Capítulo 7."¿Mala suerte? Empezamos mal"




Miro una vez más el horario en mis manos. Salón B112, ¿Dónde rayos quedaba eso?

¿Ahora comprendes por qué es importante poner atención en los recorridos de bienvenida?

Miro atenta a las personas que caminan rápido y mis nervios incrementan al doble. ¿Dónde rayos estaba ese maldito salón?

Comienzo a caminar mientras busco el los edificios café algo que identifique cual es cual.

—Hola.

Miro espantada hacía el lado derecho y me encuentro con un chico sonriéndome, con las mano en las correas de la mochila y me mira como si comprendiera por lo que paso.

—Estás perdida, ¿cierto?

Me sorprendo un poco por su pregunta pero asiento, ya que no quiero llegar tarde a la primera clase del primer año. Aunque sabiendo la hora, quizá lo haga.

—Antes de nada, me llamo Alan.— sonríe mientras extiende su mano.

—Me llamo Courtney.— le sonrío mientras estrecho su mano amablemente.

—¿Qué clase tienes?— pregunta mientras se pone a mi lado intentando ver mi horario.

—En realidad no sé, sólo encontré en la dirección que tenía que estar hoy en el salón B ciento doce para que me dieran las indicaciones y el horario.

—¿Te dieron el recorrido por la escuela?— me mira.

Intento sonreír inocente mientras miro a otro lado.

—En realidad sí... pero no puse atención.

El me sonríe.

—Yo quería dar el recorrido por la escuela a los de nuevo ingreso, pero la maestra no me dejó.

—Pues... si haces un breve recorrido, estarás cumpliendo tu sueño y me ayudarías de mucho.— sonrío.

El sólo niega con la cabeza mientras sonríe.

—Pues lo esencial.— comienza a explicarme.— no hay cientos de salones, es sólo la forma de ir ordenando los grados. Por ejemplo, tu salón es de nuevo ingreso por ser de los que están en los cien. — me mira— aprendete esto: Primeros años, salones cien en primer piso, segundos años salones doscientos en segundo piso y así sucesivamente. Aveces puede variar tu salón, pero normalmente pasarás en el primer piso. Sólo hay veinte salones por piso. Pero hay demasiados edificios, comenzaré a explicarte lo de los edificios.—lo miro atenta.— ¿Sabes donde está la biblioteca?— asiento— pues es el medio de los edificios. Hay sólo seis edificios, del lado derecho de la biblioteca, están los salones A, B y C. Del lado izquierdo, los salones D, E y F. Todos van en ese orden, así que después de aprenderte eso, sería difícil que te perdieras como ahorita, que estás al otro lado de donde te toca.

Lo miro espantada mientras me detengo en seco.

—¿En donde estamos?

—Pues estás por llegar al edificio E— señala un edificio naranja oscuro con blanco.— tienes que ir por allá, me señala el lado contrario de donde iba.—. Intenta irte rápido, porque tienes la clase a las dos veinte y ya son las dos.— me enseña la pantalla de su celular con la hora en grande y un fondo de un verde pasto

Me golpeo la frente mientras miro rápido el horario sólo para verificar lo que mis nervios no querían saber. Voy a llegar tarde.

—Gracias, gracias, gracias.— le digo rápidamente mientras le doy un rápido beso en la mejilla y salgo corriendo del lugar para poder llegar a tiempo al salón.

Mueve esas piernas de popote si no quieres llegar tarde.

Siento como la mochila golpea mi espalda cada que avanzó y el cabello choca con mi espalda al ritmo del trote.

Me detengo unos segundos a tomar aire y después volverme echar a correr. Demonios, ¿Esto tenía que pasarme justo hoy? ¿Despistarme por completo y terminar corriendo lo doble que en aquel de educación física?

Unos quince minutos después, para mi desgracia, llego a la biblioteca y sigo corriendo hasta el segundo edificio que alcanzo a ver a lo lejos. Creo que oficialmente iba a llegar tarde.

