2.1 00:00 ¿Reinicio?

Nota: al final un Eastereggs muy importante para que entiendan a partir de aquí la historia.

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Seguramente en algún momento de tu vida has escuchado el famoso 11:11 para pedir un deseo, atribuyéndole poderes mágicos al tiempo. Pero para que se cumpla tiene que ser por azar del destino que te hayas encontrado con esta hora en particular. Estos momentos son llamados "horas espejo", no solamente son para pedir un deseo, de hecho, son mensajes para nosotros esta vez pondremos especial cuidado a la hora 00:00, que simboliza el punto donde aquello que te perturba comenzó, dando así un nuevo inicio, un reinicio, un Reset.

Claro que en la vida quién no desearía tener un verdadero botón que detenga la realidad, como poner play, luego de pausar en una escena específica y regresar algún punto clave, borrar aquello que deseamos nunca haya sucedido; no solamente tener un reinicio metal donde focalices el mañana como un nuevo comienzo dejando el ayer en el pasado. Pero, entonces qué sabor tendría la vida sin un poco de arrepentimientos de por medio, equivocaciones, caídas, "malas decisiones" las cuales no existen porque si, tienen una razón de ser y no solamente el limitarse a decisiones con consecuencias positivas o negativas. Aquello que te lleva a vivir una vida plena o encontrarte con un fin inesperado. Quizá no en todos los casos sea tan espontáneo el momento de nuestra partida de este plano dimensional, algunos la buscan, la abrazan y reciben como el más cálido final del verano.

Mientras vas creciendo te das cuenta que personas vienen y van, pero realmente existe un instante en el cual las personas somos conscientes de nuestra propia existencia, ese punto de no retorno donde nos damos cuenta que pertenecemos a la vida y a la muerte, llega el pensamiento de ¿Qué pasará cuando ya no esté? No es para nada fácil entender que en algún punto de la vida dejaremos atrás a todos. Claro que, para un niño como él, no era tan fácil de comprender, le temía a la muerte con la que se encontraba cada vez que acompañaba a su madre al hospital, ver familias destrozadas, llorando por la pérdida de un familiar.

Una de esas tantas veces decidió dejar de callar y preguntar a su madre "¿por qué existe la muerte? Me da miedo que un día no despiertes mami". Un pensamiento muy complejo para un niño de apenas cuatro años, pero su madre le contestó con una pequeña historia "Una vez la vida le preguntó a la muerte: ¿Por qué todos me aman, pero a ti te odian? La muerte le con una voz neutral cargada de pesar ante la inocencia de aquella esencia pura y respondió "porque tú eres una hermosa mentira, y yo soy una dolorosa verdad" le explicó que ese sería su fin en algún momento, pero no algo de lo que debía preocuparse porque estaba muy lejos de eso.

Las personas prefieren vivir de la idea de no pensar en la muerte a pesar de estar rodeados de ella cada día, pero de la misma forma que alguien se va de este mundo, cientos llegan para llenarla con su brillo. La existencia misma se encarga de quitar como también dar, guardando un equilibrio que es tan frágil como un hilo frente a la más afiladas de las hojas de acero que amenaza con cortarlo.

Era irónico que algo a lo que todas las personas le tienen miedo, se manifestaba frente a sus ojos haciéndole ver cada una de sus vivencias, experiencias y por primera vez, podía decir que no tenía miedo de caer en el desconocido olvido que simbolizaba su final. Ahora entendía por qué la vida murió enamorada de la muerte y la muerte se enamoró de la vida, se trataba del más puro sentimiento de vacío que deja un ser al irse, se sentía como la dulce compasión que te da la guerra luego de luchar tanto contra la vida, un respiro del cual no necesitas llenar tus pulmones de oxígeno, una paz que se extiende a través de tu mente.

—Míralo tan tranquilo, mientras que el exterior se cae a pedazos – en la oscuridad de su mente resonó una voz difícil de entender, sonaba como alguien mayor.

—Esto no hubiera pasado si estuviera al mando – otra voz más se hacía presente, pero tenía un tono mucho más juvenil. Algo de ambas voces caracterizaba, tenían una distorsión que le dificultaba identificarlos o familiarizarse con las mismas.

—Quieres hacer silencio, estamos en esta situación gracias a que seguimos tus estúpidos impulsos.

—No es culpa mía que me haya reprimido durante tanto tiempo, sabíamos que cuando salgo soy caótico, pero preferías guardar apariencias.

—Es lo correcto... - era un enfrentamiento extraño que no le permitía poner en orden sus propios pensamientos, como si él fuera partícipe de todo y al mismo tiempo solamente estuviera de espectador – no me dejabas actuar con frialdad, seguías insistiendo en ir con ellos cuando nada estaba previsto, calculado, planeado o analizado...

—¡A la mierda la razón!

Por fin podía abrir los ojos notando que se encontraba en un lugar sombrío, una tenue luz que se colaba a través de un pequeño tragaluz, era aquello lo apartaba de la oscuridad total, no entendía qué sucedía, lo último que se venía a su memoria era una gran luz, un zumbido en sus oídos y luego escuchar las voces discutiendo, eran distorsionadas, como una combinación entre voces de un adulto mayor, un adolescente y un niño en conjunto, como en un eco.

Pero era nada más eso, voces porque al momento de buscar el lugar de dónde provenían no encontraba nada a su alrededor, estaba solo en una sala extraña y fría. A como pudo se incorporó, sentándose con las pocas fuerzas que su cuerpo le brindaba, las paredes eran grises, con arcos que reflejaban como unas puertas era lo único que había en todo el lugar ¿Qué significaba todo eso? ¿había muerto acaso? Si fuera así estaría en algo así como en el limbo ¿cierto? Fueron sus primeros pensamientos erráticos.

—Algo así podría decirse – de nuevo ahí estaba esa voz distorsionada, pero le acaba de contestar a él lo que acababa de pensar, eso no tenía lógica – no hables de la lógica como si yo no fuera la propia razón – le reprochó de nuevo la voz; listo se había vuelto loco, estaba teniendo un episodio de alucinación donde escuchaba voces que le estaban respondiendo a sus propios pensamientos – relájate no estás loco, no desarrollaste ninguna clase de trastorno de identidad disociativa durante la infancia mucho menos la tendrás ahora.

—¿Qué o quién se supone que eres tú? – logró articular palabras por fin a través de su voz, no por sus pensamientos.

—Dije que no debías descontrolarte, ya es difícil controlarlo cuando no está en poder, si te dejas dominar se me hace imposible tratar con Ello.

—Solo pido una respuesta, dijiste que estaba muerto.

—Respondí que era algo así.

—No tiene lógica que me digas algo así, no se puede estar muerto a medias, es imposible.

—Te recomiendo que lo pienses mejor, eres hijo de una médico, sabes que existen muchas formas que sustentan ese limbo.

