1.1 Noche de verano

Nota:  Al final de los capítulos les dejaré Eastereggs con datos curiosos de la historia. Pueden ser datos que están dentro de la propia historia o bien pequeños detalles que, como autora tomé en cuenta para la construcción de la misma. 

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Junio 21 de 2020 ... 10 horas antes de...

Existen varias teorías que explican que las personas pasamos por diferentes crisis existenciales que conllevan a muchos cambios luego de atravesar cierta edad donde los pensamientos quedan varados en un limbo de interrogantes como de "¿y ahora qué va a pasar conmigo?". La "crisis del cuarto de vida" o la "crisis de los 20's" como otros lo llaman es un ejemplo de lo que pasan mucho entre los veinte y treinta años, donde la mayoría se encuentra en un sinfín de subidas y bajadas emocionales resumidas en mil preguntas de ¿qué haré de ahora en adelante? ¿quién se supone que debo ser? Ver alrededor y sentir que todos avanzan al encontrar una ruta que seguir y tú preguntarte si debes salir o quedarte; avanzar o pausar, perseguir o dejar ir; la apatía por la vida se encuentra latente en los pensamientos.

No estás bien, pero tampoco mal, es como estar en modo automático realizando tareas sin un propósito. Y es que la euforia de la adolescencia se termina y "ya no tienes edad para actuar de cierta forma"; sientes que todo te sobrepasa al manejar la vida adulta, el "mundo real"; emocionalmente nos sentimos heridos, vacíos o incompletos por la falta o sobre exposición de situaciones de índole emocional ¿te resuena en el inconsciente algún evento?; no dejemos de lado el hecho que "tenemos que" adaptarnos a una realidad laboral agregando más inseguridades de nuestras propias habilidades. Un gran cóctel perfecto para una bomba que se crea como una bola de nieve en nuestros interiores, agregando la apatía social de no convivir con más personas de las necesarias, nos volvemos selectivos desapareciendo de la vida de personas que realmente no aportan algo significativo a nuestra existencia dejando vacío nuestro tiempo, creando el gran ¡BOOM!

El fin de las vacaciones se acercaba y pronto tendrían que tomar caminos separados, la Universidad los unió a través de los años compartiendo una etapa de su juventud y ahora es la misma en conjunto con la vida de adultos el tan famoso afrontamiento del "mundo real" el que los separará de esa euforia de cada día, no es como que la vida universitaria sea la más alocada si te acostumbras a una rutina, menos cuando son siete vidas totalmente diferentes con sus propios problemas, pero eso no ha detenido a ninguna persona de arriesgarse a vivir. Estaban para disfrutar de sus 20's mientras se preparaban para tomar decisiones y problemas que conlleva la culminación de cinco años de estudios. Molestas exposiciones de proyectos, tareas aburridas, meterse en problemas por llegadas tarde y las horas de diversión luego de la salida, con un sinfín de historias que acompañan a la noche y madrugadas de desvelos.

Empezaron siendo niños, bueno al menos lo que era esa etapa de estudios, y ahora estaban a seis meses de culminar su último año de carrera, bueno para cuatro de ellos. ¿Les aterraba los cambios? Sí, ¿Podían hacer algo al respecto? Pues no, el cambio siempre es bueno es parte de los ciclos de la vida, pero los chicos aún no tienen definido lo que harán y esto de un año a otro se ha convertido como si estuviesen en un modo automático, un autómata que solo sigue instrucciones de su creador, que según el resto de personas eso hace que la vida esté resuelta.

Ésta última noche es única, por una extraña razón las estrellas en el cielo brillan más rodeados de miles de galaxias que se extendían a través del espacio, pero que el ojo humano no puede ver, sin embargo, algo en su interior les hacía saber que eran un polvo cósmico más de ese vasto manto oscuro que les cubría. Quizá era porque estaban al aire libre lejos de la ciudad con sus enormes edificios y luces o porque estaban con las personas más necesarias en la vida del otro, no son familia, pero son la familia que elegían. Los amigos son esa única oportunidad que te da la vida de escoger quiénes te acompañarán en las buenas y las malas, porque nosotros los escogemos ¿cierto?

—Deberíamos entrar al auto comienza a hacer frío – menciona Sander, mientras sostiene a Amaia quien se durmió sobre su hombro, esta comienza a removerse poco a poco reaccionando a la ráfaga de viento que los envolvió haciéndose notar la fresca brisa de la playa donde se encontraban, a lo que el chico respondió instintivamente acercándola más a su cuerpo para cubrirla, brindándole del poco calor corporal que guardaba al estar expuestos al frío tanto tiempo.

—Aún no me quiero ir, la noche está preciosa como para perdernos la vista de todas las estrellas – suspiró melancólicamente Owen observando el cielo estrellado que comienza a pintarse de un morado indicando que el amanecer está por ocurrir.

—Tengo frío... - se escucha la voz adormilada de Amaia, mientras se reincorpora abrazándose y frotando un poco sus brazos para entrar en calor. La ternura al verla levantarse es imposible dejar pasar, a la vista de cualquiera parece un ángel con esos rasgos tan finos, piel tersa, labios finos acumulados en un mohín y rosadas mejillas que mostraban el calor que guardaba su rostro.

—Dijimos que veríamos el amanecer ¿no? – una sonrisa burlona se asomó en sus labios, haciendo que la chica frunciera el ceño ante lo mencionado - además el resto no parece estarse quejando.

