Destellos y dientes de león en el viento
La construcción de una persona comienza desde que son niños, un pequeño ser que descubre el mundo listo para absorber todo lo que hay a su alrededor como si de una pequeña esponja se tratase para luego exprimir todo su conocimiento en el mundo. Hay personas que dicen que los bebés no sienten, los adultos, algunos piensan que los niños son ignorantes, y lo son hasta cierto punto porque no conocen la maldad del mundo, pero eso no los hace inmunes a darse cuenta de las situaciones, su hambre por descubrir el mundo a su manera siempre los impulsa a observar, escuchar y absorber todo lo de su alrededor.
Todos tenemos patrones de comportamiento provenientes de la genética, esa que viene adherida a nuestro ADN donde tomamos actitudes de nuestros progenitores o bien los abuelos, como algunas muecas, movimientos, incluso gustos; Aiden sonreía al igual que su madre con esa manía por arrugar su nariz haciendo que sobresalieran levemente sus dientes frontales, como un pequeño conejo. Sin embargo, la genética no era lo único que por años construyó la personalidad del castaño, el ambiente en el que se desarrolló le demostró una cara de la moneda muy distinta. Su bisabuela le enseñaba cómo ser un buen niño, mientras que su madre le consentía y premiaba por cada cosa que hacía, por más mínima que fuera.
Esa misma razón era la base de la propia existencia de Aiden, siempre atento a todo lo que le rodeaba, por más mínimo que fuera el impulso externo le llamaría la atención despertando su sentido curioso por descubrir qué más había detrás, admirar la belleza de los detalles, encontrar lo espectacular en cosas que para el resto eran insignificantes, porque para él su propia existencia no representaba más que el ser una partícula del universo. Esa que durante nueve meses su madre cuidó de manera recelosa e inestable.
El calor de la luz le daba una sensación cálida en el rostro, estaba seguro que sus mejillas estarían más rosadas de lo normal, su cuerpo se sentía un poco pesado, como cuando hacía ejercicio y sus músculos aún estaban contraídos. Con lentitud y sin abrir los ojos, ya que la brillante luz seguía frente a él, comenzó a mover sus manos sintiendo bajo su tacto una especie de pasto en la izquierda y una textura suave en la derecha. Había humedad en el ambiente, era como esas veces que disfrutaba del sol en el jardín de la casa de Iham mientras el contrario estaría en su estudio de musica quejándose de su actitud al estar ahí.
-Aiden abre los ojos - escuchó una voz profunda, como cuando él mismo tenía alergias y se le tapaban las fosas nasales - esta no es mi voz, solamente es por el polen que tenemos debajo.
-Yo creo que es mejor alejarnos de la luz - se escuchó una voz aún más profunda, como cuando despertaba en las mañanas con la garganta reseca - arriba niño nos saldrán manchas por tanto brillo.
Poco a poco comenzó a abrir los ojos siendo cegado de inmediato por la brillante luz frente a él, sacándole algunas lágrimas por la falta de costumbre, cubriéndose con su brazo en acto reflejo. Con dificultad se dio la vuelta para comenzar a enderezarse, el dolor en sus músculos le hacían quejarse y moverse más lento. Sus costillas dolían, el aire le faltaba un poco, su pierna izquierda estaba débil y sus brazos ardían con cada movimiento.
-Despacio no tuvimos una aventura entre verdes prados con flores sabes. No rodaste en la hierba recién cortada.
-¿Quiénes son ustedes? - se animó a preguntar por fin, no lo había hecho antes por dos razones; la primera se sentía muy bien escuchando esas voces y la segunda todavía se estaba acostumbrando al estado actual de su cuerpo - me suenan muy familiar.
-Somos tú mismo, bueno una construcción de ti - confesó la voz más ronca.
-¿Son, yo mismo?, pero por qué no puedo verlos. Son invisibles, están ocultos o están en mi cabeza.
-Algo así, yo diría que somos la construcción de muchos en una sola fusión. Lo sabrás mejor con solo ver a tu alrededor.
Pronto desde la sombra emergió una figura alta, estaba vestido de una forma demasiado extraña, siendo que tenía su mismo rostro; tenía un pantalon negro una camisa amarilla de botones, tenía las dobladas las mangas hacia arriba dejando a la vista varios diseños en la piel blanca del contrario, unos zapatos demasiado formales, el pelo un poco más largo y con un peinado abierto. Era una imagen muy madura de él, lo reconocía, pero no le parecía del todo real, era más como una idealización de él mismo, una que tuvo recientemente.
Comenzó a enfocar su visión para al fin tener una imagen de su alrededor, sintió cómo la tierra se incrustaba en la palma de su mano izquierda logrando tomar su atención. Aguantó su peso en el brazo derecho y la sensación era diferente, ahora lo hacía más consciente, se sentía como la alfombra del estudio de música de Iham; bajó su mirada para entender el provenir de ambas sensaciones notando que, de un lado tenía un parche de pasto y al otro era una alfombra.
Se alentó para mirar alrededor y se encontró en una sala extraña, era circular con pilares oscuros, en el medio se encontraba un enorme árbol de Sakura floreciendo repartiendo sus pétalos en todo el suelo, en el interior había parlantes, un espacio con consolas de videojuegos, había algunos taburetes con cuadros y pinturas, una en específico llamó su atención, se trataba de la última que había hecho un atardecer en tonos rosas y morados; recuerda que esa tarde estuvo con Pia escuchándola quejarse de sus problemas mientras él se inspiraba en el paisaje.
-¿Dónde estoy? ¿Qué es todo esto?, parece como si fuera un espacio construido con todo lo que amo.
-Casi, este es tu propio mundo interno, el cual has construido a través de los años.
-Parece que una bomba de confeti variado explotó aquí en el momento en el que conociste a esos chicos - habló irónicamente la voz ronca con total diversión -aunque prefiero eso a la parte oculta.
-¿Cuál parte oculta?
-Cierra la boca Sombra.
-Oh vamos, él también sabe que tiene esa parte oculta, su madre se encargó de crearla, siempre nos afecta, como un cáncer cuando crees que está erradicado sale por otra grieta debilitándolo. Justo como ahora.
