Capítulo 9."El plan"

Enseguida de abrir los ojos, la poca luz que se filtra por las ventanas, hace que la cabeza me duela un poco. No me muevo de donde estoy y me pongo una mano en la frente mientras siento que con cada respiración puedo morirme. Siento el estómago vacío, un dolor de cabeza insoportable y la boca seca.

No pasan mucho tiempo cuando siento un sabor raro en la garganta, como si mi estómago quisiera regresar todo. De echo, no pasan ni tres segundos, cuando ya estoy en la orilla de la cama, acostada boca abajo con la cabeza dentro de una cubeta roja que se encuentra ahí, vomitando y sacando quien sabe que cosa.

Después de que mi estómago decide que ya es suficiente, dejo la cubeta en el suelo y al ver cuanto vomito hay dentro, supongo que me la pasé toda la noche vomitando.

Me quedo como boca abajo, con la cabeza colgando fuera del colchón, por si quiero vomitar otra vez.

Seguramente, estaba pasando por la resaca y eso era algo nuevo y espantoso. De verdad, jamás iba a volver a beber tan rápido.

Me vuelvo acostar en la cama mientras pongo una mano en mi frente como si eso fuera a impedir que el cerebro se fuera a salir del cráneo, porque básicamente siento que eso va a suceder. Intento recordar que fue lo qué pasó anoche y cómo fue que llegué a la casa, pero ningún pensamiento pasa por mi mente, sólo recuerdo cuando llegamos a la fiesta.

Intento respirar e ignorar las ganas de morir, mientras intento buscar toda la fuerza de voluntad que tengo para poder levantarme de la cama. Aunque me cuesta un poco hacerlo y la cabeza casi me explota, logro levantarme de la cama. Abro la puerta del baño y a paso lento, quizá muy lento voy hasta el lava manos y, sin tomarme la molestia en mirarme en el espejo, me echo agua fría en la cara.

Comienzo a sentirme más despierta, pero el dolor de cabeza y la interminable sed aún no desaparecen. Cierro la llave y y sin querer, al levantar la vista, miro mi espantoso reflejo en el espejo: ojeras un poco más marcadas que antes, el labio corrido como si una niña pequeña me hubiera maquillado y el rimel por igual como si hubiera llorado interminables horas por alguien. Pero eso no es lo que llama mi atención, si no, la marca morada de gran tamaño en mi cuello.

Un poco alterada, echo mi cabello hacía atrás y me pego un poco más al espejo para lograr ver mejor.

¿Por qué rayos tenía un chupetón en el cuello? ¿Qué rayos hice anoche?

Me reviso la ropa y me siento un poco segura al darme cuenta que sigo con la misma ropa de ayer, intacta, solo que con un fuerte olor a cerveza y a humo de cigarro, pero todavía me siento preocupada por la marca. Comienzo a revisar del otro lado del cuello y me sorprendo cuando encuentro una pero de menor tamaño. Automáticamente me llevo la mano al cuello y comienzo a pensar que es lo que mamá diría.

"Estoy muy desilusionada de ti y tu irresponsable comportamiento de anoche" quizá algo así o algo como "te deje que fueras fueras a estudiar lejos porque era buena opción para los estudios, no para irse de fiesta en la primera semana".

Me golpeo la frente, cosa que después hace que me arrepienta porque otra vez siento el dolor de cabeza. Agarro el papel higienice y me despinto los labios y las mejillas y pómulos con el rimel corrido.

Salgo del baño y busco algunas sandalias para no andar descalza. Salgo del cuarto y al paso más rápido que mis pies me permiten, ya que en realidad, parece que voy caminando, subo las escaleras y una vez que estoy en el pasillo, camino hasta la habitación dieciocho y toco la puerta con la esperanza de que Gwen no esté igual o peor que yo.

Para mi suerte, cuando abre la puerta, su aspecto no es tan malo como el mío, lo que me relaja un poco. Entro a su habitación y cierro rápido la puerta.

—¿Qué te pa...?

—¿Quién rayos hizo esto?— le pregunto asustada mientras le señalo las marcas en el cuello.

—¡Courtney, demonios!— exclama mientras se acerca a ver las marcas.— ¿Qué rayos hiciste anoche?

—Veamos...— intento simular como si de verdad supiera lo que ocurrió anoche.— ¡No lo recuerdo!, ¡ALGUIEN me dejo sola y me dejó beber como loca hasta el tope y quien sabe que cosas me dejó hacer! — intento relajarme, pero no puedo al imaginarme lo que pude llegar hacer.

