4.4 ¿Final del camino?
Tiempo, una simple palabra con muchos significados y todos tan ciertos como falsos. Según su significado se define como la duración de las cosas que se encuentran sujetas a un cambio; todos le pertenecemos a esa fuerza, el clima, la naturaleza, los animales, incluso la comida, y sobre todo las personas. Nunca somos iguales ayer, y tampoco somos los mismos que el segundo anterior de una inhalación porque con el transcurrir de los minutos el flujo de sucesos provocan nuevos estados, pensamientos, conocimientos. Puede que hoy seas más sabio que el día anterior, pero menos conocedor de lo que serás mañana, es aquí donde surge la lucha constante por el mañana que nunca llegará porque siempre existirá uno nuevo por alcanzar.
Nos hacemos conscientes que el tiempo transcurre y no de una forma lineal sino cambiante, lo que significa que está siempre en movimiento, nunca inerte, una causa que trae consecuencias. El pasado siempre será algo que ya no existe, el futuro algo que vendrá y el presente eso que se escurre entre nuestros dedos, transformándose en un recuerdo, convirtiéndose en pasado, "Un Recuerdo".
Cuando menos lo pensaron el verano se llevó su viento cálido para atraer la brisa del otoño y este trajo consigo el frío del invierno con sus festividades, reuniones, unidad fraternal y la introspección de lo que fue el año que pasó, y lo que traerá el año nuevo. Según muchos la mejor forma de disfrutar la vida es en el aquí y ahora, haciendo consciente cada movimiento, respiración, cada roce. Justo eso era lo que sentía Rayan al caminar por la calle, aún sentía el aroma asfixiante del taxi picando en su nariz, alguna clase de aromatizante de manzana con canela que le sacó alergias, congestionándole de más, ya tenía suficiente con el frío ahora no podía respirar bien por tanto estornudar.
—Hola linda – sonrío de forma inconsciente al responder la llamada – no te preocupes por mí no es un resfriado son unas alergias por un estúpido ambientador y el frio que me esta congelando el trasero. ¿Tú te encuentras bien? Recuerda que si mamá te hace sentir mal puedes regresar a casa.
Rayan había hablado con su hermana aclarando la situación del supuesto matrimonio arreglado, como era de esperarse ella no estaba de acuerdo con los planes de su madre, así que en cuanto se estabilizó en su nuevo trabajo pudo darse el lujo de dejar el edificio C y mudarse al edificio B, lo malo de su nuevo hogar era que estaban en el último piso, lo bueno era que de vecino tenía a Aiden era extraño escuchar a Pia en el otro apartamento la mayoría del tiempo, pero disfrutaba de tenerlos cerca. El castaño recién regresaba a su hogar y ahora tenía a dos mujeres preocupadas por él, que discutían y peleaban por tener su atención, al menos de una forma sana y no problemática.
Pero el tema no quedó ahí, agregado a eso su mudanza fue para que su hermana viviera con él, podría estudiar el siguiente año en la universidad e incluso había conseguido un trabajo como mesera en una cafetería, la veía mucho más sonriente y tranquila, sin embargo, para esas fechas festivas decidió que sería mejor pasarla con sus padres en el trabajo le dieron a elegir entre navidad y año nuevo, escogiendo la primera. Se atrevió a pedir permiso de unas semanas porque su padre había enfermado estaba estable, pero ella aun no se acostumbraba a estar lejos de él cosa que su jefe entendió dándole el tiempo que necesitaba como una consideración de esas fechas.
—De acuerdo, sabes que puedes llamarme cuando quieras y si te sientes incomoda tomaré el primer autobús para ir a tu rescate – una sonrisa salió de sus labios al escuchar la burla de su hermana por la falta de vehículo, pero no le importaba era algo que no tenía por ciertas razones – sabes que, tengo que colgar estoy por entrar a una reunión te quiero.
Había prometido sacar su licencia de conducir hacía meses, pero resultaba ser un desastre siempre que tomaba el examen para obtener el permiso, su coordinación de izquierda con derecha era absurdamente peligrosa. Además Iham parecía un padre malhumorado al intentar enseñarle le gritaba cada vez que se tardaba en girar a tiempo en alguna esquina; Aiden era más paciente, pero siempre se burlaba de él por ponerse nervioso. Podía escuchar la voz de Owen una y otra vez riéndose de él por fallar por tercera vez en sacar el permiso, estaba destinado a no conducir y siempre tomar otro método para transportarse. Al menos le quedaba la satisfacción que su empleo fijo le daba cierta libertad económica para ese tipo de gastos.
Sus manos se estaban congelando y el aliento se le hacía vaho frente a él. No era su época favorita, justo en estos momentos lo era menos; quería refugiarse en el calor del local donde habían quedado de juntarse todos los chicos como un ritual que se venía dando desde los últimos meses. Todas las ocasiones traían risas, recuerdos, algunas discusiones, no faltaban las bromas, pero esta no le inspiraba el mejor de los ánimos. Al estar por fin dentro pudo regocijarse de cómo el calor invadía su cuerpo causándole un escalofrío que le recorrió toda la espalda, el aroma a café recién hecho lo recibió como un viejo conocido, eso junto al sonido relajante de la música de fondo contrastando con el bullicio de la mesa del fondo donde sabía que estaban los chicos.
Con paso firme se dirigió hasta el lugar siendo recibido con sonrisas alegres; Pia acababa de salir de su turno y ahora se encontraba aferrada al brazo de Aiden rogándole para que le diera su chaqueta porque se moría de frío, en realidad no era tanto así simplemente le gustaba robarle las prendas al castaño para luego ser envuelta entre sus brazos cálidos; a su derecha estaba Amaia, Iham y Sander, este último viendo con un poco de recelo la escena de ambos chicos donde conversaban sobre una salida, pasar tiempo juntos y cosas así.
—Llegas tarde – le acusó Sander entre su mal humor por ser prácticamente ignorado por las dos parejas que se habían consolidado en el grupo de amigos.
—¿Es así?
—Llevo media hora en el medio de un mundo de azúcar, me volveré diabético o caeré en un coma.
—Deja de quejarte San, tú sigues siendo mi Natalia preferida – le mencionó Amaia con un puchero muy abultado en sus labios brillantes, estaban un poco más rojos de lo normal y un tanto más hidratados, eso le sacó una sonrisa a Rayan imaginando que la razón de eso era el rubio a su lado – solamente dije que ya tenía con quien ir a la cita de la próxima semana.
—Pero no es justo, siempre me ocultaste y ahora viene este...
—Oye – protestaron al unísono ambos, mientras Pia y Aiden se unían a la discusión con risas.
—Me quita mi lugar, a mí no me dejabas acercarme así.
—Es lo que hacen las parejas San – le recalcó Rayan divertido por fin tomando asiento en el último lugar libre – deberías estar feliz, Amaia está mejorando.
Todos comenzaron a reír por el ceño fruncido de Sander y su actitud que dejaba en claro que se sentía indignado por haber sido desplazado de unos meses para acá por Iham; no lo malinterpreten simplemente se le hacía difícil aceptar que luego de todo lo que ocurrió Amaia haya salido corriendo hacia los brazos del rubio en vez de con él que siempre había sido su confidente. De igual forma, sí se sentía orgulloso de la mejoría de la castaña, luego de casi morir tardaron dos meses en convencerla que debía regresar a terapias y quien se llevó el logro de lograrlo había sido Iham, quien la llevaba a cada sesión, tenía dos por semana, pero siempre que salía del consultorio sabía que la estaría esperando fuera para ir por un Té de Matcha y ser recompensada con halagos y palabras asertivas.
—Bueno, ya que estamos todos tengo que hablar algo serio con ustedes – interrumpió Iham el ambiente tan ameno que se había formado, las sonrisas decayeron poco a poco, conforme veían el rostro neutral del rubio. Se frotó un poco las manos, no por el frío sino por la ansiedad que estaba sintiendo – es un tema delicado.