Los otros cuatro chicos se encontraban a unos cuantos pasos delante de ellos, recostados en la arena de la playa y lo más cerca posible para guardar un poco de calor; al ser un lugar público estaban prohibidas las fogatas eso les quedó claro la primera vez que terminaron en la comisaría por realizar una fogata en lugares públicos no habilitados para esas actividades, no estaba en sus planes otro paseo en patrulla pasando la noche en una carceleta. El desacuerdo en el rostro de Sander era notorio pues Amaia era su punto débil, más cuando la chica hacía pucheros como si fuese una adolescente consentida, podía ser lo segundo, pero no una adolescente.

—Solamente entraremos a la camioneta para cubrirnos del frío, las chicas han estado fuera toda la noche... necesitamos dormir un poco antes de marcharnos – con un suspiro se dio por vencido al ver que su amigo había caído de nuevo en los encantos de la castaña que se acurrucaba más contra su pecho, le arrojó las llaves a Sander, quien logró con agilidad tomarlas en el aire – vamos Amaia debes cubrirte del frío – dicho esto colocó un brazo en su espalda y el otro debajo de las rodillas para alzarla sin mayor problema.

—¡Oye yo puedo caminar, no necesito que me lleves...! – se escuchaban los lloriqueos de la chica mientras era cargada cual princesa hacia la camioneta, llamando la atención del resto de los chicos que veían divertidos la escena montada por la caprichosa castaña.

—Todos deberíamos ir, aún faltan horas para el amanecer – mencionó Pia tirando la colilla de cigarro y sacando de su bolsillo goma de mascar sabor menta, para luego metérsela a la boca como es de costumbre una vez que deja de fumar y así quitar un poco el olor de su aliento – ¡Aiden... vienes!, los niños deben ir a la cama temprano.

—Por favor solo soy menor por un año... - se queja el castaño mientras se sacude la arena de su ropa, pero siendo obediente al dirigirse a la camioneta – que quede claro que voy solo...

—Andando niño está haciendo frío – lo interrumpe Iham tomándolo del hombro para que empezara a caminar – chicos ¿no vienen? – voltea para ver tanto a Rayan como a Owen quienes se habían quedado en sus lugares mientras el resto avanzaba entre risas y empujones.

—Quiero ver un rato más el cielo – menciona Owen entre risas por la escena que estaba haciendo el menor del grupo.

—Me quedaré con Owen para hacerle compañía, además creo que los espacios para dormir ya han sido tomados – menciona Rayan con una sonrisa y sus característicos hoyuelos.

—De acuerdo, pero no tarden o se quedarán afuera... - comienza a alejarse con rapidez para unirse al grupo que se empeñaba en molestar al menor sacándolo de sus casillas por tratarlo como un bebé.

Ambos chicos se quedan en silencio observando como el resto tenían una discusión que no era audible por la distancia a la que se encontraban, pero es bien sabido que es una pequeña riña entre quien tiene qué asiento y de un Aiden quejándose por no encontrar un espacio junto a Pia o Sander. Se conocen desde hace tres y cuatro años como grupo de amigos, así que se conocen tan bien entre ellos que las pequeñas diferencias son lo de menos.

—Es increíble cómo se ven las estrellas no lo crees... - menciona el más alto empinando la botella de cerveza en su boca y ofreciendo lo último al azabache, siendo recibida de inmediato.

—Mi padre decía que las estrellas solo brillan más cuando la oscuridad es más profunda. Creo que se refería a esto... Siempre hay un momento de la noche donde la oscuridad se apodera de todo y es cuando las estrellas aprovechan para mostrarse, incluso las que se encuentran más alejadas.

Habían pasado por tantas cosas juntos que era difícil entender que ahora no tendrían la oportunidad de estar cada día juntos, no es como si una amistad termine porque al día siguiente terminas una etapa está en ti conservarla o poco a poco alejarte. La universidad estaba por terminar para los mayores, Iham tenía una oferta para estudiar música de nuevo, Sander seguiría con la danza y Rayan aún estaba en búsqueda de un trabajo que le permitiera conseguir el dinero suficiente para pagar la media beca y Owen tenía asegurado un empleo gracias a las influencias de su padre quien era un reconocido Psicólogo y gracias a sus exclusivos pacientes tenía oportunidad de relacionarse entre esa sociedad alta. En cuanto a las chicas Amaia estaba en sus últimos semestres de mercadotecnia y Pia con suerte optaría a la universidad pública después de años de insistencia por parte de los chicos mayores. Y luego estaba Aiden a pesar de que ya tenía veintiún años era un genio en la ingeniería de sistemas haciendo que estuviera a pocas materias de terminar la carrera; todos se habían encargado de cuidarlo y protegerlo, pues no tenía la vida familiar más perfecta, ni mucho menos las condiciones económicas, pero quien se podía negar a esos ojos con galaxias que brillan cada que se maravilla con algo, esa sonrisa tierna que lo hacía ver aniñado con dientes de conejo y su tonto corte de niño bueno que lo hacía verse más adorable. Todos caían en sus encantos ayudándolo, por eso se jactaban de haberlo criado entre todos, era como ver una construcción de los seis chicos en uno.

Todos eran individuos separados que al estar juntos se volvían un solo sistema, ser diferentes el uno con el otro no alejaba que sus pensamientos se conectaran, menos en esos momentos mientras eran abrazados bajo el manto estrellado que les regalaba esa noche, formando constelaciones frente a sus rostros acompañados de la luna que les observaba como una guía de aventuras inolvidables. La brisa comenzó a ser más fresca cada vez por lo que terminó ahuyentando a los dos chicos para salir corriendo hacia el carro. Al abrir una de las puertas se encontraron con la mejor de las escenas que llenaba sus corazones, sabían que tenían los mejores amigos y que por ningún motivo dejarían a ninguno fuera. Amaia estaba recostada en el regazo de Sander, mientras que en el otro lado estaba Iham abrazando sus piernas; mientras que Aiden se encontraba acurrucado como un niño junto con Pia en el baúl; el lado del piloto y copiloto estaba vacío justo para que los dos últimos chicos tuvieran su espacio, una vez acomodados en sus respectivos lugares cayeron en un profundo sueño.

