Capitulo X
—¿Entonces Eva no los atacó? —interrogó el rey de los duendes.
Asentí, esa mujer. Su objetivo era destruir la puerta del infierno por orden de los ángeles pero al parecer no era sólo eso.
Lo único seguro que sabíamos era que Eva tenía la gracia del ángel y al condensar su poder de la misma forma que yo lo hacía, podía manifestar un par de alas.
—Debemos tener cuidado, ella puede estar asechandonos—comenté algo perturbado al recordar el rostro de Liana.
Noah permanecía sentado sin pronunciar alguna palabra pero sabía muy bien lo que pensaba. Entendía la impotencia de no poder hacer nada, los recuerdos de cuando estaba siendo contratado por Lilith aún se repetían constantemente en mi cabeza.
Salí de aquél lugar en dirección al jardín, faltaban pocos días para el eclipse solar y también para que la flor del drya germinara pero aún no buscábamos las ruinas antiguas.
—Yo también pienso que es mejor buscarlas primero—dijo una voz a mi lado.
Miré a Noah quien se encontraba con el ceño fruncido, él siempre permanecía haciendo bromas pero desde lo de Morgan aquélla actitud se había borrado por completo. La seriedad se apoderó de él pero sabía muy bien que también de mí.
—¿Tú también lo crees? —pregunté con duda.
Cabía la posibilidad de que Eva nos estuviese esperando para atacarnos en aquél lugar e ir allí sería caer en su trampa pero también podía ser todo lo contrario.
Había infinitas posibilidades.
—Si encontramos las ruinas podemos invocar un portal para traer la flor justo a tiempo—dijo Noah algo pensativo.
—Tienes razon—respondí—. ¿Pero y si la flor no llega a servir?
Esa pregunta me ponía los nervios de punta, la sola idea de que el plan no funcionará y no pudiéramos salvar a Morgan me desesperaba.
Esta era nuestra única oportunidad porque según las investigaciones el próximo eclipse solar sería dentro de veinte años.
—La flor funcionará —dijo una voz a mis espaldas.
Ambos volteamos en aquélla dirección, Maebel se encontraba observando las rosas del jardín con gran detenimiento. Al pasar su mano sobre ellas, el color de algunas que parecían estar a punto marchitarse tomó vida nuevamente.
Miré a Noah, ambos asentimos y nos dirigimos hacia la torre. Llegamos a las habitaciones, Nicholás se encontraba leyendo un antiguo libro y a su lado Arael le explicaba sobre la magia.
—Debemos hablar —dijimos al unísono.
Ellos se levantaron de inmediato y salimos en busca de las chicas, las tres se encontraban entrenando junto al rey de los elfos y Goliad. Nos adentramos al bosque de las rocas y Alaska estaba atacando al rey dragón pero él era mucho más rápido que ella.
Al vernos se detuvieron y se acercaron, Damaeth nos observó con la amabilidad de siempre invitandonos a hablar.
—Iré en busca de la ruinas antiguas—dije—¿Quisieran venir conmigo?
Katia depositó su arma en el suelo y miró a los demás quienes tenían una sonrisa en sus rostros.
—De hecho, planeabamos decirte que queríamos ir a buscarlas— habló ella pasandome un mapa.
—Encontré tres posible lugares en donde puede estar la llave —dijo Damaeth señalando la hoja en mis manos.
De inmediato observé su contenido, los dos primeros lugares los conocía muy bien y el último era algo que no me esperaba.
Según la investigación de Damaeth podía estar cerca del castillo de Jenovia, debajo de la Academia o en el bosque de la perdición donde Lilith fue atada.
Las ruinas tenían varias entradas y una de ellas estaba ubicada en el reino de los duendes.
—Debemos hablar con Maebel— dije mirando a todos.
Lo mejor sería partir mañana en la mañana, necesitábamos algo de tiempo para poder aprender el camino a seguir en los laberintos y estar alertas en caso de que Eva o Liana aparecieran.
Todos nos dirigimos nuevamente a la torre, allí se encontraba el rey de los duendes observando a los pequeños hongos jugar.
—Necesitan saber donde está la entrada ¿verdad? —interrogó él con una sonrisa.
Después de ésto se levantó haciendo señas para que lo siguiéramos, el camino era igual al de la cueva donde habíamos realizado el ritual. Y sí, fuimos guiados hacia ese lugar.
—¿La entrada está aquí? —pregunté mirando los alrededores.
No había ninguna puerta o escalera subterránea a la vista.
Maebel sonrió con algo de burla antes de responder.
—Mira bien joven Dankworth, observa con tu poder y no con tus ojos.
Su mano se posó sobre la pared y su magia se depositó sobre ésta, unos segundos después una especie de runas comenzaron a brillar. La escena era muy similar al hechizo que había usado en la habitación secreta que estaba en la Academia Pharisse.
Un estruendo resonó de la pared rocosa y poco a poco comenzó a desboronarse hasta crear un agujero del tamaño de una puerta.
Observé el interior y éste estaba completamente oscuro, el ambiente se tornó frio de inmediato y una sensación espeluznante me invadió.
Pero al parecer no fui el único que lo notó, a mi lado Noah y Nicholás se colocarlon en guardia, temían que algo extraño apareciera.
—Partirán mañana, de noche es más peligroso —comentó Maebel y la puerta se cerró con fuerza.
El sol comenzaba a ocultarse, pero murmullos llenaban el lugar y una especie de música comenzó a sonar.
Al llegar nuevamente al hogar de los duendes, una gran fogata permanecía rodeada de distintos tipos se duende. Ellos danzaban alrededor de ésta y depositaban flores blancas en su interior.
Por otro lado, varias especies de peces se encontraban atados a Varillas mientras se asaban al aire libre junto a diferentes plantas.
—¿Hoy celebran una fiesta? —preguntó Saori algo confundida.
—Es un funeral —respondió Maebel con emoción.
Todos nos quedamos en silencio, solo escuchar esa palabra era motivo de tristeza pero aquéllos duendes incluyendo al rey se divertían. Sus sonrisas y mirada alegre deslumbraban el lugar sin una pizca de dolor o síntomas de arrepentimiento.
—¿Cómo pueden sonreir así? —preguntó Noah.
—Para nosotros los duendes quienes vivimos por mucho más tiempo, una muerte es simbolo de alegría. Además al morir, nos convertimos en plantas ¿no es igual para los dragones?
Todos miramos a Goliad quien le regaló una sonrisa a Maebel, entonces recordé la cantidad de árboles que había en su reino y el cuidado con el que eran tratados.
Nos acercamos a los duendes y aprendimos acerca de su cultura, las flores blancas en el fuego representaban el camino que había finalizado y la nueva vida que nacería.
Pues unos minutos después, un pequeño duende fue dado a luz y entonces los hijos de la nobleza nos dimos cuenta una vez más de todos los terribles errores que habían cometido nuestros ancestros.
Restaurar los reinos ocultos era una prioridad.
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