—¡¿Qué mierda tiene que ver aquí mi madre con esto?! – se le estaba terminando la paciencia y por alguna extraña razón se sentía fuera de sus sentidos, no pensaba con coherencia como normalmente hacía, eso lo estaba irritando demasiado – se es o no.

—Si dejas que Ello se apodere de ti actúas de manera irracional, esa no es la forma correcta en la que debes responder.

—¿Conoces lo que estoy pensando?

—Correcto.

—Entonces por qué no respondes de una puta vez lo que estoy pensando.

—Es simplemente redundante la verdad en la que te encuentras ahora. Eso es algo que ya lo sabes, pero no quieres aceptar – la frialdad con la que lo trataba la voz se le hacía conocida e irritante, ¿así se escuchaba él cuando resolvía algo? – es correcto, ahora, Ello quieres dejar que me encargue de la situación por favor, estoy siendo racional y no severo. Sal del poder.

—Déjalo sentir por una vez en su vida, bueno si así lo podemos llamar en estos momentos – esa era una voz totalmente diferente, había cierto toque de arrogancia como molestia, arrastraba cada palabra causándole escalofríos, aunque ahora se sentía como tranquilo, extraño, porque no entendía nada realmente – siempre es un rompebolas gracias a que se deja guiar por ti, todo es blanco para ti.

—Tú lo llevas al extremo de la oscuridad, no eres más diferente que Yo.

—Quieren dejar de discutir entre ustedes, realmente es molesto escuchar cómo juegan a quién domina más al otro. – soltó con molestia Owen sintiendo que algo le decía que estaba perdiendo el tiempo, se llevó las manos a la cabeza sosteniéndola, tratando de calmar la leve punzada en su frente – si lo saben todo díganme ¿Qué es este lugar? ¿Quiénes son ustedes? ¿por qué no se dejan ver?

—No somos un quién, en realidad somos un qué – habló la voz con ese tono de frialdad.

—Entonces...

—El qué somos, tú lo sabes, no tengo porque estar dando explicaciones de algo... - le interrumpió la otra voz, comenzaba a notar la diferencia entre ambas, el tono de esta era más golpeado y agresivo, más alta a comparación con la del otro que su frialdad tenía un tono bajo desinteresado – en cuanto al dónde estás es una parte profunda de ti mismo.

—¿Cómo? Esto se encuentra en mi mente.

—Eres demasiado lento, ni siquiera en la escuela tardabas tanto en comprender.

—La escuela fue uno de mis mayores logros, no te atrevas a sacar ese tema. Si no fuera por mí todo se hubiera basado en actos irracionales.

—Alto... alto... no estoy comprendiendo una mierda.

—Ves te lo dije, es un idiota reprimido de sus propios impulsos, que no sabe lo que ocurre.

—¿A quién le dices reprimido?

—No, no, no hablo del aspecto sexual de eso me encargué yo, no te des el crédito Yo, existe algo que tu padre le llama límites, aférrate a eso.

¿También conocía sobre el aspecto sexual de su vida? La conversación cada vez se volvía más extraña, aún no tenía una respuesta a nada, solamente se llenaba de más preguntas. Esto era exasperante, molesto y lo más ilógico que le había pasado en toda su vida, se estaba volviendo loco con la discusión sin sentido que tenía en esos momentos. El sonido de una risa cínica le hizo voltear hacia su izquierda para buscar el origen de la misma.

—Sientes eso Owen no te reprimas a sentir esa agresión, tu lado de supervivencia está pidiendo salir, me agradas más de esta forma.

—No dejaré que tomes el mando de la situación Ello, no lo permitiré.

—Basta estoy harto de toda esta situación, esta mierda me sobrepasa y quiero respuestas – ahora si no se iba a controlar.

—Esto es como un paso a eso, pero para salir de todo esto tienes que resolver tus propios dilemas internos ¿comprendes Yo?

—Es fácil solo déjate llevar por uno de nosotros para tomar las mejores decisiones.

Lo que le decía esa voz no tenía sentido, el paso a qué, aunque por lo menos ahora tenía una respuesta de dónde se encontraba, pero eso de dejarse guiar no le hacía sentir menos intranquilo. Además, sentía que todas sus emociones se revolvieron en su interior haciéndole sentir incontrolables ganas de romper con todo a su paso, solo quería entender, buscar una razón de lo que estaba sucediendo. Estaba... Estaba olvidando el cómo llegó ahí, había una pequeña parte de él que lo sabía cuándo recién abrió los ojos, pero ahora no lo tenía claro. Se levantó del frío suelo observando a su alrededor, sus pasos eran ligeros como si su cuerpo no pesara. Uno de los arcos llamó su atención, había algo que le arrastraba a entrar.

—¡Alto! – esa fría voz volvía a hacer acto de presencia – no entres ahí, acaso estás listo para hacer eso. No has resuelto nada y ya quieres salir del paso.

—Es lo que sucede cuando me ignoras todo el tiempo, solo busca reprimir y no ver más allá – la soberbia en la otra voz era como si durante mucho tiempo no se hubiera podido expresar – sabes que, desde que escuchamos la conversación de Spencer estamos en esta situación.

—Porque tú no te querías controlar.

—A la mierda tú razón y tu puto control, sabias que teníamos que afrontarlo, pero no decidiste que era mejor retroceder.

—¿Cómo saben de mi padre? ¿A qué se refieren con la llamada que "escuchamos"?

—Larga historia él y Ello no se llevan muy bien.

—Eso no es cierto, el tipo era interesante cuando me dejaba hacer lo que quería, claro que tenías que interrumpir en el momento para decir que ya no ibas a dejar hacer más esas terapias.

—Jamás tuve una terapia con mi padre – sus comentarios eran más que ignorados entre ambos seres que siempre lo hacían de lado.

—Lamento decir que sí las tuviste, Spencer las llamaba "estudios de sueños lúcidos" Ello disfrutaba de esos momentos, para que no hiciera desastres decidiste que tendría la libertad de apoderarse de tus sueños, luego todo empeoró cuando dejaste de ir con Spencer - "Tic-Tac, Tic-Tac, Tic-Tac" de nuevo ese sonido de reloj se apoderaba de ahora estaba invadiendo todo el lugar oscuro.

Aunque ahora lo acompañaba el goteo de agua, eso era algo nuevo haciendo que de inmediato volteara en su búsqueda, el eco rebotaba en las paredes lisas, una ráfaga de aire frío acompañó todo aquel espacio desolado donde deambulaba; el lugar donde había estado recostado hace un momento tenía una pequeña laguna ahora, donde caía una pequeña gota de agua cada tanto desde el techo, ahora que lo observaba con mayor detenimiento era una cúpula de cristal, mostraba lo que parecía un cielo nocturno nublado. Con cautela se acercó hasta el pequeño charco de agua, sus pasos eran lentos como si un pie le pidiera permiso al otro para dar el próximo paso. Se arrodilló con la mirada perdida en el líquido transparente que reflejaba la oscuridad de la noche, atrayéndolo cada vez más.