—Está bien, lo siento, lo siento.— pone ambas manos al frente mientras se disculpa.— creo que ya sé que pasó.— se pone la mano en la frente, como si lo que hice fuera algo malo.— recuerdo haberte visto beber en la barra y después verte bailar y ser el centro de atención...— me mira— y un chico se acerco a ti cuando intentabas quitarte la playera, supongo que él fue quien te dejo esas marcas.

—¡Santo por dios!— me pongo las manos en las mejillas.— ¿Enserio?

Asiente con la cabeza.

—Lo mejor de todo, es que todo el mundo vio cuando le soltaste un puñetazo directo a la nariz.

Algo dentro de mi se relaja.

—¿Enserio hice eso?— pregunto esperanzada.

—Yep.— sonríe— golpeaste a un atractivo chico que de seguro, ahora traerá la nariz chueca.— ríe— lo malo, fue que después de eso, estuviste de agresiva casi con todos... insultaste a la novia del sexy y lindo chico malo.

—¿A la novia de quién?— pregunto confundida.

—Del sexy chico malo.— me mira— no me digas que no sabes quién es...

—Creo que no— me encojo de hombros.

—James West, ¿Te suena el nombre?

Okay, era definitivo, jamás en la vida iba volver a beber. Y mucho menos en una fiesta de la escuela en la que pudiera encontrarme a James.
Había insultado a su novia y quizá ahora jamás iba a querer hablarme. Tenía que admitir que el chico malo me gustaba aunque otras chicas lo conocieran, eso implicaba que en realidad era alguien imposible y yo no podía contra eso. Ahora él es un doscientos por ciento imposible por el hecho de que tenía novia y yo la había insultado mientras estaba ebria.

—¿Sabes qué le dije exactamente?— algo dentro de mi se retuerce.

—Pues, venías con un chico que si no mal recuerdo, se llama Lucas, casi te iba jalando mientras caminaban y cuando llegue le dijiste algo como "ni se te ocurra hablarme, maldita zorra" pero quizá y no se ofendió porque hablabas tan chistoso que cualquiera se comenzaría a reír en vez de enfadarse.— intenta calmarme.

— ¿Y por qué le dije eso?— le pregunto un poco asustada.

— Creo que porque querías seguir bebiendo y ella te quito un vaso de la mano.

— Dios mío...— murmuro.— ¿Estás segura de que pasó eso?

— Sí.

Me siento en la cama, me pongo las manos en la frente y no sé si por los nervios o ese sentimientos crudo en el estómago a causa de lo que me acaba de decir, o porque tengo resaca, siento que voy a regresar de nuevo todo.

— Voy a vomitar.— murmuro antes de correr hacía su baño.

*

En algún momento de mi vida, si llegaba ver a una chica con una bufanda por todo el cuello, lentes negros y un sobrero de sol, llegaría a pensar que su atuendo era ridículo y sabría más o menos el por qué de su atuendo y me burlaría de ella, pero ahora, yo soy esa chica y quizá alguien ya se está burlando de mi.

Me cruzo de brazos con cuidado de no arrugar los papeles que traigo en las manos mientras veo a las cuatro personas que me faltan para pasar a ventanillas a pedir mi horario y dar de alta mi matricula.

El dolor de cabeza aún no cesa para nada a pesar de la ducha fría que me obligó a tomar Gwen y las aspirinas. Aún siento que apesto a cerveza y humo de cigarro.

La fila avanza sólo poco y sólo me acomodo la bufanda intentando esconder mi cuello muy bien.

El día era soleado, las personas se veían felices y para mi parecía que era un día terrible, yo estaba mal y lo demás no me importaba. Y si no hubiera problema, hubiera hecho a todos un lado para que me entregaran mi horario y pudiera irme a dormir.

Cuando veo que falta una persona, intento relajarme mientras me repito mentalmente que sólo tengo que esperarme unos minutos.

Cuenta hasta diez... en el once puedes matarlos.

El chico se retira de las ventanillas y me alegro de no haber llegado a once.

Avanzo a ventanillas y enseguida noto la fría mirada de la secretaria.

—¿En qué te puedo ayudar?—Dice en tono malhumorado.

—Vengo a recoger mi horario y a dar de alta mi matricula.

—Espérame un momento.

La no tan joven señora, se levanta de su silla y se va hacía no sé donde. Dejo los papeles en la ventanilla y pongo los codos en la barra y la barbilla en mis puños. ¿Por qué las secretarias de escuela suelen ser malhumoradas? digo, si no les gusta su empleo, deberían de dejarlo en vez que hacer enojar a los estudiantes. Como a mi.

