Capitulo XXVIII

Llevábamos más de un día caminando, el reino de los licantropos quedaba en los bosques de Elicassya por eso habían optado tomar ese nombre para su reino.

—¿Segura de que es por aquí? —interrogué a katia.

—Muy segura— respondió ella señalando un sombrío castillo—. Además fuiste tú quien señaló la ubicación de tu hermana.

—Gracias — dije sonriendo.

El castillo que se veía a lo lejos era del reino de Josephtild, según el hechizo de rastreo que realicé junto a Chaos, éste era el último lugar en el que Morgan había estado.

Con rapidez nos acercanos al nublado lugar, le indiqué a los guardias que necesitaba hablar con su rey y a pesar de que nos guiaban al interior del castillo, no dejaban de observar a Katia con desprecio.

Sin embargo ella caminaba como una líder innata sin prestar atención a las escrúpulosas miradas.

—El príncipe de Jenovia y la reina de los licantropos —pronunció el guardia antes de entrar al salón.

—Su alteza — dijimos al unísono tan pronto entramos.

El rey se encontraba en su trono, sus ojos se oscurecieron al verme.

— Es bueno que estés a salvo pero llegas tarde— comentó el rey acercándose.

—¿Tarde? —pregunté sin entender.

—Tu hermana se entregó ayer al reino de Masedonia, Noah vino a buscarla hasta aquí y nos informó que el sombrero del rey duende está en su reino. Además habló de que realizar la profecía era un caso perdido y lo mejor sería entregársela a su padre.

—Oh no— fue lo único que logró escapar de mi boca. Sabía que Morgan lo había hecho con la intención de recuperar aquél tesoro sagrado pero ésto era muy arriesgado.

Un poco de frustración se adentro en mi cabeza, con ella recuerdos de lo inútil que todos creían que era. Miré en dirección a katia, ella al ver mi rostro sonrió y me dio un abrazo. Su cuerpo era cálido y algo en ella me conforto.

—No es momento de rendirse, sino de sacar toda esa fuerza que está dentro de ti—comentó ella soltandome de su agarre.

Asentí y mi determinación aumento, ella tenía toda la razón.

— Su alteza, ¿y quienes la acompañaban? —pregunté pensando en Nicholás y Damaeth.

—Sí hablas de mi hijo y el rey de los elfos, se fueron detrás de ellos para rescatarla.

—Gracias —respondí antes de partir de aquél lugar.

El reino de Masedonia se encontraba un poco lejos de donde nos encontrábamos, con la mayor velocidad que podíamos comenzamos a avanzar.

La noche llegó y decidimos acampar en una cueva. Sin pensarlo dos veces invoque una botella llena de sangre, tenía varios días sin alimentarme y la sed me estaba matando.

—¿ Es de buen gusto? —preguntó ella al verme beber.

—La verdad es deliciosa y necesaria— respondí riendo un poco.

—Mientras no tengas pensamientos sobre drenar mi sangre, estamos bien—comentó ella bromeando.

Tan pronto el sol salió, partimos nuevamente. Chaos había tenido la magnífica idea de rastrear a Nicholás para que todos armaramos un plan para ayudar a Morgan.

Pero mientras caminábamos de repente escuché un ruido, con rápidez algo chocó contra mí hombro. Segundos después logré divisar al otro lado a Damaeth, él al verme bajó su arco y corrió hasta donde estaba.

—Tienes muy buena puntería —comenté intentando sacar la flecha.

—Déjame ayudarte—respondió el rey elfico con un poco de nerviosismo.

Él sin ningún problema cortó la parte trasera de la flecha y ésta salió con facilidad.

—Gracias —comenté mirando como Nicholás se nos acercaba—.Me alegra que ambos estén bien.

—Katia— pronunció Damaeth con algo de asombro al ver a la castaña.

Ella solo sonrió y se lanzó a darle un abrazo.

— Hace veinte años que no te veía —dijo ella con nostalgia.

—Nos pondremos al día más tarde, ahora debemos seguir para encontrar a Morgan lo más pronto posible.

