Capitulo XXII
Uno de ellos comenzó a acercarse a nosotros, de inmediato me puse a la defensiva y lo ataqué con varias esferas de fuego pero esto no parecía afectarle mucho.
El rey desenvainó su espada, ésta era de un color dorado, podía sentir magia cálida, magia de luz proviniendo de ella.
El demonio se posicionó frente a mí y me observó, su rostro, si podía llamarse así, era deforme, su piel grisácea se acercó a la mía y pasó sus afiladas uñas por mi cuello.
—Princesa, sólo queremos a tu hermano —habló el demonio casi en un susurro espeluznante.
—Sobre mi cadáver —respondí con furia, mi poder explotó y varias ramas comenzaron a atravesar el cuerpo de aquél ser.
Neall permanecía en una esquina alerta, pero de un momento a otro más sombras comenzaron a llegar. Nicholás intentaba controlarlas pero era en vano, eran muy fuertes, mucho más fuertes y entonces recordé lo que eran. Eran demonios sin cuerpo, lo había leído en el gran libro rojo.
Varias de ellas acorralaron a Nicholás, intentaban controlarlo. Sus ojos comenzaban a tornarse negros a medida que ellas le susurraban cosas pero mi fuego no les hacía nada.
Neall rápidamente llegó a él y su mano comenzó a emanar una luz, los espectros al verla se desintegraron.
—Nuestro señor—pronunció uno de los demonios al ver a Neall, mi hermano se quedó en su lugar protegiendo al exhausto pelinegro.
Me acerqué al monstruo y con ferocidad lo empujé contra un árbol, odiaba sacar mi parte poco educada pero en éstos momentos eran necesarias mis afiladas uñas.
Encendí mis manos en llamas y comencé a golpearlo hasta arrancarle la cabeza. Suspiré al terminar y dirigí mi vista al rey elfo, quien tenía a uno de los demonios en el suelo mientras revisaba su túnica.
—Eso es asqueroso — comenté observando la sangre de color negro en las manos de Damaeth.
Éste me miró con seriedad y se alejó del cadáver, ambos miramos a Nicholás quien todavía seguía respirando con dificultad en el suelo. Neall intentaba calmarlo pero parecía inútil.
—Tengo demasiada sed —pronunció el pelinegro apretando su mandíbula. Sus colmillos sobresalían derramando sangre de sus labios.
Ahí recordé que llevaba varios días sin tomar alguna gota de sangre, producto de eso la histeria se apoderó de mi. Desde pequeña tenía la costumbre de descontrolarse cuando no estaba llena.
—Nicholás alejate — grité mirando a los tres—. Damaeth, ¿hay lugares para cazar por aquí?
Él me miro pensativo antes de contestar.
—Más allá de las nueve en punto.
Me alejé rápidamente de ellos y busqué algo para beber, tenía decadas desde que no probaba sangre animal así que no sabía si ésta me saciaría.
A lo lejos observé un oso pardo, «mala suerte para él »pensé mientras saltaba sobre éste. Con fuerza bruta lo estrellé contra el suelo y enterré mis colmillos en su cuello. Su sangre era muy diferente a las otras, no me causaba el mismo placer pero al menos me llenaba.
No pare de beber hasta que el pobre animal quedó seco. Me sentí un poco mal por el oso pero en momentos así mis instintos me manejaban.
—Morgan —escuché la voz de Neall a mis espaldas.
Me levanté y volteé a verlo, su expresión era algo divertida. Podía imaginar como se encontraba mi rostro: cubierto de sangre y mis ojos de color carmesí.
—¿No quieres comer ?—pregunté mirándolo fijamente.
—Dejé termos listos en casa, cuando quiera beber los invoco—respondió él riendo—. Debiste decirme que tenías hambre. Nicholás se tomó seis de ellos.
—Oh no, me habría ahorrado correr. Mejor vamonos ya.
Y así seguimos con nuestro viaje, pero no podía parar de pensar en lo que aquél demonio había dicho "Nuestro señor" ¿para qué rayos querían a mi hermano?
El día ya estaba oscureciendo así que Damaeth decidió acampar en una cueva cercana. Según él llegaríamos más pronto de lo que pensaba.