Después de unos minutos, la secretaria vuelve con una taza llena de café y mi expresión de aburrida cambia a una sarcástica. ¿Enserio me hizo esperar para ir por una taza de café?

—Ahora sí, ¿En que te puedo ayudar?

—Vengo a recoger mi horario y dar de alta mi matricula.— le digo intentando no sonar grosera.

—Claro.—murmura.

Comienza a teclear algo en la computadora y después me habla sin separar la vista de la pantalla.

—¿Nuevo ingreso, repetidor de año o año mayor?

—Nuevo ingreso.

Vuelve a teclear algo y otra vez me pregunta sin dejar de mirar la pantalla:

—Nombre completo.

—Courtney Elizabeth Grant.

—¿En qué carrera te piensas dar de alta?

—Periodismo.—digo sin pensar.

—¿Traes toda la documentación necesaria?

Asiento levemente e ignoro el dolor de cabeza y la sed que me llega de repente mientras le paso los documentos. Admito que quizá fue buena idea traer lente, aparte de taparme las ojeras y los ojos de zombie, no creo que se de cuenta de mi enfadada y enojada mirada que le lanzo.

Recibe el folder y comienza a hojear los documento que hay, supongo que para asegurarse que todo está en orden. Me lanza una rápida mirada y después se centra en el monitor.

Después de unos largos segundos o quizá minutos, veo que comienza a firmar una hoja.

—Bien, este es tu horario, esté es tu número de cuenta.—me señala unos números que están enmarcados.— Es importante que te la aprendas. No vayas a perder está hoja, tus clases empiezan mañana, cada maestro te dirá que necesitan y ahí en tu horario dicen en que edificio y salón tomarás las clases.

—¿Y es todo?—pregunto sorprendida al darme cuenta que fue menos tardado de lo que tenía en mente.

—Si, sólo te faltaría recoger tu credencial, pero la otra semana van a tomar la foto a los de nuevo ingreso, así que no te preocupes.

—Gracias.—Intento sonreírle amablemente, pero su rostro serio logra ponerme nerviosa.

Me muevo de ventanillas y comienzo a caminar fuera del edificio de servicios escolares. Enseguida que salgo del edificio, a pesar de los lentes negros, me veo obligada a entrecerrar un poco los ojos, ya que la luz logra lastimarme. Sigo caminando y me obligo a no pensar en como me veo.

A pasos largos y lentos, es como voy por ahí, sintiendo que intenté llevarme la vida en un solo sorbo y ahora me arrepiento al saber que la vida es algo más que un vaso. Es un océano.

Miro mis converse rojos limpios, solo para asegurarme que está vez no tienen lodo o quizá otra cosa rara.

Cuando levanto la vista, me obligo a no quitarme los lentes, sólo para comprobar que las personas que vienen caminando frente a mi son James y su novia con cabello miel hasta la cintura.

Sigo caminando, como si fingiera que no los he visto y como si algo dentro de mi no se retorciera.

Ambos sonríen, sus manos están entrelazadas, ellos se quieren, yo me siento mal y el maldito de Matthew Smith es lo primero que se me viene a la mente.

¿Por qué rayos no podía olvidarme de él?

Niego con la cabeza y me agacho un poco mientras con una mano, intento bajar un poco más el sombrero para que me tape el rostro, ya que, después de las locuras que llegué a cometer anoche, no creo ser capaz de mirarlo. Ni siquiera de ser su compañera de mesa.

Miro discretamente hacía mi espalda solo para verlos tomados de la mano y darme cuenta que soy masoquista, pero al notar que James me mira casualmente, me giro y sigo caminando como si no hubiera pasado nada y yo no hubiera visto nada.

Courtney, ¿Recuerdas el maldito plan?

-Sí.

Pues lo estás rompiendo con un chico imposible.

-Pero es lindo.

Quizá, pero no ha puesto el ojo en ti.

-Cuando hablamos.

Quizá sepa de tu existencia, pero si el no te mira por cuenta propia, olvídate de todo. Incluso si el no llega hablarte, no le interesas en lo absoluto. Y que yo sepa, el nunca ha intentado hablarte.
Tienes que dejar de pensar en él y obligarte a que ya no te guste.

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Holiwis, quizá en un rato más subo otro capítulo para recompensar el de la semana pasada :DD

Tengo una sorpresa para ustedes, pero se las diré en el otro capítulo e_e


Gracias, por leer, votar y comentar!♥

(Tengo Twitter: Irán Flores

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