—Owen... Owen... despierta... tienes que ver esto – escuchó la voz de Amaia mientras era sacudido una y otra vez para despertarlo – ¡despierta el amanecer está a punto de aparecer!

—Y los demás... - el picor en la garganta le hizo sacar una voz ronca como si se tratase de un enfermo de cáncer pulmonar, aunque la razón de esta era provocada por la resequedad y por la exposición al frío de hace unas horas.

—Están esperándote afuera, vamos.

Comenzó a estirarse para quitarse la pereza del cuerpo sintiendo un leve escalofrío que le recorrió desde la espalda hasta el resto de su cuerpo, los vidrios estaban empañados aun, lo que daba a entender que no hacía mucho que todos habían salido, haciendo que se le dificulte el observar lo que está sucediendo afuera, podía escuchar a los chicos reír, y algunas maldiciones por ahí, eran como un eco en la lejanía. Al salir es recibido por el fresco de la mañana, aún estaba un poco oscuro, pero al mismo tiempo se podía apreciar un poco de claridad, alzó la vista para observar a lo lejos las siluetas de los chicos, sin embargo, tuvo que dar un segundo vistazo y frotar sus ojos al ver como si las siluetas parpadearan dejando solamente una, lo atribuyó a la falta de costumbre a la luz, volvió a alzar la vista una vez que las voces se hicieron más claras.

—Vamos Owen mueve tu trasero ven aquí, estoy muriendo de frío y fue tu idea la de ver el amanecer – el grito de Pia hace que una sonrisa aparezca de inmediato, la chica no tenía filtro para decir lo que estaba pensando.

—El hecho de apresurarme no significa que se vaya a quitar el frío niña... - alzó la voz mientras se acercaba al grupo con las manos entre sus bolsillos, si bien no era un frío insoportable se podía sentir como calaba por el cuerpo con cada ráfaga de viento.

—¡Apresúrate o te lo perderás! – grita Aiden, haciendo que acelere el paso para por fin estar al lado de su familia con la respiración agitada y a tropezones abraza a Rayan, quien lo recibe con una cálida sonrisa.

—Hace frío ¿no?... - dijo frotando sus manos para crear un poco de calor – ¿Por qué salieron sin mí?

—Estábamos decidiendo si dejar que te lo perdieras o no, pero Aiden insistió en despertarte – menciona Iham con su cara de póker de las mañanas

—Pues gracias por despertarme si no lo hacían los dejaba aquí.

—¡Oye! ¡quién te crees para intentar dejarnos! – replica Pia colocando un cigarrillo en su boca para comenzar a encenderlo tomando la primera calada. Logrando que Iham frunciera el ceño en desagrado por el humo que exhalaba la chica pelirroja a su lado, cosa que no pasó desapercibido por ella, cambiando de lugar para no molestar más.

—El dueño del carro... - habló con burla Rayan mientras su frase es ahogada en un bostezo mañanero y tomando un cigarrillo que le ofrecía la pelirroja – no sería la primera vez que tendría que caminar hasta casa.

El comentario queda perdido en el ambiente una vez que el amanecer comienza a inundar la vista. Observando el hermoso color naranja, mientras se levanta el sol de la mañana es una vista asombrosa que por lo menos una vez en la vida tendrías que apreciar en silencio y con una buena compañía lo hace más espectacular. Cada uno se deja llevar por el momento, llenándose los pulmones de aire fresco y a la vez salado, de ese que no encuentras en la ciudad.

El sonido de unas sirenas de ambulancia interrumpe el momento pacífico haciendo que en el preciso momento donde el sol deja de tocar el agua para elevarse se paralice por una milésima de segundos, el ambiente donde todo se sentía cálido como siempre debía ser se apoderó un frío y un vacío en el pecho de Owen. Sabía que estaba con todos, pero solo estaba la presencia de Pia quien tenía la vista fija al frente dando la última calada al cigarrillo, tuvo la sensación de una mirada pesada en ella lo que hizo que volteara para asegurarse que la opresión en su pecho no era más que sus propios pensamientos. Conectó miradas con el azabache, causándole un escalofrío, por el indescifrable mundo que representaba su amigo plasmado en el reflejo de sus ojos avellana.

—Mierda... - la voz de Amaia los sacó de esa burbuja que los mantenía absortos del resto – chicos tenemos que irnos, mis padres enloquecieron.

—Amaia dime cuándo no han perdido los estribos tus padres ... - la voz de Iham era pesada como si estuviera cansado y supiera exactamente por lo que estaba pasando la castaña.

—¿Qué sucede Boni? – pregunta Sander con interés, haciendo que Iham de un chasqueo de lengua.

—Sucede que tú... - lo señala con el índice picándole el pecho – no respondiste a mis padres que estaba en casa con mi amiga de la escuela de danza – la acusación provocó que Sander comience a buscar su teléfono para verificar si tiene mensajes de los cuales era acusado por la chica, dándose cuenta que se había quedado sin pila, dando inicio a un ruego lleno de disculpas.

—¿Sander es tu salida para estos momentos? – rio Rayan – no sabía que estabas en esa transición Sander... o ¿Cómo deberíamos llamarte ahora?

—¿Aún te controlan tus padres cuando sales de "pijamada"? – mencionó Pia con una gran sonrisa.

