Capitulo III
Pasamos unos minutos observando el pasillo por sí alguien aparecía, pero al ver que allí no había nadie decidimos acercarnos al lugar del que provenían las voces.
No había nada, sólo estantes llenos de libros. Sabía que allí había algo, como un libro que liberaba la puerta.
«No podemos arriesgarnos a entrar y que nos vean quienes estén allí» comentó mi hermano en mi mente y yo asentí.
«Vendremos luego, primero busquemos los libros que necesitamos» respondí.
Nos dividimos en direcciones diferentes para buscar en la primera y segunda sección pero al finalizar ninguno había encontrado algo.
Nuestra naturaleza era un gran secreto que no podíamos revelar así que no podíamos preguntarle sobre el tema a nadie.
—No me rendiré —dije con firmeza en dirección a mi hermano—mañana cuando tenga tiempo libre vendré a buscar otra vez.
—Morgan, yo vendré contigo.
Ambos salimos de la biblioteca y nos dispusimos a recorrer la academia.
Pasamos por el laboratorio de hechizos, por las aulas de dones, por el salón de la habilidad y agilidad, nos faltaba pasar por el patio de entrenamiento.
—¿Quieres ir allí ?—preguntó mi hermano sonriendo y señalando con su dedo un lugar.
Mi mirada fue en esa dirección y al otro lado se encontraba Noah, sin camiseta, con un bate de béisbol a punto de golpear la bola. Alrededor de la cancha se encontraban cientas de chicas observando como él y los otros chicos jugaban.
—Veo que les gusta jugar deportes humanos—comentó mi hermano.
Pero yo no podía apartar la mirada de los rápidos movimientos de Noah al correr por las bases y como sus músculos se flexionaban.
—¿Qué crees que haremos siendo parte del consejo?—pregunté.
—Mínimo revisar papeles, será súper aburrido— respondió Neall haciendo una mueca.
—¿Vamos a ver de cerca?
—Esta bien.
Así en unos segundos nos acercamos a la multitud para ver el juego de cerca, pero al llegar todos se quedaban viéndonos, éramos los bichos raros. Aunque no diría lo mismo de mi hermano, pues las chicas de alrededor se le quedaban viendo con picardía y varias sonrisas.
—Quieto galán— comenté dándole un codazo en el brazo.
—No soy al único al que miran, también tienes admiradores a las tres en punto—dijo frunciendo un poco el ceño.
Solté una carcajada y miré disimuladamente en dirección a donde él decía, allí se encontraba un chico de cabello oscuro con mirada carmesí. Su familia debían ser los condes de Castlevania, habían asistido a una cena en nuestro castillo para negocios de antigüedades.
Él se dio cuenta que lo miraba y me guiño un ojo en respuesta, le devolví una pequeña sonrisa.
—Deja de coquetear en mi presencia —gruñó mi hermano—sí te sigue comiendo con la mirada lo mataré.
Volví a reír y justo en ese momento sentí algo acercarse rápidamente en el aire, la bola de béisbol fue atrapada por mi mano y unos segundos después tenía a Noah frente a mí con cierto toque de sudor en su esculpido cuerpo.
Él tenía una apariencia atractiva diría yo, como muchos de los nobles pero eso no bastaba para tapar esa egocéntrica actitud que lo rodeaba.
Extendí mi mano como gesto para entregarle la bola pero lo que encontré fue una amplia sonrisa en su cara.
Me quedé mirándolo fijamente sin apartar la mirada esperando a que hablara.
—¿No conoces las reglas verdad princesa?—preguntó con un tono arrogante.
— No ¿y qué ?¿Hay algún problema?
—Princesa, si atrapas la bola debes jugar con ella—respondió guiñando un ojo.
Ésto me hizo perder la poca paciencia que me quedaba así que miré a mi hermano, le sonreí con suficiencia y me dirigí donde estaban el resto de jugadores.
