capitulo 7

Los dos hermanos avanzaron, Yuki iba mas atrás que el pelinegro, giraron a la derecha para asomarse un poco hacia el living. Ahí, en el sillón, se veían dos personas sentadas y hablando como si el tiempo fuera la cosa mas larga del mundo.

Yuki se aclaró la garganta para llamar su atención, Sabo y Ace miraron a la puerta, pero sus rostros no cambiaron, seguían teniendo una sonrisa tranquila y despreocupada.

- Veo que ya han regresado- habló el pelinegro con una sonrisa mientras se ponía de pie- Pensé que Luffy se quedaría castigado de nuevo.

- Así que también nos han espiado- dijo Yuki seca.

- No pensamos que te molestaras tanto Angelito-chan- dijo el rubio mientras se paraba y se quedaba un poco más atrás de Ace.

- ¿En serio creyeron que me alegraría saber que mis dos hermanos, las únicas personas en las que confiaba, decidieron dejarme creer que estaban muertos, y aparecer 8 años después?

- Pues...si lo pones así suena muy mal- dijo el pelinegro mientras se rascaba la cabeza y miraba al suelo.

- Pero...nunca hemos dejado de cuidarte Angelito-chan- habló apresuradamente Sabo.

- ¿Qué? - habló Yuki mientras los miraba sorprendida- ¿Ustedes...han estado siempre tan cerca de mi?- cuestionó en un susurro, los dos jóvenes asintieron.

- Yo ya no entiendo nada...-reclamó Luffy mientras se pasaba las manos por la cabeza.

- Ven Luffy, hay que hablar- dijo Ace mientras se sentaba en el sillón.

- Yo...iré por un vaso de agua...ya vengo- dijo Yuki con un pequeño susurro.

Se dio vuelta sin esperar respuesta y se dirigió a la cocina, una vez ahí se apoyo en la mesa y respiró pesadamente, todo pasaba muy rápido, o talvez, muy lento. No estaba segura, sintió su celular vibrar y lo miró.

-¿¡Como es eso de que ahora soy el presidente de la clase!? .-Law.

-Lo siento, quise avisarte, pero ya no te vi después del almuerzo .-Yuki.

-Brook-sensei me dijo cuando terminaron las clases, y también me dijo que Eustass-ya es el vice-presidente .-Law.

-De verdad lo siento... ¿Puedo hacer algo para compensarte y que no te enojes? .-Yuki.

-Pues...Si hay algo... .-Law.

- Dime .-Yuki.

-Brook-sensei me dijo que habrá días que tendré que quedarme después de clases ¿podrías cuidar de Chopper esos días?.-Law-kun.

-¡Claro!, no será ningún problema .- Yuki

- Te lo llevas contigo desde la escuela .- Law

- ¿Desde de la escuela? .-Yuki.

- Te explico el lunes, adiós Yuki-ya.-Law.

- Esta bien...adiós .-Yuki.

Yuki bloqueó el celular y suspiró, al menos esa corta y extraña conversación la había relajado, puso agua en un vaso y se lo tomó todo de un trago. Respiró hondo y volvió al living.

Cuando entró a este, vio a Ace y a Sabo sentado en el sillón para tres personas, dejando un espacio en medio. Al otro lado de la mesa de café, justo frente a ellos, estaba Luffy sentado en el suelo con una gran sonrisa.

Los tres jóvenes se voltearon a ver a Yuki, Sabo le hizo una pequeña señal a ella para que se sentara con él y Ace. Ella los miró por un momento, pero les dio la espalda y se acercó a Luffy, se sentó delante de él entre sus piernas.

Yuki abrazo sus piernas y se apoyo en el pecho de Luffy, quien a su vez la abrazo y apoyo su barbilla en la cabeza de la pelicastaña, Ace y Sabo intercambiaron una mirada rápida, pero no poco obvia.

-¿Qué pasa ahora?- preguntó Yuki con el ceño fruncido.

