07. FAMILY PORTRAIT

OST: 7 years by Lukas Graham/ No blublerries by DRP IAN (feat. DRP LIVE,CL)

🎧ACRÍLICO 🖌

La próxima mañana después de la llegada de Daegu prometía decantarse en un caos total. Por primera vez en su existencia Jimin se había quedado dormido.

Quizás el dolor que sentía en su estómago guardara mucha relación con el bote de helado de chocolate y pistachos que había devorado en la noche.

Ni siquiera se visualizaba atravesando el umbral de su departamento para ir a supervisar la instalación de su nuevo programa de cálculo y predicción en las empresas Min.

Solo mencionar la probabilidad de no estar lejos de la verdad y tener que encontrarse con aquel hombre, conseguía que su cuerpo comenzara a temblar como una frágil hoja movida por el viento.

No podía tener tan mala suerte, pero los hechos estaban ahí. Nada escapaba de la seguridad de los números y las predicciones. El apellido Min no era tan común en Seúl.

Según los anuarios dedicados a contabilizar la población,  y que había tenido el privilegio de examinar gracias a otro proyecto, no excedía el 1, 2% la cantidad de personas con ese onomástico.

Yoongi era de buena posición social. Jimin solo había tenido que repasar sus modales aristocráticos o cómo era su familia para sacar algunas conjeturas que hacían del rubio el más alto candidato para ser el CEO de Min's Holding Inc.

—No voy armar más nubes en mi cielo ¿Qué tan probable es que me encuentre cuando seguro le sobra en qué ocuparse?

Proclamó esa mentira como si eso lo inmunizara contra la marejada de nervios que se agitaban en su alma. Lo hecho, hecho estaba. Además, quizás el único con graves problemas para superar lo que había sucedido fuera él.

Sí, esa sería su resolución mientras guardaba la laptop donde había tenido que reprogramar gran parte del programa de cálculo que la empresa solicitaba.

No quería ni imaginar a dónde había ido a parar la tablet con la que estaba trabajando antes de que Yoongi y su familia aparecieran en el restaurante del hotel.

Había tenido que iniciar casi de cero, pero gracias a su mente tan apegada a los detalles, incluso había mejorado algunos aspectos que no estaban considerados en la versión inicial.

Dirigiéndole una mirada nostálgica a su pequeño departamento donde todo se ordenaba según dimensiones y color, se alistó para esperar otro taxi que le dejaría frente al acristalado edificio donde esperaba estar libre de cierto hombre de ojos color ámbar y cabellos de oro.

Min Yoon Gi tampoco había tenido una noche fácil. Las preocupaciones y el recuerdo de ese hermoso doncel pelinegro del que solo conservaba una tablet no lo habían dejado pegar el ojo.

Para cuando pudo internarse en la calidez de las sábanas la primera de sus alarmas estaba a punto de hacer acto de presencia, arrancado cualquier idea de descanso y sosiego.

Refunfuñar no era una opción, así que arrastrando los pies terminó bajo el chorro de agua caliente de la ducha, repasando mentalmente las opciones que tenía contempladas en la agenda del martes.

Gracias a Taehyung y a sus padres había perdido el lunes, teniendo que reorganizar la reunión con los accionistas y el balance económico del mes.

Sobre ese último aspecto, la puesta en práctica de un nuevo programa informático estaba por evaluarse y su equipo había pactado revisarlo con el propio diseñador. Algo que tendría que supervisar.

Meneando la cabeza se apresuró abandonar el cuarto de baño para emplearse a fondo en despertar a Jun y preparar su desayuno.

Para las siete con treinta minutos, su hijo estaba vestido con otra camiseta de skater (cortesía de sus alocados tíos) un pantaloncillo corto del mismo color gris que la remera y su gorra de los Yankees.

La encimera de la cocina volvía a exhibir su pulcro orden mientras la vajilla reposaba sobre el escurridor de uno de lo fregaderos.

Aún cuando Yoongi contaba con servicio a cargo de la limpieza los fines de semanas, prefería mantener el orden en su espacio y teniendo a un pequeño torbellino que no perdía la oportunidad para meterse en problemas, quedaba de más hablar sobre el cuidado que debía poner con cualquier objeto que llamara la atención de su hijo y que en el peor de los casos se considerara lesivo.

—¡Appa!

Jun sonrió antes de colgarse del cuello de Yoongi. El mayor repasaba la bandeja de entrada de su correo electrónico al tiempo que comprobaba el horario. Han Hee, la niñera de Jun debía haber llegado por lo menos quince minutos antes para llevar al infante al jardín de niños.