—¿Ustedes les avisan a sus padres que estarán fuera? – la voz divertida de Owen resonó ahogada en una risa sonora.

—¿Ustedes tienen padres que se interesan por sus vidas? – intervino Aiden tratando de sonar serio y dramático.

—Eso fue bajo hasta para ti mocoso mal agradecido – dijo Iham tomándolo bajo su brazo, rodeándolo de forma brusca haciendo que el chico comience a quejarse – acaso no te ha quedado en claro quienes te criaron durante estos años, sobre todo yo con tantos años de soportarte niño rata.

Las risas invadieron el ambiente tenso que se había creado, gracias al pequeño a quien le comenzaron a sacar en cara lo que habían hecho por él, picándole en las costillas para hacerle cosquillas, haciendo que las quejas y risas aumentaran.

—Bueno ya basta de molestar al niño – habló la pelirroja – estábamos discutiendo que Amaia la van dejar encarcelada en su mansión si no la devolvemos o pensaran que fue secuestrada.

—No es mala idea de hecho...- dijo la castaña mientras acariciaba su barbilla como si estuviera considerando la idea como la mejor de las salidas.

—¡Oye! – gritaron todos al unísono molestos por la mirada de malicia que tenía la castaña, se podía apreciar el humo salir por sus oídos mientras maquinaba el perfecto secuestro de sus amigos.

—¿Qué?... no estuviera considerándolo si "Natalia" hubiera contestado los mensajes de mis padres – cruzó sus brazos enarcando una ceja observando al grupo frente a ella.

—¿Quién carajos es Natalia? – habló Iham soltando por fin a Aiden de la prisión de sus brazos.

—Creo que está claro que, Sander es "Natalia" – la ironía en la voz de Owen estaba más que cargada de razón una vez que ató cabos de las mentiras de su amiga.

—Así que Natalia eres nueva en la ciudad – se acercó Rayan abrazándolo – porque yo puedo darte un paseo y llevarte a ver las estrellas – hizo un ademán con las manos, para luego sostenerle la barbilla comenzando a disminuir la distancia entre ellos.

—No si antes te las enseño yo ... - habló con una voz seductora e insinuante – pero cuando te estés retorciendo de dolor por una patada en las pelotas – un abucheo en conjunto se escuchó luego de la mención del golpe bajo que recibiría Rayan, los chicos incluso se cubrieron la zona de forma inconsciente como si estuvieran sintiendo el dolor en el momento.

La escena era normal para el resto de los chicos quienes disfrutaban de la tensión que existía entre esos dos. No pasaba más de unos cuantos coqueteos descarados por parte de Rayan y un ruborizado Sander quien le bajaba sus calenturas como decían todos cada vez que Rayan salía con alguna idea para molestar la sexualidad de Sander.

—Ya... ya Romeo deja a tu Julieta. O debería decir Natalia – habló la castaña divertida separándolos para ponerse en el medio – necesito llegar a mi casa antes de ser reportada como mujer perdida en las noticias.

Con eso fue suficiente para que todos se dispusieran a avanzar hacia la camioneta para tomar lugar dentro de la misma. Mientras que, el grupo avanzaba, Owen se percató que una de las chicas aún estaba perdida en sus pensamientos al observar al resto.

—Camina rebelde antes que la princesa se ponga insoportable.

—Owen ¿qué fue lo que sucedió hace un momento? – soltó la pelirroja sin más rodeos dejando pensativo al azabache.

—¿A qué te refieres?

—No te hagas el idiota conmigo – habló exasperada, al perecer no era lo suyo que le desviaran un tema al cual buscaba respuestas – Ya sabes... eso que... lo que pasó cuando... por favor no me hagas sentir como la loca del cuento – la mirada suplicante y el tono en el que lo mencionó, hizo que el chico lo pensará mejor. No había sido solo él en un momento extraño, había alguien más que lo notó, abrió la boca para responder algo, pero fue interrumpido por la impaciencia de Pia – Sabes qué déjalo debió ser la falta de sueño que estoy paranoica. Tenemos que irnos, debo regresar a casa, no tendré padres locos y protectores, pero si una hermana a la cual cuidar – sin más comenzó a correr detrás del resto del grupo.

Owen se quedó analizando con un poco más de detenimiento lo que había sucedido, era extraño el hecho de sentir una presión en el pecho que aún permanecía en su ser, como cuando tienes la intuición que algo malo va a pasar, preguntándote una y otra vez la razón verdadera, buscando una justificación a tu sentir, porque siempre cometemos ese error encontrarle lo racional a lo emocional.

Volteó hacia la costa, está comenzaba a calentarse con los rayos del sol, pensando en si la imagen que tuvo al salir de la camioneta representaba algo o solamente era ansiedad hacia el futuro y quedarse solo sin los chicos. Si ese era el caso tendría una idea del porque la opresión en su pecho, aunque el ver a Pia tan convencida que algo ocurría significaba que ella también lo sentía o era que la chica estaba pasando por lo mismo al sentir que en un punto podría quedarse sola. Sabía por su padre que existe un pensamiento colectivo el cual compartimos en la sociedad que vivimos y en los grupos sociales, pero no a tal grado de vivir exactamente lo mismo que tú, cada persona es individual.

De pronto un zumbido se apoderó de su oído derecho y el sonido de la sirena de unas ambulancias a los lejos lo hicieron volver la vista hacia la carretera donde estaban los chicos. El sonido de la bocina de la camioneta lo desconcertó aún más, percatándose que ninguna ambulancia estaba transitando el lugar. Los gritos de Amaia se escuchaban como los lloriqueos de una niña que requería atención de sus padres que no estaba logrando. Sacudió su cabeza tratando de sacar cualquier pensamiento ajeno comenzando a avanzar hacia la camioneta.