Aiden buscó con desesperación el provenir de la otra voz, casi dándose por vencido, pero vio como una sombra se movía desde la copa del árbol, dejándose caer al suelo. Ahí estaba otra figura alta vestida completamente de negro pantalones y una sudadera ambos amplios, incluso las botas que tenía eran negras, en sus muñecas se veia el brillo de unas cadenas plateadas, eran más como un accesorio, el cabello lo tenía más largo llegandole a los ojos, el cual acomodó en un moño dejandon alguno mechones cayendo en su rostro, seguía sinedo la imagen de él, pero diferente. El dorso de su mano derecha llamó su atención, estaba con tatuajes en sus nudillos, en los dedos y uno que otro repartido en el dorso, eran letras.
-Mamá siempre es un desequilibrio en todo lo que hacemos.
-Mi madre no ha hecho tal cosa.
-Por supuesto que no solo nos ha orillado a cuidar de ella todo el tiempo, pero qué más da si nos podemos olvidar de sus estupideces no es así.
-Ella... solo es un poco problemática - esas palabras aunque eran hirientes las conocía a la perfección, fueron esas mismas las que utilizó cuando se sentía ahogado en sus problemas, pero siempre se arrepentía.
-Yo diría que tiene un problema con su personalidad - de nuevo la figura con voz de alergia hablaba como si estuviera analizando las cosas, aunque con un tono que él utilizaba mucho para desviar los temas cuando no quería hablarlos - por supuesto que seré así somos tú.
-¿Esto es como mis personalidades? si es así ¿por qué puedo verlos? Acaso sufro de esa enfermedad de personalidades múltiples.
-No, ni siquiera se te ocurra pensar en algo así, una fragmentación de la persona sería lo último que necesitamos. Solamente actuamos acorde nos lo exige la situación.
-Aunque en ocasiones no me dejes actuar como quiero no es así Mascara tonta - así que la imagen con un toque más maduro se llamaba así, ahora podía ponerle un nombre para diferenciarlos más que solo por su apariencia.
-No comiences con ese tema Sombra, siempre estamos en equilibrio razón y emoción - esa era la segunda vez que lo llamaba así, era de asumir que ese era el nombre de la otra figura.
-Es la verdad, quieres que se enfoque en otras cosas y no en lo que el chico quiere.
-¿Hora de qué se supone que hablan?
-De nada - alzó el tono de voz, provocando que algunas grietas aparecieran en las paredes, una ráfaga de aire le caló hasta los huesos causándole un escalofrío; el susurro de una voz invadió el espacio.
-"Bebé"
-¿Mamá?
-No la escuches, es solo algo que no tiene que estar aquí.
-"Mamá te necesita"
-Esa es mi madre yo, tengo que ayudarla - se puso de pie buscando una salida de ese lugar, perdiendo toda la paz que sentía, recordando por fin que había dejado a su madre encerrada en el apartamento y que por culpa de esos tipos estaba perdido en ese lugar - debo salir de aquí es mi responsabilidad.
-No, no lo es.
-Sombra cálmate, no hay que alterarse o empeorarán las cosas.
-Ella siempre arruina todo, provoca que esté todo mal, que no podamos tener una vida normal, incluso... si no hubiera sido por los chicos estaríamos más que perdidos.
-Cálmate Sombra, lo alterarás más. Necesitamos estar con la mente en frío, estamos en riesgo - susurró.
Aiden no entendía nada de lo que estaba sucediendo, pero encontró detrás de uno de los cuadros un agujero oscuro el cual decidió entrar, notando que a su alrededor no había nadie se dejó guiar hasta donde se escuchaban los susurros de la voz de su madre, tenía una voz rota como cuando lloraba por mucho tiempo. La imagen de ella abrazando su cuerpo, siempre era algo que le destrozaba el alma porque nunca había palabras para consolarla solamente abrazarla contra su cuerpo, era reconfortante escucharla decir que su cuerpo grande parecía un escudo con el cual podía cubrirse de todo. Pero ese era el detalle siempre se trataba de él cuidándola.
Dio algunos pasos hacia una de las partes más oscuras del lugar, parecía una entrada muy pequeña donde una ráfaga de aire frío se filtraba sin importar nada más se adentró en el lugar. Comenzó a notar que el túnel se hacía cada vez más estrecho, oscuro, húmedo y frío, pero eso no detuvo su camino. Al fondo se escuchaba un sonido como un "Pip" extraño, entonces todo se llenó de oscuridad.
Octubre de 2005
El sonido del despertador comenzó a retumbar en sus oídos casi tan molesto como persistente, había olvidado totalmente quitarlo la noche anterior, pero nadie podía culparla cuando fue una tarde pesada y más aún para el pequeño que tenía entre sus brazos el cual tuvo que lidiar con su madre en una más de sus crisis emocionales. Quien llegó llorando porque uno de sus clientes la había cambiado por la nueva chica del bar donde trabajaba. No entendía muy bien por qué le afectaba tanto el hecho que un viejo que no la apreciaba prefiriera a otra. Para él esas fueron buenas noticias, quizá ese hombre era la razón por la que su mami no pasaba en casa y ahora podría pasar más tiempo a su lado.
Tenía apenas siete años y estaba totalmente convencido que no le agradaba en lo absoluto el no poder ver a su mami en todo el día, a veces ni siquiera estaba en las noches cuando quería un beso o un abrazo, como los que le daba cuando estaba en casa; o las tardes lluviosas con truenos que siempre le asustaban, siempre estuvo solo oculto debajo de las sábanas porque no le gustaba el sonido que hacía afuera. Ahora podía disfrutar un poco del calor de los brazos de su mami. Aunque siempre le pareció extraño que su mami le pidiera cariños, por más que le diera besos en sus mejillas mojadas las lágrimas no se terminaban, al contrario salían muchas más, ¿el problema serían sus besos? ¿no eran suficientes para hacerla sentirse mejor?
Aun así ahí estaban, su mami aferrada a su cuerpo mientras él repartía algunas caricias en su cabello. Compartían cuarto desde que tiene memoria a pesar que en su casa había dos habitaciones la que se encontraba al lado nunca era ocupada por nadie, siempre que preguntaba el por qué su mami le decía que era la habitación de la abuela, pero él sabía que ya había pasado mucho tiempo desde que ella no volvía. Se sentía bien al estar en la misma cama con la única familia que tenía, pero era incómodo para él cuando no podía moverse o quitarse del agarre de ella, sobre todo cuando las necesidades físicas de ir al baño lo atacaban.