—Appa, quiero un gatito…

Yoongi frunció el ceño. Desde que su hijo había llegado a casa no paraba de mencionar que quería una mascota. Más concretamente un gato como aquel que Jimin había llevado a la recepción de sus primos.

Lo cual sólo le recordaba que debía comenzar sus pesquisas referente al joven pelinegro con la mayor prontitud posible.

—Aún eres pequeño para semejante responsabilidad. Cuando cumplas cuatro veremos.

—Pero yo puedo solito y si el señor gatito…

Yoongi estaba a punto de perder la paciencia cuando un mensaje de voz de la niñera de Jun pobló la pantalla de su móvil.

—Appa…

—Ya hablaremos de eso, jovencito ¿Quieres ayudar a papá?

El menor asintió con una sonrisa de encías rosáceas donde faltaba un diente en el medio. Yoongi no se resistió a besarlo en la mejilla, moría de ternura por su retoño.

—Ve a buscar tus cosas. Tengo la impresión que hoy tendrás que quedarte con Lily y Hoseok.

—¿Tío Hobi y la señorita peliloja?

Yoongi negó antes de dejar a su bebé sobre la alfombra para que pudiera ir por su pequeña mochila con facilidad.

—Pelirroja… es así como se dice. Vamos o papá llegará tarde.

Le animó con otra cálida sonrisa. Segundos después confirmaba su premonición. La niñera de Jun estaba con un virus estomacal y esa semana Yoongi tendría que hacerse cargo de su hijo. Nuevamente lo salvaba el ser precavido y casi obsesivo con la planificación.

Se apresuró a cargar con la bolsa de Jun, telefonear al jardín de niños para que supieran de la situación de su hijo y de cómo harían las actividades de esa semana por su cuenta.

Para cuando arribó al despacho de su empresa otra montaña de papeles y responsabilidades le esperaban mientras le hacía prometer a un curioso Jun que le hiciera caso a Lily, su secretaria, mientras él y Hoseok se dirigían a la sala de juntas.

El ascensor que llegaba hasta esa planta se cerró cuando otra persona emergía de las puertas del lado opuesto al pasillo.

Park Jimin respiró profundo antes de atravesar el umbral. Una mujer rubia le indicó que esperara en la sala de reuniones de ese piso. Una asistente del departamento de creativos para ser más exactos.

—El señor Min lo recibirá después de la junta con los accionistas. Si es tan amable de esperar, señor Park.

Jimin asintió con otra tímida sonrisa. No le había ido tan mal con el equipo de seguridad informática de la compañía, de hecho, ese chico Taehyun parecía ser muy capaz.

Decidió que había tachado el cincuenta por ciento de su lista de cosas por hacer esa mañana y que con un poco de suerte, las estadísticas se equivocarían y el señor Min no sería Yoongi.

Sonrió con más convicción al imaginarse a un hombre que pasara los cuarenta años, con barriga prominente a causa de los abusos de un vida sedentaria y con algunas canas en el cabello.

Sí, un hombre mayor y totalmente opuesto a la imagen despampanante del magnate que había conocido en la fiesta de bodas de su primo.

Sí, esas deberían ser sus opciones mientras se permitía examinar la estancia de ventanales despejados donde se encontraba.

Seúl reposaba del otro lado de esos muros, como una coqueta dama repleta de gente e imaginarios, mundos completos que ni siquiera él, con su aguda mente, podría desentrañar.

Al otro extremo del pasillo un niño de tres años le hacía muecas a su oso favorito mientras sus pequeñas piernas se balanceaban sobre el acolchonado sofá de piel del despacho de su padre. Lily, la secretaria de cabellos de fuego, como solía llamarla Hoseok, continuaba atendiendo el teléfono sin parar.

Apuntando recados en su agenda electrónica hasta el cansancio,  no pudo calcular cuando el infante que debía mantener bajo su cuidado había abandonado la habitación.

—¡Oh no, no otra vez!

Y es que cuidar a Min Jun Young era todo un reto para los nervios de cualquiera. El niño no solo era precoz en aprendizaje para sus tres años, sino que parecía más comparable a un imán para atraer problemas.

Conteniendo el temblor de sus manos antes de tomar su número privado le envió un mensaje de texto a Hoseok. Si ocurría lo de la otra ocasión, cuando la seguridad del edificio encontró a Jun vagando alrededor del área de los creativos, quería contar con su ayuda para calmar al jefe Min. Solo Dios sabía cómo se ponía el rubio cuando se trataba de su hijo.

Mientras Lily cruzaba los dedos y rezaba por su alma. Los pasos de Jun se habían convertido en una carrera hasta el final del pasillo. No podía alcanzar la manija de acero de aquellas puertas, pero sí inclinarse con todo su peso para conseguir una abertura por la que su cuerpecito fuera capaz de atravesar.

