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La rubia jadeo frustrada, no podía creer que por sólo un mínimo error ahora debía limpiar toda una cancha de básquet, le resultaba asqueroso e injusto, ¡Sólo había pinchado el trasero de la profesora Chaer! Esa vieja malhumorada se lo merecía, según ella. MinHee siguió trapeando el piso, sin borrar su expresión llena de molestia. Aquella zona de entrenamiento era muy usada por los deportistas, unicamente Alfas que tienen tiempo libre y lo pasan ahí. Podía sentir el aroma a chocolate amargó por todo el lugar, alborotando sus pensamientos.

Su pequeña travesura se dio por una absurda apuesta que tuvo con su mejor amiga, SoYoung le había dicho que era la Omega más cobarde que existía, y que no se iba a atrever a algo tan peligroso como molestar a Chaer, la profesora más gruñóna de todo Acendrado. Pero claro, ella jamás iba a permitir que la llamen cobarde en su cara, así que tomó la aguja más diminuta que encontró, y con su corazón desbordando maldad la incrusto en el cojín de la silla que utiliza todas las mañanas la profesora, de tal manera que el filo quede hacia arriba.

El gruñido que había lanzado la mujer fue oído por todo el enorme Internado, e incluso por el bosque que los rodeaba. Pero todo valía la pena, ahora sería recordada como la chica que se atrevió a pincharle el trasero a la gruñóna Chaer.

El calor comenzaba a hacerse notar luego de una hora seguida metida allí, ató su cabello en un moño y limpio su frente. Se quitó el saco azul de la escuela y dejo sólo su camisa blanca junto con la falda, recordó que luego seguían las piscinas de los Betas, y los baños de Omegas. Gruñó, dejándose caer sobre el piso ya seco por el enorme sol que estaba sobre ella.

―Maldita escuela. ―suspiró, sacudiendo su camisa para tener más aire.

―No debiste molestar a Chaer. ―una voz masculina la hizo girar lentamente su cabeza hacía atrás, un chico pálido y con su camisa de básquet se acercaba sosteniendo una pelota, lo reconoció al instante― Pudiste haber muerto por las garras de esa arpía.

―¿Cómo te enteraste? ―se levantó, abriendo los primeros botones de su camisa blanca.

―Los rumores vuelan incluso estando en areas diferentes, el gruñido de la vieja se escucho hasta aquí. Y también me encontré a SoYoung, ella reía como una loca. ―casi inevitablemente el chico bajaba sus ojos a la piel algo bronceada de la rubia, mostrando el comienzo de sus pechos no tan prominentes.

―¿Y qué hace ella en la zona de Alfas? ―arqueo su ceja, y él levanto sus hombros sin saber la respuesta exacta, era muy extraño que la dejaran pasar sin supervición, lo más seguro es que se haya infiltrado— Hum, bueno.

―¿Necesitas ayuda aquí?

―No, no ―negó― ya termino, ¿Vas a jugar? Dime que no, por favor, no toleraria ver el piso sucio otra vez. ―Min rió, negando.

―Iba a jugar, pero ya no lo haré.―MinHee agradeció internamente.

La chica dejó los productos de limpieza en su lugar, dentro de la bodega donde también están las cuerdas y pelotas que utilizan para los juegos o entrenamientos. Tomó su saco bajo la atenta mirada del pálido, y sonrió con algo de timidez. Min YoonGi era una especie de amigo para ella, fue uno de sus primeros en conocer al llegar a la Academia, junto a su hermano mayor y él ella se sentía un poco menos sola.

A pesar de que apenas podía ver a los Alfas, al crecer descubrió maneras no permitidas por la escuela para verlos a ellos y sus otros amigos. Había reglas estrictas, Alfas y Omegas no podían estar mucho tiempo juntos, no sabía muy bien las razones, pero eran reglas sagradas que ella rompía de vez en cuando.

Extrañaba a JiMin todo el tiempo, a escondidas podía abrazarlo sin que algún Instructor los separe.

―Hoy en la noche podemos vernos en el Distrito C, ¿Qué te parece?

―Está bien, llevaré a SoYoung y Yi Xan.

