Capitulo XXIII
El suelo estaba cubierto por todo tipo de flores, a mi lado se encontraba Damaeth con su verdadera apariencia. Al parecer ese hechizo no tenía gran duración.
—Morgan, creo que encontré algo —comentó Neall a lo lejos.
Me acerqué a él y a su lado se encontraba una flor, pero no cualquiera. Su color era de un pálido azul, siendo ignorada por las hermosas rosas y margaritas.
—¿Crees que es la entrada? —pregunté mirando a mi hermano.
—Más que ser la entrada,—comentó Damaeth acercándose—es como un timbre. Las hadas son amantes de los juegos y quisquillosas con quien dejan entrar.
— ¿Qué hacemos entonces?—preguntó Nicholás acercándose.
—Solo observen —respondió el rey agachándose a la altura de la flor.
Él pinchó uno de sus dedos con su espada y aproximó su mano hacia ésta, después depositó varias gotas de su sangre sobre la flor. De inmediato se tornó de color rojo y fue succionada por la tierra para que después un gran agujero se abriera en el lugar donde yacía la flor.
—¿Entraremos por esa cosa?—pregunté con preocupación, si las hadas eran como Damaeth las describía podía enviarnos a quien sabe donde.
—Siganme —respondió el saltando dentro de aquel lugar.
Suspire e inhale aire antes de lanzarme también. Podía ver mientras caía que el agujero estaba lleno de flores y de un momento a otro caí sobre agua.
Una fuerza tomó mi brazo expulsandome de allí. Abrí mis ojos y ahí estaba Damaeth, quien parecía reírse.
Segundos después Nicholás salió disparado de aquél peculiar charco de agua.
— Esto es muy raro—comenté observando como mi hermano salía también de aquel espacio.
—Ya lo creo, pensé que saldría en un río o en medio del océano—comentó Neall algo divertido.
—Hay que ver a la reina— comentó Damaeth indicando con su mano un camino.
El lugar estaba cubierto de flores, todas las plantas estaban llenas de vida. Cubiertas de colores tan vivaces a los que no estaba acostumbrada.
Mientras caminábamos podía sentir como los seres que habitaban aquél reino nos observaban.
A lo lejos podía verse un castillo pero no como los que estaba acostumbrada a ver. Estaba flotando, desde aquí podía observar como se encontraba rodeado de flores azul pálido.
Parecía un jardín flotante.
—Es increíble —pronunció Neall a mi lado con evidente emoción.
—Lo es, pero ¿cómo subiremos?—preguntó Nicholás señalando la altura.
De inmediato dirigí la mirada hacia Damaeth quien se encontraba supremamente callado. Observé detenidamente aquél lugar, no había forma de llegar allí sin usar magia.
—Debemos crear un portal —dije mirando a Neall.
Él asintió y nos juntamos con el grimorio de por medio, comenzamos a recitar el hechizo y esperamos a que el portal se abriese.
Pasaron varios minutos y nada ocurría, lo intentamos nuevamente pero seguía sin funcionar.
—¡No sirve! —exclamé con frustración.
—Es obvio que no servirá— comentó una voz femenina, su sonido era muy refinado y de inmediato intuí de quien se trataba.
—Su alteza —comentó Damaeth con una reverencia.
Observé a la Reina de las Hadas y me quede sorprendida por lo que veía. Ella tenía la misma estatura que yo pero su belleza era vivaz, dulce y primaveral. Era como observar a un ángel. A excepción de sus ojos rosado oscuro y su ondulado cabello del mismo color pero un tono más claro.
Había considerado que las hadas serian criaturas diminutas y frágiles pero ella era todo lo contrario.
—Hace más de un siglo que no te veo, sigues igual de atractivo que siempre — habló ella con diversión— extraño a tu hermana.
Damaeth apretó su mandíbula al escuchar las palabras de la reina, se le veía perturbado y enojado. Sin pensarlo dos veces intenté acercarme a la reina para hablar pero ella solo me sonrió y salí disparada por el aire.
— Cariño, estamos en mi territorio. Aquí no podrás usar tu asquerosa sangre —pronunció ella con asco.
—Morgan, ¿estas bien?—preguntó Neall llegando a mi lado.
—Si—respondí levantándome con rapidez —. Su alteza me atacó sin motivo alguno, solo me iba acercar a ella para hablar mejor.
—Lo se cariño, pero detesto a los vampiros —comentó ella a lo lejos.
—Derya, necesitamos hablar de la profecía—comentó Damaeth.
—Eso no es problema mio—respondió la reina de las hadas, su apariencia era totalmente diferente a su actitud.
—Los demonios no solo vendrán por nuestra raza sino también por la tuya—grité algo enojada.
Ella se volteó a verme y solo sonrió, desplegó sus alas y tomó vuelo hacia el castillo. Con frustración me tiré al suelo, siempre tenía que ser impulsiva y arruinarlo todo.
Todos nos quedamos en silencio sin saber que hacer, Damaeth parecía tranquilo, él sabia que hablar con la reina no sería nada fácil.
La noche llegó y con ella la tensión, decidimos acampar debajo de un gran árbol, todo permanecía iluminado por cientos de cristales que rodeaban el lugar. Las flores emanaban luz también, el paisaje era digno de admiración.
De un momento a otro una pequeña criatura como de cinco pulgadas se posó en el hombro de Nicholás. Sus cabellos eran plateados y al notar sus diminutas alas pude deducir que se trataba de un hada.
—Nicholás —lo llamé y con mi mano hice señas hacia su hombro.
Él sin quitar su seria mirada se quedó observando al pequeño ser, Neall se acercó minutos después a él y cuando termino de observarla sonrió.
—Es un hada nocturna del jardín —comentó mi hermano y segundos después la pequeña hada se acercó a él.
Ella permaneció conversando con ambos chicos y de vez en cuando conmigo sobre como era el mundo exterior. Era una criatura extremadamente dulce y amable.
La noche pasó y con ella la hadita desapareció. La luz del amanecer nos alcanzó, a pesar de que éste pequeño mundo estaba bajo tierra tenía su propio sol. Nos encontrábamos estancados, no sabíamos que hacer para poder ser escuchados por la reina.
—Creo que vinieron por nosotros— comentó Nicholás mirando el cielo.
Todos dirigimos nuestras miradas hacia donde la de Nicholás apuntaba. Una gran planta proveniente del castillo se aproximaba en nuestra dirección. Era una especie de puente, tan pronto chocó contra el pasto comenzamos a subir en éste.
El recorrido era largo pero tan pronto estuvimos sobre el castillo flotante aquél puente se desvaneció.
Nos adentramos en el interior de ese lugar, frente a nosotros se encontraba la pequeña hadita con quien habíamos entablado conversación la noche anterior.
Detrás de ella se encontraba Derya: la reina de las hadas, su sonrisa traviesa se mantenía en su angelical rostro.
—Su alteza, ¿sí tendremos la oportunidad de hablar ahora?—preguntó Damaeth con amabilidad.
—Lo siento, les di la oportunidad de venir aquí gracias a Eisha me hablo de su amabilidad con ella pero para que hablemos de aquel tema tendrán que hacer lo que les diga—respondió ella con absoluta diversión.
—¿Y que quieres que hagamos? —preguntamos Neall y yo al unísono.
—Tendrán que jugar en mi juego—respondió la reina con malicia.
Sabía que esto no sería fácil pero haríamos lo que sea con tal de salvar a nuestro mundo y todos los seres que lo habitaban.
Capitulo dedicado a NV_shadows
Espero les guste el capitulo.😀
Gracias a todo los que siguen mi historia.❤
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