- Nada...es solo que...te has vuelto un muy buen hermano Luffy- dijo Sabo con una cariñosa sonrisa. El pelinegro rió desde el suelo.

- Pensé que nos habían espiado- respondió Yuki aún algo molesta- ¿No lo habían notado?

- Cuando decimos que los vigilamos no nos referimos en persona- Yuki abrió la boca para comentar algo, pero decidió hacer silencio, por lo menos esa vez- Los hemos visitado algunas veces, normalmente mandamos a alguien a verlos.

- ¿Dónde han estado? - preguntó Yuki después de que se hiciera un silencio tenso.

- En varios lugares la verdad - respondió tranquilo Sabo.

- ¿Y por qué han vuelto?... ¿Por qué no seguir en el anonimato?- Yuki sintió como una mezcla de ira y tristeza la invadía poco a poco.

- Porque ya no es necesario seguir ocultos, ahora lo importante son ustedes -dijo Ace con los brazos cruzados y una mirada preocupada.

- ¿Nosotros? - preguntó Luffy mientras inclinaba la cabeza.

- Así es Luffy - indicó Sabo mientras afirmaba con la cabeza- ¿Recuerdas que mencionamos a un tal "Joker"? - esta ve fue Luffy quien asintió, Yuki se tenso y mordió nerviosa su labio inferior.

- El día que supuestamente morimos- comenzó a explicar Ace- En realidad...era un secuestro.

De un momento a otro, mientras Ace seguía hablando, Yuki volvió a aquel día, aquel día de hace 8 años, ese día había empezado igual que cualquier otro día.

Iban tres niños caminado por la calle, un niño pelinegro, otro rubio y una pequeña niña pelicastaña, que caminaba feliz de la vida detrás de los otros dos. Tenía las rodillas con varios raspones, al igual que sus mejillas.

Los dos chicos iban algo molestos y estaba igual o más lastimado que la chica, el barrio por el que iban caminando no era mucho mejor.

Las calles estaban sucias, las pocas casas que había se estaban cayendo a pedazos y estaban completamente descuidadas. La gente que pasaba por el lado de los chicos iba con el rostro tapado, ya fuera para soportar el horrible olor que emanaba de la basura o para no ser reconocidos.

La pequeña pelicastaña miró de reojo a los dos chicos y cambió su sonrisa por un pequeño puchero. Caminó un poco mas rápido y adelantó a los jóvenes, luego empezó a caminar de espaldas para poder mirarlos al rostro.

- ¿Están enojados?- preguntó curiosa.

- Si - respondieron los dos chicos al unísono y algo irritados.

-¿Por qué? Si fue culpa de ustedes- respondió la pequeña mientras colocaba un mechón de su cabello tras su oreja.

- ¿¡Nuestra culpa!? - el pelinegro se paró en seco y le gritó irritado. La pelicastaña dio un salto del susto cuando oyó el grito del chico- ¿¡Cuántas veces te hemos dicho que no te subas a las cosas!?

- Pero...¡Si ustedes no me hubieran gritado no me habría caído! - la joven infló sus cachetes y miró hacia otro lado.

- Ace tiene razón Angelito-chan - dijo el rubio mientras miraba preocupado a la chica- Debes dejar de hacer eso, uno de estos días te lastimaras en serio.

- ¡Pero no fue mi culpa! - exclamó la joven- Yo puedo cuidarme sola.

- ¡Claro que no puedes cuidarte sola! - gritó el pelinegro desesperado- ¡Solo mira como quedaste! Si no te hubiéramos atrapado de seguro no la hubieras contado.

- ¡Yo si puedo cuidarme sola! ¡Yo les he salvado a ustedes más de una vez! - la joven estaba hecha una furia, y el pelinegro no parecía estar mucho mejor. Mientras que el rubio simplemente se limitaba a mirar e intentar calmarlos con gestos.

- ¡Pues si eres tan capaz de cuidarte a ti misma y de cuidar a otros deberias... - empezó a gritar el pelinegro, pero Sabo alcanzó a captar lo que planeaba decir.

