Capitulo XLIII
Ellos nos superaban en número y probablemente también en poder, pero nosotros no nos daríamos por vencidos hasta luchar.
—Serán príncipes en el infierno pero aquí, nosotros somos quienes mandamos— dije con firmeza.
Sus miradas me observaron con desprecio durante varios segundos hasta que uno de ellos desapareció de su lugar.
—Dudo que ustedes sean listos —comentó una voz a mi lado. De inmediato saqué mi espada enterrandola en su pecho y con rapidez prendí aquél cuerpo en fuego.
Una sonrisa apareció durante unos segundos en mi rostro pero fue borrada cuando las llamas se tornaron verdes y el príncipe del infierno salió ileso de allí.
«Ellos son fuertes Morgan, él es Asmodeus»pronunció mi hermano en mi cabeza.
Miré con un poco de temor los ojos del demonio, la firmeza con la que se mantenía quieto demostraban que no nos veían como un contrincante.
—Me cansé de esperar, acabemos con ésto— pronunció aquel ser que tenía los ojos oscuros.
De repente él se llenó de llamas y se expandió hasta convertirse en un enorme monstruo, juraba que su cuerpo era igual al de una bestia marina pero se acercaba a gran velocidad hacia mí.
Con rapidez invoque la sangre del ave fénix y me fusione con ésta. Por otro lado, Neall sostenía los libros en ambas manos y con rapidez comenzó a desintegrar los demonios de bajo rango que se acercaban.
Otra ola de demonios cayó sobre el resto que nos acompañaban en la lucha.
Mi cuerpo comenzó a volar y ataqué a quien era conocido como el príncipe Leviathan. Su larga y escamosa cola me golpeó haciéndome perder el equilibrio pero con la espada me sostuve de esta y arranqué un gran pedazo.
Un gran gruñido resonó en los cielos y acompañado de éste fuego azul fue expulsado de su boca. Por suerte, Damaeth y noah llegaron a tiempo evitando que nuestra gente fuese herida.
Todos estábamos batallando, y eso que cinco de los príncipes permanecían de pie a lo lejos sólo observando.
Ellos eran muy fuertes y aparte de éso, tenían miles de demonios a sus ordenes para atacarnos.
Pero recordé que el libro del sol especificaba como destruir a aquellos seres no pertenecientes a nuestro mundo.
Mi madre me había señalado tal información en caso de una emergencia y ésto era de vital importancia.
«Coelestis Gladius, omnia providere trabem. Divisa arripientes et facti sunt fons viribus nostris»
Terminé de recitar un hechizo y justo lo que pensaba ocurrió, mi espada se dividió en cientas. De inmediato las envié hacia quienes batallaban de nuestro lado.
—Diles Neall, esa espada le ayudará a deshacerse de los demonios de una sola vez—grité mirando a mi hermano.
Él de inmediato informó ésto mediante la telepatía, pero yo no presté atención a lo que se encontraba detrás de mí.
Leviathan me agarró entre sus dientes, una dolorosa punzada me invadió y el poder del fénix se fue de mi cuerpo; un diente gigante atravesaba mi cintura y no podía salir de ahí.
El monstruo iba a comerme viva sino hacia algo rápido. La espada aún se mantenía en mi mano izquierda así que balanceé un poco mi brazo y la lancé en dirección a su ojos.
De inmediato me liberó de su agarre y caí hacia el suelo, no podía sostenerme así que sólo esperaba el golpe pero éste no llegó; me encontraba en los brazos de Noah.
Por un momento sonreí con agradecimiento hasta que noté una herida en su hombro. Pasé mi dedo sobre ella y tras untarlo de su sangre, lo lamí. La locura se apoderó de mí nuevamente y me lancé hacia su cuello, su sangre me provocaba furia acompañada de deseo.
Sin pensarlo comencé a beber de él por más que me gritara que lo soltara, hasta que una risa interrumpió mis pensamientos.
—Veo que sientes cierto deseo por la sangre de éste mestizo —pronunció Asmodeus.