-Mami - trató de moverla un poco para así despertarla, tenía una pequeña necesidad que necesitaba liberar con urgencia, y el agarre fuerte en su cuerpecito dificultaba el poder contenerse mucho más - mami aprietas mi pancita.
-Cinco minutos más bebé - murmuró su madre aún con los ojos cerrados y acercándolo más a su cuerpo, logrando que su urgencia fuera aún más. Comenzó a removerse entre los brazos de ella tratando de alejarse, pero causaba el efecto contrario, entre más se movía ella se aferraba más - no te muevas bebé.
-Mami quiero ir al baño, suéltame - estiró sus brazos lo más que pudo una vez más y con sus piernas se empujó hasta lograr zafarse del agarre y caer rodando de la cama, golpeando su cabeza contra el suelo. Con un puchero abultado en sus labios se sentó en la superficie fría y acarició su golpe, no había sido algo grave, pero si le había dolido sacándole algunas lágrimas - Auch.
-¡Bebé! - despertó su madre, sentándose ágilmente en la cama y buscándolo por todas partes.
-Aquí estoy mami - sollozó aún sobando su cabeza y frotando sus ojos quitando las lágrimas que salían - me caía y me duele aquí.
-Bebé no hagas eso, ¿Por qué te saliste de la cama?
-Quería ir al baño - Avi se levantó de su lugar para revisar con cuidado a su pequeño, esa mañana se había levantado de mejor humor que el día anterior y ver a su hijo en el suelo la asustó muchísimo.
-Entonces hay que correr - lo tomó en brazos llevándolo hasta el baño, bajándole su pantalón de pijama junto a sus pequeños bóxers y lo sentó en la taza del inodoro - ahora tú te quedarás aquí sentado haciendo tus cositas mientras mamá irá a la cocina para ver el desayuno.
-¿Hoy no iré a la escuela mami?
-No, hoy te quedarás en casa con mamá - le estrujó las mejillas rosadas que aún tenían rastros de lágrimas las cuales quitó con un poco de papel - iremos al parque ¿Qué dices, eso te gustaría?
-¡Sí!
-Entonces termina tú aquí, luego nos cambiaremos y saldremos.
Aiden amaba cuando su mami amanecía de buen humor, se entristecía cuando lloraba encerrándose en la habitación y debajo de las sábanas, como cuando él tenía miedo de los truenos. Lo único que hacía siempre era abrazarlo hasta quedarse dormida, en muchas de esas veces se quedaba dándole leves caricias, le daba pequeños besos en su rostro y le pedía que no llorara más, pero todo eso era ignorado. Sin embargo, los días como esa mañana siempre eran los mejores, sabía que podría jugar todo el día junto a ella, lo llevaría al parque, lo que significaba que tendría que tener su pequeña mochila de excursión.
Al terminar de vaciar su vejiga, bajó de un salto, colocó de vuelta su ropa y subió al pequeño banco que tenía para alcanzar el lavamanos. Su pequeña mente iba a todo lo que daba, no quería perder más tiempo, así que una vez limpio se encaminó hasta la habitación tomó una mochila en la cual siempre guardaba cosas para su próxima excursión con su madre, en ella siempre habría una manta, un suéter y comida como paquetes de galleta o cereal, en ocasiones cuando su mami conseguía podía guardar uno que otro jugo de fresa.
-Aiden terminaste - alzó la voz desde la cocina, donde estaba buscando su tan preciada bolsita de energía, lo único que estaba haciendo era asegurarse de no ser descubierta por su pequeño.
-¡Sí mami!
-Necesitas que mamá te ayude a vestirte - se levantó de golpe viendo de forma paranoica a su alrededor esperando que no apareciera por el pasillo, pero para su tranquilidad la voz del pequeño se volvió a escuchar desde el interior de alguna de las habitaciones.
-No, yo puedo solo mami ya soy grande.
-Cuando estés listo ven y preparamos el desayuno.
-¡Sí!
Una vez asegurada que el pequeño no saldría de un momento al otro siguió buscando sin tener éxito, comenzaba a alterarse a una velocidad impresionante, si no lo encontraba significaba que ya no tenía nada en casa y todo lo había dejado en el trabajo, lugar donde le dieron noche libre y no se le permitiría ingresar porque era noche de "blanco", donde todas las nuevas adquisiciones saldrían a ser probadas por primera vez, el dueño del lugar para evitar distracciones por parte del personal antiguo les daba ese día libre donde tenían estrictamente prohibido el ingreso o arruinarían la iniciación de las otras.
-Mami puedes ponerme mis zapatillas - la voz de su pequeño la hizo regresar de su trance, Aiden corría hacia ella con sus zapatos en las manos, al ser con cordones aún se le dificultaba el colocárselos y mucho más el amarrarlos - me los pones mami - se los extendió para darle a entender que esos eran lo que se pondría, vio la imagen del niño y se le hizo adorable. Vestía una playera amarilla lisa, un overol azul, sus calcetines blancos y sus pequeños zapatos de cordones negros.
-Seguro que si pequeño, ve a la silla te los pondré - Aiden regresó hasta la silla del comedor acomodándose, balanceando sus pies esperando que su madre le colocara los zapatos - estas feliz por salir con mamá, no es así bebé.
-Sí - alzó los brazos para mostrar lo emocionado que estaba por pasar un día entero con su madre - mami podemos llevar comida y hacer un picnic.
-Mejor comemos aquí y te empaco comida por si te da hambre de tanto jugar.
-Sí, tengo lista mi mochila con mis cosas.
Avi le sonrió al pequeño, le parecía tierno ver cómo brillaban sus ojos al estar feliz, cada que sonreía tenía esas facciones que lo hacían ver como un conejito, con sus mejillas sonrojadas y ahora que acababa de cambiar a los dientes permanentes sus dientes frontales lo hacían ver más como el pequeño roedor. Terminó de colocar los zapatos y le pellizcó una mejilla ganándose un puchero mientras el pequeño sobaba por el dolor que le había provocado.