—Pasó algo en la última revisión con la doctora – indagó Aiden estando atento a la noticia. El castaño era otra víctima más de la relación reciente de Amaia e Iham, pues había dejado de ser el acompañante predilecto a sus citas en el hospital, bueno sinceramente exageraba como siempre porque solamente fueron dos de ellas, pero seguía siendo egoísta cuando se trataba de Iham – dijiste que todo en orden.
—Lo está en serio, cálmate mocoso sobreprotector.
—Entonces, ¿Por qué tanto misterio? No preocupes de más a mi bebé – Pia seguía aferrada al cuerpo del castaño como si se tratase de un koala – sabes lo que me costó que se olvidara de ti un momento anoche.
—Y ¿Qué hiciste para que eso sucediera? – le sonrió ampliamente Rayan haciendo que las mejillas de Pia se pintaran casi del mismo color de su cabello, Aiden no se quedaba fuera de la reacción en cadena, sus orejas mostraban lo avergonzado que sentía por esa sola insinuación que encerraba una parte de verdad – algo que quieras comentarnos, ¿Aiden?, no sueles utilizar bufandas en esta época del año y aquí adentro está puesta la calefacción.
—¡Rayan!
—Relájate rebelde, te pones más al descubierto cuando actúas así. Además, siendo vecinos no esperes que haga oídos sordos.
El tema se estaba desviando más de lo que esperaba, Iham no era de los que hablara mucho sobre su padecimiento, se limitaba a decir lo necesario y ahora ni siquiera había mencionado realmente lo que quería, era algo importante, no podía quedarse callado con eso, aprendió la lección después de aquel evento trágico. Amaia notó su nerviosismo al ver cómo su manía de pianista se hacía presente una y otra vez; llevó su mano hasta la pierna contraria, que había tomado un ritmo acelerado, con suaves caricias lo hizo regresar en sí a lo que estaba por mencionar, la sonrisa de la chica le calentó el pecho haciendo que sus latidos fueran un poco más fuertes de lo normal, tomó una bocanada de aire y volteó hacia el frente.
—Me harán un trasplante.
Silencio absoluto fue lo único que recibió como respuesta ante lo mencionado, la preocupación en la mirada de todos lo hizo sentirse menos valiente para querer seguir y explicar la situación de una mejor forma, era complicado, difícil de digerir y no le gustaba para nada cómo se habían dado las cosas, pero agradecía que al fin tuviera esa oportunidad porque su pobre corazón no resistiría más.
Lo había comprobado por él mismo, no solamente con la dosis extra de medicamentos. Una tarde estando con Amaia las cosas se subieron de tono en la parte trasera del auto, pero todo se vio frustrado gracias a que sus latidos amenazaron con detenerse, fue eso o una especie de advertencia para no cometer una estupidez mayor. Amaia estaba asustada al notarlo tan agitado, sudando, temblando y demasiado débil. No recuerda el número de veces que se disculpó con ella por hacerla pasar por un episodio así, pero le fue de suficiente motivación para optar por el nuevo tratamiento, junto con la nueva lista de trasplantes.
—¿Conseguiste un donador? – Aiden fue el primero en terminar el silencio, pensar que cabía la posibilidad de alguien más donándole su corazón a Iham le hizo erizar la piel.
—Sí.
—Y ¿Qué haces aquí? No se supone que esas cosas son operaciones de emergencia porque el corazón es delicado y esas cosas – Sander estaba enterado de la situación porque Amaia seguía contándole muchas de las cosas que sucedían entre ellos. Además, Iham les había explicado a todos su condición actual para que no solamente Amaia y Aiden cargaran con todo – o me dirás que lo tienen en una nevera o algo por el estilo.
—Está en el donador.
—Es la cosa más escalofriante que te he escuchado decir – le interrumpió Pia, para ella hablar de cosas como muertes y sangre no era un tema de su agrado, sobre todo porque aún no superaba el hecho de la muerte de Robbie, no por afecto, sino por el simple hecho de que ella lo hizo.
Luego de salir de toda la situación se fueron a vivir a casa de Spencer, la actual pareja de su madre, quien casualmente era un psicólogo; así que en el momento en el que se le presentaron las pesadillas de ella en un charco de sangre, el rostro de Robbie bañado en el líquido rojo y ella sosteniendo un cuchillo, el hombre se ofreció a darle terapias para ese trauma. Estaba avanzando a su ritmo, Aiden había sido como su pilar más fuerte del cual se sostenía, pasaba muchas noches en casa del castaño, claro una vez que regresó de su recuperación en casa de Iham.
Lo cierto era que esos temas los sentía muy a flor de piel, podía tolerarlos, pero le parecían de muy mal gusto que bromearan con ese tipo de cosas o tan siquiera lo mencionaran tan a la ligera. La vida se había vuelto un poco complicada, aunque entre ellos la tensión nunca estaba presente, a menos que tocaran algo referente a lo sucedido meses atrás. Y es que el simple hecho de pensar que Amaia podría ya no estar viva al igual que Aiden ya era mucho decir.
—Acaso piensas matar a alguien para llevarlo al hospital ¡Auch! Pia eso duele, no lo dije con otra intención – se quejó Aiden al recibir un pellizco en el pecho por parte de la pelirroja, el que fuera su novio no lo dejaba libre de ser reprendido por sus comentarios fuera de lugar.
—Quieres bajar la voz mocoso psicópata. Digo que todavía está en el donador porque aún está vivo.
—¿Se va a morir pronto? – indagó Rayan con su ceño fruncido analizando la situación.
—No, bueno... es decir sí.
—¡Por qué le estás dando tantas vueltas al asunto! Solamente dilo carajo – le reprendió Pia sintiendo los nervios de punta por no salir rápido de ese tema que la tenía incomoda.
—Es difícil de explicar – apeló Amaia por él. Iham parecía como si fuera culpable de un delito, ya ni siquiera les estaba dirigiendo la mirada, así que fue ella quien decidió salir en su defensa – verán hay un programa extraño, donde los pacientes que están en coma se convierten en donadores de órganos una vez el médico de cabecera certifica que tienen una muerte cerebral total. Cuando ya no se registra ninguna actividad nerviosa que da indicios de vida entonces optan por desconectarlos, pero en este caso es diferente.
—Te darán el corazón de alguien en coma – se sorprendió Sander al entender el rompecabezas que estaban mencionando en ese momento. Todos se quedaron callados ante la afirmación silenciosa de Iham, era difícil de asimilar que algo así podía ocurrir.
—Iham no quería aceptar algo así.
—¿Por qué? Eso salvaría tu vida, es decir la persona de quien vendría el corazón ya no está consciente – interrumpió Aiden, quien se había informado de todo ese tipo de cosas; conocía el rechazo del rubio ante esa posibilidad por la situación tan delicada por la que pasaban, pero ahora se le veía mucho más convencido y al mismo tiempo se notaba culpable – tienes que hacerlo.
—Es difícil, para mí no sentirme como una especie de asesino, aprovechándome de una persona que ya no puede decidir sobre su propio cuerpo. Ahora más que nunca y creo que todos entienden mi razón.
Los chicos bajaron la mirada casi de inmediato dándole la razón a Iham de su desagrado con la situación. De por sí asimilar que un trasplante de un órgano vital como lo es el corazón, son difíciles de obtener, además de asimilar la idea que proviene de alguien que ya murió, pero de alguien que sigue con ciertos signos vitales, condenado a un lapso de tiempo estipulado que indicará que no se puede hacer mucho más era un caso diferente.
—La operación será aquí, antes de las fiestas navideñas.
—Entonces, es más que seguro que esta persona ya no responde.
