Capitulo XVII
Los nervios no me dejaban tranquilo, mi padre insistía en verme y ya había evitado muchas veces estar a solas con él.
Su encargo había sido muy claro antes de ser enviado aquí, su legado, yo era su arma y según él mi deber estaba en reinar no sólo a Masedonia sino también a La Legión bajo sus indicaciones.
Mi padre era uno de los miembros principales de el consejo vampírico y parte de su deber era encontrar a la descendiente del sol, mi obligación era matarla tan pronto la hallara y así mi madre estaría a salvo.
No podía dejarla a manos de él, lo único que le importaba era tener poder y con tal de protegerla no me importaría volverme un peón o el mismísimo villano.
Podía sentir la fría mirada de mi padre desde el otro lado de la mesa, contrario a mí, su don era el tormento. Usaba el miedo de las personas para manipularlas a su antojo.
Mi madre era parte de sus experimentos, Morgan no era la única que ocultaba secretos familiares, mi madre no era la reina de Masedonia, no era quien todos creían sino una princesa elfo obligada a engendrar un bebé con un rey egoísta que no la amaba. Contrario a ella y su hermano, yo era un experimento, uno que según él había salido perfecto.
Pues mi apariencia era igual a la de cualquier vampiro noble a excepción de cuando liberaba mi otra forma. Mi parte elfica. Gracias a ella tenía control total sobre mi elemento.
Seguí observando las dos sillas vacías a mi lado, los gemelos no llegaban y ya la cena estaba por terminar. No podía levantarme de allí para buscarlos hasta que todo hubiese acabado.
Mi padre seguía mirándome con su seca expresión de siempre, de un momento a otro miró hacia los puestos desocupados a mi lado y sonrió, no una sonrisa de alegría sino una de satisfacción.
«¡Mierda!» pensé.
De inmediato hice uso de mi don, mi padre no tenia ni idea de cual era, lo había ocultado muy bien todo éste tiempo.
Odiaba leer sus sucios y horripilantes pensamientos, además de que su mente tenía un aura protectora que me costaba atravesar.
Minutos después lo logré, no podía oponerme a mi padre pero sí no se enteraba que yo los había sacado de allí no habría problema.
A penas terminó la cena me despedí de todos y de inmediato me dirigí a uno de los antiguos pasadizos de la academia.
Hace diez mil años éste había sido el castillo del primer rey vampiro de Transilvania y en el último nivel había celdas, allí se encontraban ellos.
Llegué allí pero no eran los únicos, tres guardias reales se encontraban custodiando las puertas. Con ayuda de mi elemento los congelé, ellos ni se darían cuenta de lo que haría. Dentro de la celda dormidos estaban Morgan y Neall, entré e intenté despertarlos.
—Morgan—llamé moviendo su brazo.
Al ver que ninguno de los dos respondía, opté por morderle primero el brazo a Morgan. Ella despertó de inmediato e intentó atacarme pero al verme se detuvo.
—¿Qué está pasando?—preguntó ella con algo de confusión.
— No te acuerdas de lo que hicimos —respondí con tono de broma.
—No es momento y lugar para tonterías Noah.
—Está bien. Debemos irnos ya mismo de aquí—dije suspirando—. Debemos despertar a tu hermano.
Ella asintió y tomó la mano de Neall, segundos después él de una sola vez despertó.
— ¿Ya es de día?—preguntó él con confusión.
Morgan sonrió y negó con la cabeza.
—Les debemos las gracias al tonto de aquí,— dijo ella señalandome —que nos ha buscado.
—Me pueden agradecer más tarde, debemos irnos ya mismo de este lugar. Mi padre no demorará en buscarlos, sabe de su sangre y no dudará en mantenerlos aquí encerrados así eso genere una guerra.
Ellos asintieron y salimos de allí muy rápido, llegamos a la sala del consejo. Estaba despejada así que cerramos las puertas y ambos se sentaron en el sillón.
—¿Ahora que haremos?—preguntó Morgan frunciendo el ceño.
—No tengo idea, lo único que sé es que mi padre no descansa hasta obtener lo que quiere.
— ¡Genial!—exclamó ella enfurecida.
—No es su culpa, Morgan— pronunció Neall a su lado.
Ella sólo me miró transmitiendo su respuesta, ella lo sabía y no me culpaba a mí pero su frustración sobrepasaba los limites de lo común.
—Lo mejor será que se vayan de la academia a Jenovia o que se escondan durante toda la estadía de mi padre.
—No podemos estar huyendo— respondió Morgan golpeando la pared.
Todos nos quedamos en silencio al escuchar unos pasos acercándose y junto a ellos dos golpes en la puerta.
—Noah, ¿estás ahí?— escuché la voz de Nicholas, de inmediato me acerqué y le abrí la puerta.
Él entró y la cerró rápidamente, su mirada era mas seria de lo normal y con ello me decía que estábamos en problemas.
—No me digas que mi tía los declaró traidores por algo que dijo mi padre —comenté con resignación.
—No, nadie sabe nada porque tu padre está esperando a que los lleves tú mismo —respondió él— te mandó un mensaje “No olvides que tu madre sufrirá las consecuencias”
Volteé a ver a Morgan y a Neall quienes me miraban fijamente «con pesar» pensé, odiaba que me vieran de esa manera así que fruncí el ceño.
— Ni se les ocurra tenerme lastima—grité en su dirección.
—Jamás le tendría lastima a alguien—me refutó Morgan poniéndose de pie —. Y no hay necesidad de que nos entregues, nosotros iremos hacia tu padre.
—Yo tengo un plan—comentó Neall.
Minutos después apareció su familiar por la ventana y se comunicaba con Neall por medio de su telepatía.
—Vamos— dijo Morgan abriendo la puertas —salvaremos tu trasero y el nuestro.
Salimos de la sala del consejo en dirección al patio, según todos los de la academia mi padre se encontraba allí. El plan de Neall consistía en que él pensara que yo los había capturado para entregárselos.
Llegamos al patio y al lado de la fuente se encontraba el rey de Masedonia, al verme sonrió con malicia.
—Veo que has cumplido tu palabra. Tu madre estará a salvo—comentó el moviendo su báculo.
—Yo siempre cumplo, padre— contesté apretando los dientes.
Morgan caminaba a mi lado con sus manos congeladas al igual que Noah. Detrás de nosotros Nicholás esperaba la señal para desconcertar a los guardias de mi padre.
Llegó el momento en el que tiré a ambos al suelo frente a mi padre y de inmediato Nicholás extendió su poder paralizando a los guardias. Morgan derritió el hielo en sus manos y sin dudarlo me atacó.
Ellos comenzaron a recitar un hechizo para crear un portal y rápidamente los cuatro se escaparon de éste lugar.
—Quiero que los encuentren–—gritó mi padre a sus guardias mientras yo seguía tirado en el suelo fingiendo estar muy herido.
Todo había salido de acuerdo al plan.
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