- ¡Ace, ni se te ocurra! - gritó el rubio, el pelinegro cayó en cuenta de lo que planeaba gritar y se detuvo.

- ¡Adelante! ¿¡No eres tan sabio!? ¡Pues termina tu oración! - chilló la chica con lagrimas en los ojos.

- Da igual - gruñó el pelinegro por lo bajo.

- Pues bien, yo la terminare por ti- en cuanto Yuki dijo esto salió corriendo.

- ¡Yuki! - gritaron los dos chicos.

Salieron corriendo tras ella. La pelicastaña dobló en un callejón, y en cuanto Ace y Sabo también giraron, vieron como la menor, con sus habilidades de escalar, pasaba sobre un muro muy alto.

- Mierda - exclamó Sabo.

- Maldición - dijo el pelinegro mientras golpeaba la pared- Debo aprender cuando cerrar la bocota.

- No es momento para culparte Ace - habló el rubio- Debemos encontrarla ahora- Ace asintió y ambos salieron corriendo, pues, si no podían saltar el muro, bien se podía rodear.

Yuki aterrizó de pie, tal como siempre hacia, sus lagrimas le impedían ver claramente. Ella normalmente tenia peleas con Ace, pero el jamás la había echado, después de todo ¿No eran hermanos por juramente?

Si lo pensaba bien, Ace estaba en todo su derecho de asustarse y enojarse, después de todo, se había subido al techo de un camión. Y cuando este empezó a moverse, no encontró nada mejor que saltar al techo de una casa.

Pero ella habría logrado llegar... Sino le hubieran gritado y la hubieran hecho perder el equilibro, si tan solo, ellos hubieran escuchado el por qué se había subido al camión, de seguro no se habrían enojado.

Pero eso ya no importaba, ya era el pasado. Yuki comenzó a correr hacia la calle, las lágrimas ya habían disminuido lo suficiente como para poder ver. Ese lado de la calle era el "mercado negro" por así llamarlo.

Habían muchas personas con puestos de cosas, algunos sobre mesas, otros con una simple manta sobre el suelo. Cada puesto tenia cosas distintas: armas, drogas, comida, medicinas, papeles falsificados. Había un poco de todo, cosas buenas y cosas malas, sus hermanos y ella siempre iban a robar o comprar ahí.

Ya habían pasado cuatro años desde que estaba con ellos, y por culpa de una entupida pelea se iban a separar. Las únicas personas en las que confiaba, las iba a dejar por una estupidez. Yuki paró en seco. Todo iba muy rápido, su respiración era pesada.

- ¿Qué hice? - susurró mientras se disponía a volver, esta vez si había sido ella la culpable, pero su infantilismo le había ganado.

Comenzó a correr, de seguro ninguno de los dos estaría ya detrás del muro, lo mejor que podía hacer era rodearlo y ver si los encontraba en el camino, pero mientras corría chocó con alguien. Era un hombre alto y regordete, tenia el pelo negro y usaba unos lentes de sol, parecía resfriado, pues por su nariz colgaba un gran moco, el que le daba bastante asco a la joven.

Yuki retrocedió unos paso para pedir disculpas, pero abrió mucho los ojos cuando se dio cuneta de quien era ¿Qué hacia el ahí? ¿Acaso ese hombre lo había mandado por ella? Inconcientemente Yuki se sujetó el brazo izquierdo.

"¡Nooo! ¡No quiero más inyecciones! ¡Por favor!" una voz desgarradora resonó en sus oídos. Yuki se estremeció, su cuerpo se paralizó y toda posibilidad de huir se vio nula. Ya habían pasado 4 años desde que había escapado ¿Y debería volver por culpa de una idiotez? Ella no podría volver a resistir esa tortura.

- ¡Yuki! - escuchó como unas voces gritaron su nombre, el hombre de anteojos miró de reojo a la pelicastaña, estaba a punto de decir algo cuanto dos chicos lo derribaron por atrás y pasaron sobre el como si fuera un tapete cualquiera.