-No hagas eso mami, duele - frunció su ceño, abultando sus labios demostrando su disgusto por las acciones de su madre. Cosa que le provocó mucha ternura a Avi, con esa carita podría olvidar por unas horas el hecho de usar la droga, lo haría por Aiden, definitivamente él era su mejor cargador de energía cuando tenía los subidones de emociones.
-Ven aquí pequeño conejito hermoso - se acercó a su cara para repartir besos, asegurándose de no dejar ni un espacio de la suave piel sin una muestra de afecto, logrando que sonriera y se removiera por las cosquillas que sentía - te comeré a besos esas mejillas rellenas que tienes - comenzó a mordisquear un poco mientras lo distraía con un poco de cosquillas.
-N-no mami, mis mejillas no - reía sin parar, feliz por estar recibiendo tantos besos y cosquillas - no me comas mami, no soy comida.
-Tienes razón bebé, tú eres mi medicina - le dio un último beso estrujándole la mejilla y soltándolo por fin de su agarre. La euforia que sentía era como la espuma del mar que subía en cada oleaje de sentimientos que desbordaban por Aiden - ahora qué quieres para desayunar.
-Cereal de chocolate y ... - se quedó pensando un momento poniendo su dedo en sus labios, quería pedir comida extra para llevar en su mochila, pero sabía que si la pedía su mami diría que no era necesario -. Podemos llevar galletas y queso al parque.
-De acuerdo llevaremos unas pocas para hacer el picnic - Avi nunca entendía la razón por la que su pequeño siempre llevaba una pequeña mochila con cosas. Ella recordaba en algunas ocasiones lo perdía de vista y al regresar a casa estaría en la puerta esperándola o en su caso mientras ella se encontrara en casa lo escucharía tocando la puerta para dejarlo entrar, su pequeño era demasiado travieso cuando salían, al menos eso era lo que su pobre mente procesaba - solo promete que esta vez no te perderás de mi lado.
Aiden asintió contento de saber que su madre había accedido a darle más comida para el desayuno, no es como si tuvieran mucho dinero para comprar grandes cantidades de comida, porque mucho de lo que ganaba Avi se encargaba de gastarlo en ella y otro poco en casa; cuando recordaba a su pequeño hambriento. Casi no mantenían leche en casa porque para Avi luego que su bebé dejara de usar pañales ya no necesitaría gastar en eso, además no era algo barato para costearlo siempre, así que los cereales siempre los comían en seco, siempre terminarían tomando un poco de jugo o agua en muchas de las ocasiones y cuando tenían suerte tendrían chocolate caliente.
Si la abuela todavía viviera le daría un ataque al corazón de nuevo por ver lo mal alimentados que estaban, a pesar de eso su pequeño siempre mantenía esa grasita de bebé que lo hacía ver adorable. Al terminar el desayuno, el pequeño castaño corrió a la habitación para esconder un poco del cereal dentro de su mochila, se aseguró de tener sus jugos listos y así salió decidido para ir con su mami al parque. Por su parte Avi tenía la misma ropa del día anterior, así que no se molestaría en cambiarla, menos sabiendo que no trabajaría esa noche.
Salieron con dirección al parque entre pequeños juegos de competir por quién llegaba más rápido a un lugar, pasando por el "veo, veo", hasta que terminaron deteniéndose por un segundo observando una mariposa, Aiden le encantaba ver con detalle todo lo que le rodeaba eso incluía los animales.
-Toma mami es para ti - le alzó un pequeño diente de león que había cortado con sumo cuidado para entregárselo a Avi - cierra los ojos, pide un deseo y luego sopla - Así - hizo la mueca de cómo debía hacerlo, con una sonrisa tomó la flor e hizo lo que le pidió su pequeño, omitiendo la parte del deseo porque ella ya no creía en esas cosas - ¿Qué pediste mami?
-No te puedo decir porque es un secreto.
-Dime, yo soy bueno guardando secretos. Prometo no decirle a nadie - le mostró su meñique para convencerle que haría la promesa. Avi se agachó hasta tenerlo frente y entrelazó su dedo con el de él.
-Pedí que siempre seas mi bebé, para poder cuidar de ti.
-Mami, cuando sea grande yo cuidaré de ti, así como tú lo haces por mí.
-¿Lo prometes? - le susurró tratando de contener sus lágrimas, el pequeño asintió en respuesta ganándose que ella lo abrazara de inmediato estrujándolo contra su cuerpo - para mamá siempre serás mi bebé
-Y tú siempre serás mi mami - entre el poco espacio logró sacar su cara para recuperar un poco de oxígeno y así con su rostro liberado le dio un beso a su madre - te quiero mami.
-También te quiero mi bebé.
-Mami me aplastas - se quejó entre el fuerte agarre logrando llamar la atención de Avi - podemos ir ya al parque.
-Sí, solo hay que cruzar la calle.
No había terminado de soltarlo cuando Aiden con una enorme sonrisa salió corriendo hasta llegar al paso de cebra donde le habían enseñado que se tenía que cruzar para que ningún carro lo atropellara, aunque en su pequeña cabeza no entendía muy bien la palabra, él solamente haría lo que le habían dicho. Ni siquiera escuchó cuando Avi comenzó a gritar su nombre asustada por la repentina acción y tampoco notó el carro que iba cruzando la calle sin notar al pequeño.
Todo pasó tan rápido para Avi que se quedó paralizada en su lugar viendo como su bebé estaba parado a media calle sin notar el peligro. Sin embargo y para su suerte, una persona sí lo pudo ver con tiempo evitando una tragedia. Una señora había visto a ambos andar por la acera, conocía al pequeño castaño muy bien y en el momento en el que se apartó del lado de su madre no pensó más en salir corriendo para atraparlo, cruzando la calle con el niño en brazos totalmente aterrorizado.
-¿Estás bien? - la voz agitada de la mujer lo hizo asustarse aún más, tenía los ojos cerrados y sus lágrimas no dejaban de rodar por sus mejillas - tranquilo pequeño, no pasó nada.
-Quiero a mi mami - antes que pudiera decir algo al respecto se escuchó la respiración agitada de la madre del pequeño junto con varios gritos más.
