The Tour Begins

-¡Te estaba coqueteando, idiota!.-Dijo Penguin golpeándole la nuca.

-¡Ay!.-Se sobó la zona.-¡Que violento!.

-Si no te preguntó los horarios del acuario pero si pregunto por tus días de trabajo, ¿Por que crees que es?.

-Bueno, no lo pensé así...

-¿Le pediste el número?.

-No se ni como se llama, ¿Como quieres que tenga su número?.

-Ahh.-Dio un suspiró pesado y se dejó caer sobre el respaldar de la silla. Sus brazos colgaron por unos segundos a cada lado de su cuerpo y luego se incorporó energéticamente.-De todo modos mañana le pides el numero.-Tomó otra rebanada de pizza de la caja y se la llevó a la boca, le dio un mordisco.-¿Mañana la ves cierto?.

-No lo sé.

Ambos estaban sentados en la mesa de la cocina. La caja de pizza que había sobre esta era iluminada por la blanca luz que desprendía la lampara colgante gris sobre sus cabezas. Shachi casi no había tomado nada de su lata de cerveza, Penguin ya se había tomado una y ahora estaba abriendo una segunda para ayudar a bajar el trozo de pizza que tenia atorado en la garganta con unos cuantos tragos de esta. El pelirrojo lo observaba desde su posición sin hacer nada al respecto. Estaba con las piernas abiertas a cada lado de la silla, con las manos apoyadas sobre el asiento en el hueco que se formaba por la posición de sus piernas. Estaba con su ropa para dormir, un extravagante pijama que consistía en una musculosa blanca, manchada y bastante gastada, y unos shorts a rayas blancas y rojas, medias largas blancas y pantuflas negras ''de anciano'' como le decía Penguin. Este ultimo estaba sin camiseta y en boxers, así de sencillo era su pijama.

-Eres.-Tosió.-Un estúpido.-Bebió otro sorbo para terminar de aclararse la garganta.-Ya la perdiste.

-Se donde vive.-Murmuró.

-Eso sonó como si fueras un completo psicópata.

-Será mejor que me vaya a dormir.-Se puso de pie y tomó su lata de cerveza.-Mañana será un día movido.

-Descansa bebé.-Le lanzó un beso.-Y ojalá mañana veas a esa chica.

-Ojalá.-Simuló tomar el beso volador con la mano.-Tu también descansa, galán.

Una vez en la habitación, tomó lo último que quedaba de su lata de cerveza y la arrojó al cesto de basura cerca del escritorio.

Se acercó a la cama marinera con fatiga, su cama era la de arriba le daba flojera tener que traparse hasta allí para poder conciliar el sueño. Miró hacia la puerta para comprobar que su amigo no viniera. A paso lento, evitando hacer ruido con sus pasos sobre la madera del suelo, intento meterse en la cama de Penguin.

''Solo por hoy dormiré aquí, no creo que se enfade''

-¡Ni se te ocurra acostarte en mi cama!.-Gritó su compañero desde la cocina.-¡Perdiste y te tocó la de arriba!, ¡confórmate, perdedor!.

''Si tan sólo hubiera sacado tijeras'' Recordó el juego de piedra papel o tijeras que había definido que cama le correspondía a quien ''Se aprovechó porque sabe que siempre saco piedra''. 

A regañadientes, apoyó sus manos sobre la madera de su cama, pisó la cama de abajo y se impulsó hacía arriba para trepar. Logró subir.

-Ahh.-Se acomodó boca abajo. Programó su celular para que la alarma sonase a las nueve de la mañana y lo conectó a cargador. Lo dejó bajo la almohada y hundió su rostro en ella.-Mañana será un día largo.

La alarma sonó, sin abrir los ojos metió la mano debajo de la almohada y quitó el celular. Arrugó el ceño cuando la luz de la pantalla le dio en los ojos. Aguardó unos segundos a que sus ojos se acostumbrasen y así poder ver el lugar en el cual debía tocar para apagar el sonido.

-¡Penguin!.-Gritó leyendo los grandes números blancos en la pantalla que señalaban las nueve horas con treinta y siete minutos de la mañana.-¡Penguin, nos dormimos!.-Se incorporó rápidamente en la cama y saltó hacia el suelo.

Por desgracia su pie se enrredó en las sabanas, haciéndolo dar una inesperada vuelta sobre su eje y aterrizar de espalda contra la madera.