—Tendrá la última evaluación esta semana – volvió a interrumpir Amaia, cosa que Iham agradecía, tener a alguien más para decir lo que no podía en ese momento era mejor que afrontarlo solo – la madre de... - Amaia se interrumpió a ella misma por lo que iba a decir corrigiéndose casi de inmediato para evitar el dolor – es decir, la doctora Araya le dijo que lo más seguro es que sea el miércoles. Solamente estaban esperando que los familiares firmen los papeles que están de acuerdo.
—Entonces una ronda de café por el nuevo corazón de Iham – mencionó Sander poniéndose de pie sin esperar la respuesta de nadie. Todos lo observaron irse y Rayan fue el único que se puso de pie.
—Iré con él, para ayudar con las bebidas.
—Toma mi tarjeta – mencionaron Aiden, Iham y Amaia al mismo tiempo.
—Tranquilos, ahora puedo invitarlos.
Rayan avanzó lo más rápido que pudo viendo como Sander observaba el letrero con el menú, sabía que no buscaba una opción para pedir simplemente trataba de distraer su mente en algo que no fuera la plática que tenían. Con cautela le tomó del hombro brindándole una sonrisa con sus hoyuelos marcados. Los ojos de Sander brillaban y su labio inferior temblaba reteniendo las ganas de llorar.
—Yo...
—Tranquilo, vine porque no podrás solo con las bebidas, además esta vez pago yo – Sander le sonrió, con su mirada brillante reteniendo las lágrimas, sus mejillas comenzaron a pintarse de rosa y Rayan no pudo evitar abrazarlo para darle un poco de consuelo – no tienes que fingir que todo está bien.
—Sigo pensando que fue mi culpa.
—Deja de decir eso, no hoy por favor. Sabes lo duro que ha sido.
—Es por esa razón que sigue carcomiéndome la conciencia, cada vez pienso qué pude hacer diferente.
—San, no tienes la culpa de nada.
—Pero qué tal si yo...
Su discurso se vio interrumpido en el momento en el que Rayan le tomó por sorpresa al besarlo, algo demasiado casto, solamente un tope de labios con los contrarios. Una vez logrado su objetivo Rayan pegó su frente con la contraria sin soltar el rostro de Sander dándole leves caricias con los pulgares en las mejillas, sintiendo como una pequeña lágrima traviesa rodaba del lado izquierdo.
—No eres el único que se siente culpable, y tampoco tienes que sentirte responsable de algo. Ok
—Tú, me besaste – Rayan tenía los ojos cerrados desde que se había atrevido a topar sus labios con los de Sander, eso fue así hasta que escuchó la voz del contrario temblando. Lo vio con sus ojos reteniendo las lágrimas y las mejillas más rojas.
—Lo siento por el atrevimiento.
—Sí no lo hacías tú, lo iba a hacer yo.
—Te estaba dando tu espacio porque dijiste que... - ahora fue el turno de Rayan de callarse con un beso, con un poco más de roce, con movimientos lentos y todo hubiera seguido así si no los hubieran interrumpido a ambos.
Rayan y Sander se alejaron de su tan preciado beso, gracias a que su burbuja fue reventada por el mal humor de la cajera que estaba siguiendo la escena desde que vio a Sander parado con la mirada perdida en el menú que tanto conocía. Reah quería llamar su atención, pero la silueta alta del otro chico se hizo presente robándole su oportunidad. No es que le fuera indiferente verlo mal, pero ella no podía cargar con los problemas ajenos si no tenía resuelto los propios. Una punzada en su pecho fue lo que sintió cuando los vio besarse, teniendo las mejillas ruborizadas y creando una burbuja descarada frente a ella.
—Terminaron de darse amor o tengo que verlos comerse la boca frente a mí toda la tarde.
—Lo siento Reah – se disculpó un muy sonrojado Sander al notar que se habían quedado prácticamente frente al mostrador sin ordenar absolutamente nada, dándole la primera plana a la rubia.
—No te avergüences San, solamente si van a hacer eso, vayan a una mesa interrumpen el flujo de los clientes para ordenar.
—Prepáranos lo de siempre y súmale un pie de melocotón, dos pasteles de chocolate, dos enrollados de canela y un pastel de zanahoria.
—¿El pastel de zanahoria, por qué? – le susurró Sander confundido por el pedido extra. Pero Rayan no le respondió en ese momento.
—¿Tienes velas de cumpleaños?
—Tenemos cara de ser una cafetería o una pastelería – le alzó una ceja mientras terminaba de tomar la orden – confórmate con que vendemos pasteles para acompañar el café.
—Ya entendí, no es necesario ser tan agresiva.
Sander se sentía incómodo estando frente a la chica que una vez fue la persona que le gustó, definitivamente las apariencias engañaban y en el momento en el que se relacionaron un poco más se dio cuenta que no congeniaban. Reah tenía un carácter fuerte, él estaba acostumbrado a tratar con Pia, pero el de la rubia siempre era estando a la defensiva; tuvieron algunas citas para conocerse un poco más, hubo uno que otro beso, pero nada que se sintiera diferente como lo habría esperado. Aunque no todo fue malo de esa experiencia, Rayan siempre le dio su espacio y apenas unas semanas atrás comenzaron a conversar para darse una oportunidad.
—¿Cómo has estado San?
—Todo bien Reah, espero que contigo también. Escuche que te fuiste de casa.
—No era mía, es de Spencer. Así que no tenía nada que estar haciendo en ese lugar. No entiendo cómo Pia lo soporta – terminó de colocar la comida en una bandeja y los cafés estuvieron listos casi al mismo tiempo – cuídalo mucho Rayan – le advirtió antes que ambos se fueran a su mesa.
Rayan le sonrió incómodo, no es que tuvieran la mejor relación como conocidos y ahora sabiendo que compartían a alguien de forma romántica complicaba la interacción entre ambos, sin embargo, él no se iba a dejar intimidar por la rubia, tomó la comida que ya estaba puesta en una bandeja y Sander las bebidas, se despidieron con una media sonrisa casi como si estuvieran escapando del lugar.
Al llegar colocaron en la mesa la comida y las bebidas bajo la atenta mirada de todos, ninguno se dio cuenta de la escena que ocurrió a unos simples metros, pero no sería necesario explicarlo, al menos no de momento. Cada uno tomó su respectiva orden dejando el pastel de zanahoria de lado. Los cuatro pares de ojos observaron con desconcierto a Rayan.
—No es lo que creen, realmente lo pedí consciente.
—Podemos compartirlo entre todos – intervino Sander para defender a Rayan.
—Pia, tienes tu encendedor – ella asintió comenzando la búsqueda en su bolsillo delantero del pantalón, ganándose una mirada desaprobatoria por parte de Aiden.
—¿Qué?
Prometiste que lo dejarías.
—Y lo estoy haciendo, solamente cargo el encendedor para calmar la ansiedad – el ceño fruncido de Aiden le dejaba en claro que no estaba del todo convencido – lo prometo – le extendió el encendedor a Rayan quien lo tomó y jugó un poco con la llama – ¿Por qué me lo pediste? Es alguna clase de intervención para quitarme el vicio, porque si es así tengo que decir que no es justo.
—No tienen velas de cumpleaños y al menos con esto podemos simular un poco.
—¿Cumpleaños? – interrogó Amaia no sabiendo muy bien a lo que se refería el contrario.
—Hoy es 4 de diciembre chicos – habló melancólicamente mientras sacaba la llama del encendedor y lo colocaba sobre el pastel – pidamos un deseo juntos.
Sander le tomó la mano a Rayan y seguido extendió la otra hacia Iham creando una reacción en cadena entre todos tomándose de la mano, cerrando los ojos. Fue cosa de segundos, pero sentían la presencia de todos justo en ese momento, las lágrimas de Pia y Amaia no se hicieron esperar, ambas aferrándose más al agarre de sus chicos y entre ellas mismas.
