Capitulo 16

Accelerator se sentó en un banco de madera gastada que estaba en el jardín del palacio. El lugar era inmenso; los aromas dulces y embriagadores de las flores flotaban en el ambiente, mientras enredaderas florecientes trepaban por las paredes de mármol y los pilares, cubriéndolos con un mosaico vibrante de colores que iba del rojo ardiente al azul profundo. El sol se filtraba a través de las hojas de los árboles.

Dejó su bastón a un lado y apoyó los codos sobre sus rodillas, exhalando con pesadez.

 Alzó la vista y allí estaba ella: la encarnación de la diosa de mierda de este mundo. Estaba de pie a unos dos metros de distancia, con una sonrisa que parecía hecha a medida para irritarlo. Sus sirvientes permanecían en silencio, un par de pasos más atrás, formando un semicírculo. Probablemente ella pensaba que esta era una especie de charla privada, aunque la atmósfera se sentía más como una audiencia forzada.

De todas manera  no le importaba especialmente, así que cuando ella lo miro a los ojos el comenzó con sus preguntas.

—¿Tú realmente eres la reencarnación de esa diosa inútil? —preguntó Accelerator, su voz cargada de desdén mientras la miraba fijamente. 

Sus rasgos permanecieron suaves, inmutables, como si sus palabras no la afectaran en absoluto. Ella pareció considerar su pregunta por unos instantes, y ahí estaba el problema.

—No exactamente —respondió finalmente, con una calma imperturbable—. Solo tengo una parte de ella en mí, pero no puedo decir que sea ella.

—Dilo claramente, maldición.— Accelerator escupió con desdén.

—En otras palabras... no.— ella dijo finalmente.

—Pero sabías de mí, ¿no? —insistió Accelerator, sus ojos afilándose mientras buscaba cualquier señal en el rostro de la mujer.

—Solo sabía que vendrías —respondió ella con la misma serenidad—, pero desconozco los motivos por los que fuiste elegido o por qué ella te envió.

—En otras palabras, eres una inútil de mierda, igual que ella. Puede que, al final, sí seas su reencarnación o lo que sea —escupió Accelerator con un tono burlón. Sin embargo, Celestine apenas pareció notarlo, o simplemente lo ignoró.

—Puede que tengas razón —comentó con calma, lo que hizo que el albino entornara los ojos con irritación—. ¿Tienes otra pregunta?

—De hecho, sí —Accelerator se rascó la parte posterior de la cabeza, su mirada vagando hacia los sirvientes que se encontraban detrás de la diosa. La devoción y la reverencia en sus ojos hacia la mujer frente a él eran tan obvias que resultaba casi asfixiante—. Leí que puedes ver el futuro, ¿es verdad?

—No exactamente.

Accelerator se giró bruscamente para mirarla con una expresión de  disgusto.

—Dilo claramente, perra.

Celestine no se inmutó ante su insulto, su rostro permanecía sereno. Sus ojos, de un azul profundo, lo miraron con una mezcla de comprensión y distancia, como si intentara descifrarlo sin involucrarse del todo.

—Lo que puedo hacer es percibir destellos de lo que podría suceder —aclaró Celestine con voz pausada—, pero no puedo controlar cuándo ocurren ni en qué forma. Además, nada de lo que veo está escrito en piedra y puede alterarse. Por ejemplo, antes de tu llegada, lo único que podía ver era la victoria de Kuroinu, pero cuando llegaste, eso cambió.

Accelerator entrecerró los ojos, una expresión de profundo disgusto se dibujó en su rostro. La intensidad de su mirada fue tan abrumadora que incluso Celestine, con toda su serenidad acostumbrada, dio un paso hacia atrás, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda. 

—¿Así que con solo aparecerme aquí, todo tu destino cambió? —su tono era mordaz, casi burlón, pero había una dureza subyacente que lo hacía sonar peligroso—. ¿Y ahora qué? ¿Qué vas a hacer diosa de mierda?