—¿Qué está haciendo?

—Déjalo ha escogido, ahora es mi turno.

—Déjalo ha escogido, ahora es mi turno

Mayo 29 de 2002, 10:30 pm...

Cuando eres niño esperas con ansias los días de vacaciones y descanso para no estar en la escuela, cualquiera que sea tu razón para anhelarlo es válido, puede que sea para no levantarte temprano, porque detestas las clases, te molestan constantemente o simplemente por el hecho que te aburre tener tareas y no poder jugar cuando quieres. Tienes que acatar normas, reglas y pedir permiso hasta para ir al sanitario; él odiaba cuando los maestros no lo dejaban salir, era imposible para su pequeño cuerpo soportar más la necesidad de vaciar su vejiga, por eso se encontraba corriendo por los pasillos lo más rápido que daban sus cortas piernas, para alcanzar llegar a tiempo y no orinarse en los pantalones, ya le había pasado una vez y no fue muy agradable que todos se rieran de él. Los niños podían ser demasiado crueles cuando se lo proponían exponiendo cualquier vergüenza del otro.

Sus ojos divisaron el cartel que indicaba los baños de niños y pudo sentir cómo su cuerpo en vez de aliviarse hizo más presión en la zona, lo sabía se haría en los pantalones de nuevo. Apretó el paso, porque si apretaba su cuerpo causaría un desastre. Entró con urgencia buscando desesperado, con sus ojos brillantes, un espacio libre y no perdió más tiempo a liberar la molesta presión, un suspiro de alivio salió de sus labios.

No había terminado de sentir satisfacción por vaciar su vejiga cuando un lloriqueo en el cubículo de al lado se escuchó, parecía un niño, bueno era obvio los mayores no llegaban al baño a llorar, su padre le dejaba en claro que la mayoría de mayores no lloran y menos si son hombres. Por su parte, a él siempre le decía que estaba bien el hacerlo cuando se sentía triste. En su pequeña cabeza surgió la idea de ayudar a la persona que estuviera al otro lado, tal vez se había lastimado o se sentía mal. Así que se arregló el pantalón, bajó la cadena y suspiró indeciso en qué podía decirle; bajó la tapadera del retrete para tomar asiento, indeciso sobre lo que diría.

—Oye ¿estás bien? – se atrevió a decir en voz alta, sus papis siempre le preguntaban cómo se sentía y eso le hacía sentir mejor porque podía hablar cuando algo no le gustaba o le molestaba - ¿Por qué lloras?

—Odio la escuela – se escuchó al otro lado, una voz de un chico que, entre hipidos trataba de controlar sus sollozos – en especial, no me gusta la clase de deportes.

—Te entiendo, a mí no me gusta cuando jugamos a la pelota, siempre me tiran a mí – solo se escuchaba más sollozos y el estruendoso sonido que sorbieron con demasiada fuerza la nariz, la cara de asco fue automática, se imaginó la contraria, con muchos mocos saliendo de su nariz y la cara roja como los tomates, esos que le obligaban a comer en ensaladas, él no era ningún conejo para cambiar una pizza por verduras – te lastimaste en la clase, por eso estás aquí.

—N-no... mis compañeros se ríen de mí porque... soy diferente, en natación se burlaron de mí – otra sorbida de nariz y más hipidos. Al escuchar aquello no pudo evitar otra mueca de asco, su mami le había dicho que cuando hacían eso los mocos se los estaba tragando, por eso siempre los soplaba en un pañuelo. Quizá ese niño no conocía ese dato – en clase también me dicen cosas feas, ser diferente no es bonito.

—Diferente ¿Cómo?

—Solo diferente.

—Quiero saber ¿Por qué eres diferente? – un puchero se asomó en sus pequeños labios, no era justo estaba siendo bueno con el chico y no le quería decir. Una idea cruzó sus pensamientos, cuando las personas no querían decir algo era porque escondían algo y en los cómics eso solo tenía una explicación – tienes superpoderes como, rayos láser o superfuerza – dijo con emoción pensando en los posibles superpoderes – tienes superfuerza, mueves cosas con la mente algo ¿así?

—N-no... soy más como Iron Man – ese superhéroe no lo había escuchado el pequeño pelinegro, quien se llenó de mucha curiosidad.

—Y ese ¿qué superpoder tiene?

—El n-no tiene un superpoder, tiene un supertraje con el que puede volar.

—¡Tienes un super traje para volar! – eso era lo más genial que en su corta había escuchado – tienes que enseñarme.

—No tengo un supertraje, solo soy como Iron Man – dijo desganado – mi papá dice que soy como él para que me sienta mejor.

—¿Y por eso lloras? – la expresión de confusión cruzó su rostro, ¿Por qué alguien lloraría por parecerse a un superhéroe como ese Iron Man? Él quería volar como Superman, pero nadie lo comparaba con el superhéroe, eso no era justo, también quería algo así. El timbre del receso sonó siendo esa su alerta para regresar al salón por su comida – oye niño qué te parece si, comemos juntos. En el área verde.

—Está bien.

Feliz porque podría comer y quizá hacer un nuevo amigo, salió del baño para lavarse las manos como le había enseñado su mami. Detrás de él se escuchó como se quitaba el seguro en la otra puerta dejando ver a un niño rubio, de ojos verdes y sabía que su piel era muy blanca porque su cara parecía un tomate, se frotaba los ojos quitando las últimas lágrimas de sus mejillas y se quedó parado viendo al pequeño pelinegro con ojos oscuros que le observaba curioso.

—Deberías lavar tu cara así – hizo la mueca ahuecando sus palmas sobre su cara mostrando a su nuevo amigo, cómo lavar la propia – mi mami siempre hace eso después que lloro.

—Mi mami lo hace con una toallita mojada – sus palabras estaban entrecortadas por los hipidos que no terminaban de irse. Se acercó al lavamanos para lavar su cara, justo como el niño le había dicho, mojando casi todo el frente de su uniforme.

Una vez, estando más calmado el pequeño rubio, ambos salieron del baño para ir a sus salones a por sus respectivas refacciones. Owen estaba decidido a saber ¿Cuál era el superpoder que le hacía tan diferente? Tampoco iba a permitir que su nuevo amigo le ocultara que podía volar y no llevarlo con su supertraje, a él nadie lo engañaba que el rubio no tenía el supertraje igual al de Iron Man, sino ¿Por qué diría que es como él? En el patio de la escuela se encontraba el área verde con algunas bancas, donde podían sentarse a comer sin que una pelota cayera en su cara o botara toda la comida, así que ese sería el punto de reunión de ambos chicos. Una vez juntos no perdieron tiempo en devorar la comida, aunque la del rubio no parecía de lo más apetitosa, tenía verduras, a él no le gustaban esas cosas y yogurt con frutas, la fruta estaba bien, pero el yogurt era otra historia.

