Capítulo 12. "Una chica de verdad"
Me remuevo en las sábanas blancas y me cobijo hasta el hombro mientras intento despertarme bien, ya que cada que abro los ojos, solos se vuelven a cerrar.
Una vez que siento que ya estoy despierta, me acuesto boca arriba y saco los brazos de las cobijas. Miro la ventana que está frente a la cama y sonrío orgullosa al ver las cortinas blancas; Con el sueldo de dos semanas trabajando en la cafetería y un poco del dinero que tenía ahorrado, pude comprar mis propias cobijas y cortinas, aunque fueron las más baratas y sin muchos adornos, me gustaba el sencillos toque: Dos cortinas, una totalmente lisa y de color blanco que va debajo de la blanca con encaje. En las cobijas, sábanas blancas, una cobija estilo polar de color marrón claro y encima, una colcha negra con pequeñas flores rosas y hojas verdes.
Ahora solo me faltaba llevar la ropa la lavandería y me quedarme sin dinero por completo,ya que todo el dinero que me sobra es lo justo para la ropa, pero si intentaba ahorrar ese dinero, me quedaría sin ropa por una semana y tendría que usar la ropa sucia que quizá y olía a sudor.
Aviento las cobijas con el pie y me quito el cabello de la frente mientras me siento en el borde de la cama. Reviso la hora en el celular y me sorprendo al ver que son las nueve de la mañana.
Es raro que me levante a esta hora en sábado.
Camino hacía el baño y hago todo lo que tengo que hacer, después salgo del cuarto y cierro la puerta antes de comenzar a caminar por el corredor y bajar a la planta baja, donde están la mayoría de chicas sentadas en el comedor, acurrucadas en el sofá viendo televisión o en la cocina haciendo el desayuno.
Ya eran tres semanas en las que estaba en la residencia, casi un mes, y la pena se iba perdiendo. Había chicas que andaban en ropa interior por la casa, algunas eructaban y otras hacían cosas que hacen cuando están en confianza... Echarse un pedo.
Por lo que andar en un pillama que consiste en un corto short blanco y una playera de tirantes color blanca con un lindo conejo rosado por frente era ya muy normal para mi; no me daba pena ni me ponía nerviosa.
Camino hacía la cocina y en los cajones de los trastes busco un plato hondo y una cuchara, pongo el cereal en el tazón y después camino al refrigerador para ponerle leche.
Me siento en el taburete de la barra que está frente al refrigerador y comienzo a comerme el cereal mientras hago cuentas mentalmente.
Si llevo la ropa a la lavandería me quedo sin dinero, o bueno, con un muy poca cantidad de dinero del cual, sólo me alcanzaría para una botella de agua. Podría sobrevivir si sólo como la comida que hay en la casa de fraternidad, ya que pague mi parte para que compraran la despensa del mes. Sí sobrevivo.
Tenía que hacerlo.
La puerta se abre y la chica pelirroja, Alice, entra con miles de sobres en la mano, supongo que la correspondencia o algo así, porque comienza a entregarlos, primero lee los sobres y después se acerca a la persona que corresponde.
-Perdón si esto es grosero-habla después de entregar varios sobres-, me he olvidado quien es Courtney Elizabeth Grant, ¿Quién es?
Un poco dolida, levanto la mano mientras dejo la cuchara en el tazón e intento ignorar a las pocas chicas que me miran. Alice, se acerca a mi y me da cuatro sobres. Le doy las gracias y mientras me como otra cucharada de cereal, leo de quien es cada sobre: Uno, es de la Universidad.
Abro el sobre y le doy una rápida mirada; sólo es para informarme que ya estoy inscrita en periodismo, soy totalmente parte de la Universidad y que en una semana tenía que ir a recoger mi credencial.
No me emocionó tanto porque eso ya lo sabía, por lo dejo el sobre en la barra.