-¡Aiden!, bebé, estás bien. ¿Por qué hiciste eso?, no vuelvas a asustar así a mamá - Avi trató de arrebatarle a su hijo a aquella extraña que aún sostenía a su pequeño con recelo, le estaba frunciendo el ceño y la miraba con desaprobación; en el momento en el que intentó tomarlo esta se lo arrebató - señora es mi hijo, puede regresármelo por favor.
-Así que tú eres la madre irresponsable del pequeño Aiden - la acusó como si la conociera de mucho tiempo.
-Yo no soy irresponsable.
-Sí lo eres, esta no es la primera vez que el pequeño anda solo en las calles.
-Eso no es verdad siempre que anda en la calle, está conmigo.
-Me parece que no eres honesta. - la mujer se puso de pie con el pequeño castaño aún en brazos dejando desconcertada a Avi y entrando en pánico, la mujer frente a ella se estaba adueñando de su bebé, se lo estaba arrebatando prácticamente -. Imagino que tú debes ser Abigail.
-Avi - dijo entre dientes sin quitar la vista de su hijo que sollozaba entre los brazos ajenos.
-Mami...
-Señora me puede dar a mi hijo.
-Creo que debes saber algo Abigail...
-Mi nombre es Avi señora, así con una "V" no es diminutivo del nombre, ahora puede darme a mí bebé. Lo está haciendo llorar.
-Está asustado por lo que acaba de ocurrir.
-¡Está asustado porque una extraña los sostiene y no deja que su madre lo tome! - alzó la voz tratando de abalanzarse sobre ella para quitarle a su bebé de sus brazos.
-Necesito que te calmes niña y me escuches - abrazó un poco más a Aiden a su cuerpo para intentar calmarlo, arrullandolo un poco - yo conocí a tu abuela, ella me comentó mucho sobre ti y este pequeño, pero esta no es la primera vez que me topo con Aiden fuera de casa corriendo por las calles. Ya lo has dejado olvidado en el parque, estando solo por horas.
-Yo no lo dejo olvidado en ningún lugar. Solo es un poco travieso y se pierde.
-¿Qué clase de madre eres que olvidas a tu hijo en el parque?
-Yo... él es quien se aleja de mí.
-Claro, por eso lo he encontrado durmiendo en los juegos esperando a que tú aparezcas y lo encuentres. Sabes qué, debería llevarlo a casa y llamar a servicios sociales para que encuentren un buen lugar para él.
-¡No!, él es mío, no me lo puede quitar - ante la mención de arrebatarle a su pequeño Avi comenzó a forcejear con la mujer mayor logrando poner sus manos sobre el cuerpecito de su hijo, unos cuantos tirones y un poco de fuerza fueron suficientes para que la mujer soltara al niño que se aferró a su cuello en cuanto estuvo entre sus brazos - Aiden es mi bebé y nadie me lo puede quitar.
Ni siquiera esperó una respuesta por parte de la contraria cuando salió corriendo lo más rápido que podía, regresando sobre sus pasos con dirección a su casa, el único refugio en el cual nadie podría llegar a arrebatarle a su pequeño conejito, el cual no había parado de llorar escondiendo su rostro en el espacio entre su cuello y el hombro. La adrenalina hizo que el débil cuerpo de Avi lograra llegar lo más rápido posible hasta el complejo de apartamentos, subió corriendo por todo el edificio asustando a todo aquel que se le atravesara por el camino.
Entró a su casa cerrando la puerta con seguro y se deslizó hasta caer al suelo con su pequeño aun sollozando entre sus brazos. Aiden estaba asustado por lo que había sucedido, él solo quería pasar un día bonito con su mami en el parque, pero nada de eso salió bien; conocía a la mujer que lo tomó en brazos, en varias ocasiones era ella quien se encargaba de llevarlo de la mano hasta el complejo, aunque nunca se imaginó que quería llevárselo.
-Ya no llores bebé, mamá está aquí no dejaré que nada te pase. Nadie te llevará a ningún lado.
Ese solamente fue el primer pulso para que Avi se convirtiera en una paranoica con los vecinos del lugar, creándose una reputación de loca y sobre todo de madre descuidada por siempre dejar solo a Aiden. Con el pasar del tiempo eso le afectaría más de lo que hubiera pensado.
Nueve años después...
Aiden nunca esperó que la promesa que haría con su madre de ser él quién la cuidaría recaería con tanta responsabilidad a tan corta edad. Apenas era un adolescente que llevaba a cuestas la responsabilidad de cuidar de su madre, no tenía mucho tiempo para disfrutar de su juventud, todo se reducía a la escuela, estar en casa para esperar a su madre o en ocasiones salir en su rescate. Pero ese día sería diferente, al menos así se lo había propuesto, tenían una excursión para un evento cultural, habían dicho que era una especie de recital público donde varios prodigios de la música tocaban, la escuela lo único que buscaba era promover la pasión por el arte, Aiden solamente quería alejarse de su rutina diaria.
Viajaba dentro del autobús escolar solo en la última fila, observando el camino a través de la ventana, era tan introvertido que ni siquiera socializaba con el resto de sus compañeros, todos lo veían como el raro del salón, no mostraba interés por los deportes así que no encajaba en ninguno de los grupos de los equipos de natación o fútbol, tampoco le llamaba la atención el arte como para pertenecer al grupo de teatro y danza; se preguntaba dónde había quedado aquel niño que se maravillaba con el mínimo destello de luz que daba el día, pero la respuesta llegaba de inmediato como un susurró, su madre, ella era la razón de su apatía.
Al llegar al lugar se sintió en libertad de estar tan lejos de su entorno habitual, era un espacio abierto lleno de árboles y flores, se podía respirar la libertad que siempre deseó. Escuchó las instrucciones por parte de la profesora indicando que pasarían a las gradas frente al escenario, el cual lo cubría una media cúpula, estaba decorada con flores, y una especie de cortinas blancas que ondeaban al viento, en el centro se encontraba un piano de cola de color negro.
-Muy bien chicos ya saben que estaremos aquí como parte de la clase de Arte y Cultura, luego tendrán que realizar un trabajo de lo que llamó su atención. Ahora ubíquense en orden en los espacios de las gradas para el público. - con una sonrisa de satisfacción veía cómo casi todos los alumnos hacían lo que les había pedido con excepción del castaño que estaba distraído con observar su alrededor, como si quisiera llenar su memoria con todo. Su sonrisa se convirtió en una muy conmovida porque era de los más introvertidos del salón, pero verlo maravillado con todo le llenaba de gusto, sin embargo, eso no lo salvaría de no acatar instrucciones - Aiden, busca un lugar.