—Listos...
Fue más como una afirmación para que todos abrieran los ojos al mismo tiempo y se acercaran a dar ese pequeño soplo de vida que apagaría la llama, dejando a la vista un pequeño atisbo de humo. Se dejaron llevar por los sentimientos que los invadía a cada uno con ese pequeño acto, quedándose en un silencio cómodo, reconfortándose entre todos con miradas cálidas y medias sonrisas que decían todo lo que con palabras no podían verbalizar.
—Bien comamos el pastel para poder ir.
—Aiden ¿tu solo piensas en comer? – lo reprendió Iham ante su inoportuno comentario, sin embargo, eso no le evitó que tomara una cuchara para meterse un bocado a la boca.
Siguiendo la acción del castaño el resto hizo lo mismo tomó una cuchara sosteniendo en el aire, como si se tratara de un brindis. Iham tomó el cubierto que le fue dado por Amaia con su bocado correspondiente. Un acto simbólico, con mucho significado. Las risas volvieron a hacerse entre el grupo con una que otra broma y al terminar todos se dirigieron a la salida listos para finalizar con su ritual de amistad.
Su padre le había dicho hace mucho tiempo que el cansancio mental es como un pasillo infinito sin descanso, sin un principio y sin un final, porque mirara donde mirara todo era igual. Si iba en reversa se vería de la misma forma que si estuviera en dirección contraria. Owen perdió la cuenta de cuantas veces giró en direcciones erróneas, se sentía mareado, confundido y desesperado. La oscuridad se había ido luego de un brillo cegador que por algunos segundos hizo que todo a su alrededor se aclarara.
Paredes altas, maltratadas, con papel tapiz desgastado, algunos marcos de cuadros vacíos; el patrón se repetía una y otra vez. Marco dorado vacío colgado de lado como si fuera a caer, papel tapiz verde olivo rasgado en algunas partes y una mesa de madera alta con un florero de cristal, con esas estúpidas flores amarillas. ¿flores amarillas, florero, mesa? Eso no estaba ahí la última vez que pasó por el pasillo. Se detuvo unos instantes a observar más de cerca, asegurándose que no fuera un espejismo de su mente. Alzó la mano para poder tocar con la yema de sus dedos la suavidad de los pétalos de la flor amarilla.
Narcisos, esa era la voz de su madre. Cuando se casó con Robert estuvo mucho tiempo en casa y encontró paz en la jardinería, justo durante el tiempo de embarazo de sus hermanos, pasaba muy aburrida en casa, pero alguien le dio la solución de encontrar un pasatiempo que no le implicaría mucho esfuerzo. Así que, cada mes compraba una nueva planta, más específicos una flor, había encontrado una especie de guía sobre flores con significado.
— "Son Narcisos Owen, dicen que significan el comienzo o el reinicio de algo" - ¿Eso aplicaba a su situación actual?
Con cautela dejó de tocar la bella flor y alzó la vista a su alrededor esperando que algo haya cambiado, además de lo que tenía frente. Para su mala suerte nada era diferente, solo estaba él en ese angosto pasillo, pero al fondo podía notar un brillo particular, sus pies tomaron control de sus movimientos, cada vez eran más rápidos, más desesperados, no le importaba el ardor en su pecho o el dolor de cabeza que comenzaba a hacer presente. Quiso alcanzar con la mano la luz brillante que lo dejó cegado por unos segundos para luego estar rodeado de un pulcro blanco.
"Las cajas vacías también merecen un poco de amor. Pero solo encuentro vacíos más abismales. Creo que es tiempo para cambiar eso"
No se podía mover, sentía su voz atascada en la garganta, sus ojos comenzaron a escocer sacando una que otra lágrima instintivamente volvió a cerrar los ojos con el miedo de volver a encontrarse solo en ese lugar al volverlos a abrir. Contó hasta tres y frente a él ya no está esa inexistencia de color, de nuevo en un pasillo. Esta vez le trajo más tranquilidad, era muy diferente a lo que antes había visto, incluso lo sentía como una breve probada de la normalidad. El suelo tenía una alfombra blanca acolchonada, las paredes tenían ese feo papel tapiz verde olivo con la diferencia de encontrar plantas a lo largo de la superficie, era agradable ver un cambio en todo eso. No supo cuánto tiempo caminó, pero encontró eso con lo que esperaba toparse.
Mesa de redonda de madera, esta vez no tenía un florero era una maceta pequeña de forma ovalada que contenía las flores de color lila, muy parecidas a una margarita, pero los pétalos eran mucho más delicados, había siete flores hermosas recibiéndolo.
—"Mamá esas margaritas son moradas"
—"Se llaman Aster, no son margaritas. Dicen que representa el amor, según algunos dicen que las divinidades tenían accesorios con esta flor porque con eso conservaban a sus parejas – la risa de su madre se hizo presente mientras acariciaba su vientre abultado donde se encontraban sus pequeños revoltosos, eso le hacía pensar Robert – también le llaman Cielo Estrellado"
Cielo Estrellado justo como los ojos de Aiden al asombrarse con algo de su entorno, el jodido niño que llegó a poner de cabeza a todo un grupo de jóvenes adultos con sus manipulaciones y comportamiento positivo, burlesco, introvertido en ocasiones y en otras muy específicas, dejándolos desconcertados por su manera tan madura de afrontar situaciones complicadas. A pesar de no tener una familia como el resto del grupo era el que mejor sabía afrontar las problemáticas de una familia. A él mismo le había dado consejos para entender a su madre y a su padre.
"Siempre he sido el protector, pero ahora estoy feliz de ser quien se robe la atención del resto, podría a acostumbrarme a eso"
Llevó su vista hacia el frente encontrando un espejo, extraño como todos los anteriores, no reflejaba absolutamente nada, suspiró cansado de no saber cómo se vería en ese momento. Alzó un dedo hacia el objeto para asegurarse que era de verdad y no una simple pintura realista, un flash cegador fue todo lo obtuvo y de nuevo blanco, con algunas siluetas borrosas, una luz que iba y venía, su ritmo cardíaco se aceleró en reacción ante lo desconocido, su respiración comenzó a ser irregular.
Abrió sus ojos un tanto sorprendido, sus manos se sostuvieron de la dura superficie frente a él, sintió el frío que emanaban de las paredes de tonos beige, con algunos detalles en color azul rey, parecían hechas de una especie de mármol sólido, estable, le traía calma ambos colores. Casi se le salen las lágrima porque a unos cuantos pasos estaba lo que parecía un vestíbulo con una enorme mesa, pero eso no era lo que destacaba, las flores en ella opacaban cualquier aspecto elegante del lugar.
—"Crisantemos y Violetas, son mis favoritas hasta ahora"
Él veía las flores que con tanto amor su madre regaba diciendo que eran sus favoritas hasta ese momento. Unas eran de un intenso color morado casi pareciendo azul y las otras eran tan blancas que contrastaban tan bien están al lado una de otra. La pequeña no tenía ningún aroma en particular, pero al estar tan cerca del resto se rodeaba de las fragancias de las otras. Su madre decía que así estaba mucho más feliz, no destacando sino más bien acompañando.
—"¿Por qué mami?"
—"Porque ambos simbolizan lealtad, fidelidad y honestidad. Justo lo que debe tener una relación, espero encuentres personas que te den todo de sí mismos y tú des lo mismo por esas personas. Porque una relación es de dar y recibir"
Los había encontrado, esas anclas que lo traían a una realidad mucho más serena, eran como esa unión sólida entre el grupo, preocupándose todo el tiempo por el bienestar y estabilidad del resto. Rayan y Sander parecían pilares fuertes justo como las paredes que estaban a su alrededor. Sintió cómo sus ojos se iban llenando de lágrimas que rodaban por sus mejillas el viaje lo estaba dejando agotado, y estar encontrándose con todos esos símbolos lo hacían preguntarse si alguna vez volvería a ver a los chicos, hacer su vida normal.
