02. Nuevos viejos conocidos


Transcurren dos meses para que Ornella y Peter se vuelvan a cruzar con el otro. Ya se siente el implacable calor del verano y Ella se encuentra en una cafetería con su mejor amiga Briar, se han reunido para hablar de los videos que sube Briar a internet, la conversación se ha ido un poco por la tangente y ahora le cuenta a Ornella de una fea situación con un pretendiente.

—Creo que no deberías hablarle nunca más. Si el piensa que tu música no es buena o tus aspiraciones artísticas son inferiores a él, solo porque quiere ser abogado, no es bueno para ti.

—Yo sé que es un idiota —resopló Briar—. Solo quise probarle que se equivocaba.

—Dijo que tus sueños eran ridículos, no te merece ni a ti, ni a tu tiempo —recalca con firmeza a su amiga.

Aun si Ornella es una joven de amabilidad pura, que no te confunda su carácter y personalidad afable, tiene sus límites como cualquier persona y no ha titubeado de dejarlos en claro. Tal y como sucedió con su ex novio Anthony bastantes meses atrás. El joven había hecho un par de comentarios bastantes feos cuando Ella le contó, en una ocasión, sobre la posibilidad de que su amiga Gwen obtuviera una beca en el extranjero, la respuesta de él la dejó estupefacta «Seguro la aceptan, en esa carrera deben haber puros hombres, se han de morir esperando que llegue una rubia bonita de ojos verdes, ¡más si de verdad es inteligente!» fueron sus palabras.

De entrada le dio el beneficio de la duda e intentó concientizarlo al respecto de lo mal que estaban sus palabras, de igual manera si él pensaba que era una "broma". Él no escuchó y le llamó exagerada, alegando que esas elecciones académicas no eran para mujeres sensibles.

Esa noche borró todas sus fotografías juntos e hizo un bonito papel reciclado con las cartas y otros papeles que le mandó. Estuvo molesta y herida, pero no desperdiciaría más papel y menos tanta basura. El planeta merecía algo mejor.

Dejando de lado al cretino en cuestión, regresaron a su tema principal, los bocetos de Ornella en la mesa.

— ¡Este dibujo me encanta! —Habla con entusiasmo Briar—. Los colores que elegiste, las sombras... ¡El detalle del brillo, lo amo!

Ella sonríe encantada de la reacción de su amiga, nunca ha escatimado en expresar sus opiniones o pensamientos, ama lo expresiva que es siempre. Es por eso que no es solo una cantante maravillosa, si no también, una excelente interprete.

—Si quieres que use otros colores para el fondo o...

—No, para nada —la corta la morena—. Es perfecto así, ¡te has lucido! Verás que mi cover de "Una vez en diciembre" queda bestial y con esta ilustración sin duda captará la atención.

Ornella no agrega nada sobre cómo su amiga podría prescindir fácilmente de sus artes en sus videos de YouTube si quisiera, porque sabe que se ganará un sermón eterno sobre minimizar su trabajo y ser tan dura consigo misma. Así que solo sonríe y se asegura de que su interpretación de la canción tendrá éxito en su canal.

Afinan detalles y discuten sobre los nuevos proyectos de ambas, Ella le recuerda asistir al festival benéfico que ha organizado su padre con sus colegas de la estación de bomberos.

—Después del cumpleaños de mi prima asistiré. Tienes mi palabra.

— ¿Recibiste respuesta del fotógrafo que me mencionaste? —se recuerda de preguntar.

—Está fuera de la ciudad de vacaciones o algo así, lo siento —dice Briar con una mueca—. ¿No pueden ayudarte con eso Billy o tu guapo pero gruñón hermanastro?

—Papá no nos dejaría ni a Billy o a mí a cargo de una cámara, sin mencionar que no tenemos una. Y Billy está pasando por una etapa en la que no quiere bajarse de su patineta.

— ¿Y Patrick?

—Tiene algo de la universidad, creo. Llegará hasta mucho más tarde —se deja caer desanimada, contra la silla de metal. Tiene menos de 24 horas para encontrar un fotógrafo que no pida un ojo de la cara por trabajar toda la tarde.

—En el peor de los casos les tocará hacerlo a la vieja usanza.

— ¿Capturando la escena con piedra y cinzel?

—Claro que sí, Da Vinci —Briar pone los ojos en blanco—. Disfruta el bendito evento, Ella. No quiero llegar y verte haciendo todo el trabajo o peor, coloreando escarabajos en una servilleta de nuevo.

