16. "Declaración"

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Astrid se encontraba hablando con su profesor, Kyler, como lo hacía siempre que iba a entrar a clases, pero esa vez el tema que caía sobre la mesa era sobre sus planes para sobre el jueves en Louvre. Astrid estaba emocionada, saber que sería una de las que viajase a Florencia era un sueño hecho realidad.... Más o menos. Para su mala suerte, su infancia estaba allá y tendría que enfrentarse a ella al pisar el suelo italiano de Florencia. Acomodó su cabello mientras Kyler le hablaba sobre Rylie, su hermana menor, la cual no fue bien criticada por los jueces.

  Rylie había sido una persona agradable, pero cerrada de pensamiento, no le importó en lo absoluto, sobre todo porque había sido una persona muy simpática con ella y con sus fotografías, lo cual hizo que Astrid se sintiese feliz y a gusto, sin importar aquellas características que representaban a Rylie.

  No era la primera vez que estaba nerviosa en ese mes; la primera vez fue cuando era la exposición en Louvre, en la cual conoció a Connor Hurst; la segunda fue cuando Connor y ella estaban tomados de la mano y la última—sin duda— sería estar frente a críticos y fotógrafos tan reconocidos mundialmente. Sin duda agosto era su mes, el mejor mes de su vida.

  Kyler rió mientras Astrid le comentaba lo que había sucedido con su reciente exposición de fotografía que pedía para sus alumnos. Astrid era atractiva y un carisma al hablar, lo hacía sentir más que a gusto y era agradable poder hablar cualquier tema y poder sentirme cómodo, sin vergüenza.

  La puerta del aula se abrió, de la cual ingreso Helen, vistiendo unos jeans ajustados y una pollera con un escote bastante pronunciado, junto a unos zapatos con una plataforma escalofriante. Astrid rodeó los ojos cuando Helen se acercó a ellos dos, dando una sensuales zancadas mientras miraba a Kyler.

  —Kyler—sonrió al hombre que era su profesor—. Eh... Astrid—rodeó los ojos.

  Astrid solamente soltó una carcajada, seguida de Kyler el cual miraba sonriente a su alumna favorita y nueva amiga de su hermana Rylie.

  Helen miró asombrada a Astrid y se acercó peligrosamente a esta.

  —¿Disculpa? —preguntó Astrid, alejándola de ella—, estaba hablando con Kyler, si no te importa.

  —Claro, se ve que están muy bien junto, ¿qué tal el sexo?

  La falta de madurez era notoria en alguien como Helen. Su profesor tosió enojado mientras miraba desafiante el rostro de una de sus alumnas. Se levantó furioso de su puesto y se encaminó hasta ella, la cual solo retrocedió unos pasos chocando con los taburetes. Estaba provocando a Kyler, y Astrid tenía que detenerlo.

  Tosió haciendo que Kyler se detuviese por una milésima y voltease a verla, le estaba haciendo algunas morisquetas mientras Helen esperaba cada vez más ansiosa para que Kyler se acercase más a ella. Así era siempre y no era de esperar en alguien como ella.

  —Kyler, ignórala—murmuró, Astrid.

  Helen alzó una ceja, mientras reía eufóricamente.

  —Astrid, a ti sería la que deben ignorar. Por Dios, di algo lógico alguna vez en tu vida.

  —Tienes razón, Helen. Debería hacer eso—le respondió, con los dientes apretados.

  —Por favor, te vendría bien. Ah, y por si no fuese mucho—agregó— por favor, vístete bien. Si fuese un chico no me acercaría a ti.

  —Deberías enseñarme a vestir como tú—una sonrisa se formó en los labios de Astrid, mientras preparaba sus dientes para morder la manzana.

  Kyler miró a Astrid, previniéndola con sus ojos. Helen caminó hasta ella con las garras listas hacia la morocha. Astrid se levantó delicadamente de su cómodo puesto mientras miraba a Helen; era detestable, una arpía y demasiado mala para ser una persona. Físicamente era hermosa; unos ojos marrones expresivos y un largo cabello rojizo hasta su cintura, el cual estaba bien cuidado y se podía ver eso gracias al brillo que poseía.

  Helen miró fijamente a Astrid, jadeante mientras se preparaba para el ataque, el cual no estaba dispuesta a comenzar, por lo que Astrid tomo la iniciativa presionando el jugo contra su ropa, haciendo que este quedase empapada de una gran mancha anaranjada. Astrid acercó la pajilla de la caja de jugo a sus labios, succionando lo que quedaba dentro de esta.