—Ahora sí me dirás ¿Por qué te molestan los otros niños? ¿En qué salón estás? ¿Cuántos años tienes? ¿me enseñaras tu supertraje? – la emoción del pequeño pelinegro se reflejaba en el brillo de sus ojos. Para el rubio, que no estaba acostumbrado a tener mayor interacción con otros niños, se sentía asfixiado con la energía que emanaba del pelinegro. Aún más, viendo como el contrario se acercaba cada vez más a él, robándole su espacio personal.

—Hablas mucho – se limitó a decir el rubio mientras se alejaba de su nuevo amigo eufórico, no estaba acostumbrado a tener ese tipo de atención, a menos que fuera su mami invadiéndolo con preguntas luego de la escuela – ya te dije que no tengo ningún traje.

—Entonces cómo puedes decir que eres como Iron Man, si dices que no tienes supertraje – le acusó con el ceño fruncido, mientras abultaba sus labios en un puchero tierno remarcando su disgusto – me mentiste en el baño.

—No miento, dije que era como él.

—Pero ¿Por qué? – hizo un puchero mientras alargaba la "e" para demostrar su insistencia en saber la verdad.

—Es un secreto, no me gusta que las personas lo conozcan.

—¿Por qué?

—Porque me miran raro o dicen cosas de mí.

—¿Cosas como qué?

—Preguntas mucho y no estoy seguro si decirte, porque podrías reírte de mí.

—No, no, no me rio lo prometo – puso una mano en su pecho mientras extendía la otra hacia el rubio con su meñique alzado, siempre hacía promesas por el dedito con la señora que lo cuidaba en la clínica de su padre, cuando le daba chocolates.

—Eres extraño – lo vio con desconfianza pasando la vista del meñique a la cara del pelinegro de ojos brillantes – bien, pero si te ríes te golpearé – tomó el meñique con el propio mientras que el otro niño asentía de manera efusiva, por haberlo convencido – soy diferente porque....

—¿Por qué...? – trató de alentarlo para que siguiera, el rubio ya había soltado palabra no estaba dispuesto a dejar que se hiciera para atrás.

—Porque nací sin corazón... - soltó el rubio volteando a ver hacia el otro lado, esperando las risas de burla, cosa que no pasó, solo se encontró con una mirada de confusión - ¿Por qué me miras así?

—¿Cómo que no tienes corazón? Mi mami es doctora y ella dice que para estar vivos tienes que tener todos tus órganos en su cuerpo. Yo te veo muy vivo.

—Cuando nací, mi mami dijo que mi corazón no estaba aquí – dijo el pequeño rubio señalando con su dedo el lado izquierdo de su pecho.

—¿No estaba? ¿En dónde estaba?

—Afuera... de mi cuerpo, así que los do-dotores...

—¿Doctores? No puedes decir doctores

—Sí puedo, es que se me traba la lengua – se cruzó de brazos y le sacó la lengua.

—Pero, entonces ¿los doctores encontraron tu corazón? – preguntó ignorando la actitud del niño – por eso dices que eres como Iron Man, ¿a él también le encontraron el corazón afuera los doctores?

—Sí, bueno... - colocó su dedo frente a sus labios pensando y recordando lo que su papá le había explicado – algo así, a él le pusieron un corazón y a mí también, cuando encontraron el mío, lo metieron aquí en mi pecho, pero ahora tengo una cicatriz, es muy rosada. Va de aquí hasta aquí – hizo una línea recta en todo su pecho.

—Yo no le veo nada malo a eso ¿por eso te molestan los otros? – se levantó un poco el suéter hasta descubrir su codo donde figuraba una pequeña cicatriz rosada para mostrársela – mira, tengo esta que me la hice que me caí en el parque. Mis compañeros dicen que les da asco porque parece un gusano cuando muevo el brazo ¿Qué dicen de la tuya?

—Dicen que soy una "cajita vacía" – la risa del otro niño lo molestó, había prometido no reír así que lo volteo ver con mala cara – lo prometiste.

—No me estoy riendo de ti. Es gracioso que te digan cajita vacía, de dónde lo sacaron.

—Dicen que no metieron mi corazón, sino que me lo sacaron, porque no río y solo me enojo. En natación me molestan porque vieron mi cicatriz y dicen que es fea.

—Son unos niños tontos, yo sé que tienes corazón porque estás vivo. A mí me molestaron porque una vez me orine en los pantalones – el rubio soltó una gran carcajada que no pudo evitar guardarse – ya ves que lo tuyo no es tan malo como lo mío. Oye te reíste, así que sí tienes corazón.

—Yo nunca dije que no lo tuviera – logró argumentar con la voz agitada por la risa y secando las lágrimas que se habían escapado de sus ojos. Sostenía su pancita por el dolor que le causó reírse.

—Me caes muy bien. Seamos amigos ¿te parece? – aunque él ya lo consideraba amigo, quería que fuera oficial, por si el otro no lo veía de igual forma. El rubio se limitó a asentir con una pequeña sonrisa de encías – soy Owen

—Iham...

Un pitido en sus oídos resonó en el momento de escuchar el nombre del niño, haciendo que su pequeña mente de cinco años se llenara de veinte años más de su vida, teniendo imágenes de un rubio mayor con cara de Póker, malhumorado, riendo, molestando, haciendo bromas, cuidando de un pequeño castaño, tocando el piano en un recital. ¿Conocía a Iham desde antes? Pero ¿por qué él no lo recordaba? Esos eran sus recuerdos, su mente adulta lo estaba asimilando y lo sabía.

—Iham, ¿tú eres Iham? – su mente estaba a mil con sus pensamientos ordenándolos, se daba cuenta que el cuerpo que tenía era el de su Yo de cinco años, pero su mente estaba muy lucida con sus veinticinco años actuales. El pequeño rubio frente a él lo vio extrañado.

—S-Sí, ese es mi nombre.

—Tú me conoces, bueno no ahora, pero si más adelante cuando seamos mayores.

—¿A qué te refieres?

—Conoces a mi madre... del... ¿Por eso siempre estabas tan mal hace unos días? Aiden te decía que debías cuidarte más...

Era demasiada información qué procesar para tan poco tiempo en el que estaban pasando las cosas, no entendía nada, él estaba en un lugar diferente hacia un momento y ahora estaba reviviendo un recuerdo de su infancia que no tenía idea que lo tuviera. El pitido se instaló de nuevo en sus oídos era tan molesto que se llevó las manos a su cabeza, "Tic-Tac, Tic-Tac" ahí estaba de nuevo ese sonido irritante, cerró sus ojos con fuerza tratando de tranquilizarse para pensar, de nuevo la gota de agua cayó, pero esta vez en su cara, una, dos y tres gotas más cayeron en su rostro hasta que recobró el conocimiento, percatándose que estaba de nuevo en el mismo lugar oscuro viendo hacia la cúpula nublada. ¿Se había quedado dormido? Ese recuerdo podía ser realmente suyo o su pobre mente atormentada la había fabricado para él sentirse tranquilo con algo familiar. Estaba seguro que lo que había visto nunca lo había vivido o visto, pero se sentía tan familiar y conocido.

