Capítulo 16

Perfección

Entre más besos y gemidos ahogados, las bragas del mayor fueron arrancadas con fervor.

Las manos tatuadas se detuvieron en las nalgas pálidas, propiciando un golpe en ellas que provocó un pequeño grito de placer en el actor. Dejó la mano ahí y apretó fuertemente, creando más gemidos, de placer y dolor al mismo tiempo.

— Ya-a... —suplicó el mayor.

Frank sonrió malicioso y retomó el vaivén de caderas por cortos segundos, donde las erecciones se rozaron y, por consiguiente, gemidos y jadeos abandonaron a ambos.

Rápidamente, dos dedos del menor llegaron hasta la entrada del pelirrojo, abriéndose lugar lentamente.
Y es que a pesar de ser actor pornográfico, rara vez él había sido pasivo, por lo que su entrada aún estaba estrecha, siquiera un poco.

Gimió de placer cuando el dolor se estaba esfumando, y esto incrementó cuando los dedos de Frank comenzaron a hacer tijeras en su interior. Claro que le dolía, pero el placer y deseo de tener a Frank con él era mayor, jamás en su vida le habían hecho algo así, jamás había experimentado una sensación similar, y una conclusión se formaba en su cabeza...

Los dedos salieron de su interior; abrió las piernas para darle espacio al tatuado e instantáneamente, éste acomodó su hombría en el ano del mayor, impulsándose lentamente comenzó a entrar en él.
Gerard gritaba en jadeos y gemía como sólo él sabía hacerlo.

Y es que el pene de Frank, tan hinchado y grande, parecía estar dispuesto a partirlo en dos, o más pedazos. Pero por alguna razón, esa idea le fascinaba. Ver la imagen de lo que acontecía en esos momentos le excitaba más, amaba sentirse así, sentir el miembro del menor dentro de él y desearlo le hacía sentir como prostituto, pero carajo, le encantaba.

Frank comenzó a embestirlo pausadamente, tomando un ritmo que los volvía locos. Las manos del pelirrojo tocaban la espalda ajena, rasguñando esta y clavando las uñas cada tanto.

Las manos de Frank acariciaban los brazos del mayor y lo tomaba a veces de las caderas, profundizando así las estocadas.

— Me e-encantas... —susurró el tatuado.

Las embestidas bajaron su ritmo un poco, pues Frank había pasado su boca al pecho del mayor, lamiendo y mordiendo las tetillas del hombre abajo de él. Los dedos de Gerard se enredaron en los castaños cabellos. Las embestidas se habían detenido, pero el miembro seguía dentro de sí, volviéndolo loco.

Sus cuerpos se unían, pero esto no era como la primera vez. En aquella ocasión fue el puro deseo carnal, sin embargo, en estos momentos se entregaban uno a otro. Los sentimientos tomaban lugar de sobremanera. Las manos tocaban el cuerpo ajeno detenidamente, dispuestas a borrar las huellas de otros que los habían tocado.

Estaban acostumbrados al sexo, pero esto jamás había sido experimentado. Sus cuerpos se unían, y los latidos de sus corazones y respiraciones se coordinaban, se unían de igual forma, sin querer separarse en ningún momento.

Frank se alejó del pecho ajeno y volvió a besarlo, se miraron atentamente y respiraron el olor del otro, impregnándolo en sí mismos.

Las embestidas volvieron a tomar lugar, pero ahora con más intensidad.

Gerard gritó cuando Frank tocó aquel punto dentro de él que lo volvía loco.

— ¡Ah! Ahí Fra-ank mhm ahí...

El tatuado gruñó y continuó penetrando al mayor, al tocar la próstata, ambos se sentían fallecer. Pronto las estocadas comenzaron a ser erráticas, se sentían llegar al orgasmo.

Unas cuantas embestidas más, la mano del pelirrojo llegó a su propio pene y comenzó a masturbarse. El tatuado, al notarlo quitó la mano de ahí, y él mismo se encargó de frotarlo. Primero sólo su mano se encargó de eso, pero luego su boca tomó lugar.

Lamía cual paleta y se ayudaba de sus manos, miraba directo a los ojos de Gerard, sabía que eso lo excitaba.
Después de varias estocadas y lamidas, Gerard se corrió dentro de la boca de Frank, aún así manchando parte de su abdomen y barbilla del menor.
El tatuado le siguió a los pocos segundos, esparciendo su semilla dentro del actor.

Los gemidos y gritos se acallaron; Frank salió lentamente de él y se recostó sobre su cuerpo.

Gerard acarició sus cabellos y su espalda, sonriendo con amor.

La conclusión había llegado; esta vez no había sido sexo, habían hecho el amor... Estaba seguro de ello.

— Gracias... —susurró el tatuado, levantando la cabeza y mirándolo.

— ¿Por qué? —levantó una ceja.

— Has sido lo mejor que me ha pasado. —Sonrió.

Gerard sonrió de igual manera. Frank se sentó a horcajadas sobre el actor y unió sus labios en un beso casto.

— Frank, ¿quieres ser mi novio? —dijo de pronto.

— Creí que ya lo éramos.

— Aún faltaba la pregunta —rió levemente el mayor.

El tatuado lo acompañó en la risa y asintió repetidas ocasiones.
Se abrazaron y permanecieron en silencio varios minutos.

Escuchaban con atención la respiración del otro, los latidos de ambos, algo coordinados.

— Gee...

— ¿Qué pasa? —murmuró.

— ¿Me amas?

Gerard vio directo los ojos de Frank, tomándolo de las caderas.

— Mírame, ¿qué ves en mis ojos? ¿Qué te dicen?

El menor se encogió de hombros, sabía cuál era la respuesta, pero quería escucharla salir de los labios ajenos.

— Están brillando —respondió.

— Bueno, pues están brillando por ti. Ellos te están gritando que te amo. Brillan porque admiran cada parte de ti, eres hermoso, la escultura mejor tallada por el mejor escultor que ha existido. Eres perfecto.

El castaño rió tímido y enterró su cara en el hueco del cuello de Gerard, queriendo evitar que su sonrojo se notara.

— Ahora dime, ¿qué ves en mis ojos entonces? ¿Te amo? —volvió a hablar el mayor.

Frank asintió, con emoción en su interior, siendo demostrada a través de su sonrisa.

— Yo también te amo, Gee.

El turno de sonrojarse fue del mayor, abrazando al menor con fuerza.

— Gracias por esto.

Frank lo miró, algo confundido.

— Por aceptarme siendo tal cual soy. —Agregó.

— ¡Oye! —respondió Frank—, no iba a desaprovechar la oportunidad de estar con mi actor favorito. No tienes ni idea de cuánto deseé estar alguna vez así contigo, incluso he ganado tenerte de otra manera conmigo.

Se besaron por última vez en la noche y Frank se bajó del cuerpo de Gerard. El pelirrojo lo abrazó por la cintura, apegándolo más a sí.

Besó su cabello y cerraron los ojos, cayendo al mismo tiempo, en los brazos de morfeo...

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