capitulo 11
Después de que Yuki le dijera a Luffy que se iria a la casa de Zoro, ambos salieron de la escuela en silencio, no era incomodo ni tenso...talvez algo misterioso, pero nada más allá de eso.
La chica iba muy inmersa en su mundo, sentia que todo acabaria en esa tarde, o talvez todo empezaría de nuevo. Inconcientemente comenzó a jugar con el collar, Zoro la miraba de reojo, y sabía que si estaba jugando con el colgante algo le debía estar preocupando profundamente.
Antes de que ambos se dieran cuenta ya habían llegado a la casa del chico. Yuki agradeció el hecho de que este viviera solo, pues sus padres siempre viajaban y rara vez estaban, y su hermana mayor estudiaba en la universidad de otra ciudad.
Zoro abrió la puerta y la dejó pasar, teniendo siempre a la vista el acto nervioso que hacia la joven con el collar ¿Qué cosa podía tenerla tan asustada? Desde que salían juntos nunca habían tenido secretos...¿No?
-¿Quiéres algo de tomar?- la joven se había quedado parada en medio de la sala, mirandola como si nunca antes hubiera estado ahí- Yuki - volvió a llamarla, la chica lo miró despacio.
-¿Si?- preguntó sin dejar de jugar con el collar ni sacarse la mochila del hombro.
-¿Quiéres algo de beber?- Yuki se fijó que Zoro ya no llevaba la mochila puesta, se preguntó que en qué momento se la había sacado. Asintió levemente y cambió su mirada de la mochila a los ojos de su novio- ¿Por qué no esperas en mi cuarto? Subo de inmediato.
Yuki lo miró por unos segundos más antes de subir las escaleras, las cuales eran más anchas que las de su casa, el segundo piso también era diferente.
Cuando uno llegaba hasta el final, no veía un pasillo como en su casa, si no una pared. A la derecha había un pasillo con dos puertas, y a la izquierda había otro con una sola, suspiró intentando liberar la tensión y se dirigió a la última puerta del lado derecho.
Entró a un cuarto con suelo alfombrado, la cama estaba al lado izquierdo de la puerta de entrada pegada a la pared y al lado una pequeña mesita de noche, con nada más que una lampara y un libro, había una estanteria a los pies de la cama pegada a la pared, en el estaban distribuidos algunos libros, cuadernos y marcos con fotos. El ropero estaba al lado derecho de la chica también pegado a la pared, junto a otra puerta que daba al baño, junto a la estanteria había una ventana, la cual daba a la calle.
Yuki se acercó a la ventana y dejó su mochila en la esquina de la habitación, al lado de tres katanas de madera con las cuales Zoro practicaba kempo. Miró un poco por la ventana, contemplando solo a algunos estudiantes de la academia que volvían a sus casas.
Caminó hacia la estanteria y se fijó en las distintas fotos que ahí habían, Zoro no tenia fotos de todos sus amigos como ella. Tenia fotos de él y su famia, y de ellos dos juntos, las mismas que ella tenia.
Se preguntó si después de lo que le diria esas fotos seguirían ahí, el miedo la llenaba por dentro, dicen que después de una catastrofe siempre viene un nuevo comienzo...pero ella no estaba segura de querer volver a empezar.
- Yuki - la chica dio un pequeño brinco por el susto, no se había percatado de cuando Zoro había ingresado al cuarto, llevaba en sus manos dos vasos con jugo, los dejó en la mesa de noche y se acercó a Yuki- ¿De qué querias hablarme?
El tono de voz del peliverde era ansioso y preocupado, tenia todos sus musculos tensados y sentia que el corazón se le saldria en cualquier momento.
-Zoro...- la chica lo tomó de la mano y lo sentó en la cama, poniendose ella a su lado- Yo...yo.
La joven no sabia como empezar, ¿Desde sus hermanos? ¿O talvez desde su padre? Ahora que se daba cuenta...su vida era como un nudo, un nudo al cual no le lograba encontrar la punta para empezar a desenredarlo.
- Tranquila, todo va a estar bien- eso era exactamente lo que le preocupaba, Zoro le tomó la mano con más fuerza y le sonrió.
Ella bajó la vista y observó sus manos entrelasadas, ese calor que salia de las de él a pesar del frio, esa seguridad que le transmitía. Quiso guardar ese contacto en su memoria, para que cuando hubieran pasado muchos años, y ella se encontrara en las puertas de la muerte, recordara ese calor, y no sintiera tanto miedo de lo que fuera que le esperaba.
- Yo...yo...-su voz se quebró y las lagrimas empezaron a aflorar de sus ojos, pero no lo miraba a él, seguia mirando sus manos.
-¡Yuki!- Zoro se alarmó mucho al verla llorar, nunca había soportado verla llorar, quizás ese era su único punto debil. Instintivamente la abrazó, pero la chica no le regresó el abrazo, sólo se dejo rodear por él, apoyando su cabeza en el pecho del peliverde.
-Zoro...lo siento...-murmuró sin despegarse del chico, este no entendia de que hablaba, pero no alcanzó a preguntar, pues la voz de la chica se volvió a hacer presente- Yo no soy quien crees...