Se subió para comenzar el recorrido de dejar a los chicos en sus respectivas casas, al ser domingo el tráfico por las mañanas disminuía un poco a sabiendas que es el día predilecto de la mayoría de las personas para descansar antes de comenzar la rutina de la semana, el tan temido lunes para muchos y un día más para otros que solo significaba el inicio de regresar a una rutina.

El paisaje de la ciudad con sus altos edificios cambiaba por uno de residenciales y de casas lujosas que tenían grandes jardines, de esos que tienen aspersores para que sus dueños con sus vidas ocupadas no se preocupen de regar el pasto, del cual no se preocupaban por observar o detenerse a oler el característico aroma de tierra mojada o de las flores que adornaban espacios específicos creando una sintonía perfecta creada por diseñadores de exteriores y conservados por jardineros. Trivialidades que les permitía jactarse cuando tenían visitas. Ese era el entorno en el que se desenvolvía Amaia ¿lo odiaba? No, ¿era feliz? Tampoco, pero tenía una salida de eso y era el tiempo que compartía con los chicos.

El camino había sido silencioso pues poco a poco iban cayendo en los brazos de Morfeo sus acompañantes, ese era el beneficio cuando solamente eres un pasajero en un viaje, el piloto es el encargado de llevar a todos a salvo a su destino final. Pasó la vista por el retrovisor teniendo la escena de sus amigos tomando una siesta, Amaia estaba en medio de los chicos de nuevo, mientras que en el baúl se podía escuchar murmullos que provenían de Pia hablando con el más pequeño. A su lado estaba Rayan quien daba miradas desde el espejo del parasol hacia la escena de Sander sosteniendo la muñeca de Amaia, dándole caricias mientras veía a través de la ventana.

—Será mejor que comiences a despertarla, no queremos que llegue dormitada a su casa. Queremos que pase desapercibida...

—Eso va a estar difícil ya le viste las ojeras que tiene – le interrumpió la voz de Pia desde atrás – es lo difícil de ser de clase alta tienes que estar presentable todo el tiempo.

—Basta Pia – la voz de desaprobación de Rayan hizo que la chica chasquera la lengua demostrando su molestia al ser reprendida.

—Está bien, no necesito que me protejan de la rebelde – hablo adormilada la castaña mientras buscaba entre su mochila – tiene razón de mi aspecto por eso vengo preparada – sacó un estuche con maquillaje para aplicar en las ojeras, nada exagerado solo era para que no se notara la profundidad de las mismas.

Al llegar a su destino la chica salió del vehículo tirando un beso antes de comenzar su caminata, era costumbre que la dejasen una esquina antes de su casa todo era un plan fríamente calculado por la chica. La excusa era esperar algún vehículo de taxi que eran muy transitados en esa zona haciendo parada frente a la puerta solicitando que esperara. Tocaba el timbre y el ama de llaves salía siempre para recibirla, a pesar de que ninguno de sus padres abriría la puerta al tocar el timbre, nunca estaba de más crear una buena coartada, despedía el auto con una mano dejando desconcertado al piloto por la actitud de la chica quien con su andar movía las caderas al entrar a su vivienda.

—Me quieres decir en ¿Dónde estabas metida? – la fuerte voz de su padre resonó en el amplio comedor mientras estaba con una taza de café y con la mirada fija en su laptop – te hice una pregunta señorita, no tengo paciencia para tus aventuras y tu madre enloqueció en el momento que no contestaste el teléfono – antes de poder soltar palabra se escuchó un "buenos días señora" por parte de una de las sirvientas de la casa, para dejar a la vista a su madre de brazos cruzados y su bata rosa la cual apretaba entre sus manos.

—Me quieres decir en ¿Dónde estabas metida Amaia?...

—Eso ya se lo pregunté querida no ha dado respuesta alguna – interrumpió su esposo ganándose una mala mirada por parte de su esposa.

—En serio vamos a empezar con esto de nuevo Charlie. Le llamarás tú la atención.... – alzaba la voz en un tono de réplica la cual fue interrumpida de nuevo.

—Creo que no es necesario repetir de nuevo lo que ya se le preguntó, no enloquezcas mujer. Es demasiado temprano para el drama matutino y creo que Amaia nos debe una explicación – esa era una rutina diaria de sus padres discutiendo, la mayoría del tiempo por ella, por no decir que siempre era a razón de ella.

—Se nos descargó el teléfono y perdimos la noción del tiempo en la pijamada.

—Bien asunto resuelto ¿desayunamos? - terminó el tema su padre pidiendo a la sirvienta que le trajeran el desayuno.

—Eso es todo, vas a aceptar esa excusa barata, cuando tu hija andaba de fiesta por ahí como si fuera una cualquiera.

—Contrólate mujer, la niña estaba en una pijamada en una casa a la cual va todas las semanas – la voz de su padre denotaba molestia y se notaba que estaba conteniéndose de no alzarla – no entiendo cuál es el maldito problema, no necesitas estar sobreprotegiendo a la niña tiene veintidós años.

—¿Cómo estás tan seguro que estaba allí? – las venas de la frente de su madre comenzaban a saltar lo que quería decir que debía optar por el plan de huida, comenzó a retroceder poco a poco mientras se escuchaban los arrebatos de su madre hasta que soltó la última frase que colmó la paciencia de su padre – Andar de prostituta por las calles o en bares no es de una señorita, pero mírala maquillada como mujerzuela con el corrector corrido.

