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NOTA:
El mundo y los personajes no me pertenecen, son propiedades de Marvel Studios y Marvel Comics, Avi Arad y Stan Lee.
* Este AU NO me pertenece. Sólo quise hacer un escrito porque me pareció interesante y mola mucho.
DERECHOS DE AUTOR: parkrss (ig)
UNIVERSO: MCU
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INDUSTRIAS STARK (Versión 6.7.10900)
C:/AS/system1093309827/scan_now
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// Revisión de examen en el sistema INDUSTRIAS STARK. Este proceso tardará un poco.
// Iniciando la fase de comprobación del sistema INDUSTRIAS STARK.
// Se completó la comprobación en 100%
// Protección de recursos del sistema INDUSTRIAS STARK.
// Protección de recursos del sistema encontró archivos dañados y no consiguió reparar algunos de ellos.
// Error. Sistema inhabilitado.
// Ignorado.
// Protección de recursos del sistema en 100%
// Activando inicio.
- Peter-... Pe-Peter... ¿Me escu-? -
El llamado por el comunicador estaba fallando, alterando el dialogo que intentaba entablar el amigo del superhéroe. No es que estaba preocupado, para nada, saber que su amigo se encontraba en aquella taberna donde hace minutos escuchó un gruñido, seguido de un estruendo y el grito de su amigo ante la estupefacción de la situación lo dejaban tranquilo. Estaba tan tranquilo que intentaba arrancarse la mata de cabellos que tenía sobre su cuero cabelludo, hiperventilando de manera desenfrenada mientras sus pupilas se pasaban a cada parte del computador que tenia enfrente por el miedo que recorría su cuerpo; intentando encontrar una señal de vida en aquel lugar, viendo con dificultad la cámara de seguridad que el filántropo había implantado en su traje para esas misiones, rogando a un ente divino que lo ayudara en aquella endemoniada situación. Fue tanta la desesperación, tantos intentos en llamar al joven arácnido, el ansiar la respuesta de la voz computarizada de la IA; únicamente para saber que su amigo seguía con vida. Gruñó con frustración y aun con la pesadumbre en su pecho, dejó el equipo a la intemperie, no sin antes avisar a la IA que llamara al mentor del chico para también ir a buscarlo a las afuera de la ciudad.
Las cosas parecían ir de mal en peor. En la profundidad de la taberna se apreciaba el gran río de problemas con el que joven estaba comenzando a lidiar. Todo pasó demasiado rápido quedando completamente aturdido ante el adormecimiento de su cuerpo y el dolor en su mente. Su cuerpo se sentía atrapado, literalmente, el gran estruendo producido por aquel objeto llegó a generar ondas longitudinales capaces de oscilar las estalactitas y caer encima del héroe. Y siendo preso por el granito del lugar, abría y cerraba sus ojos con fuerza, sus manos se ocluyeron en un férreo puño, arrugando el ceño en señal de dolor y desesperación, dejando que sus labios formaran una perfecta "O" mientras intentaba conservar el oxígeno en sus pulmones, aunque fuera en vano. Los quejidos del dolor, acompañados de gruñidos, escapaban de sus labios, la apretura en su espalda y la frecuencia aguda que retumbaba dentro de su cabeza lograba desestabilizar al chico por completo, sumido en agonía. Aunque el esfuerzo era en vano, él seguía intentando alzarse de los escombros pero era regresado. La exasperación lo llevó al gimoteo, sus ojos comenzaban a picar, indicando las grandes cantidades de rocíos que amenazaban con salir de sus luceros, su respiración era errática; intentaba mantener la calma y regular su aliento pero el dolor se lo impedía, y la ligera capa de sudor que cubría su frente empapaba sutilmente los mechones de su pelo. La arena y el calor se mezclaban en el cuerpo del chico, dejándolo acochambrado y pegajoso, a su vez brilloso. Alzó la vista, mirando a su alrededor para dejar caer su cabeza, derrotado.
Después de un rato ya no escuchó nada. Todo a su alrededor estaba sosegado. Cerró los ojos, vencido por la situación, sintiendo sus fuerzas agotadas y el dolor en sus párpados. Con la carencia de su respiración dejó que los espasmos le atacaran. Sin saber, se concentró en su ambiente, escuchando con detenimiento su alrededor percibiendo el agudo sonido de una gota al estampar contra un charco, el zumbido de los mosquitos revoloteando a lo lejos de su cuerpo yacido bajo los escombros, las ondas sonoras que reproducía el objeto pero lo que lo desconcertó -aún estando en su estado- fue el zapateo de una suela desgastada aproximándose.
Moribundo, con la cabeza en casi a explotar, alzó ligeramente la mirada pero, su vista nublado por las lágrimas y el cansancio, se lo impedían. Viendo los pocos brillos de su entorno percibió una sombra, una silueta acercándose a cada paso, escuchando cada vez más ese zapateo y la respiración de ese sujeto. Intentó moverse, mover su cuerpo, pero le fue imposible lesionando más su propio cuerpo, dejando escapar quejidos de dolor y ligeras lágrimas por el peso. Las gotas no tardaron en aparecer, dos cristales brillosas en el rostro mugriento del joven.
El hombre se acercó cada vez mas, inspeccionado al chico debajo del peñasco, acercando poco a poco hasta estar a unos centímetros de distancia. Se agachó, reposando una pierna sobre el suelo y recargándose sobre la otra, y con su mano, toqueteó ligeramente el rostro del mocoso con sus dedo índice y medio, como si disimuladas cachetadas se tratasen. Hasta que vio esas lágrimas. Esas esferas transparente deslizándose por la mejilla del arácnido, dejando un rastro de ellas. Sonrió con sorna, y con su dedo índice quitó velozmente aquellas penas y las saboreó. Saladas. Con su otra mano, la fue acercando, y justo con los mismos dedos los apoyó sobre la barbilla del héroe alzando aún más su vista a si mismo. El joven sólo escuchó la estruendosa risa que salió de aquel ser para terminar viendo todo completamente negro.
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