Noah venía detrás de mi así que me acerque a él, su altura era treinta centímetros más que la mía así que podría parecer indefensa a su lado aunque era lo contrario.
—Te patearé el trasero —sentencié.
Su mirada se iluminó con expectación ante mi seguridad.
Me dirigí a donde estaba el equipo contrario a Noah, los chicos comenzaron a silbar y gritar al verme posicionarme para batear.
Tomé el bate del suelo y sentí la familiar sensación, años atrás practiqué todo tipo de deportes con los caballeros reales.
Noah se puso a unos metros frente a mí, él iba a lanzar la bola. Tenía una sonrisa en su cara esperando a que yo fallara.
La bola rápidamente se dirigió a mí pero la veía muy lenta, tanto que no tuve problema en golpearla a la primera y salir corriendo por las bases.
—Buen tiro—dijo alguien detrás de mi.
—Noah¿ verdad?
–Así es princesa, todavía sigues ¿enojada conmigo?—preguntó.
—Ni siquiera me había planteado dejar de estarlo —respondí fulminándolo.
—Eres dura de roer.
—Oh, no te imaginas cuanto — respondí sonriendo, mi padre solía decirme esa frase.
—Te sorprenderías de lo bueno que soy rompiendo cosas, te esperaré a las seis en la sala del consejo. No olvides llevar a tu hermano.
Iba a replicar pero él ya no estaba por ningún lado y pude observar que el resto de chicas me miraban con envidia pero a la vez me sonreían.
«Hipocritas»pensé.
—¿Vamos hermanita?—preguntó Neall apareciendo a mi lado.
—A las seis hay reunión del consejo —dije y solté un leve suspiro.
—Lo detestas ¿verdad?—preguntó.
—No te imaginas cuanto.
Me separé de mi hermano ya que él tenía que ir a desempacar sus cosas. Todavía me quedaba tiempo así que decidí volver a la biblioteca.
Entré y me dirigí a la ultima sección que está en el segundo piso, comencé a buscar por el lado de historia cuando de un momento a otro estoy acorralada contra la pared y dos fuertes brazos están a mi alrededor.
Furiosa levanté la mirada y allí estaba Noah, serio como una piedra, no llevaba puesta una camisa todavía así que podía sentir el sudor de su piel pegándose a mi ropa.
Como sí pudiese leer mi mente apareció una sonrisa en su boca y un asentimiento con su cabeza.
¡Oh no !De todos los dones porque él tenía éste, según libros antiguos tenía milenios de no ser visto. Él me estaba tocando la piel, en otras palabras ya tenía que saber lo que yo ocultaba. Desde un principio cuando chocamos esa fue su intención.
No llevaba sino unas horas aquí y ya había sido descubierta.
¡Oh mierda!
—Una princesa no debe decir malas palabras —dijo él con burla.
—Eres un maldito idiota, pedazo de —no pude terminar porque él tapó mi boca con su mano.
El silencio remplazo de inmediato el lugar, no era la primera vez que un chico quería acorralarme de ésta manera.
La atracción era una de las debilidades de los de mi especie, no podíamos negarnos al deseo carnal. No había nada de romance, lo único que buscaban era un buen momento y diversión.
Entonces corrí con furia su brazo alejandolo de golpe.
—Admitelo, me deseas.
—Muy bien sabes que no es así —repliqué con rabia.
—Oh mentirosa, pero no era de eso de lo que quería hablar. Volviendo a lo importante ¿Sabes lo que sucede en esta academia?— negué con la cabeza—. Si ellos se enterasen de lo que eres, serías una batería al igual que las miles de brujas que hay aquí abajo.
No podía creer lo que escuchaba pero sabía que él no me había dicho todo lo que conocía de este lugar.
—¿Hay algo más verdad?No las están usando como baterías nada más, para eso hay miles de vampiros con poderes suficientes para ello.
—Oh que inteligente —respondió sonriendo con suficuencia.
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