- ¡Sabo-nii, Ace-nii!- gritó la chica mientras dejaba que todas las lágrimas escaparan por sus ojos y los abrazaba con fuerza, no quería volver a separarse de ellos.

- ¿¡Estas bien!? ¿¡Te sucedió algo!? ¿¡Alguien te hizo algo!? - preguntó apurado el rubio mientras la miraba de pies a cabeza, la joven solo lo volvió a abrazar y negó con la cabeza.

- Lo siento Yuki - exclamó el pelinegro mientras la abrazaba preocupado también.

- Fue...fue mi culpa, perdón - dijo la chica entre sollozos y empezaba a abrazar al pelinegro también.

- Oye, mocosa- dijo el hombre pelinegro mientras se ponía de pie. Yuki se estremeció y escondió la cabeza en el pecho de Ace, este y Sabo se giraron molestos por la forma en que ese tipo llamó a su pequeña hermana.

- ¿¡Qué!? - preguntaron los dos furioso mientras escondían a Yuki tras ellos.

- Déjame verte la cara - se agachó un poco para quedar a la altura de los chicos.

- No te acercaras a nuestra hermana- dijo Ace mientras la abrazaba y empezaba a caminar sin dejar de mirarlo, Sabo comenzó a caminar tras ellos.

El hombre se paró derecho y vio como los tres jóvenes se alejaban a paso rápido. Buscó entre los bolsillos de su gran abrigo el teléfono, en cuanto lo tuvo entre sus manos lo abrió y marco el numero 3.

- Dime- se escuchó la voz de un hombre por el otro lado de la línea.

- Creo que la encontré - una risa fue la única respuesta- pero esta con otros dos niños

- Mátenlos - con esa simple palabra la llamada se cortó, el hombre buscó con la mirada a otras personas, y con una simple señal los llamo hacia el.

Ace iba abrazando a la pequeña, quien no lograba contener el llanto, mientras que Sabo intentaba hacerla sonreír o sacar una risa con muecas divertidas.

- Es inútil- exclamó mientras suspira el rubio- el único que la hace reír es Luffy...

- Hoy es martes, esta en el colegio- indicó el pelinegro mientras le hacia cariño en la cabeza a la pelicastaña.

- Vamos donde Makino para ver si puede curarle las heridas- sentenció finalmente el rubio- Y talvez entre chicas se entiendan.

El pelinegro asintió y siguieron caminando. Llegaron a un pequeño bar, desde dentro se escuchaba a gente cantando y riendo, los dos chicos suspiraron e ingresaron al local, nadie dejó de reír por la entrada de los niños. Ambos se acercaron a la barra.

Detrás de esta había una mujer joven, tenia el cabello verde oscuro amarrado en una coleta y un pañuelo en su cabeza, usaba una polera naranja oscura arremangada hasta los codos, llevaba una larga falda de color amarillo que le cubría hasta los talones. Parecía muy feliz mientras limpiaba una jarra de cerveza.

- Makino - llamó Ace en un susurro, para intentar que las personas que ahí habían no los escucharan, pues sabia el alborto que causarían cuando vieran a Yuki llorar tan desgarradoramente. La nombrada alzo la vista para saludar a quien quiera que le hubiera hablado, pero su rostro cambio dramáticamente cuando vio la escena frente a ella.

- ¿Qué sucedió? - exclamó muy asustada, el hombre que estaba riendo cerca de ella se giró a mirarla.

- ¿Qué pasa Makino? ¿Por qué esa cara? ¡Esto es una fiesta! - gritó el pelirrojo lleno de risa, siguió con su mirada la de Makino, hasta toparse con los tres jóvenes. Su expresión también cambió drásticamente, todas las risas cesaron al acto, dejando solo un incomodo silencio en el aire.

- Rayos...-susurraron los dos jóvenes.

- ¿¡Qué le sucedió!? - preguntó el pelirrojo mientras se ponía de pie tan rápido que botó el banquillo.