  —Eres una, ¡perra! —bramó, Helen.

  Con sus débiles dedos, tocó su ropa para comprobar cómo estaba; mojada, pegajosa y sucia. Si existía algo en esa Universidad que odiaba más que nada era a la alumna favorita de Kyler, Astrid. No era la primera vez que tenían una pelea, siempre las tenían...Y Astrid, después de mucho tiempo, logró por fin empezar con lo que sería esta. Detestaba cada insignificante detalle de aquella morocha de ojos azules.

—Una perra, pero... Con comida—se apresuró en decir Astrid, mientras Helen caminaba fuera del aula, perdiéndose nuevamente las clases de Kyler.

  Su profesor se acercó a grandes zancadas hacia ella, severamente molesto.

  —¿En qué estabas pensando, Astrid? ¿Eh? Dímelo.

  —¿Qué querías? ¿Qué me quedase callada? ¿Eso querías? —entornó los ojos molesta.

  —Hubiese sido perfecto, Astrid. Me iba a ocupar de ella...

  —Vamos, Kyler—le interrumpió—, Helen ya tenía las garras listas para atraparte en cuanto te acercaras a ella.

  —No exageres.

  —¿Porqué exageraría, profesor Archivald? Abra un momento los ojos y vea como lo miraba. Por Dios.

  —Astrid, ya pasó. Sigamos hablando, por favor. Estaba todo perfecto antes de este inconveniente.

  —Kyler... Ah. Bien, sigamos hablando.

  El cuerpo de Astrid se desplomó bruscamente sobre la silla de cuero que estaba frente a Kyler. Bufó mientras estaba de brazos cruzados; debería haberle dado las gracias, no preguntarle por qué le había dicho eso a Helen.

  Kyler se detuvo un momento para admirar como lucía; su ceño ligeramente fruncido, sus brazos cruzados sobre su pecho y su pie, el cual golpeaba seguidas veces el suelo con la suela de su zapato. Su largo cabello castaño estaba recogido en una coleta, dejando libre pequeños mechones que volaban en su rostro a causa de sus bufidos. Sus azulados ojos estaban mirando en cualquier dirección menos en él.

  —Astrid, ¿te has enojado? —le preguntó.

  Ella volteó hacia el semblante de su profesor, mientras apartaba un mechón de su rostro y luego se aclaraba la garganta para responder. Estaba cansada, no por lo sucedido, si no por todo; quería terminar y salir de la Universidad de una vez por todas y trabajar para seguir con su vida; sacar fotografías.

  —No, no estoy enojada.

  —Oh vamos, estas de brazos cruzados, golpeas el piso con la suela de tu zapato y miras a otra dirección que no sea yo. —Señaló Kyler, haciendo que Astrid detuviese su acción del pie y se acomodara nuevamente en la silla—. No debes estar enojada.

  —Te he dicho que no estoy enojada—murmuró exhausta.

  —¿Qué tienes?

  —Estoy cansada—exhaló pesadamente, pasando sus manos por su afligido rostro—. Quiero terminar y salir de la Universidad. Estoy jodidamente estresada con este último año y moriré en cualquier momento por los trabajos que me estaban solicitando.

  —Te darás cuenta que este año pasará demasiado rápido, Astrid. Confía en mí.

  —Espero que sea así—finalizó dando un bufido.

                                               * * *

  Las manos de Astrid llevaban los pedidos requeridos por ambas mesas ubicadas en la ventana. Lo único que de verdad le gustaba era trabajar en la cafetería en la semana, para así hablar con Rhiannon y las demás chicas que trabajaban allí (No eran muchas, solo unas siete en total). Entregó con amabilidad los café expreso para ambas señoras y luego un pie de manzana para la pequeña, de la mesa del lado. La chica sonrió en cuanto Astrid depositó el postre junto a un vaso de jugo de frutilla.

  Se dirigió a la cocina mientras Claire pasaba a su lado, pasando a llevar su hombro —como lo hacía de costumbre— y soltó una ligera risa. Astrid comenzó a jalar de su muñeca con brusquedad adentrándola nuevamente a la cocina, donde Rhiannon entre cerró los ojos extrañada por la brusca acción que está haciendo.

  —Ten cuidado, imbécil.

