3.3 Corre, Quédate, Vive

Con el pasar del tiempo y las adversidades la mente se cansa de luchar todo el tiempo, sin descanso es solo cuestión de un impulso más para colapsar entonces cabe decir la típica frase de "La gota que rebalsó el vaso" es una representación básica, pero muy certera. Un ejemplo básico es la acción de bostezar, cuando dices "estoy aburrido" porque te sientes cansado y constantemente repites la acción, es solamente tu cerebro buscando una forma de obtener oxígeno para seguir trabajando, entre menos oxígeno tenga se vuelve más lento, no procesa de igual forma, hace que se te olviden cosas porque la comunicación neuronal no es la misma en esos momentos.

Para Owen eso era lo que le hacía falta, oxígeno. Un escape de la tortura en la que había entrado su mente, en un bucle sin descanso, con repeticiones constantes de recuerdos, memorias ajenas, construcciones de su mente que no deberían estar ahí, seguía trabajando como si esa hubiera sido la última orden antes que todo estallara.

Seguramente si alguien le dijera que necesitaba descansar él lo confrontaría a la defensiva, preferiría estar sedado, noqueado, sumido en un sueño profundo del cual no pudiera despertar hasta muchos meses después, porque la situación era ridícula ¿Por qué cuando abría los ojos no podía ser de forma normal?

—Owen, estas despierto – escuchó la voz infantil de una niña, al segundo un puyón en su ojo le hizo retorcerse del dolor en su lugar – Owen despierta, las presentaciones comenzarán en diez minutos.

—Pia eres el ser más fastidioso de la vida.

—Si, si lo que digas, igual te aburrirías sin mí. Andando tortuga gruñona.

Aún tenía cerrado el ojo derecho gracias a la forma poco gentil de despertarlo las lágrimas seguían saliendo sin control y el frotarlo no ayudaba en lo absoluto, un escalofrío le recorrió el cuerpo, se estiró para desperezarse y por fin comenzar a reconocer su entorno, con un ojo abierto y el otro cerrado, víctima de la brusquedad de Pia, comenzó a recorrer el espacio con su corta vista ; estaba en la cabina de un carro.

—No otra vez – murmuró quejándose en voz alta, harto de reconocer que de nuevo no estaba donde debía - ¿Cuándo terminará esto? ¿Por qué? ¿Por qué?

Bajó del carro aun quejándose por lo bajo notando que estaba en un estacionamiento, conocía el lugar, era el teatro al aire abierto donde se realizaban presentaciones culturales y recitales. Recitales, la palabra hizo eco en su memoria y lo motivó a correr hasta el graderío, sabía que había una persona en especial al cual conoció en ese lugar. Justo como recordaba, decoraciones elegantes con telas blancas ondeando al viento, luces amarillas dando directo al centro del escenario, público impaciente por escuchar y ver a los artistas que se presentarían.

—¡Owen! Por aquí – una mujer pelirroja lo llamaba de forma animada, aunque verdaderamente quedó en shock cuando vio una segunda cabellera igual a su lado que le pertenecía a Pia - ¡Apresúrate!

—Sh... - se escuchó en los otros asientos por parte del resto del público por el escándalo que estaba armando aquella mujer. Con pasos dudosos se acercó hasta el lugar bajo la atenta mirada de todos.

—Siéntate junto a Pia ya van a comenzar las presentaciones – aún sin comprender de quién se trataba se sentó junto a su amiga.

—¿Crees que Sander se presente en los primeros números? – le susurró la chica, perdida en el folleto que tenía en su mano que especificaba un poco el programa – en esta cosa no menciona los nombres solamente dice el orden.

—¿Sander está aquí?

—Obviamente, ¿a quién crees que venimos a ver?

—¿Por qué está aquí?

—La presentación de baile de la escuela a la que pertenece desde hace tres años. Sander habló de esto durante meses – dijo con obviedad la chica, su ceño fruncido le dejó en claro que estaba actuando raro y tendría que cerrar la boca para no hacer peor la situación, aunque a esas alturas ¿Qué más podía alterar? Hizo todo por no hacerlo y ahí estaba en un recital con Pia, a sus dieciocho años, cuando realmente tendría que estar junto con su hermano; del cual no sabía su paradero en todo esto – estas raro.

—Chicos silencio ya comienza.

Una suave melodía acompañada de notas musicales provenientes de un piano lo hizo voltear directamente al escenario, un suspiro de alivio salió de su interior. Ahí estaba tan pálido como siempre, delgado y demacrado. Un momento ¿demacrado? La imagen de Iham era mucho más cansada de lo habitual parecía que la energía con la que tocaba no era la misma con la que lo recordaba, constantemente hacía una mueca de molestia, como si algo le doliera. El resto de su presentación no quitó ni un segundo su mirada de él, cuando terminó, ni siquiera pensó dos veces en levantarse e ir tras bambalinas.

En el instante en el que se levantó solamente tuvo que murmurar un leve "no me tardo" para que ambas mujeres no fueran tras él. El espacio donde estaban el resto de personas era bullicioso a comparación del exterior que solamente lo envolvía la música, con la mirada ansiosa buscó la típica cabellera rubia con la cara de póker que alejaría a cualquiera, hasta que por fin dio con él sentado en un banquillo agitado, tomando agua con el flequillo pegado a la frente y una toalla en su mano.

—¿Iham? – se atrevió a hablar una vez lo tuvo enfrente, el contrario lo miró con el ceño fruncido, extrañado porque alguien conocía su nombre – disculpa tú eres Iham ¿cierto? – había aprendido de sus errores, no volvería a interferir de una forma tan abrupta y desesperada.

—Así es y tú eres...

—Mi nombre es Owen y quería decirte que eres un gran músico.

—Pues gracias por mencionarlo, pero cómo sabes mi nombre.

—El panfleto y el maestro de ceremonias lo mencionaron

—Cierto – concordó con él, sintiéndose tonto por pensar en que el chico era algún tipo de acosador. Alzó la vista de nuevo a él y no pudo evitar sentirse identificado con él, le inspiraba algo más – esto te sonará muy loco, pero ¿nos conocemos de alguna parte?

—¿Por qué lo dices?

—No lo sé, me inspiraste como familiaridad – las palmas de Owen comenzaron a sudar por el nerviosismo de no saber qué decir, ¿era correcto mencionarlo? ¿sería mejor callar? – sabes qué, olvídalo. No son más que cosas mías, estoy teniendo alguna clase de episodio raro hoy.

—¿Episodio raro?

—Sí, es decir, cuando subí al escenario sabía que tocaría en esta presentación, me sentía emocionado, pero...

—¿Pero?

—Cuando voltee a ver al público no había nada.

¿Cómo que nada?

—No lo sé, sólo pensé que encontraría algo más ahí y lo único con lo que me encontré fue nada, un vacío que no me llenó – bajó la mirada ante su patética confesión y sonrió – lo siento, ni siquiera sé por qué te estoy diciendo todo esto.

Owen comenzó a sentir sus oídos retumbando, su cuerpo comenzó a caminar en reversa de una forma automática. Su cabeza se empezó a llenar de flashes rápidos de la presencia de Aiden junto a Iham y de pronto todo tuvo sentido. Esa era la razón para que el rubio actuara de forma tan a la defensiva, su verdadera pieza era el castaño, eran como uña y mugre cuando por fin se conocieron una tarde luego de clases. Él jamás estuvo a su lado desde tiempo antes, realmente en la escuela nunca se atrevió a hablar con nadie porque era demasiado egoísta en no importarle si otra persona estaba llorando en los baños.