Celestine respiró hondo, tratando de mantener la calma, aunque por dentro la incertidumbre la carcomía.

—yo . . . nosotras lucharemos. —replicó ella, su voz ligeramente temblorosa— gracias a ti puede ver un futuro mejor. . .

Ella espero que esas palabras significaran algo para el albino, pero en cuanto termino pudo ver algo parpadear en la mirada de el, y luego supo que había cometido un error.

Accelerator avanzó un paso hacia ella, acortando la distancia que había creado. Sus labios se curvaron en una mueca amarga mientras sus ojos rojos brillaban con una mezcla de desprecio y curiosidad.

— Gracias a mi  . . . JAJA—se burló—. Realmente debes de tener un cerebro de mierda si tienes esperanzas en mi.

Celestine sostuvo su mirada, reuniendo todo el valor que le quedaba.

—Eso es lo que puedo ver. —confesó con franqueza—. Tu llegada abrió una brecha, una oportunidad para cambiar lo que parecía inevitable. Pero eso solo será realidad, si decides luchar.

Por un instante, algo brilló en los ojos de Accelerator. Era difícil decir si era ira, interés, o simplemente diversión. Pero entonces soltó una carcajada seca, un sonido que resonó con dureza en el jardín.

—Entonces, todo depende de mí, ¿eh? —murmuró, más para sí mismo que para ella—. Qué malditamente  conveniente.

Algo comenzó a arrastrarse por el corazon de Celestine, una incomodidad que se hacia mas evidente mientras mas estaba junto al albino.

El no era como los héroes de las leyendas, se dio cuenta, no había nada noble o justo en su formad e actuar, sus palabras era escupidas con una franqueza casi cruel, y no había sonrisas tranquilizadoras, o amabilidad que desbordaba de sus acciones.

No, él no se parecía en absoluto a los héroes de los libros.

—Lamento ponerte esta carga sobre los hombros, pero... —ella se obligó a continuar, aunque su voz temblaba— si nuestra diosa te eligió, debió hacerlo por alguna razón. Así que, aunque no sea fácil, tienes toda mi confianza.

Mentira.

Ni siquiera en ese momento podía confiar en él. Podía verlo con absoluta claridad: lo veía matar, destruir, y esa sonrisa retorcida que se dibujaba en su rostro mientras lo hacía.

— y podrás contar con el apoyo de las 7 princesas guardianas.

Accelerator entrecerró los ojos.

Sinceramente, la mayoría de las princesas eran estorbos, siempre al borde de rendirse o de perder contra Kuroinu. era gracioso, que clase  de apoyo podrían proporcionar esas princesa inútiles.

Accelerator vino a este mundo a hacer lo único en lo que era bueno, matar y destruir.

Accelerator bufó, su paciencia se desvanecía con cada palabra que escuchaba. Se levantó del banco  con una lentitud aterradora y se acercó a la diosa hasta quedar a escasos centímetros de su rostro, invadiendo su espacio personal sin la menor vacilación.

—¿Y viste lo que iba a pasar ahora? —preguntó con un deje de amenaza en su voz—.  dime,  ¿me ves convirtiéndote en una pulpa deforme?

La expresión de Celestine no cambió, su rostro seguía sereno como la superficie de un lago. Accelerator la ignoró y caminó hacia un lado, acercándose a una barandilla de piedra que bordeaba el jardín. Apoyó sus brazos en ella, extendiéndolos perezosamente mientras contemplaba el paisaje.

—Dijiste que no sabías nada de mí, y que solo podías ver la victoria de Kuroinu... —enumeró con una aparente falta de emoción, pero cuando sus ojos rojos como la sangre se clavaron en la diosa, ella supo que una mala respuesta no la ayudaría a ganar su favor—. ¿Qué hubiera pasado si yo no hubiera venido? No, mejor dicho, ¿Qué hubieras hecho tú Diosa de mierda?