-Sí, lo siento.
Aiden buscó un espacio alejado del resto del grupo, encontrando uno muy cercano al escenario. Aún maravillado con todo escuchó a través de las bocinas como el maestro de ceremonias indicaba que darían inicio empezando con un talentoso pianista, el cual era el orgullo de su escuela por ser elegido para ir a una Universidad especializada en música. Entre ovaciones del público él se limitó a dar algunos aplausos cuando vio al chico. Era un poco bajo, bastante delgado, rubio y demasiado pálido, parecía que no tomaba mucho el sol, según el pensamiento de Aiden.
Todo ese análisis quedó de lado una vez comenzó a tocar el piano con una concentración impecable, dejándolo totalmente hipnotizado por la melodía, sentía que cada nota era una expresión de una emoción mucho más profunda, había escuchado que la canción era de él, pero lo que expresaba cada nota parecía estar gritando un dolor oculto. Una tras otra sonaron las melodías de aquel piano y en la última nota cruzaron miradas por unos segundos. Suficientes para que el rubio pusiera toda su atención ante el brillo de los ojos oscuros de Aiden, esa mirada susurraba algo más que solamente asombro. Pronto la magia del momento se rompió, cuando el maestro de ceremonias agradeció al pianista por tan hermosas piezas, el rubio agradeció y se retiró, bajo la atenta mirada del castaño.
Iham no sabía el por qué y mucho menos la motivación que lo llevó a dejar los camerinos para salir hasta el graderío buscando al castaño, notó que seguía en su mismo sitio, con una enorme sonrisa disfrutando del resto de actos. Algo en él despertó, eso que pensaba estaba dormido hace mucho tiempo le hacía latir con fuerza su corazón en su pecho, así que agilizó su paso y decidió llegar hasta su lado.
-Disculpa ¿está ocupado el asiento? - preguntó en voz baja tratando de no asustar al chico, fracasando en su intento pues Aiden estaba muy absorto en la música como para notar que alguien estaba a su lado, pero al notar que era el rubio negó con una sonrisa -. Disfrutas del evento.
-Jamás había estado en un lugar así.
-Se nota - el castaño era fácil de leer con su mirada maravillada con todo - tranquilo, es fácil saber que es así, miras todo con un brillo en tus ojos como si nunca lo hubieras presenciado.
-Supongo que a alguien como tú es fácil saber esas cosas. Pareces alguien muy sensible a lo que te rodea. - Iham se tensó un poco al escuchar las palabras del chico, parecía mucho más maduro de lo que era, estaba seguro que no pasaría más de los quince años y le hablaba de una forma que lo desconcertó -. Supongo que la música para ti es una vía muy fácil para expresar tus emociones.
-¿Cómo sabes eso?
-Tu música se sentía triste, como si estuvieras ocultado un dolor que quieres gritarle a todos - se interrumpió un momento desviando la mirada del contrario, perdiéndose en sus propios recuerdos dolorosos, sacándole una media sonrisa nostálgica - o al menos eso fue lo que me dejó.
-¿Tocas algún instrumento? - el castaño negó con la cabeza mientras mordía su labio - te dedicas a la música, el arte o alguna otra cosa relacionada con la expresión artística.
-No, nada de eso.
-Te gustaría aprender - justo como esperaba el chico regresó la mirada, no asustado que un extraño le propusiera eso, sino más bien como si estuviera esperando que no fuera un sueño - entiendo si no quieres o te parece extraño.
-¡No! - alzó de más la voz asustando a Iham por la reacción del chico, pero no podían culparlo, alguien le estaba mostrando un poco de atención ante algo que le gustaba, no le habló para acusarlo de raro, para verlo como alguien extraño o como el niño que su madre siempre se metía en problemas causando alboroto - es decir, sí quiero.
-De acuerdo relájate, te daré mi número de teléfono para que podamos comunicarnos. - la reacción de Aiden dejó pensativo a Iham que solo vio como la emoción del momento se iba cambiando, el brillo de sus ojos por uno más opaco -. Oye todo en orden, si el problema son tus padres o el dinero no me interesa nada de eso, en serio te enseñaría solo por gusto mío.
-No es eso... - se interrumpió recordando que siempre cuidaba de su madre, qué pasaba si él iba a esas clases y su madre lo necesitaba; además no tenía teléfono para poder comunicarse con el chico, así que optó por mencionar algo convincente para evitar verse como malagradecido ante el interés del contrario -. No tengo teléfono para poder contactarte.
-Bien haremos algo, ¿tienes donde poder anotar? - Iham notó que el chico tenía un cuaderno el cual no había abierto en ningún momento - me lo prestas - Aiden asintió entregándole el cuaderno en una hoja limpia para que pudiera escribir - te daré mi dirección y anotaré mi teléfono. ¿sabes cómo moverte en autobús?
-Sí.
-Entonces se te hará fácil, solo tienes que tomar la línea 903 te llevará directo - Aiden recibió su cuaderno sujetándolo como si fuera su mayor tesoro en esos momentos - ¿te parece si quedamos el sábado por la mañana?
-Ese día está bien - Aiden estaba a punto de decir algo más cuando se vio interrumpido por la presencia de otros chicos que se acercaban al rubio. No se había dado cuenta que el evento terminó y su profesora los estaba llamando para que se retiraran, pero él no se quería ir aún.
-Disculpa, tú eres Iham Sorni ¿no es así? - se trataba de un chico un poco más joven que Aiden, cabello castaño y estaba acompañado de otro, posiblemente su hermano por la forma en la que el contrario le sostenía de los hombros.
-¿Sí?
-Mi nombre es Adriel Araya, soy un gran admirador tuyo.
-Un gusto.
-Me darías un autógrafo.
-Oh...
-Adriel, prometiste que no harías este tipo de cosas, dijiste que solamente lo saludarías - dijo entre dientes el chico que acompañaba al menor - disculpa a mi hermano.
-Owen solo quiero un autógrafo.