Sus pasos lo estaban llevando lejos del rubio que le hacía preguntas que no estaba escuchando en ese momento, notaba que hablaba por el movimiento de sus labios, pero realmente no había nada más en sus oídos de un pitido y el retumbar de su corazón. Ahora quedaba claro, fue un error desde el principio pensar que podría arreglar las cosas justo como Iham le mencionó, ¿Cuándo aprendería que las cosas pasan por algo y no cuando él quería?, por eso Mila estaba ahí junto con Pia en ese recital.

—¡Hey cuidado! – escuchó la voz masculina de alguien con quien se topó por no poner atención a sus pasos – Owen, ¿Qué haces aquí? ¿viste mi número? – ahora le reconocía.

—¿Sander?

—Sí, ¿Qué te pareció el baile? ¿Dónde está Pia?, te hará sufrir si se entera que me felicitaste primero.

—No, yo no vine por ti.

—Auch, eso hiere mi ego – le sonrió con amplitud no poniéndole importancia al comentario – ¿Quién es el chico?, estuviste en la presentación ¿no es así?

—Soy Iham un gusto – alzó la mano en una clase de saludo ambiguo y alejado de cualquier contacto físico.

—Claro el chico prodigio del piano.

—Ese mismo.

—No, no, no esto no puede estar pasando – comenzó a murmurar Owen dejando confundidos a ambos chicos por la forma en la que estaba hablando de un momento al otro.

—¿Está bien?

—No lo sé.

—Sander, estuviste increíble – la efusividad con la que llegó Pia a abrazar a Sander casi provoca que caigan al suelo – así que aquí estabas, que traicionero eres, pensé que me esperarías.

—Esto no puede estar pasando... Tú no deberías estar aquí – señaló a Sander haciendo que el contrario frunciera el ceño –. Tú tampoco deberías ser parte de mi vida, al menos no ahora.

—Oye tranquilo Owen, estas actuando muy extraño – trató de tranquilizarlo Sander mientras Iham y Pia tomaban su distancia ante la actitud que estaba tomando el pelinegro como si tuviera una crisis – ¿Qué sucede contigo?

—Sucede que tú no tenías esta presentación de baile ahora... Este era mi momento de conocer a Iham junto con mi hermano, no mientras lo comparto con Pia.

—Wow, relájate quieres, Sander nos invitó a ambos a esta presentación y aparte ¿Qué hermano? – alzó la ceja viéndolo totalmente molesta por las incoherencias que estaba diciendo – Owen tú no tienes hermanos.

—No es cierto, mamá se divorció de mi padre, para luego casarse con Robert, quien sorpresivamente debe ser una especie de semental o algo por el estilo porque tuvieron a mis hermanos mellizos. – comenzó a dar vueltas por todo el lugar haciendo que el resto de los presentes se alejaran como si fuera el portador de una enfermedad contagiosa –. Tengo dos hermanos, Adriel y ... y... no recuerdo su nombre. Es imposible, porque ellos son...

—Owen respira – Sander no pudo más con la situación y lo tomó de los hombros para hacer que, de cierta forma regresara a ser él mismo – estás hablando disparates, entiendo que la reciente separación de tus padres te afecte y que hasta ahora lo reflejes, pero relájate.

—Es que tú no entiendes San, en serio tienes que creerme... Yo arruiné todo, ahora cómo se supone que conocerás a... a... tú conocías a alguien – se volteó a ver hacia Iham que seguía solamente expectante – Tú también, era este tu día con Aiden... ¿cierto?

Su respiración comenzó a ser errática, incontrolable, la falta de oxígeno le estaba dificultando el mantenerse en pie, escuchaba las voces de todos a lo lejos, veía luces ir y venir. Luego solamente obtuvo oscuridad.

"Despejen"

"Tenemos que estabilizarlo"


La presión en su pecho crecía con cada inhalación, el oxígeno era escaso y eso solo le provocaba entrar en más pánico. Aiden se sostenía el pecho en una forma inútil de calmarse y buscar un poco de aire para sus pulmones, en sus oídos se había instalado un pitido extraño que le molestaba, sentía frío en todo su cuerpo tanto así que los escalofríos empezaron a empeorar la situación.

—Mierda... - murmuró con el poco aliento que tenía en sus pulmones, como si el oxígeno le sobrara jadeaba hasta sentir que se ahogaba, su cuerpo dolía, sobre todo el lado izquierdo de su costado haciendo que sus inhalaciones fueran más cortas.

—Aiden tranquilízate, esto tú lo puedes controlar, es solamente un ataque de pánico. Recuerdas, como los de mamá.

—Pero mamá no sentía que el cuerpo se le partía con cada respiración – se quejó – siendo consciente que si se trataba de un ataque de pánico tenía que relajarse, cerró sus ojos, a pesar que ya estaba a oscuras su propia oscuridad era el mejor refugio en esos momentos. Las gotas de sudor rodaban por su frente, la sensación le era demasiado molesta.

—Quizá así se sentía Iham la primera vez que colapsó – murmuró de nuevo la voz en su cabeza, habían pasado un tiempo en silencio donde solamente se escuchaba su respiración entrecortada relajándose, parecía que solo había esperado ese momento para hablar de nuevo – éramos tan inmaduros en ese tiempo y aun así logramos controlar la situación.

—Entré en pánico, no sé porque dices que todo estuvo controlado.

—Porque con lo que habías pasado con mamá reaccionaste para poder ayudarlo.

—Mamá acababa de lastimarse, había vuelto a intoxicarse también. Pero no podía dejar que Iham me hiciera lo mismo – se rio con mucha gracia pensando en lo egoísta que sonaba eso, no había actuado de acuerdo a un acto heroico solamente estaba cuidando eso que lo estaba haciendo sentir en un hogar – ese maldito me dio un buen susto.

Quizá la idea de Máscara simplemente era hacerlo pensar en otra cosa, algo que lo distrajera del estado en el que se encontraba, una pantalla falsa que ocultaba las voces del exterior, no dejaría que Aiden se rindiera tan fácilmente. Si debía dejarlo en una especie de trance para tranquilizarlo lo haría. Pronto se dejó de escuchar los jadeos, las quejas y todo se sintió irreal, estaban entrando en ese estado de sedación mental con un recuerdo doloroso.


Noviembre, un mes después...


La música se convirtió en la mejor forma para salir de su realidad, con el pasar del tiempo había aprendido que era muy bueno en muchas cosas, media vez pusiera interés de su parte. Había pasado muy poco tiempo desde que comenzó a tener las clases de música con Iham, pero cada vez era mejor aprendía rápido, tanto así que los instrumentos de cuerda se vieron agregados a su lista. Eso implicaba una cosa en su vida, ahora que el ciclo escolar terminó pasaba más tiempo metido en casa del rubio que en su propia casa, los padres del mismo comenzaron a tratarlo con mucha atención, para ser un extraño en casa se sentía bastante acogido.

Era la segunda vez en el día que estaba en un autobús, por la mañana despertó en la casa de Iham, se había quedado dormido en el estudio de música, en el cómodo sofá-cama para ser exactos; era su tercera mañana despertando en el lugar y necesitaba regresar a su casa para inspeccionar que su madre no había enloquecido, traer más ropa y de paso hacer una revisión de los escondites de droga en toda la casa para dejar todo bajo llave en su habitación. Por supuesto que no le dejarían irse solamente así, la madre de Iham le había insistido en que tendría que comer antes de salir.