"Ser un maldito egoísta tiene sus beneficios, creo que eres el mejor dando consejos y yo soy un asco para darlos. Tú eres un idiota para actuar, pero yo analizó más allá de tu nariz"
"Me arriesgaré a salir de la zona de confort"
Quizá si dejaba de quejarse de cosas tan banales le darían la oportunidad de regresar. Cerró sus ojos, dejándose caer sobre sus rodillas, sintiendo el frío helarle todo el cuerpo; esperaba ser recibido por una superficie dura y lo que obtuvo fue una sensación extraña, no era dura y tampoco suave, pero hacía que sus rodillas se hundieran, sintiendo calar todo ese frío en sus huesos. Se animó a sí mismo a abrir de nuevo los ojos y lo que vio no sabía si sentirse desconcertado o en paz.
Todo era blanco, cubierto por una capa gruesa de nieve y lo único en esa inmensidad eran dos plantas más, un árbol fuerte y lleno de pequeños frutos rojos, las hojas verdes resaltaban claramente, pero eso no evitó notar que lo rodeaban siete pequeñas flores blancas, que emergían de la gruesa capa de viene con algunas gotas de rocío cayendo de los pétalos. Gotas de agua que resonaban como un eco en el espacio, un "pop" cada que caían.
—"Mami mira, ese árbol tiene frutos rojos"
—"Se llama Acebo, es el símbolo de la navidad. Sabes por qué – el pequeño la vio con mirada curiosa negando – este pequeño de aquí le dicen Muérdago y lo cuelgan en los umbrales de las puertas para proteger los hogares. Ese es su significado defensa y protección"
—"Se parece al árbol de navidad que tenemos en casa con esas bolitas rojas"
—"Verdad que sí, pero nunca debes comerlas"
—"Tú dijiste que los frutos son buenos"
—"Estos no pequeño, es algo nada más para admirar"
Justo como Pia, era alguien que parecía fuerte, pero al momento de intentar pasar la propia barrera que ella tenía terminabas intoxicado por su agresividad, protegía celosamente su yo interno, así como a los suyos cuando veía que eran amenazados.
"Quién diría que tú y yo estábamos destinados a compartirlo todo; si prometes no dejarme sola, quizá reconsidere el compartir"
—"Mira Owen – le dijo su madre señalando unas pequeñas flores blancas que tenían un poco de escarcha cubriéndolas – estas pequeñas de aquí se llaman Campanillas de Invierno"
—"Son flores que nacen en la nieve mami"
—"Así es pequeño, ellas sobreviven al frío y florecen, dejándose ver sobre la nieve"
—"Son pequeñas"
—"Pero el ser pequeñas no les quita lo valientes que son al salir en este frío. Ellas le dan la bienvenida a la primavera, ellas representan esperanza y el porvenir de la belleza"
Amaia definitivamente era esa campanilla de nieve surgiendo en los peores ambientes, donde nadie pensaría que existiría vida, ahí estaba ella, en el lugar que no se esperaba, llevaba belleza y esperanza. Sabía que la castaña creció en un entorno demasiado contradictorio, con muchas inseguridades, que, aunque con los chicos pareciera no tenerlos, todos siempre se percataban de lo frágil que podía llegar a ser.
"Mejorar es una opción viable y la decisión está en mí. Siempre lo estuvo"
Si tenía que quedarse en ese limbo de recuerdos y símbolos para estar cerca de los chicos, agradecía un poco la piedad que tenía su propio ser, pero si este solamente era parte de un paso más allá lo recibiría con los brazos abiertos. Dejó caer su cuerpo sobre la nieve, con una sonrisa en sus labios y lágrimas en sus ojos. Alzó la vista llenándose de esa luz cegadora, brillante, blanca, tranquilizadora y que venía llena de paz. Dejándose atrapar, inhalando profundo, sintiendo un cosquilleo en sus fosas nasales, el cuerpo, cada extremidad volviéndose más pesada con sensaciones extrañas, pero con la vista al frente.
—¡Quién fue el idiota que decidió que no puedes visitar a tus seres queridos después de las seis de la tarde! – se quejó Rayan por quinta vez en lo que llevaban en ese lugar, tan frío y carente de empatía con el resto de personas, al menos así lo veía él desde su punto de vista –. Debió ser alguien egoísta que se le murió su padre a esas horas y en su memoria quiere hacer a todos sufrir.
—Rayan cierra la boca, nos sacarán de aquí si sigues alzando la voz – lo reprendió Pia cansada de escucharlo quejarse una y otra vez – solo vuelves peor la situación para todos.
Los cinco chicos se encontraban en la sala de espera del hospital esperando que los rumores no fueran ciertos. Se culpaba a sí mismo por no llegar a tiempo, pero su sorpresa fue encontrar al resto del grupo esperando en las sillas de esa amplia sala con las caras largas y desesperados. Ya había pasado una semana de la cirugía de Iham, todo había salido de "maravilla" según los médicos, tanto así que no les permitían ingresar para visitarlo era el colmo que en cada ocasión los recibieran con una negativa. Lo único que escuchaban eran excusas que solo los familiares podrían ingresar; Aiden podía ingresar porque lo reconocían como "su hermano", pero por esta vez decidió no abusar de la mentira.
Amaia estaba sentada al lado de Aiden, era con el único que se sentía tranquila con toda la situación; movía su pierna rítmicamente para descargar la ansiedad de su cuerpo, tenía la mirada perdida en algún punto, dejando la mente en blanco y constantemente llevaba sus dedos hacia su boca para terminar mordiendo sus uñas. Aiden cada vez que lo notaba le quitaba la mano del lugar, por su parte Amaia agradecía el gesto porque la regresaban al presente en el lugar donde estaban en ese momento y Pia había resultado ser celosa, como una niña pidiendo atención del castaño.
—¿Cuánto tiempo tendremos que esperar? – suspiró desesperado Sander luego de quince minutos más de espera – las enfermeras dijeron que posiblemente no nos darían la entrada hoy sino hasta mañana.
—¿Quién dijo esa estupidez?
—Fui yo – la voz baja y femenina se hizo presente detrás de Rayan, quien lentamente se giró para encarar a la persona, encontrándose con la mayor de sus sorpresas – el paciente ya está siendo llevado a una habitación donde puede recibir visitas. Tu hermano está bien – le sonrió a Aiden de una forma dulce, demasiado amistosa para el gusto de la pelirroja que se aferró al brazo del castaño marcando su territorio.
—Gracias, en serio queremos verlo todos juntos.
—¿Riven?
—Hola Rayan, tanto tiempo sin vernos.
—¿Se conocen? – preguntó Sander desconcertado ante las miradas que ambos se daban.
Por supuesto que se conocían, ella se veía más vivaz, con sus mejillas rellenas, su pelo estaba corto recogido en una coleta baja, estaba pintado de rubio y llevaba su uniforme impecable con un bordado del lado izquierdo donde se podía leer su nombre. Estaba totalmente distinta, no era la misma chica callada, se veía como una mujer, bastante adulta.
—No sabía que te encontraría trabajando aquí. Tú si tuviste...
—Sí, luego de tener a mi hija estudié enfermería y me vine a vivir aquí a la ciudad.
—Y te...
—No, ni lo menciones, no sé absolutamente nada de él. Pero es mejor así.
—Oigan muy bonito el reencuentro romántico de amores adolescentes que tienen aquí, pero vamos a lo importante ¿podemos ver a nuestro amigo? – Pia necesitaba saber que estaba ocurriendo con Iham para así poder tener de vuelta la atención de Aiden y que dejara de cuidar por un momento a Amaia.
