Capitulo XVI
Había llegado el día del evento y
junto a Alaska bajé temprano a terminar de organizar la bienvenida del Rey de Masedonia, toda la academia estaba rodeada del silencio pero no tanto como Noah. Su mirada se encontraba algo perdida y su rostro muy serio en comparación a su actitud de siempre.
Ignoré mis ganas de molestarlo o de preguntarle que le pasaba y continúe con mi trabajo, habíamos mandando a preparar una gran cantidad de platillos con las preferencias del rey. Aunque tenía determinación sobre nuestra investigación, una gran raíz de pánico crecía en mí.
Me preocupaba que lo que sea que fuesen mis dones especiales se saliesen de control y lastimase a alguien, en especial a mi hermano.
Neall se encontraba leyendo el menú por tercera vez con Chaos a su lado, aún no podía creer que el familiar de Nerón eligiera a mi hermano como su amo. Él era la descripción perfecta de un líder cuando se lo proponía y merecía tener un buen familiar.
—Ya para de pensar—me reclamó Noah a lo lejos —me pones nervioso.
—Pues no leas mi mente y punto, después de todo lo que piense no es tu problema —respondí cruzándome de brazos.
—Hablo enserio princesa, hoy no estoy de humor para tus tonterías.
Lo pensé más de dos veces, quería responderle, traté de tranquilizarme pero las ganas de insultarlo me ganaron.
—Pues jodete— grité mirando como salía de la sala.
Alaska sonrió y me miró con una expresión que me decía lo que pensaba.
—No pude evitar molestarlo —dije mirándola.
Mi hermano volteó a verme mientras negaba con su cabeza y yo suspire, enserio intente no responderle.
Hoy no tendríamos clases, ya que primero sería una fiesta de bienvenida al rey y en la cena nos enseñaría sobre etiqueta. Éste tipo eventos eran muy importantes pero me causaban cierto aburrimiento, quería seguir investigando más sobre la descendiente del sol o de la luna.
—Chicos, ya es hora —dijo Nicholás asomándose por la puerta.
Todos asentimos y salimos de la sala en dirección a la entrada, los hijos de los reyes debíamos recibir al gobernante, Noah ya se encontraba allí con un aura nerviosa a su alrededor.
El rey entró minutos después, su rostro mantenía una dura expresión, sus ojos tan oscuros como los del príncipe de hielo mostraban cierta frialdad que nunca había visto.
Todos hicimos una reverencia mientras él pasaba por nuestro lado sin siquiera mirarnos, Nicholás lo guió a la habitación en donde iba a hospedarse.
Junto a Neall me retiré en dirección al auditorio, ya todo lo del evento se encontraba listo. Después pasamos a la cafetería, todas las mesas del lugar habían sido reemplazadas por algunas mas amplias y elegantes para los ensayos.
—Bueno, ya podemos ir a descansar —dijo Neall con una sonrisa.
—Tengo una idea, vamos a la biblioteca— comenté tomando su mano y guiándonos en dirección a ese lugar.
Llegamos a la biblioteca y de inmediato me acerque al estante donde estaba la habitación secreta. Había algo que no cuadraba en todo esto y era que el lugar estuviese vacío además de tener sus paredes repletas de runas antiguas.
—Morgan, ¿crees lo mismo que yo?—preguntó Neall tocando una de las paredes.
Asentí, la gran habitación desbordaba aura mágica, podía sentirla en cada una de las paredes.
—Neall, ¿puedes usar el grimorio?— pregunté mirando a mi hermano.
Él solo sonrió e instantes después lo tenía en sus manos.
—Eso fue rápido— comenté acercándome a él— ahora necesito que te concentres, piensa en las runas que ves.
Las páginas comenzaron a pasar rápido, cuando ya casi llegaba al final del libro éste se detuvo, la página contenía uno de los símbolos del lugar y todo a su alrededor eran lenguas antiguas.
—No entiendes ¿verdad?— preguntó Neall riendo.
—Sabes que no, él genio eres tú. Yo te daré mi fuerza y poder, se ve que es un hechizo que necesita mucha magia, debemos hacerlo juntos.
Tomé la mano de mi hermano mientras él comenzaba a pronunciar cada uno de los símbolos que habían allí.
«Lucem, tenebras, odium veritatis, amet, salutem, fortitudinem, gentis, zmaragdus ignis, glaciem, iaspis»
Perdimos el control del tiempo mientras mi hermano seguía pronunciando las palabras, parecía estar en un trance. Podía sentir la magia condensarse haciendo el ambiente algo pesado mientras él seguía pronunciando palabras en otra lengua.
«animarum, peccati, poena, inferni, bono, malum, maleficus»
Neall paró de recitar, justo en ese momento las runas tomaron color azul neón y una puerta apareció en la pared frente a nosotros.
En su interior, habían dos altares y sobre cada uno se encontraba un gran libro de piedra.
Una gema de color rojo sobresalía de uno de los libros y en el otro una de color azul. Detrás de éstos había una estatua, era de una hermosa mujer con una expresión triste petrificada, a su lado había algo escrito en la lengua antigua de las brujas.
—Para detener la nueva guerra, ambos libros deberán ser usados por sus respectivos dueños, el libro del sol nos muestra el futuro y el libro de la luna, el pasado —decía Neall a medida que leía —. Ambos descendientes deberán salvarse de sus antepasados y de la maldición de lilith o el mundo que conocen se destruirá. Ellos serán la salvación del mal sino se convierten en uno.
—Ésta es la continuación de la historia que habíamos leído—comenté mirando a mi hermano.
— Salgamos rápido de aquí.
Ambos salimos del aquel lugar sellándolo otra vez pero cuando salíamos del estante de libros nos encontramos con alguien a quien no esperábamos ver allí.
—No sabia que los jóvenes de hoy en día eran tan curiosos–—pronunció el rey con un tono siniestro.
—Su majestad —pronunciamos mi hermano y yo al unísono.
—No se molesten en inventar excusas, yo se que todos ustedes saben de la profecía—dijo él mirándonos fijamente—pero creo que me deben una explicación sobre como lograron abrir la puerta de los libros.
Me quedé en silencio intentando pensar, él no podía saber nuestro secreto.
—Su majestad, eso mismo queríamos saber nosotros porque cuando entramos ya la puerta estaba abierta—contesté de manera calmada.
—Bueno, hablaremos de eso más tarde. La fiesta empezará en unos momentos. Nos vemos luego.
Y así el rey se fue sin decir una palabra más, expulsé el aire que estaba conteniendo.
—Creí que nos matarían—comentó Neall riendo.
—No es gracioso— refuté.
—Lo se, pero los nervios me ganan.
Ambos salimos de la biblioteca y cada uno fue a su habitación para cambiarse, por mi parte me puse un vestido corto de color blanco y las joyas con diamantes que había recibido de mi madre.
Salí de aquél lugar y Neall se encontraba allí de pie, llevaba un traje blanco. De niños teníamos la costumbre de vestirnos del mismo color y entre estos nuestro favorito era el blanco.
Llegamos al auditorio y todos los estudiantes de la academia estaban allí, el ambiente era de tonadas clásicas y baile de salón.
Neall se encontraba bailando a mi lado mientras bebíamos coctel de margaritas, cuando de pronto comencé a sentirme mareada. Ambos salimos de allí en dirección a los pasillos.
—¿Te sientes bien Morgan?— preguntó él con su rostro más pálido de lo normal.
No pude responder porqué mi cuerpo cayó de golpe en la inconsciencia.
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