El silencio se extendió entre ellos por un instante. Celestine bajó la vista, sus labios temblaron ligeramente antes de que hablara. Sabía exactamente lo que hubiera hecho, pero no era algo que pudiera admitir en voz alta sin revelar su propia desesperación.

—Yo... me hubiera rendido.

Accelerator parpadeó un par de veces, como si el tiempo se ralentizara a su alrededor. De alguna manera, ya conocía la respuesta o, al menos, podía intuirla. Algo oscuro y visceral se removió en sus entrañas, una sensación incómoda que lo empujaba hacia la ira. La furia que había estado conteniendo finalmente estalló, desbordándose como un torrente incontrolable, y clavó su mirada en la diosa. 

Sus ojos rojos brillaban con un desprecio casi palpable.

Ahí estaba ella, tan imponente y fría, encaramada en la cima, venerada como si fuera la gran cosa. Desde ese pedestal, parecía jugar con las vidas de los demás, tomando decisiones que dictaban el destino sin siquiera detenerse a considerar lo que otros podían pensar o sentir.

Lo mismo que había hecho él cuando, sin dudarlo un solo instante, decidió convertirse en "el más fuerte." La certeza de su ambición lo había llevado a matar, una y otra vez, sin piedad, dejando un rastro interminable de cuerpos a su paso. Mató hasta que, finalmente, alguien se interpuso en su camino y lo detuvo.

—¿No dijiste que el futuro no estaba tallado en piedra, o alguna mierda de ese estilo? —respondió  luego de un momento, con un dejo de burla en la voz, sin apartar su mirada incisiva de ella. Sus palabras fueron como un filo cortante, cargadas de un sarcasmo helado que atravesaba la distancia entre ambos.

Aquella respuesta la tomó por sorpresa, aunque lo ocultó tras una expresión serena. No podía darse el lujo de mostrar debilidad ahora.

—Podría haberme resistido —dijo finalmente—, pero eso solo hubiera conducido a una guerra que inevitablemente habríamos perdido, aumentando el dolor de todos.

Los dedos de Accelerator se apretaron con fuerza contra la piedra, la mandíbula tensa. Mientras sus pensamientos se nublaban.

"Gracias por salvarnos..."

"Esto es para usted, g-gracias por protegernos."

La voz de la niña resonó con una inocencia que debía de ser imposible en un mundo como este, lleno de villanos de mierda con objetivos aun mas de mierda.

"Oye, Accelerator-niisan, ¿cuántos años tienes? ¿Cuál es tu color favorito? ¿Cuál es tu comida favorita? ¿Cuál es tu bebida favorita? ¿Tienes novia?"

Una vez mas algo se retorció dentro de Accelerator, que hubiera pasado si él no hubiera venido este mundo, si esta Reencarnación patética de diosa se rendija porque no quería más muertes.

"Accelerator-niisan, ¿quieres jugar conmigo?"

"Mmm, bien, pero promete que jugarás mañana otra vez."

La sonrisa retorcida en el rostro de Accelerator se desvaneció gradualmente, como si aquellos recuerdos hubieran drenado la poca diversión que encontraba en esa conversación. 

"Usted bajó del cielo y nos protegió como un ángel enviado por Dios."

Se apartó de la barandilla, volviendo a encarar a Celestine con una mirada sombría.

— Entonces hubieras dejado que esos cerdos de Kuroinu hicieran lo que quieran con esta gente. —dijo con un tono afilado, sus palabras cortando el aire como un cuchillo, mientras miraba a los seguidores que se apilaban detrás de ella.

Celestine sintió el peso de sus palabras, pero no respondió de inmediato. En el fondo, había una verdad dolorosa en lo que decía, una que ella misma había intentado evitar enfrentar.

— hay cosas que no se pueden cambiar. . .  — ella dijo mientras miraba hacia abajo.