—No fue un sueño lucido como los que tienes y podemos controlar, eso fue real.

—Se sintió muy real – habló desconcertado sintiendo escalofríos, puso sus manos frente a él cerciorándose que fuera realmente su cuerpo adulto – pero eso no pasó nunca.

—¿Quién dice que no? Si está en tu mente pasó, deja de reprimirme por negarte a algo – el arrastrar de las palabras de esa voz le hacía tener escalofríos por lo oscura que sonaba.

—¿Qué se supone que estoy reprimiendo según tú? Hablas como si me conocieras de toda la vida.

—Porque lo hago, hemos estado desde el inicio. De hecho, todo era mejor hasta que se formó esa máscara de frialdad.

—¡No soy tan frío!

—No hablo de ti idiota – la voz se hacía más clara como si estuviera detrás, pero sabía que no había nada más que él, cada vez se convencía que estaba teniendo algún episodio de alucinaciones y no entendía por qué – escucha necesitas sentir las cosas para saber en qué punto te perdiste, si es que quieres arreglar las cosas, no sé tú, pero estoy cansado de toda esta mierda.

—¿Y cómo lo arreglo? No comprendo una mierda de lo que está pasando, estoy cansado, me duele hasta la punta del pelo y siento que la maldita situación me sobrepasa.

—¿Qué es lo último que recuerdas antes de estar aquí?

—Yo... yo, no lo sé – un suspiro exasperado resonó en toda la habitación.

—Concéntrate quieres, no tenemos todo el maldito tiempo, encuentra el origen de esta mierda – Owen se quedó callado analizando entre sus recuerdos con la mirada perdida, su mano entró en contacto con el agua haciendo consciente el sonido de la gota cayendo nuevamente – busca el origen.

Su mente divagó un momento hasta que observó de nuevo el charco de agua que había aumentado en volumen, haciendo que se reflejara uno de los arcos del lugar, algo en el llamó su atención; alzó la vista y se encontró con la imagen de una caja de madera sellada sobre una pequeña mesa al lado de la entrada. Se puso en pie para llegar hasta donde se encontraba el objeto, haciendo consciente el sonido de un latido.

—Un corazón en una cajita – bufó de forma irónica, eso significaba que sí había pasado eso con Iham, pero su único recuerdo al conocerse es en un recital – todo fue real – susurró, provocando casi de forma inmediata que una imagen se reconstruyera en aquel arco, ahora tenía sentido a su vista, se trataba de un marco. Con curiosidad alzó la mano pasando solo la yema de los dedos sobre la imagen, invadiéndose de sentimientos de felicidad, una sonrisa se asomó en sus labios – los chicos son parte de mi historia.

—Vaya que eres lento. Supongo que ahora si recuerdas lo último que supiste de ellos.

Entonces toda la felicidad que le había invadido se convirtió en angustia e impotencia, las imágenes comenzaron a bombardearlo haciendo que viera todo en cámara lenta rebobinando todo. La luz cegadora que vio de último le hizo ver a Aiden con una cara de miedo atravesándose por la calle, eso era real porque recordaba que, en aquella llamada de Sander, los chicos se encontraban en el hospital, entonces tuvo algo así como una epifanía de lo que le sucedería a Aiden y no hizo nada para impedirlo, bastaba con llamarlo y advertirle, no haber perdido tiempo en su casa, en una estúpida discusión sobre sus hermanos y ahora lo que había visto era real. Los ojos se le abrieron de la sorpresa al procesar que Amaia estaba teniendo una crisis, que el último mensaje que recibió pudo haber sido de ella y no estuvo para contestar, mucho menos ayudarla. Todo se estaba viniendo abajo, ahora qué podía hacer, estaba atado de manos, perdido en sabrá dónde, estaba secuestrado o muerto no lo entendía porque le dijeron que era algo parecido.

—Mierda... mierda... mierda... ¿Qué voy a hacer?

—Si quieres arreglar las cosas tendrás que buscar en tus propios recuerdos para evitar que todo esto suceda. Arreglar todo para que nada de esto suceda. Todo está en ti puedes hacer que sea real o no – ahí estaba esa voz fría de nuevo diciéndole que hacer – actuar correctamente con todos, encontrar los verdaderos orígenes, no es algo superficial. Ahora sabes que conociste a Iham, eso ya cambió tu historia con él.

—¿De qué hablas?

—En vez de alejarte de él durante el tiempo de la escuela compartieron más vivencias juntos. Solo date cuenta.

Owen volvió a ver la imagen, algo lo atrajo a entrar en ella, así que no se limitó a hacerlo. Los recuerdos eran añadidos a su memoria como una película. Recordaba jugar y hacer campamentos con el rubio, pasar los veranos en la piscina haciendo clavados, el momento en el que observó la cicatriz que atravesaba su pecho, se notaba más feliz, lo presentó con su madre, estuvo ahí cuando enfermó, para apoyarlo a seguir estudiando música y no dejara atrás la oportunidad de tocar el piano. Entonces las imágenes se cortaron como un error, regresándolo de nuevo frente al marco donde se encontraba la imagen, ahora ondulaba hasta endurecer en un mosaico de un piano de cola, con una caja de madera abierta.

Una tenue luz hacía destacar los vidrios de distintos colores, se alejó para admirarlo un poco más, pero eso solo le dio una visión panorámica mejor de lo que estaba alrededor, todo había cambiado las paredes eran de madera, los arcos estaban tallados en columnas elegantes; detrás de él se encontraba un mesar redonda, donde anteriormente estaba aquel charco de agua, era de un material como espejo, pero no reflejaba nada, ni siquiera la cúpula de cristal del que ahora colgaba un enorme candelabro con algunas velas encendidas, que llenaban de una iluminación tenue todo.

—Ahora entiendes, lo que tienes que hacer para mejorar todo.

—¿Puedo cambiar todo lo que pasó?

—Si lo quieres así, será real.

—Pero, ¿qué puedo llamar real en estos momentos?

—Ninguna realidad existe si tú no la construyes.

Eso tenía lógica, que tal si, él no había despertado ese sábado por la mañana y todo esto era un mal viaje de la noche del viernes, entonces tenía que estar mal de la cabeza para soñar que los chicos sufrían, que su familia se ponía en peligro por una simple fugada y que nada de eso estaba en la realidad. Pero, ¿por dónde empezar? Estaba Amaia con una crisis de ansiedad la cual había pasado desapercibida por todos ellos ese fin de semana, su mente no dejaba de insistir en saber el por qué Iham les había mentido, no, en realidad le había ocultado la verdad a él, cuando le dijo que se encontraba libre de cualquier recaída.