Suspiré al sentarme en una roca cercana, segundos después observe a Neall. Él traía varias ramas en ambas manos y las depositó en el interior del lugar.
«¿Harías los honores?» preguntó él en mi mente.
Sonreí ante su ocurrencia y me acerqué, con un movimiento rápido le di vida a la fogata.
Neall se sentó junto a Nicholás quien parecía absorto en sus pensamientos al igual que Damaeth.
La noche pasó rápido, apenas el sol comenzó a asomarse emprendimos nuevamente nuestro viaje.
Neall nos había proporcionado waffles de desayuno y me sorprendía la reacción del rey de los elfos al verlas. No tenía ni idea de que eran.
El camino había cambiado nuevamente, ya no estábamos en Jenovia sino en Masedonia. Según Damaeth las hadas se ocultaban en los campos florales del castillo Masedonio, para llegar a ellas debíamos encontrar la entrada y a la vez evitar ser vistos. Ellas vivían justo al lado del enemigo.
—Por cierto Damaeth, como piensas pasar desapercibido así—dije señalando las orejas del rey —además de tu armadura.
—Dudo que ustedes no sean vistos tampoco, cabello blanco y naranja, además de alguien con ojos amarillos. Son poco vistos todos los días.
Suspiré ante la mención de ésto.
—Yo tengo una idea—comentó Neall sonriendo—. Ayudame Morgan.
Me acerqué a él y frente a ambos apareció el grimorio de nuestra madre, una página que no existía apareció y contenía un hechizo. Ambos comenzamos a recitarlo.
«Mutantur, mutamur. Fac mihi, quid sum ego de adversariis vindicare.»
De inmediato el cabello de Damaeth se torno de un azul oscuro y se recortó varios centímetros además de que su armadura se volvió ropa normal. Por otra parte Nicholás se volvió rubio y sus ojos se tornaron azules. Al terminar de recitar el hechizo mi cabello estaba por mis hombros y era de color negro al igual que el de Neall.
Al ver al rey de los elfos solté una pequeña carcajada. El hechizo mostraba lo contrario a lo que éramos.
—Dudo que así pase desapercibido —comentó el rey un poco irritado.
—Lo siento, no puede cambiarse— respondimos Neall y yo al unísono.
Minutos después nos adentramos en aquél lugar.
El reino era más tradicionalista de lo común, podía deducirlo por la poca tecnología que se veía.
Con sigilo nos acercábamos cada vez más al castillo pero algo me sorprendió de pronto, Noah se encontraba saliendo de un carruaje. Nuestras miradas se cruzaron y me paralice momentáneamente.
Con rapidez él se acercó a nosotros.
— Morgan, ¿Qué haces aquí?—preguntó el frente a mí.
—La pregunta es ¿qué haces tú aquí?
Él suspiró y con su mano nos guió a la parte trasera de un edificio.
—¿Quién rayos es él?—preguntó Noah algo indignado en dirección a Damaeth.
— Es el rey de los elfos—respondí sin apartarle la mirada— ahora es tu turno de responder.
—Mi padre los sigue buscando—comentó el apartando la mirada— me envió por ti y Neall. Lo siento pero deben venir conmigo.
Me quedé en silencio, pero de inmediato saqué una daga y apunté al cuello de Noah, no podía creer que mi padre tuviese razón respecto a él.
—Nos traicionaras—comenté con obviedad al ver como más de veinte guardias reales se acercaban.
—La vida de mi madre depende de eso.
«Morgan, a la cuenta de tres» dijo Neall en mi mente pero él no esperó a contar y simplemente empujó a Noah con una esfera de plasma.
Nicholás comenzó a controlar a varios espíritus reteniendo a los guardias y Damaeth mantenía a Noah contra la pared impidiendo que usara sus manos, mientras
Neall y yo preparábamos el portal.
Con rapidez lo abrimos y nos transportó a los cuatro a la parte trasera del castillo Masedonio.
Capitulo dedicado a Small_Lina
Hola 😁
Quería publicar mañana pero no aguanté y lo subo a ésta ahora xd es la una y media de la mañana aquí donde vivo :v
Espero les guste el capítulo❤
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