Prólogo
N.Lunna
Me desperté a las 6:50 de la mañana como siempre. Normalmente ayudaría a mi tía en la pastelería pero hoy no. Hoy era un gran día. Tengo que admitir que estaba muy nerviosa, no todos los días te aceptan en el mejor instituto de California. Aunque continuó sin creerlo. El día que me llegó la carta de admisión me recorrió la emoción por todo el cuerpo. Supongo que os preguntaréis el motivo de tanta emoción. Pues veréis, yo no soy una chica que se diga privilegiada. Al contrario, soy una chica que ha sufrido mucho durante su infancia y que gracias a mi esfuerzo y dedicación he conseguido la beca en ese prestigioso i carísimo instituto. La verdad sigo pensando que fue la mejor elección que he tomado...
Ja eran las siete de la mañana y me dispuse a levantarme de la cama después de haber estado diez intensos y largos minutos, aunque me daba mucha pereza tener que salir de la suave y acogedora cama, de la cual me tendría que despedir durante unos cuantos meses.
—!Lunnaaaa, ARRIBAA! —
Esa es mi tía entrando como una loca en mi cuarto. Siempre iba con ese delantal típico que se les hacía en primaria por el día de la madre. Depósito un beso en mi frente y se dispuso a levantar las persianas.
—¡Nooooo! —dije cubriéndome la cabeza con la manta.
—Venga, arriba pequeña dormilona, hoy es un gran día. Por cierto, si no bajas rápido, me se de cuatro personas que se comerán todas las magdalenas — me dijo antes de salir por la puerta.
Cuando escuché esas palabras, salí corriendo de la cama y me fui a tomar una ducha de agua bien fría para poder despertarme. Abrí el armario (no era muy grande pero me cabía toda la ropa que tenía asi que me conformaba), elegí algo que fuera formal pero tampoco quería pasarme. Entonces me decidí por una mini-falda negra y una camiseta blanca de cuello alto, y los combine con unos botines con algo de tacón. Cuando acabé, me miré en el espejo y me gustó lo que vi, me senté en mi pequeño escritorio y saque mi caja de maquillaje. No era mucho de maquillarme, pero al sitio al que iba era obvio que lo necesitaría alguna vez. Me apliqué rímel, me pinté los labios de un color rosado, era mi favorito, ya que me lo regaló mi madre. Me miré y asentí orgullosa del trabajo que había hecho. Para ser una principiante, me quedó muy bien. Pero aún faltaba mi pelo. Tenía el pelo por debajo de los hombros, era castaño con muchas mechas pelirrojas i bastante ondulado, casi rizado; mis ojos eran de un color marrón claro i mi cara contenía pequeñas pequitas alrededor de mi nariz que hacía juego con mi pálida cara. Estuve ausente, mirando mi reflejo, hasta que me di cuenta de todo lo que me faltaba por hacer. Me peine el pelo y lo seque, cuando ya estuve preparada escuché los gritos de mis cuatro hermanos.
Salí de la habitación como loca, como si mi vida dependiera de ello y, en parte, es cierto si quería comer alguna magdalena de la tía. Entonces baje las escaleras corriendo y, cuando mire de reojo, mis hermanos me perseguían por detrás. A veces pensaba que éramos animales en cuerpo de personas.
—¡HE GANADOO! — exclamé completamente feliz.
Seguramente esta sería la última vez durante muchos meses que no me divertiria tanto por las mañanas. Me senté en la silla más cercana a la puerta, me dispuse a dar una pequeña ojeada a la mesa. En el centro había un gran plato de magdalenas de todos los colores, me decidí por coger la lila mientras la tía me servía un vaso de zumo de naranja.
—Lunna, no te puedes quedar? No sé qué voy a hacer sin tí. ¿Quién me leerá un cuento todas las noches i me dejara su móvil para jugar? A demás... ¡Que no me puedes dejar sola con ellos! —me dijo mi hermana pequeña.
Ella era las más pequeña de todos los hermanos, se llamaba Mia i tenía 6 años. Físicamente, era castaña con algunos destellos rubios, sus ojos eran grandes y de un precioso color verdoso.
—¡Espera un momento! ¿Es hoy? !No puede ser, mi hermana pequeña de 16 años se va de casa y yo sigo aquí como un prisionero! — dijo mi hermana Aidan.
Era el más mayor de los hermanos, tenía 19 años, su pelo era castaño, pero se lo había tintado las puntas de azul y sus ojos eran iguales a los míos.
—¡POR FINN! Su habitación es para mí, la necesito para para poder ensañar con mi nuevo grupo de música y por lo que he estado viendo tiene una buena acústica.
Ese niño repelente que está a mi lado es Liam, mi mellizo. ¿Increíble, verdad? Él es totalmente diferente a mí, no estudia, saca malas notas, obviamente, y solo piensa en esa banda que ha formado con sus dos amigos. Liam es pelirrojo, y tiene los mismos ojos que mi hermana pequeña y es mayor que yo por unas horas.
—!No te vayas, te necesito para que me ayudes con los deberes! — exclamó mi hermano Oliver.
Oliver era el chico más pequeño de los tres hermanos, tenía 10 años y tenía un pequeño problema de hiperactividad que heredó de mi abuelo, tenía el pelo rubio y unos ojos intimidantes de color gris, cosa que hacía que siempre tuviera una mirada fría y calculadora.
—Chicos, ya está bien, deberías estar contentos y dar apoyo a vuestra hermana. Mia tranquila, que aún me tienes a mí. Aidan, si no quieres seguir viviendo aquí, búscate un trabajo. Liam, no ensayaras en el cuarto de Lunna y, Oli, te recuerdo que por algo estoy pagando una profesora particular — dijo la tía Kelly.
Después de aquellas "sabías palabras" empezó un nuevo capítulo de las diarias discusiones matutinas.
¿Entendéis el por qué me quiero ir de esta casa y empezar una nueva etapa en mi vida?
He pensado durante mucho tiempo sobre subir esta historia o no, así que como me animaron tanto pues decidí subirla jajaja. Por lo que esté capítulo va dedicado a aquellas personas que me animaron y a las que no también 💕
Bueno espero que os halla gustado y nos vemos dentro de muy poquito para el capítulo 1, así que sin más que decir voten, comenten y compartan
Muchos besos❤️😊
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