Disfrutaba tener una probada de esas atenciones, como un desayuno caliente hecho por una madre amorosa, además los Omelette de los Sorni eran los mejores, siempre le agregaban queso extra si lo pedía. Una sonrisa surcó sus labios al recordar que llegaría justo después del almuerzo así que posiblemente no estarían en casa ninguno de los adultos, podría inspeccionar la alacena antes de llegar al estudio, comer un poco mientras Iham daba su sermón de no querer comida en su lugar de trabajo y luego terminar aceptando la comida.

Una vez terminada su ruta tomó sus cosas y bajó encaminándose hasta la casa del rubio, sus audífonos con la música a tope proveniente de un viejo reproductor que le fue obsequiado lo mantenían en una burbuja ajeno del resto del mundo. Al llegar a la puerta de la casa tocó varias veces el timbre obteniendo cero respuestas, esto parecía obra del encierro del malhumorado rubio, pero él también era demasiado terco como para dejar de apretar el botón solamente para colmarle la paciencia a su nuevo amigo, siempre que hacía eso lo recibía con una cara de odio y su respiración agitada como si hubiera hecho el mayor de los esfuerzos para correr a abrir la puerta. Aunque por esa vez se estaba tardando de más, un escalofrío recorrió su espalda pensando que había ocurrido algo malo, odiaba no tener un teléfono para comunicarse con el rubio en caso que estuviera solamente encerrado en el estudio que estaba aislado de sonido.

Su impaciencia le invadió, comenzó a ver alrededor de la calle, estaba muy tranquila y sin un alma que se asomara, con agilidad comenzó a trepar por la cornisa de la casa para atravesar la primera pared que daba directo al jardín delantero. Con toda la fuerza de sus brazos se impulsó hasta la parte de arriba y así poder sentarse en la orilla; notó un poco de ardor de su brazo por un pequeño corte, pero no le puso mucha atención, estaba muy ocupado buscando la mejor forma para bajar sin ser apuñalado por los rosales de la madre de Iham. Las opciones eran escasas e hizo lo primero que se le ocurrió saltar sin pensar.

—Ese no fue el mejor aterrizaje – se quejó, sintiendo el dolor en sus piernas, una punzada se instaló en su tobillo derecho, pero nada para asustarse, posiblemente sería un esguince en primer grado – prometo que te haré sufrir si solamente estás en el estudio Iham.

Luego de recobrar el aliento se dirigió a la entrada principal buscando son su mirada la maceta donde escondían la llave extra en caso de emergencias, la colocó en la ranura y al entrar el lugar parecía demasiado silencioso.

¿Iham? – alzó la voz mientras cerraba la puerta, no escuchó respuesta alguna y eso le preocupó, el rubio no era alguien que saliera de casa – me tuve que meter escalando la pared porque no abrías la puerta.

Silencio absoluto. Avanzó atravesando la sala sin encontrarlo, pasó por la cocina y solamente vio lo intacta que se encontraba, por un momento la idea de tomar un poco de comida se cruzó por su mente, pero una voz en su cabeza le regañó para que se preocupara en buscar a su amigo, con toda la confianza se dirigió hasta la última habitación del primer nivel de la casa, en su cabeza se hacían muchos escenarios desde encontrarlo dormido hasta la posible ausencia del mismo, pero nunca esperó el ruido que se escuchó.

—¡Agh! – era como un jadeo, luego se escucharon algunas cosas caer al suelo desde el estudio

—¿Iham? – se aproximó hasta la puerta buscando con la mirada a su amigo, encontrándose con una escena desconcertante. Iham estaba en el suelo sosteniéndose el pecho y quejándose constantemente, apretaba los ojos denotando que estaba sufriendo – pero qué mierda, qué se supone que haces ahí.

—A-Aiden

—Si estas es tu forma de vengarte por todas las veces que te robe comida o te hice correr... – notó que los jadeos y quejas no habían parado haciendo que entrara en pánico por no saber cómo actuar, ni siquiera estaba seguro de lo que ocurrirá –. Iham no me asustes soy demasiado joven para esto, apenas soy un chico. Ni se te ocurra morir aquí – Iham comenzó a lanzar golpes al aire tratando de hacer que se callara, como pudo sacó su teléfono y se lo tiró – claro ahora tírame objetos.

—Llama a mamá – logró decir, esta vez sí logró darle un golpe dejando en shock a Aiden como si estuviera pidiendo una explicación - ¡Agh... mierda! Llama...

—Sí, si – tomó el aparato y comenzó a buscar entre los contactos a la madre de Iham, pero en vez de escuchar preguntas molestas decidió hacer algo mejor, marcó el número de emergencias para pedir una ambulancia.

—Emergencias en qué podemos apoyarle – se escuchó al otro lado de la línea, sus pensamientos ordenaron algo rápido y concreto para poder salir de esa situación.

—Mi amigo está sufriendo de un posible ataque al corazón necesito una ambulancia, la dirección es en el residencial Paraíso casa 09-03.

—Se está enviado una ambulancia al lugar, tardaran unos veinte minutos en llegar, por favor necesitamos que siga monitoreando al paciente.

—De acuerdo, pero qué hago...

—Necesito que te relajes y trates que él también esté lo más tranquilo posible.

Aiden jamás había detestado tanto unas palabras como las que le había dicho esa mujer del otro lado de la línea, se suponía que tenía que estar tranquilo mientras Iham seguía quejándose del dolor, debía evitar que se desmayara mientras él estaba al punto del colapso. Todo pasó en cámara lenta y al mismo tiempo en una muy rápida cuando llegaron los paramédicos tuvo que dejar solo a Iham para abrir la puerta, indicarles el lugar, ver cómo lo llevaban hasta la ambulancia y por último terminar metido en ese vehículo.

Una vez estuvo más tranquilo en la sala de espera el teléfono de Iham, que aún guardaba en el bolsillo comenzó a sonar, se dio cuenta que se trataba del padre del rubio y de inmediato contestó la llamada.

—¡Hijo! ¿Qué sucede?, los vecinos me llamaron para decir que una ambulancia estaba en casa ¿todo en orden? ¿Pasó algo con Aiden?

—Señor Sorni, soy Aiden.

—¿Aiden? ¿Por qué tienes el teléfono de Iham? ¿Qué sucedió?

—No lo sé, simplemente cuando llegué a la casa él estaba en el suelo quejándose por un dolor en el pecho y lo único que se me ocurrió fue llamar a emergencias para llevarlo al hospital. Nadie me dice nada y estoy aquí esperando noticias.

—Está bien, relájate. Dime en qué Hospital estás.

—En el de Campo Alto.

—Voy para allá, no te muevas de ahí.

—¿Cómo haría eso en estos momentos señor Sorni?

—Cierto, lo siento es que... - hizo una pausa en la cual, Aiden podía estar más que seguro que acariciaba su barbilla con su mano pensando en qué decir a continuación, si estuvieran de frente vería su expresión con el ceño fruncido para terminar señalándolo con el dedo para decirle lo que estaba pensando –. Solo mantente al tanto del teléfono ¿sí?

—¿Debería llamar a la señora Sorni?

—No te preocupes lo haré yo.