Dejo de correr y comienzo a trotar mientras intento relajar mi respiración y no comenzar a jadear. Veo que el segundo edificio ahora se ve más grande y cerca y comienzo a correr de nuevo sólo para intentar llegar al menos más rápido, ya que probablemente ya era la hora exacta de la clase.

Cuando llego al edificio, veo que hay muchas mesas llenas de alumnos haciendo tareas, durmiendo en su mochila o haciendo otras cosas, y comienzo a pasar por las áreas verdes que están a un lado sólo para ahorrarme tiempo, ya que según el señalamiento, nadie puede pisar el área verde llena de flores y hermosas plantas. Por desgracia, lo hago sólo para llegar rápido. Llego a las anchas escaleras donde hay unas dos personas sentadas y comienzo a subir las escaleras de dos en dos para ahorrar tiempo, pero me detengo cuando siento los converse un poco pesados. Miro mis pies y casi se me sale el corazón cuando veo que están llenos de lodo. Ya no eran color rojo, ahora, eran color lodo; café oscuro, brilloso y con olor a pasto.

Genial.

Me recargo en el barandal de tabique de los escalones y con ayuda de un escalón, comienzo a quitarle todo el lodo que puedo.

Una vez, que los tenis ya no tienen bolas de lodo, sigo subiendo las escaleras y giro a la izquierda mientras echo a correr por el vacío pasillo y voy viendo salón por salón el número.

Cuando encuentro el salón B ciento doce, está casi al final del pasillo, donde al parecer hay más escaleras y los baños. Con la respiración entrecortada e intentando no jadear mucho, toca la puerta azul con un cristal en el medio, dejando ver al maestro sentado en una esquina del escritorio explicando algo que no alcanzo a oír. El maestro repara en mi presencia al otro lado del cristal y se para del escritorio para camiar y abrir la puerta.

—¿Qué se le ofrece señorita?— su dura voz me pone nerviosa.

Doy una rápida respiración antes de hablar.

—Estoy en su clase.— le enseño el horario que me entregaron en dirección general.

—¿Y por qué tan tarde?

Intento no mirar a espaldas del maestro, donde todo el salón tiene su atención puesta a la pequeña chica de los tenis enlodados que ha llegado tarde.

—Me perdí y tuve que correr casi media escuela para llegar.— le intento decir en voz baja.

Intento controlar mi nerviosa respiración mientras el maestro me mira unos segundos y asiente, se hace a un lado y me deja pasar al salón.

—Busca un lugar.

Me quedo parada el frente de todos mientras busco una silla vacía, al que alguien le falte un compañero, ya que las mesas son de dos personas.

Logro ver una al final de la primera fila junto a la pared. Comienzo a caminar a el asiento y la voz del maestro me obliga a mirarlo.

—Y por favor, no vuelve a pisar las áreas verdes después de ser regadas.

Escucho las risas y murmullos de varias personas. Con la cabeza gacha, camino en silencio hasta el lugar vacío. De mala manera, dejo caer la mochila alado de la silla y me cruzo de brazos mientras me recargo en el respaldo.

—Como les decía antes de que su compañera interrumpiera la clase —ruedo los ojos mientras bufo por lo bajo— Están empezando la Universidad y al parecer, todos los que están aquí quieren estudiar periodismo... algunos terminaran honorablemente la carrera, otro se aburrirán y dejarán de estudiar y otros simplemente dejaran de hacerlo. Yo no seré ningúno de sus maestros, pueden suspirar aliviados, pero yo seré su orientador, cualquier cosa o duda que necesiten, hablen conmigo en mi oficina, qué esta en el edificio de orientadores.

Pero que fabulosa noticia; se burla de mi y me echa en cara que interrumpí su clase y resulta que será nuestro orientador.

Es una lástima que seas una chica con muchos problemas y dudas.

— Ahora, necesito que por favor, en una hoja, anoten a la persona que está a su lado, ya que serán sus compañeros éste primer año. El que está a lado del corredor tiene que apuntar los nombres. Gracias.