- No es nada, solo nos caímos... - dijo Sabo intentando tranquilizar al pelirrojo y alejando a un tipo que intentaba abrazar a Yuki.

- Ella nunca llora cuando se cae- exclamó serio el pelirrojo- ¿Alguien le hizo algo?

- La verdad...no lo sabemos - explicó Ace- Makino ¿Podrías curarle las heridas?

- Claro- dijo mientras abría una puertita de la barra- Ven Yuki-chan- la peliverde le tendió la mano, pero Yuki solo se aferró más fuerte a su hermano.

- Tranquila Angelito-chan- dijo Sabo mientras le acariciaba la cabeza- nosotros te esperamos aquí- Yuki soltó despacio e indecisa a Ace. Poco a poco empezó a caminar detrás de Makino, desapareciendo tras una puerta.

Todos en el bar esperaron a que la puerta se cerrara, y, en cuanto sonó el "clic" de esta, Ace comenzó a golpearse la cabeza contra la barra.

- ¿No vas a detenerlo? - preguntó uno de los hombres al rubio, Sabo negó con la cabeza.

- Aunque lo intentara, no lo lograría - explicó de brazos cruzados.

- ¿Qué fue lo que paso Sabo? - pregunto el pelirrojo mientras ponía su mano sobre la cabeza del rubio, este suspiró y lo miró hacia arriba.

- Hubo una pequeña discusión que se salio de control... -comenzó a decir Sabo, mientras hablaba Ace se iba deteniendo- Yuki huyó, y cuando la encontramos estaba paralizada y llorando...no sabemos que sucedió...

- Fue mi culpa... -dijo Ace- Soy un idiota, no merezco ser su hermano mayor- comenzó a golpearse de nuevo en la cabeza.

- No es tu culpa Ace - dijo el pelirrojo.

- Tu que sabes Shanks - habló con asco mientras se soltaba del agarre de uno de los hombres.

- Sé que ninguno de ustedes, incluyendo a Luffy, permitiría que algo le pasara a Yuki - Shanks le puso su mano en la cabeza a Ace, este tenia la frente roja y raspada por haberse golpeado tanto.

- Talvez...deberíamos dejar que fuera a vivir con Luffy- habló Ace decaído.

- Aunque eso quisiéramos, lla jamás lo aceptaría - dijo Sabo mientras miraba la puerta aún cerrada- para tener solo 8 años...es bastante testaruda.

- Y fuerte...-susurró Ace de mala gana, varios rieron por ese comentario, pues era bien sabido que de vez en cuando Yuki le daba una buena paliza a sus hermanos.

La puerta se abrió, de ella salió Makino seguida por una pequeña pelicastaña. Yuki ya no estaba llorando, tenía algunos parches y vendas en sus heridas, pero, no estaba sonriendo. Eso era algo muy notorio, pues esa pequeña niña de ojos verdes, siempre, siempre, estaba sonriendo.

- Ahora los curare a ustedes dos- dijo Makino mientras les sonreía a Ace y Sabo.

- Yo no quiero - dijo Ace, pues él consideraba que no merecía ser curado.

- Ace-nii - llamó Yuki, el nombrado se giró de inmediato y se acercó a la chica- Deja que Makino-san te cure, tú no tienes la culpa de nada- la chica miraba el suelo sin muchos ánimos.

- Yuki...-susurró, pero la pelicastaña negó con la cabeza.

- Fui yo quien escapó, vayan para que los curen...-miró a Sabo, quien estaba solo unos pasos detrás de Ace- los dos -les dedicó una pequeña sonrisa.

Los chicos asintieron y desaparecieron detrás de la puerta junto a Makino. Yuki observó como esta se cerraba detrás de ellos, en cuanto sonó el clic su sonrisa se borró. Sintió como unas manos la tomaban por la cintura y la levantaban, miró curiosa hacia atrás para ver quien era el que la estaba tomando, pero no se sorprendió al ver a cierto pelirrojo.