Luego de esa última frase la llamada terminó y él solo pudo exhalar con cansancio, se recostó en la silla perdiéndose un momento entre sus pensamientos. ¿Cómo es que pasó todo eso de un momento a otro? Además, tendría que estar muy enfermo alguien para sufrir un colapso como ese ¿Iham estaba tan enfermo como para eso? Las horas pasaron, y lo único que veía era enfermeras y doctores, ir y venir de un lado a otro, pero en ningún momento obtenía lo que quería, ni una sola noticia o llamado por algún familiar. Le daba cierto alivio que al momento de ingresar al rubio las enfermeras ya lo conocieran y no le pidieran muchas explicaciones para llenar la papelería de ingreso, sin embargo, eso no lo dejaba exento de las respuestas esquivas del personal al no querer brindarle mayor información.

—Pensé que tardaría mucho más tiempo en volver a verte por aquí Aiden – la voz tan conocida de una de las enfermeras del área lo sacó de su pequeño trance, bajó la vista encontrándola frente a él con un vaso de café, que en realidad tenía chocolate caliente de la expendedora – toma un poco, estas demasiado pálido y también te traje un sándwich para que comas.

—Gracias Doris – le sonrió mientras tomaba ambas cosas – lo comeré después no tengo apetito.

—No me hagas obligarte a que comas Aiden – se cruzó de brazos esperando a que la amenaza fuera suficiente, y quizá no fue tanto eso sino la satisfacción que sintió el castaño por saber que alguien se preocupaba por él en esos momentos lo que hizo que quitara la envoltura del pan y le diera una pequeña mordida – eso es, buen chico. Ahora ¿Por qué estás aquí? No vi a tu madre en ninguna de las salas.

—Mi amigo sufrió un colapso o algo como un micro infarto, no lo sé.

—Ah sí, creo que estuve en el momento de ingreso de ese paciente.

—¿Sabe algo? – se volteó a verla, aún con sus mejillas llenas de comida, sus ojos vidriosos y esperanzadores por escuchar noticias.

—Me temo que fue llevado a otra área, a la de cardiología para ser exactos. Supongo que no tardarán en decir algo.

—Eso espero – murmuró un poco desanimado por la falta de información – gracias por la comida.

—Por nada, ahora si me disculpas tengo nuevas practicantes en el área a mi cargo y no estoy dispuesta a que me culpen por ellas.

Pronto volvió a quedarse solo, hundiéndose de nuevo en sus pensamientos, seguía viendo el mismo panorama, personal del hospital yendo de aquí a allá y él aún sin respuestas, constantemente volteaba a ver hacia la entrada, asegurándose que los padres de Iham podrían entrar en cualquier momento, se estaba impacientando, definitivamente no era la mejor de sus virtudes.

—Familiares de Iham Sorni – se escuchó una voz en la sala a lo que él rápidamente se levantó de su sitio.

—¿Tiene noticias sobre Iham? ¿Cómo está? ¿puedo pasar a verlo? – la enfermera lo observó detenidamente, de un momento al otro tenía al chico encima de ella haciéndole preguntas sobre el paciente.

—Solamente familiares pueden pasar, ¿tú eres familiar?

—Soy... soy su hermano menor. Sí eso es – mordió su labio con nerviosismo esperando que le creyera la mentira de la vida, no se parecían en absolutamente nada como para expresar que fueran familiares, pero no se iba a quedar fuera esperando solo porque no tenía un título de unión con él – entonces, sí puedo pasar a verlo ¿está despierto? ¿Fue muy grave?

—Tranquilo chico, yo no tengo esas respuestas, la doctora a cargo llegará en un momento para informar el historial del paciente, a mí solo me mandaron a llamar a la familia – dio unos cuantos pasos hacia atrás una vez se comenzó a tranquilizar, la enfermera parecía renuente a creerle, pero de igual forma se enderezó y volvió a su postura profesional – sígueme te llevaré hasta la habitación.

—Gracias...

Le siguió muy de cerca los pasos llenándose aún más de ese olor tan característico a hospital, era un ambiente entre medicinas y desinfectante, sin contar las muchas áreas donde lo único que podías escuchar era el resonar de los pasos por el pasillo, muy diferente al área de emergencias donde todo estaba en movimiento. Se detuvieron frente a una puerta y le indicó que entraría ella primero para revisarlo. Con cautela entró detrás de ella y todo el peso que cargaba en sus hombros se esfumó en el momento en el que vio a su amigo despierto quejándose por la incomodidad de la camilla.

—Casi mueres en el estudio y te estas quejando por lo dura que es la camilla.

—Esperaba al menos un poco de consideración viniendo de tu parte – su voz era ronca, pero tenía una sonrisa sincera de alivio por ver al castaño frente a él y se amplió aún más al notar como las lágrimas se le iban acumulando en los ojos. Era un chico raro y demasiado sentimental para el gusto de Iham – no vas a llorar ahora verdad.

—Maldito desconsiderado, pasé las peores horas y todavía tienes el descaro de sermonearme porque voy a llorar – efectivamente las lágrimas habían salido, Aiden las quitaba con el reverso de sus mangas cada que salían, pero parecía que lo único que provocaba era que el resto brotaran – no vuelvas a hacer algo como eso.

—No pensé que te importara tanto – trató de levantarse un poco, acto que fue detenido por la enfermera que estaba ajena de la conversación de ambos chicos.

—Por favor no haga mucho esfuerzo joven, si necesita algo no dude en presionar el botón.

—Gracias – mencionaron los dos al unísono, sacándole una sonrisa a la enfermera enternecida por la imagen de ambos "hermanos".

—Le recomiendo no discutir mucho con su hermano, hay más pacientes.

—¿Mi hermano?

—¿No lo son? – lo volteó a ver con el ceño fruncido, Iham pudo ver el pánico en el rostro del castaño que le hacía muecas y señas desde atrás, entonces una idea se le cruzó por la mente.

—No, a ese lo encontró mamá debajo de un puente.

—Muy gracioso – le sonrió entendiendo la dinámica de familia de ese par – ahora me retiraré, llame si necesita algo.

La enfermera les sonrió por última vez notando lo tímido que se había puesto Aiden, tenía sus manos metidas entre los bolsillos y desviaba la mirada. No le parecía que fueran del todo hermanos, pero quién era ella para juzgar. Luego de quedarse a solas el castaño comenzó a acercarse un poco más, rompiendo la distancia entre Iham y él. ¿Debía decirle que prácticamente se infiltró en su casa? aunque esa acción le había salvado la vida, también mintió en decir que eran familia ¿Por qué hizo eso?, y posiblemente sus padres no tardarían en llegar haciendo miles de preguntas sobre lo ocurrido.

—Así que eres mi hermano – vio como Aiden se encogió de hombros restándole importancia una vez estuvieron solos – gracias por salvarme la vida.

—Me debes no una, sino muchas.

—Te debo la vida por si no lo notas mocoso tonto. ¿Acaso no es suficiente eso?

—Sí bueno creo que ser mi esclavo de por vida no suena tan mal – la risa no se hizo esperar ante el ceño fruncido de Iham, cosa que cesó en el momento de recordar los pequeños detalles – hay algo más, tu mamá enloquecerá cuando se entere, sino es que ya lo hizo.

—No quiero que la llames. Aún no estoy preparado para eso.

—Pues debes estarlo porque no tardaran en llegar, hable con tu papá hace unas horas y dijo que él se encargaría de ir por ella.

No había terminado de decir la última frase cuando se escuchó una pequeña discusión en el pasillo, de una voz femenina muy conocida para ambos chicos. Iham comenzó a contar en su mente los segundos restantes para que el torbellino entrara por la puerta hostigándolo con preguntas. Hacía mucho tiempo que no sucedían ese tipo de intervenciones por parte de su madre, desde que era pequeño y se rehusaba a hablar sobre su día en la escuela, las veces que sus cuadernos resultaban con hojas rotas o por sus libros manchados. Aún recordaba el escándalo que hizo cuando se enteró que los chicos de su clase escribían cosas como "cajita vacía".

