligero «Oh» lleno de compresión. Ornella no logra descifrar su rostro.

—¿Qué es? —Billy se inclina tanto en su silla que Ornella estira su brazo para sostener el respaldar.

—Estoy embarazada —Anuncia Lorraine.

—¡Eso es genial! —celebra Billy—. ¡Ya no seré el bebé de la familia!

Patrick es correcto y educado como siempre, para felicitar a su madre y su padrastro.

Ornella se levanta en modo automático para abrazar a todos. Es extraño, siente que si la noticia la diera alguien más, estaría desbordante de felicidad. No lo entiende, es mezquino no alegrarse, pero la noticia se ha sentido casi decepcionante.

Por suerte su padre está tan deslumbrante y feliz, riéndose de los comentarios de Billy y viendo con amor a su esposa, que no se da cuenta. Ornella se siente como una mala persona durante el resto de la noche, afortunadamente la presencia silenciosa pero tranquilizadora de Patrick no la deja sola en ningún momento.

Ya mañana será otro día.


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NOTA DE AUTOR:

¿Aló? *se escuchan los grillos* se que han pasado 8400 años desde que actualicé, pero la buena noticias es que ahora que "A.M" está acabado, me puedo concentrar en este fanfic. ¿Les gustó el capítulo? ¿No es acaso Ornella la cosita más preciosa? La amo mucho y a Peter lo quiero envolver en una manta como a un burrito.

He decidido que, por la espera, les daré un pequeño spoiler:  Sí, los otros dos Peter aparecerán y le darán una charla interesante a nuestro Peter y sí, va a buscar a su MJ. Que la cosa salga como ustedes esperan, es otra cosa JAJA.

Dedicado a mi preciosa Juls_Dc, no creo que nadie haya esperado tanto por una actualización de este fanfic. Tqm, cielito.

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