Shanks la levantó con suavidad y la sentó sobre la barra, luego el recogió el banquillo que seguía tirado en el suelo y se sentó. Quedando a la misma altura que la joven, quien simplemente lo miraba.

Todos los presentes en el bar conocían a la chica, y más de una vez habían quedado maravillados por la gran inteligencia que poseía la pequeña, pues podía debatir sobre cualquier tema y ganar. Incluso podría hacer callar al mismo Einstein, o eso opinaban ellos.

- Dime ¿Qué sucedió?- preguntó Shanks con una sonrisa.

- No - dijo Yuki con una cara seria, provocando que Shanks quedara como un idiota.

- Anda, no le diré a nadie - dijo con un guiño y la misma sonrisa, Yuki movió la mirada hacia todas las personas que la miraban atentamente, se inclinó hacia la parte de detrás de la barra y sacó un coyac, lo abrió y lo comió.

- No - repitió igual de seria, Shanks en menos de un segundo se encontró agitando a la pequeña por los hombros.

- ¡Vamos, habla! - Yuki solo se dejaba agitar con la expresión seria, poco a poco este fue dejando de agitarla- Me rindo - dijo con la cabeza baja, mientras Yuki lo miraba desde arriba.

- Idiota - habló mientras daba otro lametón a su dulce.

- Anda Yuki-chan - dijo uno de los hombres ahí presentes- Dinos que te pasó, si alguien te hizo algo, te aseguro que todos aquí iremos a matarlo - muchos asintieron, Yuki los miró uno a uno.

- Solo me dolían mucho las heridas...nada más - les dedicó una mirada fría a todos- Y ahora que lo pienso... -dijo mientras miraba pensativa al techo, todos pensaron que les contaría la verdad- Creo que vi a la policía viniendo hacia aquí... -completó la frase mientras lamia su dulce con inocencia.

- ¿¡Qué!? - gritaron todos, y sin pensarlo dos veces, tomaron sus cosas y salieron huyendo del bar. Yuki vió como la puerta se cerraba y suspiró. Al fin estaba un rato tranquila.

Pasó su mano por detrás de su oreja izquierda "¡ahhh!" el grito de una niña resonó en sus oídos, provocándole un gran escalofrío, rápidamente retiró su mano y puso sus pies sobre la barra. Abrazo sus piernas y se quedó mirando hacia el frente pensativa.

- Espero...no me haya reconocido... -susurró, mientras terminaba de comerse su dulce en silencio.

Después de unos minutos la puerta de atrás se abrió, dejando ver a sus dos hermanos con varias vendas y a Makino tras ellos.

- ¿Dónde están todos? - preguntó mientras cerraba la puerta tras ella.

- Entró un hombre y dijo que había visto a la policía, y como siempre, se hicieron humo- respondió Yuki con inocencia, pegó un pequeño salto al banquillo frente a ella y luego saltó al suelo.

- Ya veo- rió Makino- ¿Quieren algo de comer?- les preguntó, los tres chicos asintieron y se sentaron cada uno en un banquillo- ¿Y qué hay de Luffy?

- Esta en la escuela - respondió Sabo.

- Creo que deberían aceptar la ayuda de Garp-san e ir también - dijo la peliverde mientras ponía un plato de arroz con carne frente a cada niño.

- Gracias por la comida - dijo Yuki mientras empezaba a comer, los otros dos solo comenzaron a engullir, Makino rió por lo bajo.

- Nunca comprenderé como una niña tan educada esta con estos niños - rió Makino mientras comenzaba a limpiar. Yuki miró de reojo como Ace y Sabo simplemente devoraban su comida, mientras que ella se preocupaba de limpiarse la boca antes y después de beber agua, de utilizar correctamente los servicios, de no mancharse...

Talvez Makino tenia razón, talvez no eran iguales, pero ella no los cambiaria por nada. Ellos eran su familia, ellos nunca la dejarían sola, ni la abandonarían, siempre estarían ahí para ella. Hasta el final.