-No, lindura, este pingüino no muerde.-Balbuceó abrazando la almohada.-A menos que...-Una sonrisa ladina se dibujó en su rostro, aún estaba dormido.-...Que tu quieras que muerda.

Shachi, que observaba la situación desde el suelo, sobándose la nuca con una mano y dejando manisfetar su horror en la expresión de su rostro, sacudió la cabeza y alargó su pierna para patearlo.

-¡Ouch!.-Se quejó el chico incorporándose en la cama. Se acomodó el sombrero, descubriendo sus ojos. Lo miró con rabia-¿¡Cual es tu maldito problema!?.

-¡Nos quedamos dormidos!.-Se puso de pie rápidamente y corrió hacia el armario, tomó su uniforme y le tiró a su compañero el suyo.-¡Tenemos que estar en el trabajo en diez minutos!.-Metió sus piernas dentro de la parte inferior del traje y se colocó las botas sin terminar de colocarse la parte de arriba. Le resultó extraño que su amigo se mantuviera tan callado y no lo regañara por la hora.-Pen.-Le llamó, no recibió respuesta.-¡Penguin!.-Él se había dado la vuelta y había continuado con su sueño.-¡Maldita sea!.-Se terminó de acomodar el traje y se acercó a la cama, guardó su celular en su bolsillo no sin antes comprobar la hora.-¡Son las diez menos cuarto!.-Jaló de las mantas arrastrando consigo al muchacho, cayó al suelo.

-¿Que?.-Murmuró sentándose en el suelo.-¿Por que me levantas así?, estaba soñando con tu mamá.

-Te daría una paliza, pero no tenemos tiempo, son las diez menos cuarto, nos quedamos dormidos.

-¡Joder, Shachi!.-Se puso de pie de un salto. Tomó su traje del suelo y comenzó a ponérselo.-¡Idiota, llegaremos tarde!.

EL pelirrojo rodó los ojos. Ahí estaba su mejor amigo, ya había vuelto a la realidad.

-Iré saliendo, tengo que encender los focos y hacer el chequeo antes de abrir las puertas.-Tomó las llaves del escritorio y se las guardó en el bolsillo.-Te veo allí.

-Te odio bastardo.-Soltó entre dientes mientras luchaba para ponerse las botas sin desabrocharlas.-Ten cuidado por ahí, bombón.

-Lo tendré, cariño.-Sonrió sabiendo que su enojo no era nada serio.-Tu también, no cruces semáforos en rojo.-Gritó encaminándose hacia la puerta.

Diez y media de la mañana. 

La música de ambiente se oía en el fondo, ni muy fuerte ni muy baja, tenía el volumen justo como para ambientar un maravilloso tour mañanero por cada ala de aquel amplio acuario.

Las puertas de la entrada se abrieron y la gente fue entrando, había una gran fila que le daba la vuelta a la manzana, era mucha la gente que deseaba entrar al establecimiento.

Se podían distinguir dos tipos de visitantes: Los adultos con niños y los jóvenes enamorados.

Shachi dejó escapar un suspiro pesado, iba a ser un día largo de escuchar niños poco disciplinados gritar, patelear, tocar cosas que no deberían y hacer millones de preguntas. Y obvio, las preguntas no eran lo que le molestaban, era su trabajo y lo amaba, incluso aveces llegaba a reirse mucho con las ocurrencias de esos pequeños demonios. Pero era evidente que en algun momento de sus nueve horas de jornada laboral tenía ganas de lanzarlos al tanque los tiburones.

Aunque, los niños no eran lo que mas le iba a afectar ese día, sino, el tener que ver a montones de parejitas melosas y enamoradas demostrando afecto en publico sin ningún tipo de vergüenza.

Y no era que le diera asco o provocaran algún tipo de rechazo, mas bien, lo entristecía, porque era algo que él anhelaba.

Quería con todo su corazón encontrar alguien que le diera afecto, y que el pudiera devolvérselo con interminables besos y mimos.

Él era el tipo de chico al cual nunca le había ido bien en el amor. Desde ser rechazado en la secundaria hasta desastrosas citas a ciegas pactadas con algún usuario random de alguna pagina web para buscar pareja. 

Shachi era material puro para el marido ideal pero nadie era capaz de apreciarlo. Tal vez era aporque sus nervios y timidez no lo dejaban bien parado a la hora de interactuar con el sexo opuesto o porque soltaba un ''Te amo'' a la primera cita. Quizás era porque se enamoraba muy rápido y creía fielmente en el amor a primera vista. 