Aguarden, pero eso no lo sabía él ¿o sí? Si estaba en su memoria era real, eso fue lo que las voces le dijeron, entonces por qué algo no cuadraba en las imágenes de sus recuerdos, el rostro más relajado y feliz del rubio no encajaba mucho. ¿Qué pasaba con Rayan, Pia y...? ¿Aiden? la lejanía del nombre le causaba un vacío en su pecho. 

Septiembre 2007, 05:30 pm.


"Tan rápido pierdes el camino... cuando divagas te disocias de la realidad que estás viviendo concéntrate"

Esa era la voz de su padre, la reconocería en cualquier lado, pero no era algo nuevo, sino más bien, esa era la forma en la que le hacía concentrarse al momento de hacer su estudio de los sueños lúcidos, donde el hombre le repetía que para saber el significado de lo que veía tenía que ser parte del sueño, ser un objeto, una persona, incluso el propio ambiente para dejarse llevar y sentir lo que sucedía en el sueño y así cambiar los sucesos. "Deja de reprimir" "tienes que sentir" "conecta con tu subconsciente" "cierra los ojos y siente".

—¿Y bien qué puedes sentir? – la voz neutra de su padre sonaba mientras mantenía los ojos cerrados.

—Aun no puedo ver nada.

—Eso es porque no estás dejando fluir las imágenes.

—Eso intento – era frustrante que su padre le repitiera lo mismo cada vez que estaban en esa sala, con él recostado en un diván y su padre al lado solamente hablándole – pero es difícil.

—Vuelve a narrar el sueño, comienza con el origen. Vuelve al punto de reinicio, describe lo que pasó en el sueño.

—Bien... estoy en un pasillo oscuro, donde hace frío. De hecho, está húmedo, puedo saborear la tierra y las corrientes aire me empujan – un escalofrío, junto con un temblor involuntario le dieron la pauta a su padre para saber que estaba funcionando, su hijo estaba conectando con el sueño – la pared está viscosa, como con moho, al fondo se escucha un goteo.

—Es placentero estar en ese lugar.

—No.

—Entonces cámbialo, está en tu mente, no existe una realidad si tú no la construyes. Si no te agrada, busca como hacerlo más agradable.

—Yo, prefiero que sea un túnel iluminado, con mucha vegetación alrededor – sonrió en el momento que pudo visualizar el cambio del ambiente como si fuera un espejismo lo anterior, se vio rodeándose por una cálida luz que atravesaba las hojas de las plantas que cubrían aquel túnel – ahora huele bien, como a flores silvestres.

—Te sientes mejor ahora en ese lugar.

—Mucho mejor.

—Ahora ya sabes cómo arreglar las cosas cuando no te parecen, pero recuerda que todo tiene una causa y efecto.

Abrió los ojos encontrándose con la imagen de su padre anotando en su libreta, a su perspectiva sin prestarle mucha atención. Realmente era todo lo contrario, pero quién pone atención a los detalles cuando eres egoísta de tus propios sentimientos, entrando en los terrenos de la adolescencia ya lo hacía un panorama difícil de llevar. En su niñez siempre quiso la atención de su padre ahora aborrecía los momentos en silencio que pasaban juntos. Spencer por su parte disfrutaba tener algo en común con su único hijo, desde el divorcio no tenían una relación muy estable. Ahora que podía tener la custodia compartida, o más bien que Daria le permitía llevárselo a casa algunas noches todo dependía del humor del pequeño bulto, que, usualmente prefería regresar con su madre y su molesto prototipo de doctor que tenía por esposo. Así que, esos pequeños espacios íntimos los valoraba muchísimo, siendo su entero centro de atención. Misma situación y dos mundos internos diferentes.

El sonar característico de la alarma llamó la atención de ambos, el tiempo de ejercicio había terminado así que solo quedaba esperar a que llegara la hora para que su madre pasase a recogerlo de la clínica de su padre. Él se incorporó, sentándose en el cómodo diván, suspirando, se sentía agotado, lo cual era irónico porque en todo ese tiempo estuvo acostado, lo cierto es que el cansancio mental puede dejar aún más exhausto a cualquier persona, no es algo que se va así no más, la mente también necesita descanso. Dos golpes en la puerta resonaron en la habitación.

—Adelante – dijo su padre dirigiendo la vista hacia la puerta, que era discretamente abierta, para dejar ver a una mujer delgada, castaña con una mirada temerosa por estar interrumpiendo en una sesión - ¿Qué sucede Maisie? – alzó una ceja en su dirección al notar su falta de habla.

—Disculpe la interrupción señor, pero en recepción se encuentra una persona que le busca.

—Tiene cita – dijo revisando su agenda con el listado de pacientes pendientes de ese día, y el resto de la semana con horas específicas.

—No es paciente señor, dice que se conocieron hace unos años, me dio este papel para que se lo diera, dijo que entendería una vez que leyera – la chica le extendió el trozo de papel doblado y los ojos del hombre casi se salen de sus órbitas cuando pudo leer el contenido. Sin pensarlo más se levantó a toda prisa, dejando a su hijo desconcertado, él jamás había visto a su padre salir de esa forma, no desde que se separó de su madre, la curiosidad pudo un poco con él y se asomó por la puerta para escuchar algo.

—No tenía idea de ¿Dónde encontrarte? ¿Por qué desapareciste así? – ese sonaba como su padre, pero menos frío, estaba parecía emocionado.

—Ese día no pude decirte nada porque tu esposa llegó – era una voz femenina que se le hacía muy familiar – yo... necesito hablar contigo.

—Claro... es decir ¿ahora? – sonaba desesperado – no me mal entiendas está Owen aquí, y aún tengo que atender un último paciente, pero le puedo decir a Maisie que haga un poco de café en lo que aguardas un momento en mi oficina.

Oh – eso no sonó muy bien que se diga, lo supo en el momento que su cara pasó de ser insegura a pánico total – pensé que ella no te dejaría verlo luego de separarse.

—Es mi hijo, no puede negarme verle, no es como si ella sola lo hubiera creado. Puede que lo haya traído al mundo, pero necesitó de mí para que existiera, tengo tanto derecho como ella – la risa de la mujer era cálida, sin contenerse ante el comentario de su padre.

—Veo que no has cambiado en nada, eso me alegra.

—Tú tampoco has cambiado, al menos físicamente, te ves como la última vez, hermosa – ¿su padre había halagado a una mujer? él jamás escuchó ese tipo de comentarios hacia su madre. Incluso, él no había conocido ese tipo de trato, hasta el momento que se casó con Robert – No se te dificulta esperar un poco hasta que Owen se vaya.

—De hecho, no tengo mucho tiempo y creo que debí pensar mejor al venir aquí, sabiendo que siempre estás ocupado.