Cuando terminaron de comer, los tres jóvenes se despidieron de Makino y salieron del bar. Yuki ya estaba bien y sonreía como siempre lo hacia, de seguro aquel hombre no la había reconocido, y todo había sido una exageración de ella.

Estaban a punto de cruzar la calle cuando un auto grande y negro pasó, Sabo alcanzó a sujetar a Yuki antes de que este la arrollara.

- ¡Idiota!- gritó Ace, el auto paró en seco.

- Creo que la cagaste- susurró Sabo al oído de Ace.

Yuki estaba completamente ajena a su conversación, miraba aquel auto como hipnotizada. De repente se fijó que en la parte delantera tenia una figura, era una cara sonriente tachada, parecía hecha de oro.

La pelicastaña comenzó a tiritar levemente, llevó su mano detrás de su oreja, y pasó suavemente el dedo por una marca que ahí había "¡ahhh!" el grito de una niña volvió a resonar en su cabeza. Un escalofrío la recorrió y sintió una fuerte punzada en la espalda...miedo.

- Sabo-nii, Ace-nii...-llamó la chica con voz temblorosa, los dos chicos dejaron de hablar y vieron el estado de la pequeña, se acercaron rápidamente a ella.

- ¿¡Qué sucede Yuki!? - preguntó alarmado el rubio.

- Vámonos...-susurró la joven- Rápido...

Antes de que alguno de los dos chicos pudiera volver a hablar, la puerta trasera del auto se abrió, dejando ver al mismo hombre pelinegro de hace un rato. Este tenía una sonrisa divertida en su rostro, del auto también se bajó un hombre vestido de bebe y una mujer anciana.

- No... -dijo Yuki aterrorizada, su cuerpo se volvió a congelar, las piernas le fallaron y cayó de rodillas. Su cuerpo temblaba, y lo único que llegaba a sus oídos era el grito desgarrador de una pequeña niña.

- ¡Yuki! ¡Yuki!- sus hermanos empezaron a gritarle para que reaccionara, pero era imposible, ella no lograba volver en si, ni siquiera tenia la capacidad para llorar. El hombre pelinegro reia mientras caminaba hacia ellos, Yuki simplemente tenía la mirada fija en el suelo y estaba temblando.

- ¿¡Qué quieren!? - preguntó Ace furioso.

- Solo queremos a la pequeña - habló nuevamente el hombre.

- ¡Ni de broma! - dijeron los dos menores mientras se ponían frente a la chica.

- Pues, habrá que cumplir las ordenes del joven amo - el que estaba vestido de bebe se puso frente a los niños- Mátenlos.

Yuki al escuchar esa palabra pudo reaccionar, sus piernas volvieron a tener fuerzas y de alguna forma se había puesto frente a sus hermanos. Recibió un puñetazo que la hizo salir volando hacia el lado, rodó varios metros en el suelo, quedando justo en mitad de la calle.

- ¡Yuki! - los dos chicos corrieron hacia ella.

- Hay que huir... -susurro Yuki sin dejar de temblar.

Sabo miró a Ace y este asintió, ambos ayudaron a Yuki a ponerse de pie, le dieron la espalda dejándola detrás de ellos. La pelicastaña no podía dejar de temblar, vio por un lado como aquel hombre vestido de bebe se volvió a cercar a ellos.

Ella intentó volver a ponerse frente a sus hermanos, pero el rubio la tenia sujeta por la mano, impidiendo que se moviera de su lugar. Yuki empezó a forzajear para intentar soltarse, pero era inútil.

Un fuerte ruido se escucho, Yuki miró hacia la izquierda, por donde había salido el ruido, y vio como la mujer anciana tenia una pistola entre sus manos. Del cañón de esta salía humo, había sido disparada. La pelicastaña miró hacia el frente y vio como Ace se tocaba la mejilla, justo por donde salía un hilo de sangre.