El segundo sobre es sobre un banco que me hace descuento en no sé que cosa, el tercero sobre las promociones de una tienda a la que fui con Maddie y el último, es el que llama más mi atención, ya que es de mi mamá y Steve y pesa más de lo normal. Dejo la cuchara en el tazón y centro toda mi atención en el sobre, ya que podía tener buenas o malas noticias, con eso de la boda, que papá quería regresar con ella y que después de todo el también se iba a casar... Todo podía pasar.
Abro el sobre y saco la hoja de papel doblada en cuatro y lo primero que veo es la letra manuscrita de mamá.
Pequeña mía, podía haber hecho esto de una forma más fácil y sólo marcarte y decirte las cosas, pero quise hacerlo al modo antiguo... aparte, en estos instantes mientras escribo esto, puedo decir que lo hice porque puedo y porque quiero, así que empezaré a decir las cosas.
Antes de nada, espero y todo este de maravilla y ya tengas donde quedarte y unas cuantas amigas... eso sí, nada de chicos, fiestas, alcohol y sexo.
Tenemos noticias; Steve y yo sí nos vamos a casar en la playa, no sabes en cual, pero si lo haremos, la fecha es en Diciembre, así que espero que tengas vacaciones y un lindo vestido.
Lo segundo, tu padre se va a casar a principios de Noviembre y no sé si por venganza o sólo porque gusto propio. Te invitó a ti y a Nathan a la boda. No sé donde será, porque no quise abrir las invitaciones, así que también tienes que venir.
Lo tercero y creo que último, no te lo habíamos dicho antes ya que se nos había olvidado. Cada mes vamos a mandarte dinero para que lo gastes en cualquier cosa...
Levanto la cabeza y miro al frente intentando no gritar. ¿Entonces para que busque empleo? Si mamá me iba a mandar dinero.
Para ser dependiente y tener la satisfacción de ganar tu propio dinero... Aparte, no hubieras conocido a Amy. Cierra el pico.
... ya sea ropa, comida o libros. Intenta no gastarlo todo el libros, por favor. Te seguiremos mandando el dinero siempre y cuando cumplas con tu parte del estudio y todo vaya muy bien, o en un carácter aceptable.
Si tienes alguna duda, puedes llamarme por teléfono o enviarme alguna carta... Mejor envíame una carta, esas cosas ya no se hacen y no hay que perder esa bonita costumbre... aunque no es costumbre.
Te amo, cariño.
Tu mamá
(Pórtate bien)
Se me sale una sonrisa nostálgica que desaparece en cuando vacío el sobre sobre la barra; muchas monedas caen en seco y otra comienzan a rodar mientras que, los billetes solo caen sin hacer sonido alguno.
Sonrío de oreja a oreja mientras veo la cantidad de dinero. Quizá era unos doscientos dolares, no sé la cantidad exacta, pero era suficiente para sentirme millonaria.
*
Mientras camino por la calle con la bolsa de ropa sucia, me siento bien conmigo misma, como si aparte del dinero que me mandó mamá, me hubiera levantado muy de buenas.
Sostengo la bolsa con fuerza mientras sigo caminando a un paso tranquilo. El cielo está despejado y hay un bonito y radiante sol que alumbra todo de una manera bonita.
Todo parece feliz: La gente ríe, los niños juegan, todos sonríen.
Cuando miro al frente, veo a una pareja besándose, pero está vez, no siento envidia de ellos ni nada parecido. Me siento normal.
Es un buen día como para ponerse triste, por lo que sigo caminando y de alguna manera, me siento feliz.
No me sentía hermosa, tampoco bella; sólo bonita y feliz.
Como en esas películas, en la que la chica sonreía a todo el mundo, caminaba radiantemente y giraba sobre si misma porque era feliz sin un chico.
Pero mi felicidad no era por un chico... o quizá necesitaba a uno en mi vida para ser feliz.
Una chica de verdad no necesita a un hombre para ser feliz.
Mi mente tenía razón y estaba totalmente en lo cierto, aunque eso en cierta parte dolía, pero no necesito un chico para ser realmente feliz. Matthew, por ejemplo, nací sin él, podré vivir sin él.