Hay algo en los tiempos modernos que no se aprecia mucho y es la originalidad de cada persona. 

Él no era el chico que te pasaba a buscar por tu casa en su auto, principalmente, porque no lo tenía, y aunque lo tuviera, disfrutaba mucho mas de el caminar por la calle y disfrutar del clima, del entorno, del mundo generando sensaciones, recuerdos y momentos que podían marcarse de por vida. Le gustaba hacer eso porque de esa manera intentaba demostrar que no importa que haya un mundo entero a su alrededor al cual prestarle atención, sino que él te prestaría atención a ti y solo a ti, opacando todo lo que lo rodea y centrándose únicamente en tu presencia, en tu cabello siendo azotado por las ráfagas de viento que generan los autos al pasar y tus ojos siendo iluminados por lo que sea que este brillando en el cielo a esa hora.

Tenía sus propios mecanismos para conquistar y para conocer a la otra persona.

Nunca hacía planes, no era el tipo de muchacho que realiza un esquema de como sera su día juntos. simplemente queda en pasarte a buscar y te dice ''ya veremos que hacemos después''. 

Te preguntará a donde te gustaría ir para saber que lugares que te gusta transitar, te preguntará a donde quieres ir a comer para saber que clase de comida es de tu agrado, te dejará escoger las pelis si es que están en plan de ir al cine o tal vez eres mas de hacer planes hogareños y prefieres ir a casa y lanzarte al sofá a hacer una maratón de alguna serie. 

Él siempre te dejará escoger porque esa es su manera de conocerte, su manera de saber que cosas te gustan y cuales no. Y es que de hecho, él era demasiado tímido e inseguro como para tomar decisiones. Tenía siempre el pensamiento de que tal vez era aburrido y por ese motivo las chicas siempre buscaban una excusa para no salir con él.

Era uno en un millón y nadie hasta el momento lo había valorado como se lo merecía.

Y creía que estaba destinado a fracasar en el amor por el resto de su vida, pero se equivocaba. Su suerte estaba a punto de cambiar y al fin iba a poder disfrutar de esa compañía que siempre había estado buscando.

Caminó por el muy poco transitado pasillo recto que desembocaba en el hall principal. Una vez en esa zona, paseó la mirada por el gran grupo de gente que aguardaba para el primer tour del día, la busco pero no la encontró. 

Una mueca de decepción se dibujo en su rostro.

''¿Realmente esperabas que viniera?'' se dijo a si mismo en su mente ''¿Usted no aprende, verdad?''.

Negó con la cabeza y su mueca se transformó en una sonrisa amplía, cargada de energía. 

Su boca se abrió para hablar pero el sonido de la puerta de entrada siendo abierta violentamente lo hizo callar, volteó con la esperanza de que fuera ella pero solo se encontró con un Penguin molesto que a pesar de que iba con prisa, se tomó el tiempo de enseñarle el dedo del medio. Su sonrisa se ensanchó aún más.

Al menos no estaba solo del todo, tenía buenos amigos.

-Bien, damas, caballeros.-Se presentó con los visitantes.-Pequeños curiosos.-Saludo a los niños ansiosos que no dejaban de moverse posicionados en la delantera del grupo.-Bienvenidos a All Blue, mi nombre es Shachi y seré su guía en esta hermosa mañana.-Dio dos pasos hacia atrás y señaló con su mano derecha el camino que tomarían para iniciar el recorrido. Echó un último vistazo fugaz alrededor intentando ubicarla, no había rastro de ella. Le restó importancia por el momento, usó su mejor sonrisa para disimular la tristeza que le generaba su ausencia. -Síganme por aquí, por favor.

Faltaban quince minutos para que cerraran, la poca gente que quedaba estaba en el hall, tomándose fotos y, para los primeros que habían comprado entradas para el show de pingüinos, retirando su peluche.

-Iré a limpiar la plataforma.-Murmuró Penguin dejando una caja de peluches en la entrada para que Ikkaku los repartiera.

-¿Estás bien?.-Preguntó el pelirrojo notando algo raro en el tono de voz de su amigo.

-Solo quiero terminar con este día de mierda de una vez, quiero llegar a casa a dormir para siempre.-Pasó por al lado de su amigo para dirigirse hacia las plataformas. Shachi arrugó el ceño al olfatear un aroma repulsivo que provenía de él.

-¿Que...?