—Basta Leonor, es tu única hija como para que la estés tratando así – alzó la voz su padre, poniéndose de pie para romper distancia entre él y su mujer – te recuerdo que por este tipo de estupideces la alejas y no nos cuenta nada, acaso quieres que lo intente de nuevo – esa discusión acalorada le dio la puerta para salir corriendo del lugar y comenzar a subir las escaleras hacia su habitación.

—El médico dijo que eso era algo muy común de los adolescentes para llamar la atención nada más. Si no lo ha vuelto a hacer será por algo...

Con esa última frase retumbando en el eco de las paredes de su casa y corroyendo su inestable control emocional, se encerró en su habitación, tirándose de inmediato en su cama tapando su cabeza con una de las almohadas, los gritos de ambos se escuchaban a pesar de estar en el segundo nivel y con la puerta cerrada. Suspiró tomando su teléfono abriendo el chat grupal para colocar un simple mensaje de "todo en orden" con el único fin de no preocupar a los chicos, aunque la situación pasada no la estaba dejando tranquila, su madre siempre se encargaba de recordarle que no era la mejor hija, siempre sacando a la luz su patética salida de hace unos años, las marcas eran un claro mensaje que evitaba dejar ver a toda costa cubriéndolas con joyerías o mangas largas.

Había pasado mucho tiempo desde que no tenía una crisis ansiosa provocada por alguna situación entre sus padres, pero es que últimamente ambos adultos parecían por esforzarse al máximo para llevarla a su límite, no estaba dispuesta a sentirse de nuevo en ese agujero, con rapidez buscó en la mesa de noche los ansiolíticos que permanecían ocultos del cuidado de su padre. Le habían recomendado nada más una pastilla para disminuir los síntomas para no crear una dependencia muy fuerte, pero claro eso había sido hace muchos años ya no bastaba con una simple dosis para calmar lo que estaba sintiendo, creó una dependencia de la cual los chicos estaban enterados, tomándose el cuidado de controlar el consumo de la medicación cosa que funcionaba en la mayoría del tiempo no quería decepcionar a las personas que más creían en ella que en un momento lograría dejarlos en su totalidad, pero era una vil mentira escondida a voces, suspiró al observar el empaque completo de pastillas listas para consumir, la voz en su cabeza gritaba por control en el instante que el sonido de la tableta anunciaba pronto la desconexión, se iría al carajo su avance, pero en esos momentos ya no importaba.

Se levantó de la cama con dirección al baño, tomó las dos pastillas bebiendo un poco de agua de grifo, no tardarían en hacer efecto y con la falta de sueño era más que obvio que caería rendida en su cama por varias horas. Escondió el paquete de pastillas recién abierto y dejó uno completo en el lugar donde había encontrado el anterior, estaba más que enterada que la espiaban para controlar su consumo de medicamentos así que no se permitirá ser descubierta, quitándoles la paz mental a la única persona en esa casa que se preocupaba realmente por ella. No dejaría que su padre se enterara que las había tomado, menos luego de haberle prohibido los medicamentos, que tenía en caso de emergencia nada más, según ella, queriendo engañarse que solamente sería por eso.

Los chicos se dirigían a casa de Sander quien tenía una cara de pesar desde que subió al auto sin despegar la vista de la ventana perdido entre sus pensamientos y remordimientos, sabía que Amaia lo tenía como salvavidas para los momentos en que salía, se sentía culpable porque posiblemente la situación en su casa no sería la mejor, aunque ella siempre les decía que no pasaba de unos cuantos regaños y luego sus padres no volvían a tocar más del tema. Es imposible querer tapar el sol con un dedo cuando las personas de tu alrededor tienen una visión panorámica más amplia de lo que sucede realmente, ella prefería no preocuparlos de más y ellos respetaban sus límites en cuanto a su privacidad, conocían lo necesario para suponer muchas cosas.

—Sigues pensando en ella "Natalia" – la voz burlona de Iham lo sacó de sus pensamientos – sabemos que sus padres son sobreprotectores, pero no puedes angustiarte cada vez que le llamen la atención es el problema de tener quien se preocupe por ti.

—Si San... anímate pasamos una buena noche como para que tengas esa cara de limón agrio por Amaia, es una niña grande se las sabrá arreglar en casa – habló Rayan casi volteando su cuerpo completo en el asiento para verlo.

—No es como si ninguno de nosotros no esté en problemas por salir el fin de semana – apoyó la pelirroja desde su lugar en el baúl.

—Hablen por ustedes – interrumpió Aiden desde el baúl, recibiendo un golpe en el hombro - ¡Auch! Por qué la agresión, solo dije la verdad.

—Considérame como tu madre en estos momentos, así que estoy desaprobando tu comportamiento niño – habló Pia - deja de sacar en cara tus ventajas cada que puedes de acuerdo.

—Si lo que quieres es un padre que te llame la atención estoy listo para eso – volteo a verlo Iham alzando la ceja, causando escalofríos en el más pequeño – tú y yo tendremos clase de piano ya que faltaste. Así que dime ¿dónde estabas ayer?

—¡Eso no es justo! Me acusas de algo que ya sabes. Estaba contigo "P-a-p-á"– habló con burla al deletrear la palabra.

—Ya niños no peleen, distraen al conductor designado de esta aventura – Owen no pudo esconder la sonrisa al ver como Iham hacía una línea con su boca, era unos meses mayor que él, pero eso no le evitaba burlarse y actuar como si fuera mayor.