Quizá si me había enamorado de él y me había hecho sufrir y aún estaba aferrada a su tormentoso recuerdo y las ganas de abrazarlo, pero... ¿Y si quizá todo pasó por una simple razón? digo, quizá estaba destinado a que me enamorara de él y la vida lo moviera a otro continente o simplemente no es mi igual...
Ya no necesito saber si aquel número "desconocido" pertenece a él o si él aún me recuerda y tiene las mismas inexplicables ganas de verme. Pero ya era momento de dejarlo ir.
Al igual que James West.
Apenas y lo conocía y me sentía loca por él. O eso me obligo a pensar, ya que, después del corazón roto, sólo busco enamorarme por capricho para olvidar a Smith; James tenía semanas que ni iba a clases y sólo me había topado con unas cuatro veces: El aeropuerto, en clases en la fiesta y cuando entregué mis papeles.
Pero tenía que admitirlo, me atraía físicamente; Su profunda mirada color azul, su cabello castaño, su voz, su forma despreocupada al caminar...
Deja de pensar en él.
Casi inspirada, sin audífonos en los que sonara una canción inspiradora, por cada paso que doy siento como mi cabello salta y hace que sonría como estúpida.
¿Para qué amargarme la vida? Nadie me conocía en la calle, podría hacer mis tonterias con felicidad y sentirme bien.
Doy una vuelta discreta, como si intentara buscar algo y sigo caminando, cuando me doy cuenta que nadie me mira, doy una vuelta mientras suelto una pequeña risita tonta y siento un pequeño mechon de cabello en el labio.
Si Amy estuviera aquí, ella estaría saltando y cantando en voz alta y girando y fingiendo estar en un vídeo musical.
Sonrío y me preparo para seguir con mi rara escena, cuando me detengo en seco y miro la lavandería. Había llegado tan rápido cuando por primera vez no quería llegar rápido.
Suspiro con pesadez y me acerco a la puerta de cristal de la lavandería y la empujo con pereza. Vaya, mi mal genio al parecer había regresado.
Al entrar, miro el montón de lavadoras trabajando y un molesto ruido que producen. Algo tímida, camino por los pasillos buscando una lavadora desocupada.
Cuando la encuentro, dejo la ropa encima de ella y busco algo en donde diga como funciona. Levanto la bolsa y miro la tapa para ver si hay algo, suspiro mientras dejo caer la bolsa y busco en la pared algo que me diga como funciona. Me froto las manos mientras comienzo a leer las instruciones que hay frente a mi:
1. Pesar la ropa.
2. Ocupar una lavadora que resista el peso.
3. Pagar por los productos que se vayan a ocupar.
4. El proceso de la lavadora tarda una hora.
5. Sacar la ropa y pagar la cantidad que se indicó al momento de pesar la ropa.
Vuelvo a tomar la bolsa con ropa y camino hacia donde creo que está la recepción o como se llame. Detrás del mostrador hay una chica o más bien, una señora revisando su celular. Levanta la vista sin soltar el celular y se queda donde está esperando a que le diga que quiero. Pero tampoco digo nada, me quedo donde estoy esperando que ella haga esa pregunta.
Suspira, se toca las sienes y después de, quizá, un largo rato en silencio, pregunta:
-¿Vas a pesar la ropa?
Asiento.
Suspira mientras le entrego la bolsa con la ropa y lo deja en una bascula. Mira la ropa y después de mira.
-Vaya, parece que alguien dejo de lavar en un buen tiempo.-Silba por lo bajo.- Tienes tanta ropa sucia que tendrás que usar dos lavadoras de seis kilos si quieres ahorra aunque sea dos dolares.
La miro sorprendida. ¿Unos nueve pantalones, seis shorts y unas veinticinco playeras, contando la ropa interior, eran en total doce kilos? Ahora me siento como Maddie... Ella tenía suerte que teníamos lavadora en casa, pero ahora que está en la Universidad de California... ¿Cuánto gastaría exactamente en lavar su ropa?
Suspiro.