-Me lanzaron sardinas.-Lo interrumpió.-Por eso huelo así.-Ikkaku ahogó una risa. Él la miró molesto.-Sabes muy bien que te mueres por estar conmigo aunque huela a podrido.

-Si, si.-Le entregó un peluche a una niña.-Lo que digas.

-Vamos, te ayudo a limpiar.-Habló el guía tomando la iniciativa para comenzar a caminar. Él le siguió.-¿Y como que te lanzaron sardinas?.-Preguntó con una sonrisa burlona en su rostro.-¿Acaso intentaste coquetear con alguien del público?.

-Me hubiera encantado pero desgraciadamente tu madre no vino.

-¿Podrías parar con los chistes de mi madre?.-Pidió guardando sus manos en sus bolsillos para evitar golpearlo.

-¿Quien dijo que eran chistes?.-Le respondió con una sonrisa.

-¡Shachi!.-Su compañera llamó su atención, impidiéndole comenzar una discusión con Penguin.-Ya acabó el último tour, ¿cierto?.

-Si.-Respondió alegre de que su trabajo ya había terminado por lo que quedaba del día.-¿Por que pregun...?.

Volteó sobre sus talones para encarar a la pelinegra y casi tropieza con sus propios pies.

La chica de las pantuflas rojas estaba ahí, con un sobretodo marrón que ocultaba debajo su uniforme de camarera. Su cabello estaba hecho un moño un poco desaliñado pero que aún mantenía su encanto. Llevaba algo de maquillaje encima, supuso que así lo requería su trabajo. Tenía los zapatos de tacón negros en una mano y en sus pies llevaba puesta unas zapatillas rojas reforzadas con goma blanca y con cordones del mismo color. 

Se veía como cualquier otra camarera exhausta después de una larga jornada laboral, pero para Shachi, se veía como una auténtica princesa.

-H-hola.-Murmuró sin poder apartar la vista de sus ojos, ella no alcanzó a oírlo. La chica bajó la mirada con una sonrisa y las mejillas sonrojadas.-¡Hola!.-Dijo un poco mas alto, comenzando a caminar hacía ella. 

Penguin resopló y continuó con su camino.

-¿Que haces aquí?.-Preguntó una vez que estuvo a su lado. Se retractó al instante.-Es decir.-El nerviosismo que le generaba tener la mirada de la chica fija en él era algo que no podía controlar.-O sea, si viniste, pudiste venir, yo...

-Perdona por llegar tarde.-Desvió la mirada con vergüenza.-Y por no estar presentable, apenas salí del café vine hacía aquí.-Shachi no podía articular palabra, estaba en blanco.-Creí que llegaría a tiempo para el último tour, ya es tarde y debes estar super cansado, perdona por retenerte aquí, debes volver a...

-Eres hermosa.

-¿Que?.

-Que no tendrá problema en darte un tour ahora.-Intervino Ikkaku, intentando ayudar al pelirrojo.

-¿Seguro?.-Dijo devolviendo la mirada a él.-Porque es tarde y no me gustaría molestarte.

-No eres para nada una molestia.-Salió de su trance.-De hecho me alegra mucho que hayas venido. 

-¿Seguro?.-Insistió aún con el temor de ser un fastidio para el muchacho.

-Muy seguro, ven.-Hizo un ademán con la mano para que le siguiese.

-¿De verás no te molesta?, puedo regresar otro día.

-Estuve esperándote todo el día.-Confesó cabizbajo.-No me gustaría que te fueras ahora.

-Lo siento por no haber llegado más temprano.-Por su tono de voz, supo que estaba apenada.

-Llegaste en el horario perfecto, ahora podré centrar toda mi atención en ti y darte un tour mucho más divertido.-Un atisbo de entusiasmo se coló en el tono de su voz que hizo a la chica reír.-¿Que ala quieres ver primero?.

-¿Cual es tu favorita?.

Su táctica estaba entrando en conflicto, la idea era que vieran lo que ella quería no lo que a él le gustara.

-No tengo una favorita, me gustan todas.

-¿Cual me recomendarías ver primero?.

-Dime que te gustaría ver y veré a que ala llevarte.

-¿Pulpos?.

-No creo que puedas apreciarlos bien porque se camuflan y con la oscuridad te costará muchisimo distiguirlos de las rocas.

-Oh, lo siento.-Soltó una risa.-La verdad, no se que es lo que quiero ver.-Le dedicó una sonrisa que le hizo fallar la respiración.-Simplemente llévame a donde quieras.