—El muchacho indicó que era su hermano por eso lo dejamos pasar – se escuchó al otro lado de la puerta.

—¿Es así como cuidan de sus pacientes? Dejando entrar a cualquiera a las habitaciones – se escuchó aún más fuerte el reclamo por parte de la madre de Iham.

—Cielo tranquilízate.

—No me calmaré hasta que vea a mi hijo y me asegure que está bien – entró sin más a la habitación notando a ambos chicos, Aiden estaba con la mirada baja mientras que Iham tenía un semblante muy neutral. Por supuesto que al notar de quién se trataba su otro "hijo" lo único que pudo hacer fue acercarse y darle un fuerte abrazo, dejando al castaño totalmente congelado en su sitio – gracias por salvarlo – le susurró solo para él, le sostuvo el rostro viéndolo con una sonrisa de agradecimiento.

—Si no es mucha molestia, ¿el chico lo tengo que retirar?

—¡Qué!, no claro que no harán eso, es mi hijo – lo aferró a su cuerpo con recelo sacándole un quejido bajo al chico que miraba con extrañeza a Iham y al padre de este mismo. La madre de Iham lo abrazaba como cuando su madre no quería que nadie lo apartara de su lado – ¿Por qué quiere hacer?

—Pero usted dijo que...

—Ya sé lo que dije, es solo que... se suponía que mi hijo... Aiden estaba en el curso de vacaciones ¿Por qué no avisaste que regresabas hoy? – Lynn lo sacó del abrazó para tomarlo de las mejillas, estrujándolas y viéndolo con reproche para hacer más creíble la escena.

—Lo siento mamá – murmuró siendo aún estrujado por Lynn. Quien vio con mucha ternura al chico que tenía abultados sus labios y apenas pudo hablar.

Las lágrimas de Lynn comenzaron a hacerse presentes, volvió a llevarlo al calor de sus brazos, se imaginaba el susto que tuvo el pobre al encontrarse con Iham en esa situación y lo bien que había actuado al llamar a emergencias. Mientras tanto Iham veía con un poco de recelo la escena, no lo malinterpreten, él era hijo único y jamás había visto a su madre así de cariñosa con otra persona que no fuera él, sin embargo, fue agradable el saber que era por ser su hermano falso. Su madre tenía ese brillo maternal desde que conoció a Aiden.

—De acuerdo, entonces me retiro e informaré a la doctora que toda la familia está aquí para que le dé su historial.

Ese preciso instante en el que estaban todos reunidos en la habitación del hospital fue la clave para que Aiden fuera tomado en cuenta como parte de la familia, para que Lynn lo tomará como un hijo al que siempre deseo tener luego de Iham. El chico se vio lleno del amor y calor de un hogar que no era suyo, pero al mismo tiempo lo era, porque le abrieron las puertas sin esperar absolutamente nada a cambio. Así que pasó de dormir solo en su habitación, asustado por los ruidos de afuera a estar cómodo en una habitación cálida, no porque así fuera la temperatura, sino por el calor que el hogar despedía en cada centímetro de su extensión. Sus días de soledad y preocupación los cambió por tardes de videojuegos, música, risas, afecto físico y atención de su bienestar.

¿Tenía pensamientos egoístas? Sí, todo el tiempo ¿Se arrepentía de su actuar? Para nada y menos si eso significaba proteger su pequeño tesoro en una cajita la cual llenaba cada día con su felicidad. Esa que le fue entregada por Iham en el momento en el que le dijo su apodo de pequeño y él con el menor de los filtros mencionó que: "esa sería la caja que llenaría de sus emociones para que no estuviera vacía" ya que el rubio alegaba que no la quería, él sí la utilizaría. Por eso cuando su mayor miedo se hizo casi real, amenazando con robarle todo durante una noche tenía que hacer algo, no se quedaría de brazos cruzados.


—No más, por favor ya no más. – se encontraba encogido en su lugar, su rostro encontrándose directamente con el suelo, sus manos estaban a cada lado de su cabeza, las lágrimas rodaban hasta fusionarse con la humedad del lugar – Haz que pare por favor.

—Eres tan egoísta que ahora no aceptas tus propias consecuencias – la voz arrogante le hizo eco a su lado, ya no estaba en su cabeza. Con valentía alzó la vista volteando hacia un lado para notar unos zapatos negros relucientes, unos pantalones del mismo color – no te quedes ahí, has caído tan bajo que ahora puedes verme.

Se sentía asustado porque ahora lo estaba enfrentando de frente, eso que solamente había sido una voz, ahora su cerebro le estaba construyendo una imagen. Tenía pocas fuerzas en sus brazos como si se hubiera quedado en esa misma posición durante horas, sus piernas entumecidas le dejaban en claro que en el primer intento de ponerse en pie caería de bruces directo al suelo. No estaba asustado, estaba aterrado. ¿Cuánto más tendría que soportar? ¿Cuánto dolor soportaría antes de rendirse? ¿ya se había rendido?

—Levántate Owen.

—Ahora si me dices por mi nombre – habló sarcásticamente con aquel personaje desconocido, su primer encuentro pidió casi a gritos que se mostrara y ahora solamente se estaba mofando de él, viéndolo desde arriba, exigiendo que se levantara – ¿responderás mis preguntas?

—Parece que todo este tiempo lo único que has hecho es correr en la dirección incorrecta, cegado por la avaricia de las emociones y no con la razón.

—Solo quería salvar a mis amigos – sollozó regresando la mirada hacia el suelo, sus manos se hicieron puños tomando entre ellas lo que parecía ser tierra, al menos esa era la sensación que le dejaba – estaba en mis manos hacerlo y lo arruine.

—Ese fue tu primer error.

—¿A qué te refieres? – ahora sí estaba llegando a su límite de paciencia, con una ira acumulada encaró al personaje junto a él; tenía una chaqueta larga de color negro y en la cara una máscara con detalles de oro, la expresión era neutra, no transmitía ninguna emoción, solamente había espacio para los ojos, pero por más que se esforzó no logró ver un atisbo de lo que se encontraba detrás – ¿Por qué no te muestras? ¿Cuál es el misterio de todo esto?

—No olvides que soy la máscara que representa todas las normas, no tengo un rostro, tampoco necesito tener una expresión, no nos regimos por las emociones, al menos no sin antes pasar por la razón.

—T-tú eres... esa cosa que me explicaba mi padre.

—Así es – la voz estaba amortiguada por el material de la máscara, así que siempre quedaba un eco resonando al finalizar las palabras. Por fin tenía una idea contra lo que estaba luchando todo el tiempo, se trataba de él mismo, por eso le parecía frustrante cada vez, ¿eso sentía el resto al tratarlo? – eres un poco más considerado cuando lo exteriorizas, no olvides que nosotros somos los extremos de la moneda, tú eres el equilibrio que hace todo girar.

—Este es... como ese mundo interno.

