Capitulo VI
—Gracias por venir —dije observando al rey de los elfos.
En éste momento esperábamos en la biblioteca de la escuela, teníamos planeado partir al reino de los duendes tan pronto el sol se ocultara del todo.
Damaeth asintió, le había enviado una carta mediante un hechizo tan pronto Arael llegó para avisarle de la busqueda.
Él era uno de los que más había apoyado mi idea desde un inicio y sabía que nos ayudaría. Katia y Goliad habían decidido acudir también para establecer una conversación con el rey de los duendes.
Arael nos contó que mi tía había buscado e investigado los paraderos donde los súbditos del rey frecuentaban. Ella los convenció de conversar con su padre y días después, una respuesta apareció entre las rosas del jardín.
Era poca la información que se tenía sobre ellos, pero sabíamos el motivo por el que se negaban a cooperar con el tratado. El rey odiaba las alianzas ya que en el pasado sus ancestros fueron traicionados por una de estas.
—Será mejor que comencemos el viaje —comentó Nicholás.
La luz ya no entraba a través de calados así que asentí y guardé los libros. Según la invitación, el rey enviaría uno de sus guardias para guiarnos hacia aquél lugar. Debíamos esperar en la entrada del bosque de Triada en el reino de Ecuestria.
—Neall, deberíamos intentar algo —dijo Arael deteniendose.
—¿Estás seguro que funcionaría? —preguntó Noah—. Creía que sólo Morgan y Neall podían hacerlo juntos.
—Es una teoría, pero ambos tenemos sangre Fireblood, tal vez funcione.
Con sus palabras la idea llegó a mi cabeza, podía suponer de lo que hablaban así que dispuse a invocar el grimorio de mi madre.
Arael se acercó y tomó mis manos, el grimorio comenzó a flotar a nuestro lado mientras recitabamos el hechizo.
Segundos después un portal de color morado apareció frente a nosotros.
—Tómense de las manos—dije antes de atravesar el portal.
De inmediato fuimos expulsados al suelo, podía sentir la textura de éste. Era pasto, todo estaba oscuro así que encendí una pequeña esfera de energía.
Por unos segundos, recordé que Morgan siempre se encargaba de nuestros problemas con la oscuridad o el frio con ayuda de su fuego.
Por un momento recuerdos de nuestra niñez me invadieron, recuerdos del primer día que pudo usar su poder y la sonrisa de su rostro al hacerlo.
—¿En dónde estamos? —preguntó Noah.
Alaska comenzó a moverse primero hacia un árbol y al tocarlo nos señaló con la mano una dirección, todos la seguimos y pronto llegamos a la entrada del bosque.
El agua que recorría el gran río emitía un gran cantidad de magia, unos segundos después una de las rocas alrededor de éste se transformó en un duende.
—Bienvenidos al reino de Dryadalis —dijo aquél ser acercando una de sus manos.
La diferencia de altura entre él y nosotros no era tanta como se decía en los libros e ilustraciones, su tamaño era igual al de Alaska y Saori.
Estuve a punto de darle las gracias cuando una ola de agua proveniente del río se estiró hasta nuestra altura y a todos nos sumergió en su interior.
Unos segundos después, el agua desapareció y al abrir los ojos no podía contener mi asombro. La idea que había formado en mi cabeza se quedaba muy corta en comparación al lugar, miles de duendes caminaban con un semblante sereno.
Pero de repente, todos ellos detuvieron lo que hacían y nos observaron. Sus rostros poseían una expresión seria pero a la vez parecían escudriñar nuestros pensamientos.
—Por aquí—señaló el duende de ojos amarillos—. El rey los espera.
Comenzamos a seguirlo a través de un camino de rosales, aquélla flor era muy parecida a la que necesitábamos pero sus colores eran distintos.
Sólo quedaban menos de tres semanas para el eclipse solar y aún no recuperaba la flor de Drya o encontraba las ruinas.Un poco de preocupación me llenó pero Katia pareció notarlo pues sus palabras retumbaron en mi oído.
—Neall, la salvaremos.
Por algún razón, mis ánimos y actitud aumentaron. Todo a mi alrededor parecía tomar un color diferente.
Una gran torre apareció en nuestra vista, sus paredes eran tan verdes como las flores de esmeralda. Todos entramos al lugar y tras subir varias escaleras llegamos a una gran habitación, la luz del sol comenzaba a iluminar el lugar.
El amanecer había llegado.
La sorpresa fue encontrar al rey de los duendes en su trono, su aparecía era todo lo contrario a lo que imaginaba. Él tenía una altura igual a la mía, aunque poseía un tono de piel algo extraño.
Sus ojos observaron los míos durante varios segundos, éstos eran de un tono verde al igual que su largo cabello. A su alrededor, varios hongos rojos caminaban y murmuraban.
—Tú debes ser Neall ¿cierto? —preguntó con detenimiento.
—Es un placer su majestad—respondí haciendo una corta reverencia.
Su expresión permaneció igual de seria hasta que observó a Damaeth, algo en sus ojos cobró vida y se levantó de inmediato.
—Rey de los elfos, ¿podrías hacer algo de invierno para mí ? —preguntó con emoción.
Su mirada parecía la de un niño pequeño a punto de obtener un nuevo juguete, por un momento una sonrisa se asomó en mi rostro.
Los duendes no poseían la estación o magia de invierno en su tierra ya que su temperatura corporal no la soportaría. Se especializaban en la primavera y el verano, además de la medicina con hierbas mágicas.
Damaeth se acercó a él y creó una esfera de hielo, la impulsó hacia arriba y al caer pequeños copos de nieve descendieron sobre el cuerpo del rey.
—Gracias —comentó él con una sonrisa traviesa.
Su apariencia podía pasar por la de nuestra edad pero lo cierto es que poseía unos doscientos años más.
—Necesito su ayuda —dije con seriedad.
—Sé lo que necesitas, puedo verlo. Puedo sentir tu tristeza, tu desesperación pero también la oscuridad que asecha con atacarte.
Sus palabras me dejaron atónito, el rey podía ver la impureza que me había dejado leer aquélla magia oscura.
—¡Debo salvar a mi hermana! —exclamé con desesperación.
—Si quieres salvarla primero debes salvarte a ti mismo—respondió él con seriedad.
Sus palabras me cayeron como un golpe, su respuesta era similar a las que Morgan siempre me daba. Por ésto ella cargaba con todo, mi debilidad era que al sentirme impotente me frustraba al punto de ser un blanco fácil.
—¿Qué sé supone que haga entonces? —pregunté con duda.
Katia se acercó a mi lado y tomó mi mano. El rey me observó durante unos segundos antes de responder.
—Existe una forma en que puedes purificarte, el agua del Drya puede ayudarte y sobre la flor, también puedo forzar el nacimiento de una.
—¿Qué quieres a cambio? —pregunté, no quería dudar de su amabilidad pero debía asegurar que no deseara algo como Eva.
—Quiero que destruyas cierta marca por mí.
No comprendí su respuesta hasta que señaló su brazo, una marca con forma de alas cubría la parte posterior a éste.
Unas letras antiguas circulaban a su alrededor. “La verdad oculta en tu interior”
¿Qué era lo que significaba ésto?
Hola 😊
¿Qué les pareció el capitulo?
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