El sol de París iluminaba la habitación del hotel, pero el ambiente entre Doyoung y Jaehyun estaba lejos de ser cálido. La noche anterior había sido un torbellino de emociones para ambos. Jaehyun, después de haber coqueteado inesperadamente con Doyoung en varias ocasiones, parecía ahora distante. Esa mañana, su rostro reflejaba la calma tensa de alguien que luchaba contra sus propios pensamientos.

Doyoung, por otro lado, no podía dejar de sentirse confuso. ¿Por qué Jaehyun se comportaba de esa manera? ¿Qué había cambiado en tan poco tiempo? Mientras desayunaban en silencio, el menor jugueteaba con su taza de café, tratando de reunir el valor para decir algo.

—¿Dormiste bien? —preguntó finalmente Doyoung, rompiendo el silencio que se había vuelto insoportable.

Jaehyun alzó la vista, sorprendido por la pregunta. —Sí. ¿Tú?

—Supongo que sí. —Doyoung bajó la mirada, sintiéndose muy incómodo. El tono de Jaehyun era cortante, casi indiferente. No se parecía en nada al hombre que le había sonreído cálidamente la noche.

La incomodidad siguió creciendo durante el desayuno. Jaehyun parecía concentrado en su teléfono, aunque en realidad apenas estaba prestando atención a lo que veía. La voz de su padre resonaba en su cabeza, grave y autoritaria: "El amor es un lujo que no podemos permitirnos, Jaehyun. Nuestro deber es hacia la familia, no hacia nosotros mismos". Durante años, había aceptado esa realidad, convenciéndose de que no necesitaba amor para ser feliz. Pero Doyoung… Doyoung hacía que todo eso pareciera una mentira

"Recuerda, Jaehyun, nuestra familia siempre ha priorizado la estabilidad por encima de cualquier emoción pasajera. No cometas el error de involucrarte demasiado con alguien que no encaja en nuestro mundo." Las palabras de su madre también resonaban como una advertencia, despertando miedos que él pensaba tener bajo control.

Después de terminar el desayuno, Jung sugirió dar un paseo por la ciudad. Quería distraerse, pero también sentía la necesidad de estar cerca de Doyoung, aunque no sabía cómo expresarlo sin exponerse demasiado. Sin embargo, la distancia emocional entre ambos era evidente.

Caminaron por las calles de Montmartre, rodeados por artistas callejeros y parejas que parecían completamente ajenas al mundo. Doyoung se detuvo frente a un pintor que retrataba a una pareja mayor. Observó cómo los dos se miraban con complicidad, una conexión que él ansiaba pero que parecía imposible de alcanzar con Jaehyun.

—¿Te gustaría que nos pintaran juntos? —preguntó Jaehyun, intentando romper el hielo.

Doyoung lo miró, sorprendido por la pregunta. Aunque el gesto parecía amable, algo en el tono de Jaehyun le hizo dudar de su sinceridad.

—No creo que sea necesario. —Doyoung intentó sonreír, pero su expresión reflejaba más tristeza que otra cosa. —No somos como ellos.

Jaehyun frunció el ceño ante la respuesta. No esperaba esa reacción, y aunque no lo dijo en voz alta, las palabras de Doyoung le dolieron más de lo que estaba dispuesto a admitir. Continuaron caminando en silencio, cada uno perdido en sus propios pensamientos.

Más tarde, se detuvieron en una cafetería con vistas a la ciudad. Doyoung, incapaz de soportar más la tensión, decidió hablar.

—Jaehyun, siento que… algo cambió desde anoche. ¿Hice algo mal?

Jaehyun lo miró, sorprendido por la pregunta. Su primera reacción fue negar, pero las palabras no salieron de inmediato. ¿Cómo podía explicarle que no era él, sino sus propios miedos los que lo hacían retroceder?

—No hiciste nada, Doyoung. —Jaehyun suspiró, pasándose una mano por el cabello. —Solo… tengo muchas cosas en la cabeza.

—Siempre tienes cosas en la cabeza. —Doyoung bajó la mirada, sus dedos jugueteando nerviosamente con el borde de su taza. —A veces siento que no hay espacio para mí.

Jaehyun abrió la boca para responder, pero no encontró las palabras adecuadas. La verdad era que había espacio para Doyoung, mucho más del que estaba dispuesto a admitir. Pero reconocerlo significaba enfrentarse a sus propios temores, a las expectativas de su familia, y a la posibilidad de que pudiera salir herido.

—Doyoung… —Jaehyun comenzó, pero fue interrumpido por el sonido de un mensaje en su teléfono. Lo revisó rápidamente, agradeciendo la distracción, aunque sabía que eso solo alejaba más a Doyoung.

El menor observó cómo Jaehyun se concentraba en su pantalla, sintiendo que su presencia era irrelevante. Se levantó lentamente de la mesa.

—Voy a caminar un poco. Nos vemos en el hotel. —Su voz era baja, casi apagada.

Jaehyun alzó la vista, notando la tristeza en los ojos de Doyoung. Quiso detenerlo, pero no lo hizo. Algo lo retenía, un muro que él mismo había construido y que no sabía cómo derribar.

Mientras Doyoung caminaba solo por las calles de París, sus pensamientos se oscurecían. Se preguntaba si alguna vez sería suficiente para Jaehyun, si alguna vez lograría derribar esa barrera que parecía mantenerlos siempre a distancia. Por primera vez, consideró la posibilidad de que tal vez estaba destinado a ser solo una obligación para él.

—Lo único que ha estado haciendo es confundirme...– dijo en voz alta, luego se dio cuenta de ella, tapó su boca, volteó a ver a los alrededores y no había nadie, suspiró.

"¿Qué estoy esperando? Esto es solo un contrato, Jaehyun no está obligado a amarme, soy patético." Pensó.

En el hotel, Jaehyun permaneció sentado en la mesa de la cafetería, su mirada fija en el lugar donde Doyoung había estado momentos antes. Una sensación de vacío lo invadió, pero en lugar de enfrentarlo, se sumergió en su trabajo, buscando refugio en la rutina. Realmente estaba sumido en sus propios pensamientos. La noche anterior, mientras observaba al menor reírse y disfrutar de su compañía, algo dentro de él había cambiado. Por un momento, había bajado la guardia, permitiéndose imaginar un futuro diferente. Pero cuando regresaron al hotel, su mente había comenzado a sabotearlo. Los recuerdos de su infancia, de las expectativas que siempre lo habían rodeado, lo golpearon con fuerza.

Sin embargo, algo dentro de él sabía que no podría ignorar sus sentimientos para siempre.