Había sido más una afirmación que una pregunta, por fin veía las cosas claras, pero la imagen que le dio todo fue desolador, aquella estructura estaba en ruinas, como si los años la hubieran desgastado, el techo estaba completamente abierto dejando entrar la luz, una que no se trataba del sol lo sabía porque parecía ser blanca, brillante, demasiado artificial. Alrededor estaban a la vista distintas puertas, totalmente destruidas o selladas, hubo dos que llamaron totalmente su atención. Su fuerza de voluntad fue suficiente para intentar levantarse; al principio sus piernas no responden, estaban entumecidas, sin movilidad, un grito ahogado de desesperación salió desde lo más profundo de su pecho cuando el hormigueo y dolor se extendió en sus extremidades.

Podía divisar ambas puertas a lo lejos totalmente destruidas, frustrado con su propio cuerpo se tumbó boca abajo y tomó una larga inhalación, sus brazos eran lo único que obedecía a sus órdenes de moverse, colocó su brazo derecho al frente y con toda su fuerza se arrastró, repitió el mismo procedimiento con el izquierdo, sintiendo como su piel se lastimaba contra el suelo, era lo que menos le importaba estaba decidido a llegar hasta el lugar.

Cada vez estaba más cerca y en su cansancio se detuvo para descansar, alzó la vista teniendo ahora más clara la imagen de la primera puerta; tenía una "P" tallada en la extraña piedra, estaba cerrada con una reja y un candado soldado en la ranura de la llave, las columnas del marco tenían impactos de golpes. La segunda puerta tenía una "A" estaba totalmente destruida con algunas rajaduras en la estructura del poco marco que quedaba. La tercera tenía una "R" estaba totalmente sellada con una pared de piedra blanca, no tenía detalles en lo absoluto, como si el trabajo que estaban haciendo nunca se hubiera concluido. La cuarta puerta tenía otra "A", pero esa parecía un espejo roto porque el marco era mucho más frágil, no estaba hecho con columnas como las anteriores más bien tenía un marco delgado con detalles dorados, pedazos de vidrio colgaban aún de algunas partes y el resto se encontraba esparcido, no puso atención en las marcas rojas en el suelo. La quinta puerta fue la que lo dejó helado la "I" tallada en la piedra junto con el mosaico rajado le dejaba en claro qué representaba, la caja de madera estaba tirada en el suelo, junto algunas teclas de un piano. La sexta puerta no tenía tallada la letra "S" sino que estaba rellena con una especie de mineral que brillaba con la poca luz que captaba, se encontraba casi sellada como la tercera, con la diferencia que esta tenía algunos pedazos caídos que dejaba ver el oscuro interior. La última puerta no tenía letra, porque el espacio donde debería estar se encontraba en el suelo, no tenía detalles, solamente un marco que llevaba directo a un túnel oscuro.

—Entiendes lo que representa cada una de esas puertas.

—Parais... – susurró colocando todas las letras en un orden lógico, por supuesto que la última letra le dificultó la tarea –. Parece como una especie de latín.

—Parece que el cerebro no te funciona.

—¿Por qué dices eso?

—Observa lo que tienes enfrente Owen, para encontrar las respuestas que se esconden delante de ti. ¿Qué significan cada una de esas puertas?

Owen barrió con su vista de un lado al otro con una sola cosa en su mente ¿Qué significan cada una de esas puertas? No tenían nada en común, no había un patrón el cual siguieran, si representaban algo era demasiado confuso o simplemente estaba omitiendo algo que no quería ver en esos momentos porque sería asegurar lo que pensó al detenerse en la quinta puerta. Eso no podía ser posible, no quería que lo fuera, se negaba a aceptarlo, tenía que ser una coincidencia.

—No entiendo.

—Reconociste la quinta puerta, ¿Qué más pueden significar las otras?

—Los chicos... – sus labios se movieron sin pensar traicionándolo de su propia negación, abrió sus ojos en sorpresa viendo hacia todas direcciones, viajando de una en una, como si minutos antes no hubiera sufrido arrastrándose por el lugar, sus piernas respondieron para correr hasta la primera puerta, se escuchaba el susurro de alguien a lo lejos "no fui yo" "se lo merecía" "me lastimó y a mi hermana" – Pia.

—Es correcto – se dirigió a la segunda tocando con la yema de sus dedos el marco destruido. Nuevamente escuchó otra voz "solo quería protegerte" "no quiero perder esto"

—Aiden – otra murmuración salió de sus labios, no era una pregunta, más bien se trataba de una afirmación. Su vista viajó hasta la otra que estaba totalmente sellada – Rayan

—¿Cómo lo sabes?

—Es una corazonada, le cerré las puertas por mi actitud obstinada – siguió el rastro de vidrió rotos, "lo arruiné" "todo está mal" "basta, basta, no más" – Amaia, ¿Qué hiciste? ¿Por qué hay sangre en todos lados?, dime que no es lo que estoy pensando.

—Su psiquis es muy frágil Owen. Tú lo sabes mejor que nadie.

—El mosaico de Iham está con grietas y la puerta de Sander se está derrumbando... ¿a quién pertenece la última? – se volteó buscando aquella máscara que solamente le seguía a unos cuantos pasos de distancia - ¿Por qué en esa visión decían que no tenía hermanos? Tampoco estaba Aiden y Sander estaba en ese lugar.

—Tus acciones te llevaron a provocar cambios mayores.

—¿Cambios mayores?

—Al no comportarte como el niño que fuiste la relación de tu padre y Mila nunca se dio, en cambio uniste la amistad de tu madre con ella, cuando en realidad eso jamás existió – un suspiro largo salió a través de la máscara lo notó por el vaho que se vio frente a esa figura, la sensación de frío comenzó a acentuarse – Amaia nunca nació porque Mila no la detuvo en el momento en el que llegó a la clínica para hacer su cita. Por eso Sander se unió a ustedes con Pia.

—¿Aiden?

—Tampoco nació.

—¡¿Qué?! ¿Por qué?

—El padre de Amaia fue quien evitó que su madre lo abortara, al no encontrarlo en la clínica pues, solamente fue víctima de su decisión.

—¡¿Maté a mis amigos?! – se agarró la cabeza demostrando su desesperación – no, no, no esto no puede estar pasando.

—¿Quieres regresar verdaderamente?

—Quiero regresar con mis amigos. Donde podía hacer planes con ellos y no estar en esta encrucijada.

—Si eso es lo que quieres, la puerta está abierta – con su brazo señaló la única puerta abierta realmente, la que daba al túnel oscuro, un estremecimiento lo invadió – adelante.

Sus pies comenzaron moverse de forma automática, primero con pasos lentos, luego se convirtieron en grandes zancadas para terminar corriendo sin mirar atrás; si ese era único camino para volver lo haría, aunque sus piernas no dieran para más seguiría avanzando sin importar qué. Hasta llegar al final de ese oscuro camino.

—Espero llegues antes de que decida irse...

Se supone que en el mundo de los sueños es el espacio donde estás a salvo porque nada puede pasarte, por más horrible que parezca la situación que estás viviendo, nada puede afectarte en la vida real, el problema está cuando se sienten tan reales que no puedes dejar de sentir escalofríos recorrer tu cuerpo. Aiden esa mañana despertó con la respiración agitada, enredado entre las sábanas, con el flequillo pegado a la frente y su pecho sudado; tardó un poco más de lo normal en reconocer el lugar en el que estaba en esos momentos, se frotó los ojos buscando despabilarse del mal sueño y al fin levantarse de la cama.

Tomó su teléfono para revisar la hora y el recordatorio en su pantalla le hizo entender su malestar de la noche anterior, Iham tenía que ir a un chequeo con la doctora porque había estado sintiéndose mal, el medicamento ya no estaba haciendo el mismo efecto y eso solo estaba logrando debilitarlo cada vez más; como siempre él lo acompañaría porque la señora Lynn siempre entraría en una crisis histérica, así que para evitarle las molestias al rubio amargado, él sería su salvación como siempre.