Shachi estaba sentado en uno de los bancos que se posicionaban en el medio de aquella sección, viéndola pegada al gran tanque de vidrio con los ojos fascinados, girando el rostro de aquí hacia allá, asombrada con el show que le daban aquellos seres de agua de cuerpo gelatinoso.

-¿Esa de que tipo es?.-Preguntó señalando con el dedo una medusa de color anaranjado.

-Scyphozoa.-Respondió.-Es una...

-Espera, espera.-Lo detuvo. Volteó a verlo con una sonrisa, se estaba divirtiendo.-Creo que ya me habías dicho el nombre...

-Co...-Intentó darle una pista.

-¡Coloriza!.

-Cotylorhiza.-Corrigió.-Pero estuvo muy cerca.

-En verdad te admiro.-Confesó caminando hacia él, tomó asiento a su lado.-¿Como es que sabes tanto?, seguramente lo estas inventando y yo como una tonta me lo creo todo.

-¡Por supuesto que no!, ¡De verdad se llaman así!.

-Pero es que me has dicho el nombre de como doscientos peces diferentes, me has hablado un poco de cada uno y me has dado hasta su clasificación taxonómica, ¿Como es que no te mareas o te confundes con tanto dato?.

-Lo bueno de ser el guía, es que nadie cuestiona tu autoridad y se creen todo lo que les dices, así que si me equivoco siempre pasa de percibido.

-Aún así, te admiro. Eres muy inteligente.

-Nah.-Río.-No soy inteligente, me apasiona todo lo que tenga que ver con la vida marina y tuve la suerte de que conseguir un trabajo relacionado. En cualquier otra cosa me va terriblemente mal, en las matemáticas, en historia, filosofía, en el amor.-Confesó riendo.

-A mi también me va mal en eso último.-Una sonrisa triste surcó sus labios.

-No hace falta que te compadezcas, ya acepté el hecho de que soy un fracaso con las chicas.

-¿Por que dices eso?, para mi eres encantador.

-¿Eso crees?.

Asintió con la cabeza.

-G-gracias, creo.-Ella devolvió su mirada al tanque, Shachi sintió que había fallado en algo.-Para mi también eres encantadora.-Murmuró mirando hacia la misma dirección que ella.

-Gracias, Shachi.

-¿Quieres ir a ver algún lugar más?.

-No lo sé...

-¿Que te gustaría ver?.

-La verdad, no vine por los peces para serte sincera.

-¿Por los pingüinos?.

-No, tampoco.

Él pensó un poco, no se le ocurría que otra cosa podría ser.

-¿Segura que no viniste por los pingüinos?.-Preguntó nuevamente.-Porque no se me ocurre nada que sea tan emocionante...

Ella suspiró pesadamente, no sabía como hacerle saber que le verdadero motivo por el que había venido era para pasar tiempo con él.

-Vine por ti, tonto.-Murmuró creyendo que él no la escucharía entre tanto bla bla bla.

-¿Que?.-Su corazón se detuvo y su mente comenzó a procesar a esas palabras a una velocidad apresurada una y otra vez.-¿Yo?.

(Tn) con las mejillas más que rojas asintió con la cabeza.

-Es que...quería verte.

-¿P-por que?.

-Me pareciste...-Le ponía nerviosa tenerlo tan cerca, mirándola de esa manera, con un encantador brillo en sus pupilas.-...Lindo.-Retrocedió sobre sus palabras.-No, es decir, si.-Comenzó a atropellarse con su propias palabras.-Me pareciste agradable.-Se llevó una mano al rostro con frustración.-Agradable pero lindo, lindo pero agradable.-Se cubrió el rostro con las manos.-Como sea, eres guapo.

El chico río y la tomó de las muñecas, haciendo que descubriese su rostro.

-También me pareces linda y agradable, (Tn).

El tiempo había pasado y ninguno de los dos lo había notado, ya habían pasado dos horas desde el lugar había cerrado. Eran cerca de las diez de la noche pasadas por unos cuantos minutos.

Habían quedado en ir por unas hamburguesas en cuanto salieron del establecimiento, pero antes, pasarían por el depósito para conseguirle a (Tn) un peluche.

-Wow.-Dijo poniendo un pie dentro de la sala.-¿Esta es la famosa sala de empleados?.

-Así es.-Ingresó detrás de ella. Se dirigió hacia el depósito.-Si quieres podemos tomar un café aquí antes de salir.