—Cierto, él los estará esperando.
—¿Está despierto? – murmuró Amaia con un brillo en sus ojos al saber que sería recibida por el rubio de una forma consciente.
—Así es.
—¿Cuál es la habitación?
—Está en la habitación 206.
No había terminado de decir el número cuando Amaia, Aiden y Pia se pusieron de pie con dirección hacia las rampas del lugar. Mientras tanto Sander simplemente se puso al lado de Rayan tomándolo de la mano y sonriéndole en el momento que obtuvo su atención, el apretón fue devuelto con algunas caricias, además de una sonrisa con hoyuelos pronunciados.
—Fue un gusto verte de nuevo Riven.
—Lo mismo digo Rayan.
Rayan no era ningún tonto, apenas estaba saliendo de la zona de amistad con Sander, quien por malas experiencias se sentía inseguro, no le iba a agregar más a la lista, además se evitaría de problemas futuros. Riven había sido parte de un pasado, el cual no quería en su presente. No porque hayan tenido algo más allá de simples interacciones, sino porque notó ese brilló en los ojos contrarios que le advertían con una enorme bandera roja que estaría pisando terreno peligroso.
—Entonces, conoces a la enfermera Riven – se atrevió a romper el silencio Sander luego de caminar cierta distancia – es alguna ex novia.
—No, es una ex compañera – Sander lo vio incrédulo de lo que estaba diciendo – ella salió embarazada del patán de la clase en los últimos meses del último año. La defendí de él cuando no se quiso hacer cargo del pequeño regalo de vida y pues, cuando me dieron mi carta de aprobación de la beca nunca más supe de ella.
—Parecía muy interesada en ti, ni siquiera te dejaba mencionar su pasado.
—Por eso no quise tocar más el tema.
Fue suficiente para Sander, la lealtad que tenía Rayan no estaba a discusión, hacia lo que decía y en su manera de actuar siempre destacaban en su personalidad. Eso le traería mucha más paz y con esa satisfacción podría llegar a la habitación de Iham feliz esperando saludar por fin a su amigo. Cuando llegaron se escuchaban risas y murmullos, eso era razón suficiente para saber que los chicos ya estaban en el lugar. Y efectivamente Amaia veía con adoración al rubio que estaba postrado en una camilla, un poco más pálido, si es que eso era posible para él, Aiden estaba sentado en el sillón de la habitación con Pia sobre su regazo con una enorme sonrisa en el rostro al poder acaparar a su gusto al castaño.
—Te vez de la mierda.
—Vete a la mierda Rayan, tú y tus estúpidos comentarios.
—Tranquila fiera, pensé que el nuevo corazón te haría más blando, pero parece que se lo sacaron a un clon tuyo.
—Eres un imbécil – dijo riendo por lo bajo y quejándose por el dolor en el pecho, no podía hacer mucho esfuerzo y el hablar o reírse en ese caso era doloroso.
—Me alegra que estés con nosotros.
—¿Qué dijo la doctora antes de traerte aquí?
—Mencionó algo de unos estudios, pero que vendría luego.
—Toc, toc – se escuchó la voz femenina proveniente desde la puerta, dejando a la vista a la mencionada, como si la hubieran invocado. La mujer tenía unas pronunciadas ojeras en su rostro, algo que desde hacía varios meses se venía notando, pero eso no le quitaba de estar para sus pacientes y menos en este caso – veo que ya tienes las visitas que tanto estabas esperando.
—Creímos que no podríamos entrar, dijeron que se pasaría de la hora de visitas.
—Eso es verdad Aiden, pero tu "hermano" pidió que fuéramos un poco más rápidos para poderlos ver.
—Se lo agradecemos – interrumpió Amaia con lágrimas enormes en sus ojos por la emoción que la invadía por fin estar frente a su novio. La palabra aún hacía cosquillas en su pecho y aún más en su lengua cuando la pronunciaba.
—Bien a lo que venía, todo está en orden, aún no te daremos el alta porque estás expuesto a posibles infecciones, pero si todo sigue con normalidad y respondes correctamente como hasta ahora podrás irte a casa en una semana y media.
—No tiene idea de lo feliz que me hace escucharla decir eso.
—Bien, si no tienes preguntas o algo más que mencionar me retiro.
Todos, le agradecieron por haber salvado a Iham con la cirugía y decidieron que era momento de abusar un poco de su estadía en el hospital, un plan fácil y sin obstáculos, bueno el único se encontraba frente a ellos con una sonrisa cansada. Rayan tomó la palabra para reflejar lo que todo el grupo quería en esos momentos.
—Doctora Araya.
—¿Sí?
—Cree que sea posible que nos deje visitarlo un momento.
—Serán unos minutos – agregó Pia para ponerle un poco de presión al momento.
—Prometemos no meternos en problemas – los ojos de Aiden eran el arma secreta del grupo, con esa mirada de cachorro abandonado.
—De acuerdo, denle mis saludos.
El grupo sonrió victorioso por haber logrado con facilidad convencer a la madre de Owen, decidieron que irían todos juntos para no ser descubiertos rondando por los pasillos, con excepción de Amaia que dijo querer quedarse con Iham, quien con mucho gusto aceptó la compañía. Los cuatro chicos se aventuraron a deambular por los pasillos que conocían muy bien, escabulléndose de la mirada de alguna enfermera. Cuando estuvieron frente a la habitación se encontraron con la misma escena.
Owen estaba postrado en esa cama de hospital, conectado a varias máquinas, el sonido del respirador era tortuoso, la frecuencia cardiaca demostraba que seguía vivo, pero en un profundo sueño. Seis meses sin despertar, el choque que tuvo con el camión le provocó un enorme golpe en la cabeza que lo había dejado en ese estado luego de varias horas de cirugía. Al menos ahora parecía solamente estar esperando a despertar y no siendo una escena mucho más dolorosa. Su pierna había sanado casi por completo, estuvo durante mucho tiempo con unas varillas de metal que sostenían su hueso, ahora solamente estaban las heridas cicatrizando.
Pia se abrazó a Aiden buscando consuelo de la imagen frente a ellos, era muy doloroso saber que de un día para el otro el pelinegro se quedaría en ese estado. Lo visitaban seguido porque no soportaban dejarlo atrás, la última vez había sido una semana atrás en su cumpleaños, el reporte que les habían dado era sin cambios. Aunque ellos no lo pensaban así. En varias de las ocasiones lo vieron abrir los ojos por unos instantes, la explicación que les dieron fue que los pacientes en ese estado solían hacer eso como un reflejo de los músculos. Ninguno quería creer esa versión, incluso lo vieron llorar.
—Creen que está sufriendo.
—Pia está dormido, prácticamente no siente nada del exterior.
—Entonces, creen que sufre internamente.
Todos se acercaron lentamente a rodearlo para observarlo más de cerca, tenía rastros de lágrimas en sus ojos, de nuevo. Pia alzó la vista viendo a los tres hombres que estaban junto a ella y decidió ser valiente; sacó un pedazo de servilleta de su bolsillo y comenzó a quitar las lágrimas, pero eso solamente pareció provocar muchas más. En un impulso, motivada por el dolor de ver así a su amigo llevó su mano hasta el rostro ajeno dejando pequeñas caricias, quitándole el pelo de la frente.
Ninguno se percató del cambio en la máquina que llevaba el monitoreo del ritmo cardíaco de Owen, este se había elevado un poco más, su respiración se entrecortaba conforme su cerebro lanzaba impulsos a sus órganos y el resto del cuerpo para despertar, haciendo que sus perezosos pulmones comenzaran a hacer su labor como debería. Entonces ocurrió algo que los dejó helados a todos, de nuevo estaba ahí con los ojos abiertos, pero con una diferencia, sus pupilas no estaban dilatadas como en otras ocasiones, los movimientos en sus ojos fueron lentos y al mismo tiempo descontrolados, como si buscara enfocar su vista en algo. Sonidos roncos salían de su garganta y sus movimientos eran leves, pero demostraban que estaba entrando en pánico.