Así como el ambiente se tensaba en el grupo ellos mismos se encargaban de hacer que toda pena se esfumara en menos de lo que se había formado la incomodidad, restándole la importancia al pensar en otra cosa no dejaban que el otro se ahogara en un vaso de agua, por eso disfrutaban estar juntos porque hacían que sus realidades se distorsionaran, cada uno aportaba al otro en crear armonía era lo que mantenía el equilibrio en el grupo.

El auto se detuvo frente a la casa de Sander, quien no había emitido sonido alguno en la discusión familiar que tenía el resto, todos habían aportado un poco para sacarle, aunque se una pequeña sonrisa, pero nada dio resultado. Al percatarse que ya habían llegado solamente se despidió de todos y salió tan rápido como pudo, el sonido de la camioneta acelerando junto con la música en los altavoces fue lo último que escuchó de los chicos, rebuscó dentro de sus bolsillos las llaves lanzando un suspiro derrotado al darse cuenta que las había extraviado posiblemente en la playa o en algún punto de la noche. Estaba indeciso si tocar la puerta o no hasta que lo tomó desprevenido el sonido de la puerta abriéndose.

—Sander... - se sorprendió la mujer mayor al ver a su nieto en la puerta, sin más lo abrazó de forma cálida siendo correspondido, le dio una sonrisa llena de amor haciéndolo perder cualquier angustia que se apoderaba de su mente, ese poder mágico que tenían tus seres queridos al sentirte querido, lo hizo pasar sin quitar su sonrisa por tenerlo en casa – sabía que no había escuchado mal, ustedes siempre hacen mucho escándalo cuando están juntos un día los vecinos se quejarán por el ruido de esa música, ¿quieres desayunar mi pequeño?

—Gracias abuela, estoy muriendo de hambre. No quería despertarte y perdí mis llaves – menciono el chico tomando asiento en una de las sillas del comedor, agarrando una tostada en el acto. No había terminado de acomodarse cuando sintió su teléfono en el bolsillo así que se levantó, dirigiéndose hacia su habitación para cargar su teléfono dejando el aparato en su mesa de noche.

—Eso quiere decir que sí te divertiste, la vida no está para los excesos Sander recuérdalo – la voz de la anciana estaba llena de calidez a pesar que le estaba llamando la atención sobre algo que no le parecía – aún así, me alegra que tengas amigos con quien compartir tu juventud, quien sabe en una de esas traes a una bonita chica – Sander comenzó a toser sin parar buscando un poco de agua para bajar el pedazo de comida que tenía atravesada en su garganta – tranquilo hijo toma un poco de jugo.

Sander había sido criado por sus abuelos desde pequeño, su padre había fallecido en un accidente mientras realizaba su trabajo en una constructora, unas tablas mal puestas y cables fuera de su lugar provocaron que sufriera una caída mortal, no sabía muchos detalles de eso porque su madre no lo quiso atormentar con un relato tan horrible a tan corta edad. Pero el guardarse las cosas repercutió en su madre quien no tardó en enfermar por bajas de hierro al caer en una fuerte depresión y dejar de comer como debería, eso solo formó una enorme bola de nieve que la llevó a estar hospitalizada, sin dar mucha batalla para recuperarse. Era un golpe muy duro para un pequeño de cinco años el perder a sus padres, al menos tenía a sus abuelos que se habían encargado de él, aunque ahora tenía que vivir con los ideales de vida de hace años.

—¿Por qué tanto escándalo por la mañana? – habló el abuelo del chico, tomando asiento en su lugar predilecto justo a la cabeza de la mesa – esos amigos tuyos no tienen la menor consideración por el vecindario, es domingo por la mañana y ellos poniendo música a todo volumen este no es sitio para un concierto.

—Buenos días abuelo – soltó con su voz ahogada y aun con falta de aire – no es nada...

—Nada de lo que no se haya hablado antes viejo cascarrabias. Le decía a nuestro hijo que es tiempo de que traiga a una chica a casa, ya no somos jóvenes para poder verlo feliz haciendo su familia.

—Abuela, ¿de qué estás hablando? No es como si fuera algo de vida o muerte tener una pareja.

—Lo que tu abuela quiere decir es que queremos asegurarnos que no andes como todos esos jóvenes descontrolados con vidas raras.

—¿Raras? – no le gustaba el rumbo de la conversación. No es como si fuera la primera vez que le mencionaba su abuela que lo quería ver como un adulto, pero últimamente le mencionaba mucho el hecho de encontrar pareja, bueno una mujer para ser específicos, no le molestaba en lo absoluto si tan solo no hablaran de formar una familia como una obligación primaria para la vida adulta. Sin embargo, la insinuación de que sus amigos eran jóvenes con vidas raras era algo que no le agradaba, no le parecía correcto opinar del resto de personas sin conocerlas realmente, eso lo había tenido muy claro cuando se dio cuenta de quienes eran sus amistades - ¿A qué te refieres con eso abuelo?

—Hijo sabemos que serás un gran hombre y que pues tienes tus sueños en esa academia de baile – suspiró antes de continuar la anciana – sabes que te apoyamos en todo, pero queremos que tengas asegurado un futuro verdadero. Dime qué chica estará dispuesta a estar con alguien que estudió una carrera y no la aplica por estar metido en eso del baile.

—Abuela no te preocupes por eso, ya tengo planes para ese futuro y obtuve un contrato como instructor en la escuela, no tienen que estar preocupados si tendré dinero o no.

—Pero y tu familia, es decir formar una familia...

—Abuela no estoy buscando formar una familia en estos momentos ni siquiera tengo una pareja como para pensar en planes a futuro como esos.

—Si el problema es encontrar una mujer, la nieta de...

—No.