Chaos se subió a mi hombro antes de que empezáramos nuevamente el viaje, quedaba poco camino por recorrer antes de que llegáramos a la capital del reino de Masedonia.

—Antes de ir allá, vamos a organizarnos. ¿Podrías hacer una apertura en la pared?—preguntó Damaeth mirandome a lo que asentí —. Nicholas y Katia distraeran a los guardias, después Neall y yo la buscaremos.

Todos asentimos, una hora más tarde ya estabamos frente al castillo Masedonio. Invoque mi grimorio y con ayuda de mi energía la impulsé para crear una gran esfera. Ésta al chocar contra la gran pared dejó una abertura en forma de círculo.

Sin demora nos adentramos al lugar, los guardias llegaron con rápidez a atacarnos como Damaeth intuía. Nicholás y Katia se quedaron encargándose de ellos mientras los dos avanzábamos.

Algo me decía que ella se encontraba en la parte de abajo, sin dudarlo seguí mi instinto y bajamos una escalera antigua hacia lo que parecía ser un sótano o cárceles.

Ni un ápice de claridad habitaba aquel lugar, todo estaba muy oscuro. Con precisión creé una pequeña esfera para que nos guiará en el camino.

El lugar olía a humedad, a lo lejos escuchaba grilletes siendo arrastrados por el suelo. Sin pensarlo corrí rápidamente hacia allá pero al llegar me sorprendí por lo que encontré.

Atada por varias cadenas se encontraba una mujer cuyos cabellos eran blanquinos, no era un vampiro, era una mujer elfo y Damaeth tan pronto la vio se cayó de rodillas al suelo.

Intenté llamarlo pero nada funcionaba. Con la luz iluminé todo el lugar pero por ningún lado estaba mi hermana, algo estaba mal.

—Damaeth— llamé varias veces pero al ver que no respondía, recurrí a darle un fuerte golpe.

—¡Agatha! —exclamó él al ver a la mujer que estaba encerrada —. Neall, hay que sacarla de aquí. Por favor.

Sin hacer preguntas, saqué mi grimorio y recité un hechizo para abrir la gran reja. Damaeth entró de inmediato y soltó todas las cadenas que retenían a aquella mujer.

La apoyó en sus brazos y sin hablar salimos de allí, una voces se escuchaban en el exterior. Eran gritos; con rapidez salí de allí y frente a mí estaba mi hermana.

El rey de Masedonia y Noah la tenían acorralada, Morgan logró verme. Una sonrisa se asomó en sus labios y la preocupación que me invadía cesó.

—Rindete princesa—pronunció Noah, su rostro no mantenía ninguna expresión. Parecía ser una marioneta.

— No nos rendiremos—comenté acercándome a ella—. Será mejor que ustedes lo hagan.

Noah lanzó una de sus dagas pero fue esquivado por ambos, lancé una esfera de energía empujándolo lejos. El rey se nos acercó con sigilesa, debíamos tener cuidado con él porque por más poder que tuviésemos seguía siendo un antiguo.

Una estaca dorada con un extraño líquido a su alrededor salió de repente de la mano del rey en mi dirección pero Morgan se interpuso entre ambos recibiendo el golpe.

—¡No! —exclamé viendo como el rey se alejaba al ver a mi hermana caer.

La atrape antes de que se golpeara con el suelo y la acomodé sobre mis rodillas; unas extrañas líneas doradas comenzaron a aparecer en su piel.

—Estás bien— pronunció ella cerrando sus ojos con una sonrisa.

—¿Qué paso? —preguntó Damaeth llegando a nuestro lado, junto a él la mujer elfo ya se encontraba consciente. A lo lejos Nicholás y Katia nos observaban también.

Estaba a punto de explicarle cuando Noah se acercó a nosotros, su rostro mantenía una pizca de arrepentimiento pero eso no sería suficiente. Él al ver a la mujer elfo que acompañaba a Damaeth habló.

—Madre —pronunció haciéndonos sorprender a todos.

Espero les haya gustado el capitulo de hoy ❤️
¿Qué les pareció?
Nos leemos luego😆

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