—Prometo que no tardan en venir por él – era idea suya o su padre estaba haciendo tiempo para una persona que no era un paciente, porque para él nunca hacía eso, estaba prácticamente diciendo que quería que ya se fuera.

—Spencer... - esa era la voz neutra de su padrastro, su señal para salir corriendo de ese lugar, comenzó a guardar sus cosas en su mochila, asegurándose de no olvidar nada.

—Robert

—Vengo por mi hijo

—Querrás decir Mi hijo – recalcó con el ceño fruncido ante el hombre alto que le miraba de forma desinteresada.

—También es mi hijo desde hace siete años.

—El que estés casado con Daria no te convierte en padre de nuestro hijo.

—Yo lo mantengo en casa, el hecho que tú solo des una pequeña parte para sus estudios y pensión sin estar en su vida no te hace más padre.

—Deja el teatro del buen esposo y padre ejemplar que quieres. Tienes dos hijos de los cuales encargarte, no me toques las pelotas.

—No tengo problema en irme de aquí con mi hijo – su padre iba a argumentar algo más, pero un pequeño de doce años salió como los mil demonios pasando de largo entre los adultos que discutían – ¡Owen...!

—Quiero ir a casa papá – sin más que decir salió de la clínica para subirse a la camioneta de su padrastro, en el poco tiempo que llevaba de conocer a Robert nunca le había dicho Papá, pero estaba tan molesto que vio la oportunidad de molestar a su padre y la tomó sin dudar. No prestó mucha atención a ninguno de los tres adultos que se quedaron boquiabiertos por la actitud que tuvo, tampoco escuchó a su padre llamarlo.

—Nos vemos Spencer, quizá no sea tan pronto – sonrió hacia el hombre que no se explicaba la actitud de su hijo. El niño no era tonto, podía ser todo lo calculador y frío, pero no actuaría así por nada y menos llamarle de esa forma frente a Spencer. Pero él no desaprovecharía el momento, se acercó, lo tomó del hombro, como queriendo darle apoyo para dar paso a sus pensamientos – un consejo deberías prestarle más atención y darle su espacio, te lo dice un verdadero padre.

Robert avanzó directo a la salida de la clínica, estaba regocijándose del segundo mejor triunfo que el pequeño pudo haberle regalado. Incluso no se preocupó por ocultar la enorme sonrisa que cruzó su cara. Se había quedado con su esposa, ya que en propias palabras de la mujer lo prefería a él y ahora Owen se revelaba contra Spencer, definitivamente le compraría un helado esa tarde.

—Creo que debo irme también – habló por fin la mujer luego de un largo silencio al ser ignorada por la discusión. Además, el ambiente se había tornado incómodo – nos vemos en otra oportunidad.

—No te vayas ahora, podemos ir por un café

—Debo irme Spencer, supongo que será en otra ocasión – la valentía de revelar un secreto no siempre es fiel y menos luego de ver una escena como la que se armó por una rabieta, entre adultos para rematar con el niño saliendo de forma dramática.

—Al menos dame tu número para localizarte – ella solo se limitó a asentir, Spencer le extendió su teléfono para que lo anotara y se registrara como ella quisiera. Al terminar se lo devolvió, estaba por retirarse de la clínica, pero Spencer la detuvo tomándole de la muñeca – te llamaré y planearemos esa salida. No he olvidado que tenías que hablar conmigo.

—Hasta pronto Spencer...

En el exterior, alejado de aquel entorno, sentado en la parte trasera de la camioneta de su padrastro, entendió que esto ya lo había vivido, aunque ¿realmente había sucedido así? Definitivamente había tenido una actitud infantil para su Yo de doce años, comenzó a reír mientras se hacía consciente de su comportamiento, con su nueva mentalidad adulta. Le estaba causando un dolor de cabeza esos cambios constantes, hizo a un lado la mochila y abrió la puerta. Si era verdad lo que tanto profesaban las voces, de hacer conscientes esos recuerdos y junto con lo que su padre le había estado diciendo, entonces la realidad la podía construir, porque lo estaba viviendo en esos momentos. Caminó de regreso a la clínica.

—Owen ¿a dónde vas? – la cara de confusión de su padrastro le hizo sonreír en su interior, definitivamente cualquier persona estaría desconcertada luego de la escena que había armado y ahora se dirigía de regreso, justo de donde había salido huyendo prácticamente – tu madre nos estará esperando con la cena, todavía hay que pasar a comprar algunas cosas.

—No me tardo Robert lo prometo – alzó la voz mientras pasaba al lado del hombre – espérame en el auto – eso se escuchó muy mal, pero daba igual lo mismo le decían a él cuando no querían que escuchara alguna conversación, ¿Por qué tendría que ser diferente cuando lo hiciera?

Al mismo tiempo que abrió la puerta salió una mujer con la cual tropezó al querer pasar por la misma. Una simple disculpa por parte de ambos fue lo único que se dijeron sin prestar mucha atención en el contrario. Ingresó a la recepción, donde se encontraba la asistente de su padre arreglando unos expedientes, dejándolos listos para el día siguiente, era su hora de salida así que la precisión por terminar su trabajo estaba latente.

—¿Owen? – murmuró la mujer – pensé que ya te habías ido con tu padrastro.

—¿Dónde está mi padre? – la mujer le vio como un bicho raro, algo en el tono de voz del chico no cuadraba con él, dejando de lado que nunca le decía "Padre" a Spencer siempre era "Papá" sería esa una forma de dejar en claro que estaba molesto con el hombre y hacer saber que de ahora en adelante Robert sería llamado papá como lo hizo al salir. Tantos pensamientos marearon la pobre mente de la mujer, definitivamente estar en una clínica con un psicólogo le empezaba a afectar – necesito hablar con él.

—Está en su oficina transcribiendo sus apuntes.

—Gracias – sin esperar más respuesta se retiró hacia la oficina de su padre, no sabía exactamente qué decir, pero tenía que hacer eso. Tocó dos veces la puerta y esperó hasta escuchar un "adelante" murmurado desde el interior, apostaría lo que fuera que se encontraba fumando, con la vista fija en los papeles de sus sesiones mientras transcribía cosas – ¿se puede?

—Hijo... pensé que ya estarías camino a casa de tu madre con...

—Con Robert, sí le he dicho que tenía que esperar en el auto porque fue muy infantil la actitud que tomé hace un rato – rascó su nuca tratando de liberar el estrés de estar frente a su padre, quien lo veía incrédulo, hacía unos minutos salió sin más y ahora estaba frente a él hablando de una forma que no lo había escuchado antes – igual lo siento por salir así y por decirle papá a Robert, me molesté sin sentido, me llené de sentimientos irracionales como si esa fuera la manera correcta de actuar...– el hombre dejó de escuchar el discurso tan bien elaborado de su hijo, no daba crédito de lo que tenía escuchaba hasta hace unos segundos atrás, sabía que era su hijo porque su cuerpo físico estaba ahí, pero algo en él era diferente y apostaba su carrera entera que se trataba de su mente, es que un niño de doce años no hablaría con esa coherencia, responsabilizándose de sus errores como lo haría un adulto consciente de sí mismo. Le parecía fascinante – ¿padre me has escuchado?

