Capitulo XXXIV
—Derya—pronunció Damaeth a mis espaldas.
—Oh querido, ya sabía yo que ustedes no podrían con ésto—respondió ella sonriendo.
Con dolor me levanté con rapidez y la punzada en mi espalda aumentó de golpe.
—Ahora que me doy cuenta, no veo a tu hermano el albino—dijo ella con burla.
Un poco de rabia me embargó y apreté con fuerza mis dientes pero al hacerlo aquél dolor volvió a invadirme. No me estaba curando, había perdido mucha sangre y ésto no ayudaba.
—No le encuentro la gracia a tu broma—respondí acercándome a Damaeth.
—Yo sí, por cierto, no te conocía a ti— comentó ella mirando a Noah con una sonrisa maliciosa.
El rey de los elfos parecía estar en buen estado al igual que Noah, Nicholás y Katia se estaban levantando hasta ahora.
— ¿A qué haz venido, Derya? —preguntó Damaeth con un tono poco amable.
—Primero, creo que ésto será divertido. Desde un principio sabía que tu hermano era el descendiente de la luna—comentó ella con una sonrisa —. Segundo, lo hago por mi gente así que no te ilusiones.
Sus palabras me provocaron un leve temblor, mi hermano. Quien había perdido y ahora me odiaba por causa de la maldición, o eso quería creer.
El sentimiento de perdida me embargó, Neall en éstos momentos de seguro se dirigía a la Academia. Debíamos llegar allí rápidamente o todo podría salir mucho peor de lo que ya era.
Después de todo, yo había fracasado.
—Debemos ir a la Academia Pharisse—dije llamando la atención de todos.
Recogí la espada del suelo, Katia al verla sonrió. Me acerqué a ella con la intención de devolversela pero negó varias veces con su cabeza.
—Te pertenece más que a mí —dijo ella con amabilidad.
Asentí ante ésto dándole un corto gracias y después todos dirigimos nuestras miradas hacia la reina de la hadas, quien no tenia intención de moverse.
—¿Qué? —preguntó ella frunciendo el ceño.
—Tendremos que caminar hasta la Academia, no está muy lejos de aquí—dije señalando el camino.
—Querida, por si lo olvidas. Tengo un par de alas y aparte de eso, no te han enseñado que con magia puedes hacer todo más fácil.
Negué al recordar que sin mi hermano no podría transportar a nadie.
— No puedo, además necesito buscar alimento en el camino—respondí recordando el vacío que sentía en mi garganta.
La reina suspiró con decepción y se levantó, la pequeña hadita se posicionó sobre su hombro antes de partir.
El camino estaba totalmente despejado de animales, y cada vez me sentía más débil. Así no tendría ninguna oportunidad contra Lilith o mi hermano.
Antes de salir del bosque hice un hechizo para cubrir a la vista de todos las alas de Derya.
Atravesabamos la capital de Shirovia cuando mi cuerpo no dio para más. Sin fuerzas me caí al suelo.
—Morgan, ¡tus ojos! —exclamó Katia llegando a mi lado.
Todos los habitantes del reino comenzaron a acercarse. Pero todo me dejó de importar en ese momento cuando sentí el olor de la sangre de Noah.
Sin pensar me tiré sobre él con fuerza enterrando mis colmillos en su cuello. El sabor era adictivo, no quería parar de beber y sabía que ésto podría matarlo pero a una parte de mi cabeza le daba igual.
—Morgan—gritó Damaeth separandome de su sobrino.
Noah cayó al suelo y sus ojos me miraban con confusión, sabía que su sangre me atraía pero no hasta el punto de querer matarlo.
«En el fondo sabes porqué» respondió el ave fénix en mi mente.
Ignoré aquél comentario pues no tenía ni idea de que hablaba, después de tranquilizarme y de darme cuenta que estaban rodeados por una gran cantidad de personas pensé con normalidad otra vez.
—Lo siento —pronuncié con gran arrepentimiento mirando la marca que le había dejado a Noah en su cuello.
—Creo que te lo debía desde hace mucho —respondió él bromeando.
Sonreí un poco, pero en el fondo la duda sobre mi actitud me carcomía.
Continuamos el viaje, pasaron varias horas cuando logramos visualizar el castillo en el cual había sido fundada la Academia Pharisse.
Donde todo había iniciado, el pensamiento de que cuando todo ésto terminase y mi hermano volviese, seguiríamos con nuestra clases para suceder el trono.
Había aprendido mucho sobre como las otras razas estaban viviendo aisladas y recordé como Neall quería incluirlos nuevamente a Transilvania.
—Llegó el momento y espero que ésta vez no fracases—comentó Derya con burla.
No pude refutarle nada, pues ella tenía toda la razón.
Tan pronto nos acercamos a la Academia varios relámpagos comenzaron a escucharse en el cielo y de inmediato las nubes ocultaron la luz de sol.
Lilith nos estaba esperando.
Miré a mis acompañantes y después tomé aire antes de entrar. No había nadie en los pasillos, con cautela nos dirigimos a donde un ruido constante se escuchaba.
Pero me llevé una sorpresa al llegar allí, el padre de Noah se encontraba junto al mío y a su lado mi madre.
Ellos al vernos suspiraron, con duda nos acercamos, el rey mantenía esa helada mirada seria de siempre y Noah se tensó.
—Llegan tarde—pronunció el rey de Masedonia.
—Madre—dije observandola. Su mirada me decía que ya sabía lo que había pasado.
—Morgan, tu madre habló con todos los reyes y La Legión. Estamos preparados para cualquier cosa que suceda—comentó mi padre—. Sabemos que ya está aquí, vayan por ella.
Asentí con algo de entusiasmo al ver que él estaba de acuerdo con nosotros. Pero a lo lejos podía ver la fija mirada que le dirígia Damaeth al padre de Noah.
—Vamos por mi hermano—grité mirándolos a todos con energía nuevamente.
Nicholás, Katia y Noah se hicieron a mi lado para partir. Los estudiantes habían sido evacuados por lo que no debíamos preocuparnos por herir a alguien.
Corrimos hasta el pasillo misterioso de la biblioteca, varios recuerdos con Neall pasaban por mi cabeza a medida que avanzabamos.
Pero un estruendo nos detuvo, de golpe un espeso liquido se deslizó por el suelo; unas horripilantes sombras salieron de allí. Al verlas bien nos dimos cuenta que eran bestias espirituales con ojos carmesí.
—Yo las detengo —dijo Nicholás posicionandose frente a ellas.
De su mano una neblina oscura comenzó a salir, envolvió aquellos seres con ella y está volvió a entrar en el cuerpo del pelinegro.
—Gracias —dije antes de que siguiéramos nuevamente con nuestro camino.
La biblioteca estaba totalmente oscura, así que encendí una llama en mi mano pero un ruido se escuchó en el interior y el suelo comenzó a temblar.
Algo de ese lugar comenzó a llamarme.
Sentía una voz en mi cabeza y como si estuviese en un trance comencé a seguirla sin prestar atención a mi alrededor.
El libro del sol me estaba buscando y yo debía encontrarlo.
Hola hola 😊
Si, sé que subí el capitulo un poquito tarde pero había cosas para corregir y ya está.
¿Qué les pareció?
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