—¡Santa mierda!
—¡Owen, me escuchas! – Pia comenzó a tratar de tranquilizarlo dejando caricias en su rostro, notando la respuesta a sus estímulos, leves movimientos que intentaban ser un asentimiento en afirmación y con eso más lágrimas – mierda, despertaste. ¡No se queden ahí como idiotas vayan a llamar a una enfermera o algo!
—¡Sí! – mencionaron al unísono Rayan y Sander, Aiden estaba a punto de dejar la habitación junto con ellos, pero fue detenido por un fuerte agarre en su muñeca que no lo dejó moverse.
—Tú te quedas con nosotros.
—De acuerdo – tragó duro, se sentía nervioso porque ahí estaba su amigo, luego de meses sin despertar, estando como una patata en la cama, tratando de moverse, hablar, buscando expresarse.
—Owen necesito que te tranquilices ¿sí? Estamos contigo, en un momento regresarán Sander y Rayan con una enfermera.
—Pia, posiblemente cuando eso suceda nos saquen de aquí – murmuró Aiden en el oído de la pelirroja y vaya que lo sabía, pero eso no la alejaría en estos momentos. Estaba reteniendo sus propias lágrimas y dándole caricias en el rostro tratando de tranquilizarlo, Owen hacía sonidos un tanto roncos, desesperados, las gotas saladas salían de sus ojos sin control.
—Lo sé. Por ahora tenemos que hacer que se tranquilice. Owen por favor relájate, estás en el hospital, tienes un tubo que atraviesa tu garganta si sigues respirando así te puedes ahogar, dime que me entiendes – hizo una pausa a sus palabras notando como el pelinegro se relajaba a sí mismo poco a poco – eso es, pronto estarán aquí para auxiliarte.
Sus palabras quedaron suspendidas en el aire en el momento en el que entraron tres enfermeras, un doctor y la madre de Owen. Como ya había dicho Aiden los sacaron del lugar para asegurarse que estaba bien. Al chico no le agradó estar rodeado de caras desconocidas, pero se llenó de alivio al encontrarse con la cara rojiza y llena de lágrimas de su madre quien le repetía lo feliz que estaba de tenerlo de vuelta. Owen solamente quería que le quitaran el tubo para poder respirar con tranquilidad.
Le informaron que debían sedarlo nuevamente para poder quitarle el objeto y el sintió que no volvería a despertar si hacían eso, trató de negarse lanzando sonidos desde su garganta obstruida, implorando que no lo hicieran. Pero su madre lo distrajo con palabras amorosas, le repetía que estaría bien y que debían hacerlo así o le lastimarían más al tenerlo despierto. Fueron simples argumentos que no dejaron ver el momento en el que a través de la intravenosa introducían el sedante, no tardaría en hacer efecto y podrían colocarle una simple mascarilla o bien solamente dejarle una cánula mientras sus pulmones se acostumbraban de nuevo a su trabajo.
El silencio que estaba dentro de la cabina del auto de Iham era diferente al que usualmente mantenían, desde que Owen había quedado en coma, las bromas cesaron, la música bajó de volumen, las risas disminuyeron y las salidas espontáneas fueron reemplazadas por visitas al hospital y reuniones sobrias en la cafetería. Pero ahora el ambiente estaba tenso, Amaia apenas logró calmarse gracias a las pastillas que tomó, Rayan estaba como en un estado de shock al tener todavía la imagen del pelinegro luchando contra el personal del hospital, Aiden también se encontraba un tanto consternado, pero no se dejaba abrumar por sus pensamientos, no mientras él era el encargado de manejar. Los únicos con semblante diferente eran Sander y Pia. La pelirroja no dejaba de dar caricias en el muslo derecho de Aiden tratando de transmitirle un poco de tranquilidad, era extraño estar del lado del copiloto y ahora estar prácticamente al frente, su espacio en el baúl no había sido ocupado por ellos en mucho tiempo.
Sander por su parte estaba agradecido de ver despierto a Owen, había tantas cosas que quería decirle, todas y cada una de ellas se las repitió durante meses, pero ahora tendría la oportunidad de decírselo en persona. Todos estaban tan inmersos en sus pensamientos que no se dieron cuenta en el momento que el auto se detuvo frente a la casa de la castaña.
—Amaia ¿quieres que me quede contigo esta noche? – Pia no era muy de la idea de compartir, lo había hecho en toda su vida, pero con Amaia en los últimos meses se hicieron más cercanas, tener esas pequeñas noches en la casa de la castaña le había hecho bien a ambas – sé que es difícil la situación.
—No te preocupes por mí – le dio una sonrisa melancólica – llamaré a Iham para que me haga compañía hasta que me quede dormida.
—Por eso tenía más ojeras de lo normal – burló Rayan recordando lo demacrado del rostro del rubio, parecía demasiado como para solo atribuirlo a la operación.
—Me ayuda a dormir cuando estoy ansiosa. Así que no te preocupes Pia, puedo con ello y si no.
—Sabes que puedes llamarnos.
—Lo sé. Nos vemos descansen.
La puerta de la casa de Amaia se abrió dejando a la vista la figura masculina de Charlie, recibiéndola con una sonrisa y alzando la mano para despedirse de ellos. La relación entre sus padres era un poco turbulenta y mucho más complicada la relación madre e hija, Amaia no había perdonado del todo a Leonor, seguían en términos de solamente convivir con la otra, tratando de hacer que fuera medianamente llevable. Justo como trató de hacer muchos años atrás, con la diferencia que, ahora no le importaba tener la aprobación de su madre, tampoco se quedaría callada si no le agradaban los comentarios ofensivos. En terapia le habían dicho que, aún siendo familia, su propia madre, ella tenía el derecho de escoger el tipo de relación que tendrían y justamente eso era lo que hacía.
Así que con la vista de la chica abrazando a su padre desde el umbral de la puerta todos respiraron con tranquilidad. Se veía mucho más tranquila, a su ritmo y bajo sus propios términos. El estar con Iham le hacía tener un poco del mal carácter del contrario, el toque justo para defenderse. Su aura era mucho más segura de sí misma, incluso les había mostrado sus cicatrices en un acto de demostrar que no le avergonzaba. Iham conocía las de sus piernas las cuales se encargó de besar una a una y ella había visto la de él delineó con sus dedos la extensión de la misma, y de igual forma se encargó de dejar caricias con la promesa de hacer lo mismo con la nueva. Con ese acto fue sufriente para hacer sentir menos insegura de mostrar sus piernas, razón por la cual ahora la veían utilizar vestidos o una que otra falda.
Las cosas estaban cambiando definitivamente para mejorar. Quién diría que de un evento trágico podrían sacar un lado positivo para todos.
—Bien ahora a la casa de Sander.
—De hecho, me quedaré con Ray esta noche.
—Planes alocados para esta noche chicos – Pia se dio la vuelta en su asiento mirando cómo ambos se hundían en su asiento, agradeciendo la falta de luz necesaria para que se dejara notar el rubor en sus mejillas – tomaré eso como un sí, no hagan mucho desorden, saben que las paredes del complejo son de papel y estar en el último nivel no los salvará.
—¡Pia!
—Ya, ya haré silencio.
Aiden sonrió divertido de la situación que se daba en la parte de atrás del auto, teniendo una pequeña vista a través del retrovisor donde ambos simplemente se tomaron de la mano viendo hacia la ventana. Pia estaba murmurando pequeñas quejas del por qué la estaban callando si ella había dicho lo obvio. Podía ser mayor en cuanto a edad, pero él la veía como una pequeña niña la cual quería tener la atención de alguien y a Aiden le encantaba verla así. Le tomó la mano izquierda y la llevó hasta sus labios para dejarle un beso en el dorso de la mano, sabía lo que provocaría en la chica, no tenía que voltear a verla para saber que su falta de movimiento era porque estaba avergonzada.