  —Cuando tú dejes de chocar conmigo cada vez que entro a la cocina. Madura de una vez, Claire. Si Colin no se interesó en ti es por algo y no tengo la culpa de ello, ¿vale?

  —Si me desagradas, es por otra cosa—rodeó los ojos, tratando de zafarse del agarre de Astrid.

  —No mientas. Colin no gusta de mí, primero que nada...

  —¿Enserio? ¿Cómo estás tan segura de eso, Astrid?

  Miró con furia a Astrid, quemándola y que sintiera la ira que le irradiaba.

  —Porque es mi amigo.... Ay Claire, no tengo que darte explicaciones, no le gusto porque lo conozco bastante como para saber que yo no soy la clase de persona que le atrae.

  —A mí no me dijo eso. —Abrió los ojos ampliamente, desafiando a Astrid—. Cuando quería hablar con él sobre mis sentimientos, ¿sabes que me dijo? Lo siento, pero me gusta Astrid. No titubeo ni un poco, lo dijo decididamente.

  El corazón de Astrid golpeaba fuertemente contra su pecho y sus manos comenzaban a temblar. Podría ser cierto, pero recordó las palabras que le había dicho Colin aquella mañana: Le dije a Claire que me gustas... Pero es mentira. Mordió su labio ligeramente y cobró la postura, sin soltar el brazo de Claire.

  —No, no es así, Claire. Cualquiera mentiría con tal de alejarse de alguien como tú.

  Rhiannon se aproximó a ambas, con el ceño fruncido y con un medio cupcake decorado. Miró a Astrid fríamente mientras se acercaba a su mano para alejarla de la muñeca de su prima.

  —Astrid, explícame, ¿porqué mierda le estás hablando así a mi prima?

  —No podía seguir quedándome callada, Rhiannon. Me ha molesta por una semana y lo sigue haciendo. Que querías, ¿qué me quedara callada? No, ya no podía seguir así. Lo que más me molesta es que Claire me odia por solo una cosa: por que según ella, Colin gusta de mí... ¡Cosa que no es cierta!

—Claire, pensé que habías olvidado a Colin.

Rhiannon volteó a ver a su prima, la cual mordía sus uñas  y acariciaba su muñeca, la cual estaba roja por la fuerza en la cual Astrid se había aferrado a ella.

—Ya lo olvidé.

  —Por lo que dice Astrid, al parecer no lo has olvidado del todo, ¿verdad? —le preguntó.

  Ella simplemente negó, acariciando su hombro nerviosamente.

  La puerta de la cafetería se abrió, revelando la alta figura de Colin el cual estaba congelado y con las manos en sus vaqueros. Abrió con sorpresa sus ojos al ver a Claire, Astrid y Rhiannon juntas, mirándolo expectante por su respuesta física. No podía salir de ese lugar, tendría que disimular lo mejor que pudiese. Acomodó su cabello y caminó hasta ellas recreando la escena en su cabeza.

  —¿Qué está pasando?

  Claire rió sarcásticamente y lo miró con frialdad. Astrid alzó una ceja en su dirección nerviosa.

  —Dímelo tú, Colin. Están peleadas por bastantes días y al parecer tú eres la razón.

  —¿Excuse (1)?

  —Vamos Colin, dinos si es verdad lo que me dijiste.

  Claire miró hacia su dirección mientras se acercaba peligrosamente a él.

  —Claire, ¿qué mierda...?

  —Colin, ¡para de fingir, joder!

  La respiración de Colin comenzó a ser irregular al igual que su vista, estaba nervioso.

  —¿Qué quieres saber?

  —No, que es lo que todas queremos saber. Si te gusta o no Astrid, Colin. Solo eso.

  Abrió los ojos sorprendido y claramente angustiado. «Lo único que faltaba »pensó. Dio media vuelta y movió las manos de un lado de su rostro hasta su cabello. Sentía como su pulso estaba acelerándose y como la mirada nerviosa de Astrid se posaba en él; esperanzado de que Claire estuviese mintiendo y que quería asustarla. En ese momento solo pensaba en algo: su amistad con Astrid. Era lo más fuerte que había tenido en su vida y no podía perderla por un simple pensamiento que—como decía Alisa— tal vez era solo pasajero.

  Quería aclararlo y luego hablarlo con Astrid, para explicarle. Habían hecho una promesa, nada de mentiras y no podía romper una de las promesas más importantes.

  —Sí, Astrid. —Los labios le temblaron—. Claire tiene razón. Me gustas.

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1. ¿Disculpa?

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