-Tengo que pagarle al terminar de lavar la ropa, ¿Cierto?
Ella asiente con la cabeza mientras se agacha a tomar algo.
-Busca las lavadoras de seis kilos y a cada una le viertes esto.- me entrega unas bolsitas con algo narajan dentro.- es el detergente. (Divergente.... okay.... LOOOL)
-Gracias.
Tomo mi ropa y camino hacía las lavadoras de seis kilos. Tengo que recorrer dos pasillos con lavadoras para encontrarlas y suspirar de cansancio. Me acerco a las lavadoras y divido la ropa a la mitad y las deposito dentro mientras vierto lo que me dio la señora. Me siento en el piso mientras cierro las puertas de la lavadora y las pongo a funcionar. Me pongo de pie y en las lavadoras, frente a mi, veo a un chico de espaldas a mi, con brazos fuertes y una espalda que se notaba trabajada debajo de esa playera delgada de tirantes. Lo que quito la mirada ni unos segundos y al parecer lo nota, porque mira discretamente a su espalda y sonríe de lado mientras sigue concentrado en lo que hace. Intento buscar algo para verlo más disimulado y veo unas revistas en la banca al final del pasillo; corro por ellas y regreso corriendo a donde estaba. Me recargo en la lavadora y abro la revista en una página cualquiera. Finjo leerla y ponerle atención, pero lo que en realidad hago es mirarlo. Se da la vuelta y se agacha a amarrarse la agujeta.
Mala suerte, querida, ya se dio cuenta que lo miras y sólo intenta hacerse el interesante.
Y creo que es verdad que ya se dio cuenta, pues cuando se vuelve a poner de pie, me muestra su hermosa sonrisa y finge bostezar mientras levanta los brazos y sus músculos se marcan. Es un chico lindo: Cabello castaño corto, ojos marrón, sonrisa bonita, cuerpo bonito...
Cuando dejo de fantasear con él, me doy cuenta que me mira con una sonrisa y yo me quedo sin palabras. ¿Por que rayos no acepte los tips para ligar de Cristina?
Hace unos minutos dijiste que nada de chicos.
-Sí, pero uno sólo para pasar el rato no hace mal.
Cuando estés llorando porque tienes el corazón roto no te quejes.
Siento la revista en mis manos lista para cualquier cosa y sonrío.
-Hola.- le digo, intentando sonar coqueta y linda al mismo tiempo, como si fuera un saludo de esos casualmente planeados.
-Hola.
Me quedo congelada en mi lugar ocultando mi sorpresa. ¿Acaso escuche bien? ¿Acaso esa voz chillona era mía? o... ¿De él?
-¿Eres de por aquí?- pregunta.
Abro los ojos de sorpresa y sonrío amablemente mientras me muerdo la lengua y evito reírme.
-No, no soy de aquí...soy de... soy de Kansas y pasé casualmente.- le miento mientras miro la revista intentando evitarlo- ¡Vaya! que buena nota.
Rápidamente, pongo la revista frente a mi, tapando mi rostro y cierro los ojos con fuerza intentando no gritar con frustración. ¡Maldita suerte la mía!
¿Qué rayos pasa con su chillona voz? Es un desperdicio de belleza. ¿Cómo era tan guapo y su voz tan fea? No puedo superar eso. ¡Jamás lo voy a superar! ¿Qué acaso eso es culpa de los esteroides?
-Emmm.... la revista está al revés.-comenta.
Abro los ojos y veo la foto principal y encabezado de cabeza. ¡Demonios!
-Sí lo sé, me gusta leer así... Agilizo la mente. Ya sabes, alguien que quiere prepararse bien para la vida.- Bajo la revista ya le sonrío.
El me mira confundio.
-Oh, vaya, mi agujeta, tengo que amarrarla.
Me agacho rápidamente. Y me desamarro las agujetas de los converse rojos por cualquier cosa, por si intenta ver que pasa.
Jamás en la vida intento coquetear con alguien sin escuchar su voz.
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¡I'M BACK!
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