Luego de un silencioso recorrido ambos chicos bajaron del auto despidiéndose rápidamente, Pia se quedó unos minutos más esperando algo, ¿Qué cosa? Realmente no lo sabía, pero lo quería y todo vendría del castaño a su lado. Quizá su falta de tacto o gusto por el contacto físico era algo que complicaba la situación entre ellos, pero Aiden lo sabía llevar muy bien. El mayor miedo de ella era saber hasta qué punto llegaría a soportarlo y si eso causaría una ruptura de todo lo hermoso que tenían, se habían tardado tanto en darse la oportunidad que ahora sentía que un movimiento en falso y todo caería por la borda.
Entonces, como si Aiden leyera sus pensamientos, la tomó de su barbilla para que lo mirase y lo siguiente que percibió Pia fueron labios sobre los suyos, suaves, cálidos, esponjosos, tan apetecibles y demasiado mordibles. No se resistió a dar leves mordidas entre roce y roce, sacándole uno que otro jadeo quejumbroso al castaño, quien no se alejó ni un segundo hasta que la falta de aire les impidió seguir adelante.
—¿Y eso qué fue?
—Un beso.
—Ya sé que fue un beso. Me refiero a ¿Por qué así de la nada?
—Ahora no puedo besar a mi novia cuando no se lo espera.
—No... es decir sí – sus balbuceos fueron callados con otro corto beso que la hizo jadear de gusto.
—Te quedas conmigo esta noche.
—¿Aquí?, pero y el auto de Iham.
Pia sabía que Aiden nunca dejaría el auto en el estacionamiento del complejo porque al día siguiente solamente sería partes de un cascarón. Era obvio que la noche la pasaría en la casa de Iham y eso la había puesto triste, pero con esa confesión sus esperanzas volvían a hacerse presentes.
—De hecho, iremos a casa de Iham – Pia se sorprendió al escuchar eso, y por un momento la idea de tener a los padres de otra persona a unos metros de ellos no le pareció la mejor de las ideas – ¿Qué estás pensando que te hace ruborizar?
—No es cierto.
—Tranquila, no iremos a esa casa – el ceño fruncido de la pelirroja le dio a entender que necesitaba una explicación – Iham y yo decidimos independizarnos por así decir, pagaremos un alquiler en un apartamento para los dos.
—Tienes tu propia habitación – le susurró acercándose peligrosamente a él.
—Y está solo. Nos hará bien un espacio así luego de todo lo que pasó hoy.
—Estoy de acuerdo.
Aiden puso en marcha el auto con dirección al centro de la ciudad donde se localizaba el nuevo apartamento. Ninguno mencionó nada más de lo ocurrido en la tarde porque hasta ellos mismos sabían que debían digerir de nuevo la noticia de Owen despertando después de tanto tiempo. Pero de algo estaban seguros estarían para él como lo habían estado todo este tiempo esperándolo.
Era extraño volver a la vida luego de un sueño tan profundo, se sentía extraño en un cuerpo que le pertenecía, pero que ahora debía entrenar para que respondiera correctamente, había pasado una semana luego de ese despertar tan brusco, su garganta había mejorado, aún sentía la sensación del tubo atravesando hasta llegar a sus pulmones, pero al menos su voz ya no sonaba como fumador con cáncer pulmonar. Sus piernas estaban débiles y cada día era una lucha para poder ponerse de pie en las terapias de rehabilitación física.
Estar limitado físicamente tenía sus desventajas, la independencia de ir y venir era una de ellas, pero la ventaja la tenía en ese preciso instante, sentado en una silla de ruedas, atravesando los pasillos del hospital mientras regresaba de sus terapias diarias. Escuchar a Pia y Aiden pelear como una pareja sobre cosas cursis, algo sobre una película que no era para ser vista, cosa que el castaño no entendió quedándose a ver el resto de la película solo. La discusión quedó en pausa en el momento que una llamada entrante del teléfono de Aiden los callara a ambos, escuchó un suspiro de alivio al ver ambos la pantalla y luego supo de quién se trataba. La visita "inesperada" de otra pareja los hizo apresurar el paso hasta la habitación donde encontraron a ambos chicos sonriéndole ampliamente.
—Pensé que tardarías horas en salir de esa terapia.
—No esperaba tu visita.
—Tenía revisión de los puntos y esas cosas. ¿Cómo estás?
—Invalido – bromeó, cosa que se arrepintió en el momento que Amaia le dio un pequeño pellizco sacándole una queja por el dolor provocado.
—No lo estas – le sonrió satisfecha con el acto y reacción obtenida, regresando a los brazos de Iham quien le dio un cariñoso beso en la mejilla.
—Quién lo diría, el antipático, el señor "yo no tengo relaciones estables" "el afecto no es lo mío" dando besos en la mejilla.
—Cierra la maldita boca.
—Pero sigues siendo el mismo.
—Creo que todos cambiamos un poco en estos meses – agregó Aiden tomando asiento en la camilla donde tendría que estar el pelinegro, Pia prácticamente corrió para envolverlo entre sus brazos –, pero para bien.
—Sí ya lo creo – murmuró Owen observando a las dos parejas felices en su burbuja.
—Ahora tu vida será más emocionante, tienes dos hermanas y una sobrina por venir al mundo – se burló Pia. Era divertido para la pelirroja ver la cara de incrédulo que ponía cada vez que recordaba el enredo familiar que tenía ahora – míralo desde este punto de vista nunca te aburrirás.
—Significa más dolores de cabeza.
—Aún nos tienes a nosotros para lidiar con eso. Saldremos a beber luego de nuestra recuperación – le sonrió Iham deseando por fin poder hacer ese tipo de cosas.
—Te lo robaré los sábados por la noche Amaia – recibió una mirada malhumorada y al mismo tiempo se escucharon las risas del resto – ¿Dónde están Ray y Sander?
—Son adultos responsables con trabajos.
Owen estaba feliz de estar de nuevo con los chicos, durante ese tiempo pensó que nunca volvería y ahora se encontraba con una familia mucho más fortalecida. La tarde anterior había tenido la sorpresa de tener a Sander y Rayan tomados de la mano, demasiados cambios se habían dado en esos seis meses. Él había perdido un semestre de universidad, lo que le obligaría a esperar más tiempo para terminar la carrera, pero todo eso valdría la pena porque por fin todo estaba en orden, como debía ser ¿verdad? "Tic Tac" "Tic Tac".
Fin
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No soy buena para las despedidas, pero sí puedo decir que me trae emociones encontradas el darle un final a esta bella historia. Comenzó como una idea en Junio de 2020 cuando estaba pasando por un momento para nada agradable y nunca la pude terminar escribir en ese momento porque pasaron demasiadas coss que me bloqueaban. Este año volví a encontrarme con esta historia y me inspiré, edite y le di una nueva vida. Si Acmé de ahora viera a su versión beta no se compara en nada.
Quería que les dejara algo a los lectores no solamente una típica historia, deseaba que fuera diferente. Espero haberlo logrado. Les agradezco a todos por leer esta historia hasta el final.
Datos curiosos finales:
Este no iba a ser el final que me plantee en un inicio. Adminto que mientras escribía los capítulos surgieron nuevas cosas que terminé con 3 finales muy diferentes. Tragicos y uno más doloroso que los otros dos. Al final decidí que este debía ser el elegido.
Para que no se queden con la duda, sí iban a haber muertes de personajes principales.
Me despido por última vez de todos... sean felices y cuídense muchísimo. Les dejaré un regalito para todos.
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