Con un suspiro algo cansado, me agacho por la mochila y saco una hoja de cuaderno y una pluma para escribir el nombre. Comienzo a escribir el mío.

—Bien, ¿Cuál es tu...?

Las palabras dejan de salir de mi boca en el momento en el que me doy cuenta con quien me he sentado. Aquel rubio cabello y su hermoso perfil, ¿Cómo rayos no me di cuenta que me había sentado con el chico del aeropuerto? ¿Cómo no había reparado en qué él estaba a lado mío?

El chico me mira fijo como si intentara reconocerme, aunque quizá dudo que lo haga.

No dice nada, sólo me mira, como si espera que siguiera hablando.

— ¿Cu-cuál es tu nombre?

Deja de mirarme y dirige su mirada seria hacía el frente mientras se cruza de brazos. Al parecer, no era un chico amigable ni alguien con el que pudieras entablar una muy buena conversación. Miro su serio perfil y tengo que obligarme a admitir que era hermoso. Sus lunares, sus ojos azules y su cabello rubio oscuro.

—¿Para qué lo quieres?— incluso el tono de su voz es hermoso pero peligroso, como si te advirtiera que no te acerques ni intentes molestarlo.

— Bueno, no sé si escuchaste, pero necesito tu maldito nombre para la maldita lista.—no evito perder un poco la paciencia.

El chico no responde y se cruza de brazos. ¿Qué rayos?

Lo miro fulminantemente esperado que me de su maldito nombre para poder entregar la hoja e irme hacer lo que tenga que hacer.

— No te diré mi nombre.—me mira— ¿Quién dijo que quería ser tu pareja?

Respiro cansada y evito todas las ganas que tengo de soltarle un golpe.

—Pues... cuando llegué no vi a nadie sentado junto a ti.

—Te sentaste porque lo necesitabas, no porque fueras hacer equipo conmigo.

Okay, esto dejaba de ser algo personal. El chico serio se negaba a darme su maldito nombre y yo tenía que insistir en que me lo diera. Vaya cuento cliché.

— Juro que voy a entregar la maldita lista sin tu nombre y trabajaré sola el maldito año.

El chico se encoje de hombros y eso es la gota que derrama el agua del vaso. Fastidiada, empujo la silla hacía atrás y me paro para poder salir de la silla. Creo que una parte de mí quiere que me detenga y que el chico me diga su nombre, pero otra parte sólo quiere ir a entregar la hoja. Comienzo a salirme de mi lugar y no doy ni dos pasos cuando escucho su voz.

— James West.

Lo miro un poco asombrada pero él ni siquiera lo hace, sólo se límite a mirar al frente. Oculto mi sonrisa mientras tomo la pluma negra y con mi rara letra, escribo su nombre.

James West.

Dejo de nuevo la pluma en la mesa y camino hacía el maestro calvo de lentes redondos a entregarle la hoja.

— Mañana a medio día con tu cuenta de la escuela podrás recoger tu horario para comenzar el día miércoles las clases. Por hoy es todo.

Asiento con la cabeza mientras de nuevo regreso a donde estaba sentada y buso con la mirada a James, pero me decepciono al no verlo sentado donde anteriormente había estado. Un poco dolida, guardo la pluma donde caiga y me cuelgo la mochila.

Comienzo a salir del salón mientras miro mis tenis llenos de lodo seco. Niego con la cabeza mientras miro los tenis intentando pensar como limpiarlos donde limpiarlos, porque pensándolo bien, tengo ropa que algún día estará sucia y tendré que lavar, necesitaré dinero y no tengo ningún empleo, dejaré de dormir por estudiar, no beberé alcohol porque no quiero resaca en días de escuelas, vuelvo con lo del dinero y los gastos que tendré que hacer. ¿Por qué no había pensado en todo eso?

— ¿Te dijo algo?

Levanto la vista de los tenis un poco impresionada y veo a James delante de mi con su chaqueta de mezclilla y una camisa blanca que hace imposible no mirarlo.

—Que mañana podemos recoger nuestro horario en la dirección.—murmuro sin dejar de verlo.