-Sin problema solo ... - se volteó para poder terminar de conversar con Aiden y para su sorpresa el chico ya se había retirado, comenzó a buscar con su mirada encontrándolo junto a una mujer que parecía regañarlo, parecía preocupada - tienes dónde apuntar.
Aiden había recibido una llamada de atención por parte de la profesora porque no lo encontró en el autobús en el momento del conteo de alumnos, pero nada de las palabras mencionadas le importaron, nada le robaría la emoción de tener algo para él, sería como un anticipo de su cumpleaños. El mejor regalo de la vida, un poco de libertad; su madre los fines de semana trabajaba sin aparecer por casa hasta el lunes por la mañana, tendría el tiempo suficiente para salir sin que enloqueciera.
En el regreso a casa lo único que podía pensar era que no podía esperar dos días para que llegara el tan ansiado sábado nada podría arruinar la tarde, ni siquiera su madre que no había aparecido desde el día anterior. Sería solo uno de los pocos errores en cometer ese día. Quizá estaba cantando victoria muy pronto. Cuando llegó hasta la puerta de su casa notó que estaba entreabierta, su primer pensamiento fue que alguien entró a robar, pero al notar que la puerta no estaba forzada se relajó un poco, el por qué era sencillo, su madre siempre dejaba así la puerta.
-Mamá, estoy en casa - alzó la voz para que le escuchara donde fuera que estuviera. Dejó su mochila en el sillón y notó que la cocina era un desastre con todas las puertas abiertas - ¿mamá?
Con cautela se fue acercando hasta el lugar, los platos estaban en el suelo, ollas, sartenes y demás utensilios también estaban esparcidos por todo el lugar, ¿su madre había provocado todo eso?, antes de poder ordenar sus pensamientos se escuchó un ruido proveniente del pasillo que daba hacia las habitaciones, era claro que se trataba de su madre; pasó al lado del baño y se encontraba en un desastre total con algunas pastillas regadas en el lavamanos. El sonido de una arcada lo alertó, provenía de su habitación, la cual luego de un tiempo su madre le había otorgado para ya no compartirla; se encontró con una imagen impactante, Avi estaba de rodillas con la cabeza en el basurero tratando de vomitar.
-¡Mamá! ¿Qué pasó? - Avi no respondía nada estaba muy ocupada sintiendo un dolor intenso en su estómago mientras se obligaba a sí misma a devolver todo. Aiden notó algunas pastillas más en el suelo - mami que es todo esto, déjame ayudarte.
-D-duele... me duele bebé... - fue lo último que escuchó Aiden de la boca de su madre antes de que se desmayara.
-¡Mamá!, no, no, no despierta por favor. No me puedes hacer esto - la tomó en sus brazos, dándole algunas sacudidas para que reaccionara no logrando nada. Desesperado la alzó en sus brazos para subirla hasta su cama - tranquila mamá te llevaré al hospital.
Con agilidad salió de la habitación para ir a la que ahora era de su madre. Hacía unos años que logró convencerla para que se pasara a esa y así obtener él su propio espacio, cuando aceptó le dijo que tendría que sacar todo lo de su bisabuela y así lo hizo, pero en todo ese proceso encontró unos papeles donde la señora había dejado las escrituras de propiedad a nombre de Aiden, también junto a estos se encontraba algo de un seguro de vida como un traslado a nombre de su madre.
Los había guardado para una emergencia o bien para que su madre los tuviera ahora entendía que él tenía que cargar con esa responsabilidad, al encontrarlos los leyó con rapidez, se suponía que una vez mayor de edad Avi tendría el derecho para utilizar el seguro; dobló los papeles y se dirigió hasta la habitación para volver a alzar a su madre entre sus brazos, no podía perder tiempo y él apenas y conocía cómo moverse en autobús, pero aun así eso no le impidió salir con ella.
Cuando ingresaron a urgencias varias enfermeras lo aturdieron con muchas preguntas que no sabía cómo contestar, no supo más que responder que vio muchas pastillas y que decía que le dolía, al verlo tan perdido decidieron que era mejor llevarlo hasta la sala de espera, donde se sentó aún en shock, con muchas imágenes de ese mismo día, su viaje en autobús hasta el hospital con su madre inconsciente, las repetidas veces que tuvo que asegurarse que siguiera con vida, las miradas que le fueron lanzadas y por último las enfermeras que lo veían con lástima por la situación que atravesaba.
Sus lágrimas comenzaron a desbordarse de sus ojos, era demasiado para soportarlo tenía apenas quince años eran demasiadas emociones por procesar, estaba sentado en una sala de espera sin saber si su madre saldría con vida de eso, cubrió su rostro con sus manos y se permitió llorar sin importar la gente de su alrededor.
-Oye chico, ¿estás bien? - se escuchó la voz ronca de una persona al lado de él, no le hubiera sido difícil ignorarlo de no ser porque sintió el leve toque en su espalda como queriendo consolarlo, haciendo que alzara la vista para encontrarse con el hombre. Lo veía de una forma triste, tenía unas ojeras oscuras y pronunciadas, los ojos rojos e irritados, parecía que no había pasado una buena noche.
-No lo sé - fue lo único que pudo responder entre todos sus pensamientos, ¿realmente él estaba bien? la respuesta era sí porque él no importaba en esos momentos, pero su madre por otra parte estaba luchando por su vida luego de una intoxicación provocada entre pastillas y la droga, aún lo estaba procesando en su cabeza como para poder responder preguntas - todo pasó tan rápido. Si tan solo yo no hubiera ido a esa excursión... ella estaría... - mordió su labio tratando de contener más su dolor, pero era imposible, se sentía culpable de lo que había sucedido, haciendo que Charlie sintiera empatía por el chico. Él también se estaba sintiendo así.
-Chico relájate, no tienes que culparte por algo que se salió de tu control... - su mente lo regañó por ser tan hipócrita, pues, aunque él quisiera darle consuelo al chico con las palabras que le habían dado a él, ni siquiera él mismo podría decir que las creía en esos momentos, pero de igual forma verlo tan perdido, destrozado y en ese estado lo motivó a darle consuelo -. Sea lo que sea que haya pasado no puedes culparte.
-Es que sí lo fue.