El Distrito C era uno de los pocos lugares de todo el enorme Internado donde los instructores no llegaban a supervisar en las noches, una parte alejada oculta entre los árboles que los jóvenes solían recurrir para hacer las cosas que por orden natural las altas autoridades no les permitían. En aquella área deshabitada había una pequeña cabaña vieja que nadie sabía como llegó ahí, pero podían hacer mucho ruido sin ser oídos.

Posiblemente lo mejor era que Alfas, Betas y Omegas podías darse la mano sin recibir castigo después. Un paraíso para ellos.

Tras ello, ambos jóvenes se alejaron, cada uno por su camino.

( ... )

―A veces me da un poco de miedo el bosque que hay aquí. ―dijo la china, Yi Xan se aferró al brazo de MinHee a su lado.

―En sí, da miedo que haya un bosque afuera y dentro del internado. ―SoYoung, quien llevaba la linterna en su mano, era quien de alguna manera llevaba la delantera para proteger a sus amigas.

El bosque de Acendrado era uno falso, para poner a prueba a sus estudiantes. Afuera de las enormes paredes que cubren el internado es donde está el verdadero bosque. Aún así las Omegas temían de la oscuridad.

SoYoung olfateó el aire, siguiendo su propio camino.

―¿Soy la única que huele a JiMin? ―preguntó.

―¿Mi hermano? ―MinHee imitó a su amiga, moviendo su pequeña nariz, el olor a café llegó a sus fosas nasales, confirmandole que era él―. Sí, ¿Qué hace por aquí? Ya debería estar en el Distrito.

Un escalofrío pasó por el cuerpo de Yi Xan, se aferró más a la rubia, comenzando a temblar. Ella observó sin entender.

―Chicas, me quiero ir.

―Espera, tenemos que llegar...

Pisadas se escucharon a su alrededor, las tres omegas giraron en busca del proveniente del ruido. Sólo había oscuridad de la noche y silencio. SoYoung apuntó su linterna entre los árboles, pero no había nada.

―¿Y si es JiMin? ―MinHee vio a SoYoung, quien comenzaba a retractarse de ir.

¿Qué podía pasarles ahí? Se supone que no hay animales peligrosos, ni Alfas fuera de control por su celo...

La Park tomo el brazos de su amiga castaña, acercándose a ella como a Yi Xan. Nuevos pisoteos rápidos en ramas caídas de los árboles las hicieron temblar, la castaña apuntaba donde el sonido iba, una silueta negra pasaba rápidamente a su alrededor, corriendo en círculos. Las chicas giraron, tratando de irse, pero estaban rodeadas.

Sus feromonas desprendía miedo.

―Omega...―una voz distorsionada produjo escalofríos en los pequeños cuerpos de las tres chicas.

Quedaron estáticas en sus lugares.

―Por la diosa Luna, SoYoung. Hay que irnos de aquí. ―dijo al borde del llanto la pelinegra.

―¡Es JiMin! ―grito la rubia, olfateando.

Y cuando menos se lo espero, aquella silueta que las atemorizada se acercó a ellas corriendo, unas enormes garras estaban a punto de enterrarse en las inocentes Omegas. Unos ojos rojos que iluminaban en la oscuridad, unos dientes grandes perfectos para despedazar carne... era un Alfa. Y estaba por atacarlas.

―¡Abajo! ―electrochoques iluminaron todo el area del bosque artificial. El ruido de algo grande cayendo, junto con un rugido feroz las hicieron caer también al suelo sucio.

Sin poder articular una sílaba, las omegas vieron con sus ojos bien abiertos el cuerpo inerte del alfa, electrocutado. MinHee jadeo, sintiendo el aire faltando en su pecho. Se arrastró por las hojas caidas del los árboles para ver a su hermano, con sus ojos cerrados estaba inconsciente.

―¡¿Qué hacen aquí?! ―cinco instructores las observaban, enfadados― Los Omegas ya deben estar dormidos, ¡Levantanse!

SoYoung y Yi Xan se levantaron, aún sintiendo sus piernas temblar del shock. Pero la Park no pudo apartar la vista de su hermano gemelo, ¿Qué acababa de suceder? ¿JiMin iba a atacarla?

―Mi hermano... ―quito unos mechones rubios que cubrían su frente, noto una extraña marca sobre su ceja― ¿Qué...

Antes de poder hablar, la mano de uno de los Instructores la tomo del brazo, y la obligó a levantarse de allí.

¿Qué acababa de suceder?

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