Una vez dentro del imponente salón de reuniones al que nunca había entrado, se concedió una débil risa que llamó la atención del único ocupante del sitio.

—¿Jun?

—¡Señor gatito!

Tanto Jimin como el niño se sorprendieron de encontrarse otra vez.

—¡Señor gatito, te extrañé!

El infante fue el primero en romper la distancia para arrojarse a los brazos de Jimin. El pelinegro casi pierde sus lentes antes de atrapar a aquella energética criaturita vestida nuevamente como adolescente.

Su teoría de las probabilidades acababa de ser anulada. Si aquel niño estaba allí, entonces el señor Min al que debía presentar el proyecto no tenía cuarenta ni una panza de cervecero. No, Jimin tendría que ver al hombre que desde las últimas cuarenta y ocho horas se había hecho del control sobre sus pensamientos.

🎧ACRÍLICO 🖌

Yoongi rechinó los dientes por cuarta vez. La reunión con los accionistas le había producido una molesta jaqueca. Tomaba sorbos de una botella de agua con la esperanza de prescindir del consumo de algún analgésico cuando Hoseok se ubicó a su diestra con aquella expresión que gritaba "todo está jodido."

—¿Y ahora qué pasó? No me digas que el programa informático ha dado problemas porque…

—Jun se escapó… otra vez…

Rápido y conciso, como si arrancando la bandita doliera menos, Hoseok esperó la explosión por parte de su jefe. Las marcadas ojeras en el pálido rostro de Yoongi hablaban de lo mucho que necesitaba un respiro.

Nunca lo iba admitir en voz alta, pero a veces la idea de tener a alguien que cuidara de ellos aparecía en su mente, sobre todo en momentos de crisis.

Quizás era el karma que debía pagar por haber sido un picaflor en su más temprana juventud, quizás todo estuviera condenado a fracasar en un proyecto de padre soltero que se le salía de las manos.

—Está bien. Avisa a seguridad. Yo regresaré al despacho y comenzaré por ahí.

—Yoon…

Hoseok se acercó a él con preocupación. El más pálido negó.

—Estoy bien. Estaremos bien. Haz lo que te dije y dile a Lily que hasta ahora no practico el canibalismo. Sé el terremoto que tengo por hijo y cuando quiere engaña al más experto.

Hoseok asintió y se puso manos a la obra. Yoongi salió del ascensor de vuelta a su despacho con un dolor de cabeza digno de tener nombre propio. Se masajeaba las sienes en busca de algo de paciencia para comenzar a buscar a su hijo cuando arribó a la despejada estancia.

Lily no estaba en su sitio, justo fuera de la sala de espera,  supuso que por la búsqueda del menor, así que no estaba preparado para la imagen que lo recibió.

Si le hubieran dicho que su suerte podía cambiar tan rápidamente, sin lugar a dudas, la risa le hubiera ganado al sentido común. Pero no era sarcasmo lo que necesitaba en ese momento. No, de eso nada.

Protegido por el grueso sofá de cuero donde solía recibir a sus invitados, Min Yoon Gi encontró a Park Jimin enfrascado en una batalla con su hijo el revoltoso.

Los bloques de lego que el propio Yoongi comprara para Jun crecían en ángulos rectos para construir el castillo que parecía no complacer del todo a su hijo.

—No, no, señor gatito, los reyes tienen puentes. Appa dice que no hay castillos sin eso.

Farfulló Jun esbozando un adorable puchero. Yoongi se agachó detrás del sofá para escuchar la respuesta de Jimin. Desde allí solo podía verle el perfil y lo que parecía el reflejo de unos lentes de montura negra.

—Tu papá tiene razón, pero este es el castillo de Jun y Minnie, y pasamos de los puentes levadizos para construir rampas de skater.

—¿Cómo en Minecraft?

—Como te plazca, bebé…

Jimin sonrió antes de pellizcarle la nariz al pequeño. Este correspondió con una risita suave que solo deshilachó más el corazón de su padre. Yoongi mordió su labio inferior y volvió a concentrar su atención hacia Jimin.

La dulzura y la paciencia con que se dirigía a su hijo, la forma en que le explicaba con claridad cuando ni siquiera él mismo entendiera las necesidades del infante a veces. Ese chico no era la peculiaridad que tanto habían puesto sobre su cabeza solo por ser él mismo.

No, Jimin era especial, como una exótica gema color zafiro que en esos momentos enmarcaba el retrato familiar que Yoongi tanto anhelaba tener.

🎧ACRÍLICO 🖌

Min Jun Young y su appa🥰

Créditos a los editores en Pinterest

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