—No le respondas de esa forma a tu abuela Sander – alzó la voz su abuelo dejando la taza de café de lado – tu abuela solo quiere estar segura que tendrás a una buena mujer a tu lado.

—No quiero una mujer abuelo, entiende.

—Entonces sí estás en el rumbo de tener esa vida desenfrenada – mencionó el anciano levantando la ceja de forma desaprobatoria – no permitiré que te descarriles de esa forma.

—¿Qué estás insinuando? ¿de qué vida me estás hablando? – comenzó a alzar la voz, le estaba irritando cómo lo estaban tratando.

—Esa vida de jóvenes que no saben lo que quieren.

—Yo sé lo que quiero y tengo un plan que seguir para mi futuro, acaso no escuchaste cuando dije que ya conseguí un trabajo en la escuela de baile.

—Sabes que no me refiero a eso, no le des vuelta al tema – le señaló con el índice y frunciendo más el ceño, se notaba que estaba molesto de solo cruzarsele la idea que su nieto estuviera metido en algo que él no aprobaría jamás.

—¿A qué tema? – alzó más la voz volteando completamente hacia el hombre mayor con el ceño fruncido. Su abuelo estaba hablando en clave, como si él fuera capaz de leerle la mente para saber qué era lo que realmente pasaba por su mente ¿Qué idea tenía respecto a él?

—Al de formar una familia como un hombre de verdad con responsabilidades – el golpe en la mesa fue leve como para mover algunas cosas, pero hizo sobresaltar a su esposa quien se limitaba a mirar la escena que estaba creándose por la diferencia de pensamientos.

—Es que el formar una familia no me convierte en un hombre con responsabilidades – desvió la mirada tomando un poco de aire para no perder los estribos – ya soy uno – murmuró entre dientes.

—No, necesitas encontrar una mujer y formalizar para convertirte en un adulto – el estruendo por el golpe en la mesa asustó aún más al par de ojos expectantes, haciendo que diera un saltó en su lugar a la abuela de Sander reaccionando para interrumpir la discusión.

—Albert tranquilízate por favor – suplicó en un murmuro y casi sin fijar su vista en el hombre frente a ella – Lo que tu abuelo quiere decir con todo esto...

—Es que no quiero maricones en mi casa. ¡Listo lo dije! – logrando que la mirada de Sander se clavara en el anciano de nuevo – no digas nada mujer para justificarlo, hemos tenido esta discusión porque él no quiere formalizar con ninguna mujer. A su edad tú y yo estábamos casados, teníamos hijos, y una hipoteca que pagar.

—Eran otros tiempos abuelo – suspiró cansado de la situación, hasta el hambre se le había ido de lo molesta que estaba siendo toda la situación – ahora no es obligatorio casarse y tener una familia para considerarse adulto con responsabilidades. Por si no lo has notado ya las tengo y no necesito agregar cargas innecesarias a mi vida no me siento listo para eso – se levantó de su silla dispuesto a dejar la ridícula discusión – y por cierto si me gustan o no las mujeres no es sinónimo de que no quiera tener una familia en estos momentos – dio media vuelta frustrado, pero decidió soltar lo que estaba en su cabeza volviéndose de nuevo – y si me gustaran los hombres tampoco es un problema para formar una familia si lo quieres saber.

—Estás escuchando a tu nieto Eugenia, ¿Qué más pruebas quieres? Se está descarrilando, se nos va de las manos...

Ahora sí se dispuso a retirarse del lugar, pero no con dirección a su habitación, sino que a la puerta de la calle. No iba a estar en esa casa sabiendo que su abuelo haría todo lo posible por reñirlo cada que se lo cruzara. Salió sin un rumbo fijo y al mismo tiempo con uno el cual dirigía su subconsciente cada que estaba abrumado por algún problema que ocurría en su vida. Sin darse cuenta se encontraba el parque en el cual pasaba sus tardes cuando era pequeño, mientras su abuela tenía conversaciones con otras personas que se encontraba.

Amaba a sus abuelos porque eran quienes lo habían criado desde pequeño, no recordaba mucho de sus padres porque ante el evento traumático su mente le bloqueó muchos de sus recuerdos un mecanismo de defensa muy efectivo que tiene el cerebro para protegernos, por eso no recordamos muchas cosas de nuestra infancia porque son tapadas con lagunas de algún evento nada agradable, aunque siempre existen pequeñas fugas en la forma en que reaccionamos al estar expuestos a situaciones similares; pero su abuela siempre se encargaba de hablar con mucho amor de ellos para que no se sintiera vacío, aun así, él tomaba como padres a sus abuelos, es como esa frase de "padre es quien cría, no el que engendra" y en este caso encajaba a la perfección.

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Hola a todos espero disfruten la historia y le den mucho apoyo. Hace bastante tiempo que no escribía, pero está historia viene gestandose desde hace dos años atrás, así que es como mi pequeño bebé arcoiris.

Me gustaría saber sus opniones y leer sus comentrios por ahí. 

Gracias  por leer personitas <3 

Dato curioso: Sander tiene preferencias sexuales muy marcadas, que llegan a confundir, siente una atracción por Rayan, pero no pasa de eso. Por otra parte es el mejor aliado para la salidas de Amaia porque es el más discreto del grupo, muchos pensarían que ella buscaría a Pia para ser su confidente, pero nuestra pelirroja es un poco explosiva y no le importaría decirle la verdad a Leonor.  

Igualmente es con quien los chicos normalmente acuden para resguardarse como un ancla sólida siempre diciendoles la verdad, pero de una forma más moderada a como lo haría Iham en su forma tan cruda y directa, o Rayan de manera descarada y torpe. 

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