Accelerator levanto su mano y golpeo el interruptor de su gargantilla, fue tan rápido que ella no pudo verlo.

Con un movimiento de su mano, Accelerator la tomo del cuello y la sostuvo en el aire.  Los seguidores jadearon de sorpresa y comenzaron a acercarse, el viento estallo y los mantuvo alejados.

—Entonces, ¿así es como una "diosa" actúa? —gruñó Accelerator, su mano apretando el cuello de Celestine con una fuerza que le hizo jadear. La levantó en el aire sin esfuerzo, sus ojos rojos brillando con una mezcla de furia y desprecio—. Dejando que su gente sea sacrificada solo para evitar un poco de sufrimiento.

Los pies de Celestine colgaban en el aire, sus manos se aferraban a la muñeca de Accelerator mientras intentaba inútilmente liberarse. El aire apenas lograba pasar por su garganta, y su visión comenzaba a nublarse. A pesar de la situación desesperada, mantuvo la calma en sus ojos, como si hubiera aceptado su destino.

—N-no... —consiguió murmurar con dificultad—. No es... lo que quería.

Accelerator la sostuvo allí durante unos segundos más, sus ojos escrutando los de ella, buscando cualquier rastro de mentira. La expresión serena de Celestine se rompía lentamente, mostrando el miedo que había intentado ocultar hasta ese momento. Pero también había algo más, una especie de aceptación resignada.

Y una vez más, ella se rindió sin siquiera luchar.

Algo se retorció más profundamente dentro de Accelerator. La gente como ella, como él, siempre se rendía demasiado rápido, dejando que el mundo se desmoronara sin oponer resistencia.

Él lo había aceptado hacía mucho tiempo: que su poder no estaba destinado a proteger, que su lugar en este mundo era como un destructor, alguien cuya existencia traía sufrimiento y muerte a quienes lo rodeaban. Y así vivió la mayor parte de su vida, aferrándose a esa verdad como algo inevitable. 

Cuando alguien le ofreció una "salida", la aceptó desesperadamente, como un perro hambriento que se aferra al primer hueso que le tiran.

Porque, en el fondo, ¿Qué era lo que buscaba realmente al convertirse en el más fuerte? Había perseguido esa fuerza absoluta como si fuera la respuesta a todas sus preguntas. Quizás, desde el principio, solo había querido encontrar algo, cualquier cosa, que le diera un significado más allá de la violencia.

Podía decir lo que quisiera.

Podía hablar sobre ser absolutamente el más fuerte, sin la más mínima duda. Podía afirmar que simplemente disfrutaba de matar, que se había convertido en un deporte para él, uno en el que era excepcionalmente bueno. Podía justificarlo como aburrimiento, o incluso diversión.

Porque tenía el poder para hacer lo que quisiera. Pudo haberse detenido en cualquier momento del camino, pero no lo hizo. Estaba demasiado comprometido con la idea de que no estaba matando "humanos", sino simples muñecas sin valor, seres vacíos que no merecían compasión.

Sin embargo, en el fondo, él lo sabía. Era inteligente, increíblemente inteligente, y pudo ver el fallo en su razonamiento. La verdad se le presentaba con una claridad incómoda: sabía que sus excusas no eran más que mentiras para apaciguar la culpa. Y aun así, no se detuvo. No se resistió cuando alguien le ofreció una salida.

Era igual con esta diosa. Podría haberse esforzado más en su deber de proteger a las personas que confiaban en ella ciegamente. Podría haber luchado un poco más, no rendirse tan fácilmente.

Como aquel bastardo que lo detuvo usando únicamente su puño.

Ese bastardo había luchado contra toda lógica, desafiando las probabilidades y, de alguna manera, por algún milagro estadístico, salió victorioso. Había logrado vencer al villano de turno y crear un mundo donde todos pudieran ser felices. Sin embargo, cuando un villano de mierda como él lo intentó, lo único que consiguió fue una bala en su maldita cabeza.