Estuve a punto de negarlo pero mi cuerpo decía otra cosa, algo no era normal en ésto.
«No puedes beber su sangre así »
comentó el ave fénix en mi cabeza.
«¿Por qué? » pregunté.
Pero al no escuchar respuesta me impulse a matar al príncipe del infierno quien se encontraba tranquilo.
Por un raro motivo me sentía fuerte, más que antes y el poder del fuego volvió a mí. A gran velocidad me impulse sobre el demonio y enterré mi espada en su cuerpo. Atravesé su corazón y lo encendí con fuego.
Jamás creí que ésto sería el detonante para detenerlo, su cuerpo comenzó a volverse igual que una estatua y un portal apareció de inmediato absorbiendo al príncipe infernal.
—Morgan —gritó Neall a lo lejos.
Volteé en su dirección y mi hermano se encontraba sobre Leviathan. Con rapidez corrí hacia él para prestarle mi ayuda, pero antes de llegar el cuerpo del demonio cayó hecho piedra al suelo.
Mi hermano sostenía una de las espadas en su mano y me regaló una gran sonrisa al verlo. Pero no contaba con que otro de los príncipes del infierno se le acercara.
—Neall —grité al ver como el demonio le enterraba su mano en la espalda.
Con temor y rabia corrí hasta él. Levanté su cuerpo del suelo y me tranquilice al ver como la herida sanaba con rapidez. El miedo se había apoderado de mí y algo me decía que esta sensación la provocaba el príncipe que me observaba.
Aamon, le había visto en el libro rojo. Uno de sus dones era alimentarse de la ira y el temor de otros.
—Estoy bien —dijo Neall levantándose.
Suspiré pero el alivio no duró mucho pues el resto de príncipes: Belcebú, Azazel, Mammón y Belfegor se dirigían hacia acá cabalgando sobre el mal.
Con firmeza miré a mi hermano y él entendió lo que quería decirle. Algo que habíamos sentido desde el inicio, algo que descubrí tras leer el libro del sol. El verdadero motivo por el que Lilith quería separarnos.
Ambos nos tomamos de las manos y comenzamos a recitar un hechizo muy antiguo. Los grimorios alzaron vuelo para después unirse en uno solo.
El fuego se fusionó con mi cuerpo y la energía con mi hermano; Aamon frunció el ceño e intentó alejarse pero antes de que ésto sucediera la luz de ambos lo desintegró a cenizas.
Con valentía comenzamos a caminar hacia el latente peligro pues juntos no debíamos temerle a nada.
Nuestras mentes se habían conectado en una sola, nuestros poderes llenaban las debilidades de cada uno y aumentaban sus fortalezas.
—Caelesti igne — pronunciamos al unísono.
La luz que emanabamos iluminó todo el lugar como si de la luna y el sol se hubiesen vuelto uno solo. Cuando esta desapareció, no había ningún rastro de maldad a nuestro alrededor, todos los demonios y los príncipes habían desaparecido.
Podía imaginarme la cara de Lilith y su odio aumentando al sentir que sus pequeños habían desaparecido.
Tras soltarnos de las manos la fusión desapareció y cada uno tomó su libro. Todas las criaturas mágicas que batallaban nos observaron, esta vez habíamos vencido pero no del todo.
El lugar estaba marcado por la sangre de quienes habían dado su vida por salvar Transilvania a pesar de que todavía faltaba otra guerra.
Y como si el mismísimo mundo sufriera aquellas muertes, el cielo comenzó a llorar. Entre todos ayudamos a levantar aquellos cuerpos sin vida para más tarde darles una correcta sepultura.
Tras terminar ésto, Neall y yo volvimos al auditorio buscando a nuestros padres pero me detuve al ver a Noah en el castillo, pues la voz del poderoso ave fénix en mi cabeza habló tan pronto lo vi.
«Hemos encontrado al sacrificio, él será necesario para matar a Lilith»
Una gran duda se instaló en mi cabeza y con horror observé al príncipe del hielo sin poder creer aquéllas palabras.
¿Qué les pareció el capitulo? 😁
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