—Eran unas mariquitas y eso fue una vez. Hace años.

—Porque eso lo hace mejor, claro.

—Sabes lo importante que es para nosotros esto, más que todo para papá —Briar lo entiende y deja a Ella continuar—. Le prometí que lo ayudaría, sabes que este tipo de cosas son más el fuerte de Lori, pero ella tiene mucho trabajo en el hospital.

No discute con eso. Y Ella se siente agradecido por ello, no es que le falte socializar o algo por el estilo, aunque Ornella lo ignore, es sencillo para ella hacerse un espacio en el corazón de los demás, con su nobleza y disponibilidad de servir. Pero Ella a menudo no tiene los pies en la tierra, se mantiene en ese planeta psicodélico al que viajan los artistas cada vez que distraen o les da un golpazo de inspiración.

Briar se va un poco más tarde con más deberes que resolver, pero Ella decide quedarse en el café y relajarse un poco más, quizás se encuentre algo interesante o se tope milagrosamente con un fotógrafo libre. Se levanta para pedir de nuevo su bebida, procura fijarse en el nombre de la joven en la caja, eso es algo que ella siempre hace, llama a los meseros y laburantes por sus nombres.

—Hola Mary Jane. ¿Podrías darme otro de frutos rojos, por favor?

















La vida de Peter ha llegado al fin a cierto equilibrio. Uno bastante frágil, es verdad, pero lo intenta. Hay días malos en los que quisiera barrer con todo en su habitación y otros en los que lo único que desea es refugiarse en ella, pero sigue intentándolo.

J.J. Jameson sigue pagando por sus fotografías, ha conseguido un par de empleos aquí y allá, así que le está yendo mejor en ese aspecto. A veces visita a May en el hospital y la sorprende con un almuerzo juntos. Lo único que es constante, es su trabajo como el hombre araña, la ciudad no deja de necesitarlo y la delincuencia no para. Pero en general, sus días se han tornado muy solitarios, sin escuela a la que ir y sin Gwen, no hay mucho que compartir con nadie más, ni nada fuera de la rutina.

Es por eso que un sábado, cuando sale a revisar el auto de segunda mano que han comprado con su tía, se sorprende al ver un par de personas entrando a la casa de al lado. Intenta echar un vistazo disimuladamente, cuando sus ojos captan una cabellera rojiza que conoce, se siente como un rayo de sol dándole de lleno.

— ¡Peter!

Es Mary Jane Watson y él no puede creerlo. Fueron vecinos por varios años, hasta que se mudaron por una propuesta de trabajo de su padre. Y ahora ella está de vuelta.

Ella se acercó hasta él, dejando a las otras dos mujeres trabajando con la mudanza.

—Pero mira cuanto has cambiado —le sonríe con esos dientes perfectos—. Oh, lo siento. ¿No me recuerdas?

— ¿Qué? No, no —se aclara la garganta, avergonzado—. Claro que te recuerdo. Oh Dios. ¡Es genial verte de nuevo!

—Lo mismo digo —se apoya su peso en una pierna y se recarga contra la pared de su casa, desborda seguridad como nunca—. ¿Y qué cuentas de nuevo? ¿Cómo están tus tíos?

Peter le habla sobre May y menciona escasamente la muerte del tío Ben, Mary Jane pone su mano sobre el hombro de Peter en consuelo. Es irónico como ese gesto hubiese dejado hecho gelatina al joven Peter de doce años, pero ahora se siente casual, amigable y familiar. Es agradable.

Ella le explica su regreso. Su madre al fin se ha divorciado de su padre, el hombre se había pasado toda la vida desquitando su frustración en su esposa e hijas. Ahora su hermana mayor Gayle tenía un trabajo y una relación estable, su madre una oportunidad de empezar de nuevo y ella una ciudad para cumplir sus sueños de ser actriz.

Cuando May regresó esa tarde a casa y su sobrino le contó las noticias sobre sus vecinas, se alegró mucho. Su pequeño necesitaba un poco de calor y luz en su vida.

En las semanas posteriores, Peter y Mary Jane no hablaron demasiado, era más que todo conversaciones en la calle cuando él iba llegando a su casa y ella saliendo de la suya o viceversa. Eso sí, le mencionó muy emocionada que tenía trabajo en una cafetería y que con eso podría apoyarse económicamente. Peter prometió pasarse por ahí uno de estos días.