—Disculpa me has dejado desconcertado con lo que me acabas de decir.

—Bueno igual no lo repetiré, así que gracias por todo y nos vemos el jueves ¿cierto? – sin esperar respuesta del hombre que lo veía boquiabierto dio media vuelta para retirarse de la oficina.

—Espera hijo... - el pobre hombre pudo salir de su trance para colocarse de pie – sucedió algo que no me hayas comentado en la sesión.

—Mmmm... no que yo recuerde ¿Por qué?

—Es que... - lo analizó de nuevo, casi como un escaneo de pies a cabeza, ese no era su hijo de doce años – no por nada. Creo que deberías irte ya, te esperan fuera.

El chico se encogió de hombros restándole importancia a las preguntas de su padre para por fin salir. Spencer cayó sobre su silla de nuevo mientras veía desconcertado la puerta por la que había salido su hijo, esa persona se notaba que no tenía nada en relación a su pequeño, se estaba perdiendo de algo que se burlaba de su razón en sus narices. Es que hablaba como un adulto, cuando apenas hace media hora actuaba de manera infantil, algo completamente normal para un niño de su edad.

Owen no perdió más tiempo y se dirigió rumbo a la camioneta de su padrastro, tomó la manilla para abrir la puerta, quedando desorientado en el momento que su mano tuvo contacto con la misma, de nuevo ese molesto pitido resonaba en sus oídos, su realidad comenzó a sentirse irreal mientras se sostenía la frente cerrando los ojos con fuerza. Una nueva película de recuerdos lo invadió, haciendo que le doliera la cabeza, las salidas a comer con su padrastro eran cambiadas por interacciones en la clínica con su padre, más tiempo juntos en la oficina de este mismo, más conversaciones, más tiempo compartido, menos tiempo en casa de su madre, sin noches de series y películas en la sala familiar. Sus padres llevándose de forma civilizada, con una relación de exesposos más llevadera, menos peleas entre ellos.

Cuando volvió en sí se encontraba de nuevo en aquella sala en medio de una gran confusión, la mesa seguía sin reflejar absolutamente nada a pesar de estar frente al espejo de la misma. El nuevo grupo de recuerdos lo hacían sentir una calidez en su pecho de compartir con su padre más momentos, borrando los años de distanciamiento entre ellos. Aunque sus valores y decisiones seguían intactas, no había accedido a seguir la carrera de psicología solo por darle gusto a su padre, pero la discusión ahora fue menos irracional, hubo palabras y no insultos.

—Supongo que con esto te podrás hacer una idea de cómo arreglar las cosas. Spencer te enseñó muy bien y ahora cambiaste quince años de distanciamiento con una actitud más calmada – ahí estaba esa voz fría, sonaba con un tono de superioridad – vez lo que logras cuando te guías por mí.

—Seguí mis propias creencias – frunció el ceño en molestia de escuchar que esta voz se jactaba de algo que había hecho él.

—Y ¿Quién crees que soy? Pensé que había quedado claro. Ahora que estás más sereno puedes hacer memoria de lo que sucedió con los chicos ¿cierto? – no dejó que respondiera, era como si se impusiera ante él – ahora sabes que puedes cambiar las cosas desde su origen solo busca la forma de no alterar mucho tu propia realidad. Creo que hiciste algo cuando le hablaste a Iham en la niñez.

Se dirigió con la mirada fija en el mosaico que representaba el recuerdo de Iham, para él nada había cambiado, en sus recuerdos todo estaba bien, seguían estando juntos los siete, aunque él no recordaba tener ninguna conversación con el rubio, ¿Por qué recordaba tener el listado de medicamentos del rubio? Iham no tomaba ninguna medicina ¿cierto? No, al contrario, sí las tomaba, él recordaba a su madre sermoneando acerca de un nuevo tratamiento. ¿Su madre conocía a Iham? Claro él se la había presentado estando en la escuela desde pequeños, habían jugado tantas veces a los videojuegos en su casa que pasaba más tiempo con él que con sus hermanos. No, eso nunca fue así ¿Qué estaba pasando?

"El aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo"

La cultura china lleva tantos años de sabiduría que este pequeño proverbio dio origen a investigaciones matemáticas para crear teorías físicas: el efecto mariposa; es la teoría del caos donde el aleteo de un insecto puede desatar una tempestad. Determinando que los pequeños cambios pueden conducir a consecuencias totalmente divergentes. Como las fichas de un dominó que son acomodadas en una hilera que, con una pequeña perturbación inicial, y con un proceso de amplificación, puede generar un efecto considerable a mediano y corto plazo. El movimiento desordenado de los astros sincronizados, el desplazamiento de los microorganismos en el mar, la sincronización de las neuronas, todos convergen para crear un sistema caótico. Nada sucede sin una fuerza que lo empuje o lo orille a un caos inminente. Y Owen había tirado todas las malditas piezas del tablero para construir uno desde cero con las pocas partes que habían quedado intactas.

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Hola personitas bellas, es aquí donde puedo decir que las cosas se van a descontrolar. Les agradezco a cada uno por acompañarme en esta historia. 

En esta ocasion quiero mencionar a alguien: @Srta_YoonTae , puede que no leas esto, pero me presento soy Dani. Y este es mi bebé el cuál tú con tu gran habilidad para escribir me inspiraste y motivaste a sacarla a la luz. Muchas gracias de verdad. Jamás pense que conocería a una persona como tú. 

Y a todos los que estan leyendo esta historia déjame decirte que eres el granito de arena que me motiva para seguir escribiendo. 

Dato Curioso: 

Si se sienten confundidos por el inicio de este capítulo en este momento les ayudaré un poco. Como se habrán dado cuenta a través de la historia toca muchos aspectos psicológicos y eso es lo que se resalta en el inicio de este capítulo. Las voces con las que se encuentra Owen estab basadas en la Teoría del Psicoanálisis de Freud que son: Ello (el subconsciente), Superyó (la máscara o el reflejo de las normas) y Yo (la persona, la imagen que se proyecta ante la sociedad). Owen lo que tuvo al principio del caítulo es un encuentro con sí mismo. Segun el psicoanalisis, ese tipo de discusiones sí sucede en la mente humana. Solamente que no es consciente y en el caso de la historia lo quise hacer visible por así decir, es una interpretación de la lucha interna que ocurre todo el tiempo para disernir en la toma de nuestras decisiones.

Un poco más adelante hablaremos más sobre ellas con detalle. Y si se preguntan ¿dónde está Owen? 

Esa información ya la saben... Att: Superyo 

Nos leemos la siguiente  semana Bye.

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