-¿Por qué dices eso?
-Mi madre siempre necesita que cuide de ella y esta vez no estuve para ella - sorbió su nariz tratando de quitar la molestia de su nariz y alzó la vista hacia el techo - es mi culpa porque dejé la puerta abierta de mi habitación, yo encontré esa cosa que siempre usa y decidí guardarla para que no la encontrara. No esperaba que apareciera en casa hoy porque no estuvo todo el día de ayer, pero me encontré con ella en el suelo con las estúpidas pastillas y el polvo ese. En el único lugar que es mi refugio de toda esta mierda.
-A ver si entendí - Charlie estaba muy confundido porque de un momento a otro el chico había descargado todos sus pensamientos, realmente no estaba seguro que haya sido para él, pero de igual forma su situación era un tanto similar - tu madre es quien está ingresada aquí y dices que se drogó o algo por el estilo.
-No sé lo que hizo, pero cuando llegué estaba con muchas pastillas tiradas y tratando como de vomitar - Charlie notó que en el sudadero que traía el chico se veían algunas manchas de fluidos blancas, posiblemente de esas veces que la madre trato de sacar todo de su estómago - me pidieron que esperara, pero siento que todo fue mi culpa.
-¿Cuál es tu nombre?
-Aiden...
-Bien, Aiden déjame decirte una cosa, tú no tuviste la culpa de la decisión que tomó tu madre.
-Nunca la dejo sola, pero hoy decidí ir a un evento de música, de hecho, fue un buen día porque tendré la oportunidad de hacer algo que me gusta, bueno o eso pensé hasta que pasó todo esto.
-Aiden, no dejes que algo como esto estanque tu vida ¿sí? - Charlie suspiró pesado porque sus propias palabras se clavaban hasta el fondo de su ser, su hija estaba ingresada en una habitación conectada a varias máquinas posiblemente, pero él era un adulto que debía soportar ese duro golpe, en cambio Aiden parecía ser demasiado chico para atravesar por algo tan doloroso - ¿tienes papá? ¿ya lo llamaste para informar lo que pasó?
-No tengo ninguna otra familia, la única es mi madre y está ahí dentro - suspiró pesado ante el sentimiento de soledad que se apoderaba de él, no tenía un hogar estable y mucho menos la calidez de alguien más en casa siempre fueron solamente ellos dos - ahora por mi egoísmo la estoy perdiendo.
-Escucha, entiendo por lo que estas pasando... lo sé porque mi hija está también ingresada porque tomó una decisión muy parecida a tu madre - eso logró obtener toda la atención de Aiden mirándolo fijamente a los ojos - pero te diré algo, lo que sea que pase con tu madre tienes que hacer lo que tú quieras, no pierdas la oportunidad. Dices que hoy te dieron esa oportunidad pues entonces tómala y sin arrepentimientos.
-Señor Dachs hemos terminado de revisar a su hija ya puede regresar a la habitación si así lo desea - le sonrió la enfermera frente a él - ¿el chico es familia suya?
-No, yo estoy aquí porque mi madre ingresó por una intoxicación. Usted me podría decir algo sobre cómo está.
-Solo tenemos un caso de esos en la sala de emergencias así que, si no mal recuerdo, está siendo trasladada a una habitación. Mientras tanto necesitamos que un adulto llene el formulario de ingreso.
-Es que... no tengo a nadie más. - bajó la mirada sintiendo el peso de esas palabras, nunca le había importado el hecho de no tener más familia hasta ese momento en el que casi se queda solo -. Aunque tengo los papeles del seguro justo aquí, no tengo problemas con llenar la ficha de ingreso.
-Me temo que necesitamos a alguien que se haga responsable al menos del ingreso, en la salida ella ya estará consciente y podremos arreglarnos.
-Yo podría llenarlos formularios si no hay problema.
-El chico dijo que no es su familiar.
-No lo es, pero conozco a su madre... Así que si Aiden no le importa puedo hacerlo.
-De acuerdo - murmuró no muy convencida y frunciendo un poco el ceño, aun así, decidió no hacer más preguntas - síganme por aquí entonces.
-¿En serio conoce a mi madre? - le susurró Aiden una vez estuvieron unos cuantos pasos lejos de la enfermera.
-No, pero no iba a dejar de hacer preguntas incómodas por unos papeles.
-Gracias.
La enfermera los llevó hasta la recepción del lugar donde podrían llenar los documentos, Aiden se encargó de pasarle los datos de la póliza donde aparecían todos los datos necesarios. Al principio todo fue muy normal de completar hasta que llegó a la parte de los datos del paciente, leyó unas cuantas veces el nombre, le resonaba haberlo escuchado, por inercia volteó a ver al castaño que se mordía el labio inferior esperando a que terminara. Charlie estaba seguro que el mundo era un pañuelo, pero tan pequeño jamás lo imaginó, los rasgos del chico se le hicieron familiares, qué posibilidades había que esa pequeña chica adolescente que pensaba abortar a su bebé estuviera ingresada y ahora estaba entablando una conversación con dicho ser que había logrado salvar.
De igual forma no perdió más tiempo en estar averiguando cosas, que posiblemente eran una coincidencia absurda, además él tenía que regresar con Amaia, esperar a que despertara del todo y afrontar su propia realidad. Terminó con el papeleo y se lo entregó a la encargada. No hubo más que una simple despedida por parte de ambos para perderse cada uno en sus respectivos caminos.
Por su parte para las enfermeras del área no sería la primera ni la última vez que verían al castaño en esa sala de espera o en el área de emergencias, pasaría por muchas más veces de lo que se hubiera imaginado Aiden.
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Muy bonito fin de semana a todos pequeños lectores. Este capítulo junto con otro más (que más adelante subiré) es de mis favoritos, disfruto subir los capitulos con revelaciones y la interaccion entre los personajes en su primera realidad.
En esta ocasión decidií actualiza por dos razones y son MariangelBetaniaMont y enyam21 son dos lectoras muy especiales para mí, que disfrutan mucho del pequeño Aiden. Sobre todo porque Mia esta de vestidos largos para esta ocasión, así que no podré viajar hasta contigo, pero considera esto como un presente.
Espero tengan un bonito inicio de semana todos. Saluditos y corazones púrpura para todos.
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