Y allí está, con su computadora portátil editando algunas fotografías, disfrutando de un café. Solo ha estado allí un puñado de veces, pero vale la pena por el buen servicio y lo agradecida que se expresa Mary Jane de tener con quien charlar entre turnos.

No despega la vista de la pantalla, hasta que escucha un carraspeo bajito.

Y cuando ve la persona que se ha anunciado, decir que está sorprendido es quedarse corto. Es la amiga de Gwen, Ornella.

—Hola Peter —saluda insegura.

Él cierra la computadora. Se siente incierto, ¿acaso ella necesita algo de él? ¿Tiene que ver con...?

— ¿Puedo...Puedo sentarme?

—O-Oh sí, claro. Siéntate.

Quiere darse una palmada en la frente. No importa qué, ella está siendo amable y él sigue procesando su desastre mental. Ornella lucha sosteniendo una bebida color burdeos y una carpeta enorme llena de papeles, él quita su computador de la mesa para dejarle el espacio.

— ¿Puedo ayudarte en algo? —pregunta cuando ella ya se ha sentado.

—Tú... ¿Tomabas fotografías, no es así? —la respuesta es casi obvia, con su cámara todavía en la mesa, pero ella luce esperanzada cuando formula la pregunta.

—Oh sí, todavía lo hago —le responde—. Soy fotógrafo independiente, creo. O al menos lo intento.

— ¿Estás ocupado mañana?

Un segundo.

¿Qué?

— ¡Me refiero a un trabajo! —ella dice rápidamente, dándose cuenta de su error—. Quiero ofrecerte un trabajo. Necesito... Bueno, mi padre necesita un fotógrafo.

Peter trata de no reírse al verla luchar con las palabras, es divertido ver a alguien que no es él en ese lugar. Ornella da un trago a bebida y comienza a explicarle sobre el evento benéfico y Peter ya está casi comprado solo por la emoción con la que ella habla del tema.

—Mamá murió de cáncer cuando yo tenía ocho años, la abuela también tuvo cáncer pero logró vencerlo, gracias al cielo. Recuerdo poco, pero las fotografías y los cassettes son un tesoro —Peter admira la fuerza que tiene para hablar con esa serenidad de perder a alguien tan querido, él todavía a veces siente que pierde el aire cuando nombran a Gwen—. Papá siempre trabaja en tenerla presente para mi hermano y para mí, así que hace un par de años empezó a hacer esta actividad con el departamento de Bomberos en el que está.

Ahora piensa en lo tonto que ha sido al estar a la defensiva cerca de ella. No tiene la culpa de que él todavía lidie con tantos fantasmas.

—Lamento mucho lo de tu mamá —le dice, porque siente que es lo correcto, Ella le da una pequeña sonrisa—, y sobre lo que hace tu papá es increíble. Si hay algo en lo que pueda servir, cuenta conmigo.

— ¿De verdad? —su felicidad crece y luce deslumbrante, Peter no puede negar lo bonita que es su sonrisa—. ¡Muchas gracias! ¡Me has salvado! La paga no es la gran cosa, pero te prometo no será un trabajo pesado.

—No es necesario, todo están haciendo esto voluntariamente.

— ¡Nada de eso! Nos ofrecerás un trabajo y nosotros te pagaremos por ello.

En realidad pensó hacerlo gratis, pero no quiere ofenderla y sin dudas un dinero extra no le vendría mal.

No tiene en cuenta cuando fue la última vez que alguien le sonrió con tanta gratitud a Peter Parker y no al hombre araña. Pero se siente bien, mucho.











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NOTA DE AUTOR:

Se supone que este capítulo estaría el fin de semana pasado, lamento la tardanza. Su servidora se enfermó de dengue y bueno, el resto es historia. Pero ya está todo en orden.

¡Ya apareció Mary Jane! Me tomé el atrevimiento de tomar unos cuantos elementos de los comics, como la existencia de su hermana mayor y un par de cosillas más, pero espero puedan leer con la mente abierta, mi Mary Jane es una buena chica, aunque no es una rosa delicada. Nope.

¿Les ha gustado como Peter y Ella se vuelven caóticos al rededor del otro? En el próximo capítulo los veremos en el evento, así que habrá mas de ambos.

Gracias por leer. Espero tengan un maravilloso 2022. <333

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