Capitulo IV

—Me niego a que Neall deba pasar por ésto —murmuró una voz.

—Debe hacerlo o perderán a su hijo —respondió otra voz femenina.

Mi conciencia se encontraba adormecida y por más que escuchaba no entendía sobre que hablaban.

«Despierta, despierta» sonó en mi cabeza haciéndome abrir los ojos de golpe.

La voz que acababa de escuchar pertenecía a mi hermana, no sabía si había sido real o todo era una ilusión creada por mis deseos de verla.

Intenté levantarme pero mis manos se encontraban atadas, todo era oscuro y estaba solo.

Un fuerte ruido retumbó en el exterior y la puerta se abrió. La poca luz reflejaba la silueta de una mujer, entonces recordé lo que había pasado.

Ella mantenía la misma sonrisa en su rostro, con un rápido movimiento se acercó a mí y comenzó a desatar las cadenas.

—¿Qué es lo que pretendes? —pregunté con rabia.

No entendía nada de lo que pasaba, miles de preguntas se acumulaban y no obtenía respuestas. Debía buscar la manera de escapar y salvar a mi hermana.

—Pronto lo sabrás —respondió ella riendo.

Con cuidado salí de aquella habitación y comencé a seguirla, a medida que avanzamos analizaba los alrededores en busca de una salida.

No tenía idea de donde se encontraban Noah y ellos pero tan pronto subimos unas escaleras, llegamos a lo que parecía la sala de un castillo.

Todas las ideas que pasaban por mi cabeza se deformaron al observar a mi familia.

Mi padre, mi madre y mi abuelo se encontraban allí.

Por unos segundos me quedew paralizado observando y preguntandome ¿Qué hacían ellos ahí?

—Cariño—pronunció mi madre al verme.

Ella se acercó y me rodeó en sus brazos, podía notar la preocupación que invadía su tranquilidad.

—¿Dónde están? —pregunté al separarme de ella.

—Tus amigos están bien—respondió mi padre a lo lejos con seriedad.

—Sabemos que tienes muchas preguntas pero ten paciencia—dijo mi abuelo con una mueca.

La mujer que se encontraba a mi lado mantenía su sonrisa, ella lo disfrutaba o eso parecía. Sin mirarme siguió caminando y nos invitó a sentarnos.

—¿Qué demonios sucede? —pregunté algo exasperado.

Mis padres se miraron el uno al otro y con una expresión cargada de dolor me respondieron.

—El cielo ha declarado que si tú rescatas a Morgan, serás condenado a la decapitación.

Un dolor se instaló en mi pecho, no podía creer lo que escuchaba. Ellos se atrevían a condenar a mi hermana a morir en ese lugar después de haber salvado Transilvania, no tenían ningún derecho a opinar. Ellos no habían  detenido a Lilith y ahora querían actuar.

—Aparte se te ha ordenado destruir la llave del infierno —continuó mi padre.

Podía sentir como la rabia me invadía, una oscura sensación me recorrió el cuerpo. Escuchaba como el libro murmuraba cosas en mi mente.

«Destruyelos» repetía una y otra vez.

Un agudo dolor comenzó a palpitar en mi cabeza, era doloroso y asfixiante. Sentía que en cualquier momento ella explotaría.

Un grito desgarrador se escapó de mi boca y mi cuerpo cayó al suelo mientras se retorcía.

—Ha comenzado—gritó la mujer—. Intentaré contenerlo.

Ella extendió su mano sobre mí y una luz cálida comenzó a cubrirme, el color blanco que poseía por algún motivo me daba tranquilidad.

Segundos después cualquier rastro de dolor desapareció y mi respiración se tranquilizó.

—Gracias —pronuncié mirando al suelo.

—Son ordenes de arriba. Ahora, ¿Quieres saber que te sucede? —preguntó ella.

Miré a mi alrededor y asentí con la cabeza.

El director se acercó, me observó fijamente y suspiró antes de hablar.

—El libro de Lilith te está consumiendo, su magia oscura afecta a todos aquellos que lo leen —dijo con arrepentimiento.

—Los sentimientos oscuros que posees lo están fortaleciendo, tu ira, tu tristeza y tu odio—comentó mi madre con dolor.

No sabía que decir, pero no creía que ésto fuera un error. Yo quería salvar a Morgan y parte de ello era aceptar todas las consecuencias, ya estaba preparado para ésto.

—Te estás convirtiendo en una amenaza —dijo la mujer—. Y eso no es todo.

Ella tomó un sobre, en el interior había una carta. Sus letras eran de tinta dorada y poseían una delicadeza inigualable.

“Descendiente de la luna. Tu sangre en éstos momentos está batallando con la magia oscura, ¿sabes que le sucede a los vampiros que son consumidos por ella? Exacto se convierten en demonios y si entras al infierno cabe la posibilidad de que Lilith te controle o peor aún, que seas controlado por el libro y destruyas la entrada. El mundo se sumiría en un caos, recuerda que si desobedeces nuestras ordenes nos veremos obligados a actuar”

Al final de la hoja, en grandes letras se encontraba el nombre de quien enviaba la carta: Raziel.

Aquél nombre, él era el príncipe angelical qué había condenado a muerte a Nerón.

Una gran frustración me invadió, todo salía mal. El destino quería jugar conmigo, se negaba a que Morgan regresará con nosotros pero lamentablemente yo no me rendiría.

Si todos los caminos me llevaban al mismo final, crearía uno diferente en el que podré vencer las ataduras del destino.

—Entonces quieren que destruya la llave que abre la puerta del infierno ¿verdad? —pregunté.

—Exacto —contestó la mujer.

Suspiré, para engañar a los enemigos primero debía engañarme a mi mismo, pero ésto ya lo había hecho muchas veces.

—Está bien—dije —. Haré el trabajo pero tú me ayudarás a no convertirme en un demonio.

Primero debía arreglar éste problema, los vampiros teníamos sangre demoníaca pero no al punto de volvernos como ellos. Además según los libros de Nerón la teoría de descender de un ángel caído era cierto y eso quería decir que también teníamos sangre angelical.

Tal vez una cantidad demasiado mínima en comparación a los elfos o las hadas, pero ese poco permitía que algunos vampiros tuviesen la gracia de un ángel.

Un don que sólo ellos otorgaban a quien se convertía en su lacayo y daría su vida por ellos.

Había tantas cosas que no sabíamos, secretos que aún nos ocultaban y quienes lo hacían eran los seres divinos del cielo.

Nerón juró en sus libros que los ángeles poseían un corazón más frío que el de un demonio y no les importaría acabar con todos los seres de la tierra con tal de satisfacer sus cometidos.

—A sus ordenes principe—dijo aquélla mujer con una sonrisa espeluznante.

—Tus amigos despertaron—comentó el antiguo rey.

Los miembros del consejo estudiantil entraron a la sala, sus rostros estaban marcados por la preocupación y algo confusos.

Noah me observó con el ceño fruncido, sabía que él podía leer mis pensamientos y eso me reconfortaba un poco.

—¿Comenzarás ya? —pregunté con firmeza.

—Oh que impaciente, si eso quieres—dijo ella—. Yo, Eva te reprimo y te sello.

Tras pronunciar aquello una cadena blanca salió de su mano, sentí como se estrelló contra mi pecho y encadenaba mi corazón.

Una aguda punzada me invadió y caí de rodillas al suelo. Pero después una extraña marca apareció en mi mano derecha.

Dos alas de color azul.

«¿Qué había hecho ella?» me pregunté mientras veía como una sonrisa se asomaba en sus labios.

¿Qué les pareció el capitulo?
Espero les haya gustado ☀️

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