Se levantó con mucha pereza de la cama aun recordando con flashes su sueño. No sabía cómo, pero él se encontraba corriendo por la calle desesperado por ir al encuentro de Iham, su mente estaba abrumada por una sola cosa, llegar con él y en el peor de los momentos terminó por tropezar con alguien en la calle ganándose algunos golpes. Al final cuando por fin se logró librar de los tipos vio cómo el auto de Iham se descontrolaba en la calle quedándose congelado en su lugar por no poder hacer absolutamente nada y sin previo aviso fue empujado de nuevo por aquellos tipos, terminando en la calle, siendo atropellado, ni siquiera recordaba si se trataba del vehículo de Iham u otro, solo tenía presente unas luces, un pitido en sus oídos y quedar inconsciente antes de despertar tan asustado que todavía le afectaba.

Todo lo atribuyó a la visita al médico su malestar, la estúpida pesadilla, la presión en su propio pecho; se sentía preocupado porque fuera algo grave lo que estaba pasando y no solamente un acondicionamiento del cuerpo de Iham haciendo que ya no respondiera como debía el tratamiento. Trataría de no pensar en eso, era demasiado qué digerir, apenas estaba asimilando que una semana más y terminarían las vacaciones para volver a la rutina, no era justo atormentar su mente con eso y menos con el estómago vacío, el cuál reclamó por alimento. Bajó hasta la cocina y como si no fuera un ajeno a la familia comenzó a buscar ingredientes para su desayuno, huevos, jamón y queso; estaba indeciso entre yogurt de fresa o jugo cuando escuchó pasos detrás de él.

—¿Qué haces tan temprano en la cocina? – la voz ronca de Iham se escuchó a través del eco del lugar, estaba con su imagen habitual de recién levantado, una playera blanca floja, pants negro, su pelo rubio revuelto, ojos y ojeras hinchadas, al igual que su cara y el peor humor que podría tener en todo el día, el matutino –. Al menos ya preparaste café.

—Lo siento su majestad, no tomo café por las mañanas y no quiero que me grites como la última vez. Además, puedes hacértelo tú, no soy parte de la servidumbre.

—Si no es así ¿Por qué sacaste tantos huevos para el desayuno?

—Ok, sí saqué más comida pensando en ti, pero eso no significa que te vaya a preparar el desayuno todos los días.

—Que lindo, pensando en mí desde temprano ¿a qué debo el honor de esa preocupación?

—Tienes cita en el hospital, y hay que estar en dos horas ahí – se volteó hacia encimera para poder preparar los huevos que terminarían siendo el Omelette respectivo de esa mañana, sacó unas rodajas de pan para untarla con mantequilla y tostarlas en la sartén para acompañar la comida. Mientras Iham le lanzaba miradas entre asco y admiración, él jamás comía esas grandes cantidades de comida en el desayuno – quita esa cara de asco, pareces viejo renuente a seguir con las instrucciones de tu médico.

—¡No soy ningún viejo!

—Eres peor, que un abuelo amargado.

—¡No es cierto!

—Sí lo es, además, esas actitudes no te llevaran a nada, se te va a parar el corazón por hacer rabias conmigo.

—¡Maldito mocoso!

—Viejo amargado – se volteó de nuevo atento a su comida con una media sonrisa divertida, su momento favorito del día era cuando sacaba de quicio al rubio con lo más mínimo, podía estar enfermo, preocuparse por él y su condición, pero siempre buscaría una forma de hacerlo pasar un momento diferente, en el que se olvidara de su enfermedad o verla desde el punto de vista que le sacara una broma – toma, come rápido que te tardas peor que mujer cuando no quieres ir al hospital.

—Pensé que no eras mi sirvienta – le sonrió de lado divertido al ver el plato de comida puesto frente a él.

—En ocasiones los viejos amargados también necesitan atención.

Como respuesta obtuvo un dedo medio y unas cuantas maldiciones más mientras Iham se metía la comida a la boca, obviamente el pedido de café jamás llegó porque realmente Aiden no tomaba eso para el desayuno, así que el rubio tuvo que cumplir su propio capricho del café matutino, bajo la burlona mirada del menor. Una vez terminado el desayuno cada uno hizo su rutina de higiene, se vistieron y salieron hasta el auto. Tuvieron una pequeña pelea por quién conduciría hasta el lugar, dejando victorioso a Aiden, internamente solamente quería que su sueño no se hiciera realidad.

Pasaron por todos los protocolos de la consulta hasta que llegó el punto en el que le pidieron que se retirara ya que le harían una especie de ultrasonido en el corazón, sinceramente no había entendido completamente, según él, eso solamente se lo hacían a las mujeres embarazadas; entre sus pensamientos sobre el procedimiento se encogió de hombros y le mencionó a Iham que estaría en la cafetería comiendo. Realmente no se quería separar de él, pero en el momento en que la doctora misma le pidió dejarlos a solas tuvo que inventar una excusa creíble para esperar a que ella estuviera sola y atacarla con sus dudas.

Se paseó por los pasillos del hospital sintiéndose parte del lugar por las múltiples veces que ha tenido que recurrir a ir, sino es por su madre quien se autolesionaba o drogaba de más, se trataba de Iham; aunque pensándolo mejor en los últimos meses su madre ha mejorado, sus escondites de droga disminuyeron eso era un verdadero alivio, pero ahora su amargado amigo había empeorado, ¿acaso la balanza no podía estar equilibrada? Al llegar al área de urgencias su apetito cayó por los suelos. Normalmente no tendría problema con buscar comida extra, a excepción de ese momento porque su estómago en el momento que mencionó el lugar se hizo un nudo completo, decidió ignorar el mal presentimiento y seguir su camino.

Avanzó por las diferentes áreas del hospital a través de las rampas, que utilizaba el personal del hospital, las cuales pasaban a través de pediatría, cardiología, habitaciones y algunas zonas administrativas, hasta llegar al primer nivel donde se encontraba la cafetería del lugar. Se sentó en una de las sillas pensándose si comer algo o simplemente comprar algo para tomar, tamborileaba constantemente en la mesa contando el tiempo para regresar e irse del lugar. Revisó por décima vez el reloj para asegurarse que ya había pasado el tiempo suficiente, pero para su mala suerte solamente habían sido diez minutos, se levantó con dirección al lugar logrando ver a lo lejos a Iham con su doctora hablando en el pasillo.

Le estaba dejando una nueva nota para recoger el tratamiento en la farmacia, se quedó oculto un segundo decidiendo que la idea en su cabeza tenía que dejarla salir; esperó que pasara el rubio para casi perseguir a la doctora.

—¡Doctora Araya! – alzó la voz escuchándose en todo el pasillo logrando más de una mirada extrañada.

—Aiden, por qué corres por todo el pasillo gritando como si te estuvieran persiguiendo.

—Lo siento doctora – llegó hasta ella con su respiración agitada – no quería... que se alejara sin poder hablar con usted.

—Me preguntarás por el nuevo tratamiento de Iham.

—¿Tiene un nuevo tratamiento?

—Sí, su cuerpo ya no está respondiendo correctamente. Tendrá que tomarlo cada doce horas porque es un poco más fuerte.