El cuerpo de Yuki comenzó a temblar, sintió como la empujaban y caía al suelo. Levantó la vista justo en el momento que el rubio salía volando por culpa de un golpe en el estomago.

- ¡Sabo-nii! - chilló cuando lo vio caer al suelo, Sabo se giró a ver a Yuki, quien temblaba con las lagrimas amenazando salir por sus ojos.

- ¡Vete! - le gritó, todo iba en cámara lenta para la chica- ¡Yuki, vete!- escucho como le decía Ace.

- ¡No me iré sin ustedes! - gritó mientras se ponía de pie con las lagrimas cayendo por sus ojos- ¡Íbamos a estar juntos hasta el final! ¿¡Lo recuerdan!?

- Tranquila Angelito-chan - escuchó la voz de Sabo y se giró rápidamente- Todo va a estar bien, ve por Luffy, ahí estarás segura.

- Nosotros te encontraremos ahí Diablilla-chan- anunció Ace, los dos jóvenes le sonrieron a la chica.

- No... No me iré sin ustedes- dijo Yuki entre sollozos.

- No es momento de ser valiente Diablilla-chan- dijo Ace mientras la miraba serio.

- Por favor, solo ve - habló Sabo.

- Pero... - Yuki intentó negarse.

- Tranquila, todo estará bien - dijeron los dos chicos con una sonrisa, Yuki empezó a retroceder sin dejar de verlos. El hombre pelinegro con gafas de sol se empezó a acercar a ella, los dos chicos se dieron cuenta de esto- ¡Corre!

Con esa simple palabra Yuki se dio vuelta y comenzó a huir, las lágrimas no dejaban de aflorar por sus ojos. De repente se escucharon dos ruidos fuertes, Yuki paro en seco y se dio vuelta, justo cuando las dos figuras de sus hermanos caían al suelo de espaldas.

- ¡No! - un grito desgarrador salió de su garganta, vio como los tres sujetos sonreían. Las piernas de Yuki se mandaron solas y comenzaron a correr en la dirección contraria, alejándose cada vez más de ese lugar...

- ¡Yuki! - una persona gritando su nombre la hizo volver a la realidad- Yuki ¿Estas bien? Estas muy pálida.

Levantó la vista y vio a Sabo arrodillado frente a ella, Ace estaba aún en el sillón y ella entre las piernas de Luffy. Tragó saliva pesadamente, estaba tiritando, asintió con lentitud y llevó su mano hacia el collar

- ¿Qué decías? - precinto con voz temblorosa.

- Te pedíamos que nos dijeras las verdad- habló mientras volvía al sillón y recuperaba su asiento junto a Ace.

Yuki se sentía todavía entre las nubes, había veces que recordaba aquel momento, pero jamás tan vivido
Se puso de pie con lentitud y algo de problemas, pues su piernas le temblaban. Tenia una punzada en la espalda, era miedo.

En cuanto estuvo de pie miró a sus tres hermanos, no soltaba el collar, el aire se le hacia pesado y le costaba tragar saliva. Un sudor frío le recorría la espalda.

- ¿La verdad? - preguntó Yuki, pero fue algo más para ella, como para estar segura que era eso lo que le pedían. Los tres jóvenes asintieron- La verdad... -repitió mientras caminaba con lentitud y cuidado.

Yuki se detuvo frente a una foto que había en la pared del living. Eran ellos tres, eran muy pequeños en esa foto, Yuki no tenia más de 4 años. En esa época ella solo utilizaba manga larga para poder esconder varias marcas, que el día de hoy, ya no eran más que una pesadilla del pasado.

- La verdad... -dijo mientras tocaba con cuidado la foto, como si esta se fuera a romper en mil pedazos con el solo tacto de su dedo- La verdad es que... - se giró y miró a los tres chicos, Yuki pasó la mano por debajo de su cabello y lo alzó - "Joker" es mi padre... - dejó a la vista una marca tras su oreja, una cara sonriente tachada. Una lagrima resbaló por su mejilla.

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