Se lo merecía, y él lo sabía.

Merecía morir aquella noche. 

En el fondo, había deseado que las pocas Sisters que quedaban lo odiaran, que se burlaran de él y lo culparan por tratar con tanto desdén sus vidas, por torturarlas innecesariamente, jugando con sus destinos en cada paso del proceso. 

Pero no lo hicieron.

Lo trataron como tratarían a cualquier otro, con una normalidad que lo desarmaba, como si sus crímenes no importaran, como si el dolor que les había infligido no fuera suficiente para merecer su desprecio.

Algo se retorció dentro de Accelerator cuando recordó ese día. Un sabor amargo se extendió por su boca, invadiéndolo. Sí, merecía algo mucho peor que una bala en la cabeza.

Lo sabía con certeza cada vez que recordaba el sabor metálico de la sangre e boca, la textura de la carne. Quería vomitar.

Miro a la diosa, ahora ya entendía porque se sentía tan irritado.

Era porque ella le recordaba a si mismo.

tan rápido en rendirse, y tratar como basura la vida de los demás.

Los dedos de Accelerator se separaron y lanzo el cuerpo de Celestine  aun lado.

— acabare con Kuroinu .  . . con su líder de mierda. — Accelerator dijo mientras miraba hacia otro lado. —  luego me iré de este maldito lugar. 

Con esas palabras pasa entre los seguidores de Celestine, que lo miraban con ojos como dagas, apenas conteniendo su ira, por la forma en que había tratado a su "diosa". tomo su bastón y desapareció.

.

.

.

.

.

Accelerator se dejó caer sobre el techo de un edificio, lejos del bullicio de la gente. El aire nocturno era frío, pero él apenas lo sentía. Había obtenido las respuestas que buscaba.

Se preguntó por qué alguien que podía ver el futuro no había sido capaz de predecir lo que sucedería con Kuroinu. Por qué había dejado que las cosas llegaran hasta este punto, donde la derrota se cernía sobre ellos, casi asegurada, con las posibilidades de ganar desvaneciéndose como humo.

Hoy, finalmente, había encontrado la respuesta.

Era porque la diosa de este mundo no servía para nada. Era una completa inútil.

Igual que él.

Una sonrisa burlona se extendió por el rostro del albino, una mueca torcida que no alcanzaba a ser verdadera alegría. No había nada satisfactorio, solo una ironía amarga. Ambos, la diosa y él, se aferraban a roles que  sabían desempeñar, fallando miserablemente en sus intentos por cambiar algo, por salvar a alguien.

 En ese momento.

Accelerator dejo escapar un suspiro y finalmente llevo una mano a su bolsillo.

sintió algo que se abultaba en el, luego de un  momento lo saco.

 Era una especie de collar mal hecho tallado en madera, tenia forma extra  que ni siquiera era capaz de empezar a descifrar.

Accelerator frunció el ceño mirándolo, de alguna manera esta cosa había permanecido con el mas tiempo del que le gustaría admitir.

― Es para usted―dijo esa mocosa con voz temblorosa, y le había extendido sus manos para entregarle esa cosa. ―g-gracias por salvarnos.

Accelerator  lo miro un momento, y luego lo lanzo hacia la calle.

Un villano de mierda como el, no merecería esa clase de gratitud.

.

.

.

.

.

ya estamos llegando el final de esta mierda.

Por cierto si no he mencionado a las otras elfas black,es porque están frías :V. sinceramente no me importaron lo suficiente como para escribir sobre ellas, y pensaba incluir un poco sobre eso, pero decidí dejarlo para mi fanfic de kimimaro.

por otro lado, realmente no se sobre Celestine, ni siquiera recuerdo si ella podía ver el futuro o estoy recordando mal, me da flojera revisar  para confirmar XD.

Muchas gracias por leer.


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