-Eso estaría bien.-Comentó ella tomando asiento en el sofá verde que había en una de las esquinas de la habitación.

-Genial.-Penguin había olvidado las llaves en la cerradura del depósito. Giró la llave y abrió la puerta.-Ven, escoge el que quieras.

Ella se puso de pie y lo siguió hacia el interior de aquella bodega.

-Rayos.-Quedaba una sola caja y dentro de ella un único peluche.-Sólo quedó este.-Le enseñó un peluche, no más grande que la palma de su mano, de una orca.-No es tan bonito como los narvales, lo siento.

-¿De que hablas?.-Lo tomó con ambas manos.¡Es hermoso!.-Lo apretó contra su pecho.-¡Es muy tierno!.

-¿De veras te gusta?.

-Me encanta.-Jugó con las pequeñas aletas del peluche.-Ahora tendré algo que me recuerde a ti.-Dio un paso hacia adelante, acortando la poca distancia que habia entre ambos. Él la tomó de la cintura, cerró los ojos. (Tn) dejó sus manos apoyadas sobre los bíceps del muchacho, se puso de puntas de pie y le plantó un beso en la mejilla.

El tacto de sus labios, suaves y calidos, contra su mejilla le hizo soltar un suspiro. El aroma de su perfume de fresias mezclado con el suave olor a cafe que se había impregnado en su cabello lo estaba dejando fuera de juego. La tenía demasiado cerca, estaba rompiendo con todas las barreras del espacio personal. El espacio entre las estanterias del depósito era estrecho, y él estaba con la espalda pegada a los estantes de metal. Estaba indefenso en esa posición, no tenía como moverse y tampoco pretendia hacerlo. Sus manos encajaban a la perfección en su cintura, como si estuvieran destinados a bailar una pieza de baile lenta, aferrados de la misma manera en la que estaban ahora. Abrió los ojos y se encontró con los de ella, lo estaban mirando desde un poco mas abajo, sobre su pecho. Se la imaginó en la misma posición, recostada sobre él, dándole los buenos días.

"¿Que hago ahora?" pensó "Nunca había llegado tan lejos con una chica, no se en que base estoy".

-¿En que base estamos?.-Preguntó atropelladamente.

-¿En la base tres?.

-¿Cuál es la base tres?.

-No lo sé, ¿La del beso?.

-¿Quieres que te de un beso?.

-¿Quieres darme un beso?.

-S-si.

-Adelante.

-En mi defensa, hace tiempo que no beso.-Alargó su mano y le dio una caracia suave en la mejilla, detuvo su mano sobre su mentón, la tomó de la barbilla.

-Debo confesar que este sera mi primer beso, así que de seguro lo haces mejor que yo.

-No te creo.

-¡Es en serio!, ¡no se que debo hacer!, ¡tú eres el guía esta noche!, ¡muestrame como se besa!.

No la dejó reaccionar. Enrrolló su brazo a su cintura y la atrajo hacia él. La comenzó a besar suave sobre los labios. Más que como un beso se sentía como una caricia. Ella pasó sus manos por detras de su espalda y lo abrazó por detrás. Ella sentía sentir de si estomago una revolución de mariposas aleteando sin control. Shachi estaba en el cielo mismo, besarla se sentía tan mágico que no podia hacerse entender a si mismo que lo que estaba viviendo era real, todo era demasiado bueno para ser real.

No podía creer que (Tn) fuera real.

El beso fue subiendo de tono, ya no era nada tierno como al inicio, ahora la respiración de ambos era agitada, el oxígeno era escaso.

Se separaron finalmente para poder normalizar su respirar.

-¿Que tal estuvo eso?.-Preguntó él.-¿Fue un buen primer beso?.

-Diez de diez, excelente servicio, lo haría de nuevo.

La luz se apagó y el sonido de la puerta de la oficina siendo cerrada los sobresalto a ambos.

-¿Cerré la puerta al entrar?.-Preguntó en un susurro muy cerca de sus labios.

-Si.-Le respondió con el mismo tono.

-Que extraño.-Murmuró.-¿Vamos por la pizza antes de cierren todos los restaurantes?.

-Vamos.

Salieron del deposito, juntaron sus cosas y se dirigieron hacia la puerta de salida.

-¿Que sucede?.-Preguntó (Tn) al ver que Shachi no avanzaba.

-La puerta esta cerrada.

-¿Eso significa...?

-Estamos encerrados.

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