—De acuerdo lo tomaré en cuenta – agachó la mirada, mordiéndose el pulgar, ella ya lo había visto hacer esa acción y por azares de la vida, como una ex esposa de un psicólogo, conocía que ese tipo de actitudes era por nerviosismo para no decir algo – doctora... Iham está metido en la lista ¿cierto?

—Es así.

—Podría estar en dos listas al mismo tiempo para lograr, no lo sé, como un poco de prioridad.

—Sí y no, te explico. Si hacemos eso él escalará de nuevo en una nueva lista y dependiendo de, con quién pueda hablar lo colocarían más arriba.

—Y no existe algo que pueda hacerse para que sea prioridad.

—Pues a menos que exista un donador específico para él se podría lograr eso.

—Yo podría serlo – mordió su labio esperando una respuesta, sabía que era algo ridículo lo que estaba preguntando, pero su pesadilla de la mañana le dejó el pensamiento, si él llegaba a morir quería asegurarse que de algo serviría su muerte. Daria lo observó confundida por la ridiculez que estaba diciendo, ¿acaso el chico estaba pensando en quitarse la vida para salvar a su amigo? Sus pensamientos quedaron en pausa en el momento en el que Aiden volvió a abrir la boca para hablar – es decir, qué requisitos tendría que tener una persona para ser apto de un trasplante.

—¿Por qué preguntas algo así?

—Soy curioso.

—Si fuera el caso, tendrías que hacer un papeleo especial para tener tu carnet de donador y en tu caso sería especialmente para eso, ¿sabes qué tipo de sangre eres? Iham tiene un tipo muy raro...

—Lo sé, somos del mismo tipo de sangre – los ojos sorprendidos de la mujer le hicieron apresurarse a seguir con su discurso – no estoy diciendo que esté planeando morirme por él, simplemente digo, en el caso que pasara algo... usted entiende – el sonido de una llamada entrante lo interrumpió notando en la pantalla que era Iham; sabía que lo estaba buscando porque las notificaciones de mensajes no paraban de llegar, pero en ese momento estaba resolviendo algo importante, así que guardó el teléfono de nuevo en su bolsillo esperando tener un poco más de tiempo, sin embargo, como si lo hubiera invocado, se le termina el tiempo, las llamadas seguían y seguían.

—¿No piensas contestar?

—No, supongo que me está buscando porque ya fue por su dotación – sostuvo el aparato en la mano hasta que la llamada terminó, luego se las arreglaría para explicarle que no escuchó por tenerlo sin sonido – volviendo a lo que estábamos, es posible entonces que yo me convirtiera en un donador seguro para él.

—Sí así lo deseas, se puede. Solamente recuerda no hagas ninguna tontería que ponga en riesgo tu vida por querer salvar la de él – la doctora alzó la vista hacia el pasillo y divisó al rubio a lo lejos, sabía que si Aiden no había dicho nada frente a él era por algo así que decidió terminar la conversación ahí – ven un día de estos para hacer estudios y demás procedimientos. Por ahora creo que solo debes preocuparte de no ser atrapado por él.

—Ya me encontró cierto – un sonido de afirmación salió por parte de la doctora que simplemente le sonreía esperando el momento en el que fueran interrumpidos.


"—Aún no logramos estabilizar su pulso es demasiado lento – se escuchó la voz femenina de alguien a lo lejos."

"—Tenemos que hacer todo lo posible por restablecer el pulso, afortunadamente las costillas no perforaron el pulmón."

"—Doctor perdió demasiada sangre, habrá que hacerle una transfusión."

"—¿Cuántos litros tenemos disponibles?"

"—A penas dos litros de sangre tipo AB negativo, nadie en la sala de espera tiene ese grupo sanguíneo"

"—Sigan intentando encontrar a alguien"

"—¡Doctor el ritmo cardiaco desciende, lo perdemos!"

En la oscuridad profunda esas voces eran su único acompañante, no tenía miedo, no sentía tristeza y mucho menos enojo. Una sensación extraña era la que invadía su cuerpo, el dolor en su costado había casi desaparecido, la tensión en su cuello no estaba más y el sabor a hierro en su boca casi era imperceptible. Un hormigueo se apoderó de todas sus extremidades. Raro, esa era la palabra correcta para describir todo eso.

—¿Por qué me siento así?

—Estás dejando este plano.

—Hablas de dejar este lugar.

—Depende, ¿a qué le llamas este lugar?

—Entonces, ¿Estoy muriendo?

—Depende, ¿es lo que deseas?

—¿Qué pasa si me quedo? – murmuró casi inconsciente, su propia existencia desvaneciéndose – si decido quedarme en este lugar él se salvaría ¿cierto?

—Eso no lo sabes.

—Sí lo sé, tendrían que utilizar mi corazón para salvarlo a él – una risa sarcástica se escuchó en el eco del lugar.

—En ocasiones pienso que la naturaleza humana es tan extraña, cuando se trata de las emociones y conexiones que hacen con los otros – fue un comentario con reproche, como si no estuviera de acuerdo con lo que había dicho Aiden - ¿Por qué no son felices con la individualidad?, siempre tienen que arruinarlo con relaciones con otras personas, ni siquiera congenian, pero siempre se predisponen para que funcione.

—No entiendes porque eres tan primitivo, las emociones se fusionan y crean el amor, ese sentimiento que puedes tener por una persona o varias – sonrió para sus adentros llenándose del calor de los recuerdos con todas las personas que lo amaron – es una sensación muy cálida, poder dar todo por el otro porque sabes que vale totalmente la pena.

—Esa decisión es totalmente tuya...

—¿A qué te refieres?

—Al hecho de querer darlo todo en estos momentos – un silencio absoluto llenó todo el espacio, el aire comenzó a ser pesado llegando al punto de ser claustrofóbico – solo piensa bien las consecuencias de tu decisión en el resto de personas que dices que te aman.

"Tic-Tac" "Tic-Tac"

"¡Doctor!"

—Estoy en la lista de donadores solo por él – una risa nostálgica por parte de Aiden hizo eco – me alegro de haberle hecho caso a mi paranoia de ese momento con el sueño.

—La ingenuidad en tu actuar es inmensurable. – se escuchó un suspiro cansado, como si se estuviera dando por vencido con esa conversación –. Entonces, ¿Qué harás?

"Enfermera, desfibrilador en 120, perdemos pulso"

"Carga en 120"

"Comienza procedimiento RCP, uno, dos, despejen"

—Supongo que la carga sería muy pesada para todos ¿no es así?

"Tic-Tac" "Tic-Tac"

"¡¿Pulso?!"

"Sin cambios"

"Carga de nuevo"

—Tienes que entender que no eres el único grano de arena en esta playa de soledad.

"Uno, dos, ¡Despejen!"

"No hay cambios en el pulso doctor"

—Mi pecho arde – murmuró sintiendo la molestia, lo cual le pareció extraño porque desde hacía bastante dejó de sentir algo - ¿esto es lo que sentía Iham?, o supongo que estaré muriendo. Quizá deba quedarme.

—Como tú lo decidas.

"Listos, uno, dos, tres ¡Despejen!"

"Lo perdemos doctor"

—Quizá el quedarme no sea tan malo...

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Muy buenas a todos, estoy emocionada porque hay nuevo separador, quedó muy bonito a mi parecer. Pronto haré el cambió en todos los capítulos. Espero tengan un bonito fin de semana. Y que creen este caítulo trae aroma a ¿Final?

Sigan cuidandose muchos gente bella, en la calle hay gente muy loca que no usa mascarilla. Tomen mucha aguita y mantengase hidratados.

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