El asiento con la cabeza mientras se da media vuelta y comienza alejarse como si nada.

Me quedo mirando como se aleja y me golpeo la frente mientras comienzo a irme por el lado contrario a él.

Maldita sea.

*

Abro la puerta de la casa de fraternidad y corro a la cocina a buscar algo de comer, pero lo único que encuentro en el refrigerador es fruta y unos tacos con un papel, mostrando que son propiedad de Jenna River. Cierro la puerta del refri y veo en la sala a la chica que me abrió la puerta.

— ¡Oye!—intento llamar su atención

Deja de ponerle atención a lo que sea que mira en la tele y me ve.

— ¿Dónde puedo ir por comida?—le pregunto.

— No hay nada, ¿cierto?—niega con la cabeza.— para la cena siempre tienes que llegar temprano o las chicas se terminaran la comida.

Me la había pasado toda la tarde, haciendo un recorrido por la escuela por cuenta propia para evitar volver a perderme y en realidad, sirvió de mucho, aunque muchas personas miraban un poco extrañados mis sucios converse. Y después una larga caminata, había llegado a la casa de la fraternidad a las ocho de la noche, casi las nueve.

—Tendrás que ir a comprar comida.—abro los ojos como plato.— descuida, no está lejos. Aquí cerca, a dos cuadras más detrás de las fraternidades, comienza la ciudad y hay muchos locales de comida.

—¿Comida como qué?

— De todo tipo— se encoge de hombros—. Te recomiendo la comida chica, más los fideos y el arroz.

Sonrío ante su cara de deseo a la vez que pronuncia los fideos e imagina el olor del arroz.

— Creo que me iré a cambiar.—le digo— pisé las jardineras ye tengo los tenis llenos de lodo.

— ¿Enserio hiciste eso?— pregunta burlona— es regla básica, nunca debes pisar las jardineras. Matas plantas, animales y suceden cosas como esas.— sonríe

— No es gracioso, se me hacía tarde, a demás tuve que correr casi media escuela para llegar al maldito salón.

Comienzo a caminar hacía las escaleras y a mitad de camino, escucho la voz de la chica.

—Apúrate que cierran a las diez.—me grita— y me llamo Zoé

— Me llamo Courtney—le grito de regreso.

*

Intento caminar normal con las botas negras que llegué a usar la vez salí con Matthew a la pista de hielo y meto las manos en la bolsa de la gabardina verde militar, ya que corría un ligero viento frío, pero no ta frío para evitar usar un short blanco con pequeñas flores bordadas en hilo blanco.

Cruzo la calle hacía el puesto de comida china que Zoé me dijo y me formo en la fila que está frente a una caja registradora. Saco las manos de la gabardina mientras me cruzo de brazos y cruzo las piernas mientras miro el menú que está en los cuadros pegados en la parte superior de la pared. Pues, por el momento tenía el dinero suficiente para salir, comprar comida, cosas que necesito y todo eso si viviera hasta pasado mañana. Tenía que encontrar un trabajo sí o sí.

El celular comienza a sonar en la bolsa de la gabardina y sin dejar de poner atención en la comida que hay, saco el celular y contesto.

— ¿Hola?

No pasan ni dos segundos cuando escucho como cuelgan el teléfono y después no se oye nada. Retiro el celular de la oreja y busco el teléfono que me ha marcado.

Siento un pequeño escalofrío cuando veo que es el mismo número que la vez pasada en el avión.

El número que creo que es de Matthew, sin embargo no estoy segura de eso.

Bloqueo el celular y lo guardo donde lo tenía intentando no volver a pensar en eso.

Ya no podía volver a encerrarme en ese pasado.

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EL CHICO EN MULTIMEDIA ES JAMEES!!!!!!!

Se llama Colin Ford y es tan akjdshgdjslgfjdsg

Gracias por esperar.

Las amo, Dreammers.

(Tengo Twitter: IrannFlores

ask: Irán Flores

Instagram: iran_spers)

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