-¿De...De que hablas?- todo esto estaba sobrepasando al pobre chico, la actitud de Yuki, su desconfianza en él... Todo.
- Veras, ma verdad es que...-la voz de la joven se rompía con cada palabra, tomó mucho aire e intentó dejarse llevar por el calor que emitía el cuerpo de Zoro. Se preguntó el por qué siempre estaba tibio, aunque afuera estuviera nevando, el siempre emitía ese calor- Yo no soy quien te he dicho...
- Pero que dices...- Zoro hizo el ademán de separarse de ella para poder mirarla a los ojos, pero la chica solo se aferró a la camisa de él y le impidió separarse, aunque no sabía muy bien el por qué, talvez no quería mirarlo al rostro, quizás no quería ver como cambiaba la forma en que la miraba. O simplemente no quería dejar de sentir ese calor...
- Tu...¿Has visto las noticias últimamente?- preguntó la joven sin moverse de su posición.
-¿Las noticias?- Zoro no sabia de que hablaba, hace un segundo le decía que ella no era quien el creia, y ahora le hablaba de las noticias.
- Si, han estado hablando de una mafia...¿Sabes de cual?- la voz de Yuki ya estaba algo más normal, pero su cuerpo temblaba levemente, algo que que Zoro ya había notado.
- Si, la familia Don...Don algo- respondió mientras intentaba ver a la cara a Yuki, pero sus intentos eran en vano.
- La familia Donquixote- habló Yuki, su voz sonoba distante y fria- Dirigida por Donquixote Doflamingo o si prefieres...por mi padre...
- Pero tu apellido es Monkey- habló Zoro, convencido de que todo era una broma.
- Te lo acabo de decir...no soy quien he dicho que soy - poco a poco fue soltando la camisa de Zoro- Luffy no es mi hermano de sangre, Garp-san no es mi abuelo...- Yuki hablaba de manera monotona, como si fuera una simple grabacion, y Zoro no lograba procesar todo esto por completo- La sangre de un hombre despiadado corre por mis venas- Yuki se soltó por completo de Zoro, los brazos de esta tampoco la estaban rodeando, no había ni un solo contacto entre ellos en ese momento.
- Y...Yo...- el peliverde no sabia que decir o como actuar, se sentia perdido, y como nunca antes lo había estado.
- Yo...Quiero contarte una historia- Yuki se alejó un poco, pero sin pararse ni observarlo- Cuando termine Aceptare cualquier cosa que quieras decirme - hizo una pausa antes de continuar- O hacer...
- Claro - el chico intentó volver a tomar la mano de Yuki, pero esta vez ella la retiró.
- No...No me toques, por favor - pidió sin dejar de mirar el suelo- No hasta que termine... - Zoro tragó saliva de forma pesada y asintió, a pesar de que ella no lo podía ver.
Yo naci en una familia poderosa...y peligrosa, mi padre y mi madre deseaban una niña, pues en el mundo de la mafia esta la ley de que, cuando se lleven a cabo alianzas a traves del matrimonio, será la familia de la novia quien gobernara la alianza, ya que es la mujer quien puede dar a luz, por ende, es la mujer quien puede continuar con la desendencia.
Durante el embarazo mi madre solo comia lo mejor, pero también tomaba medicamentos especiales. Ellos querían una hija prodigio, alguien a quien todas las otras familias quisieran como una futura esposa.
Después de nueve meses naci, pero mi madre falleció. No vamos a decir que a mi padre eso le interesó mucho, él ya tenia lo que necesitaba, una hija que lo ayudaria a formar la mejor familia de mafiosos, y podría terminar con el gobierno.
A pesar de que tenia solo unos días de nacida, mi padre contrato a un cientifico, el caul creo distintos sueros, los cuales me inyectaba en los brazos. Eran para hacerme mejor en todos los aspectos, cuando pregunté el porqué me inyectaban tanto, mi padre me dijo que era porque yo tenia una enfermedad y que eso me ayudaria a curarme.
Yo, ingenua y aún inexperta en el mundo, le creí. Aprendi a leer al año, y a hablar al nivel de un adulto a los meses, mi estado fisico era envidiable. Era perfecta. Obediente e inteligente, todo lo que mi padre deseaba, pero yo ya no sabia lo que en realidad era.
Mi tío era mudo ante mi padre, pero hablaba conmigo cuando no había nadie presente, él me daba verdaderas respuestas, me explicaba, pero jamás le creí. No sé muy bien el porqué, quizás era culpa de los sueros. Él me prestaba libros que mi padre jamás me hubiera permitido leer, y me enseñaba cosas del mundo exterior.
Crecí encerrada en esa gran mansion, el patio era enorme, al igual que mi cuarto, había sirvientas que me vestian, y, a pesar que mis brazos siempre estaban marcados por las agujas de las inyecciones, siempre iba con un vestido de tirantes.
Un día llegó un niño, me dijeron que era el nuevo aprendiz del cientifico, la verdad, no recuerdo bien como era fisicamente. No sé si es culpa también de los sueros, o si es porque yo solo tenia 2 años.
Descubrí que él también hablaba con mi tío, quise hacerme su amiga, pero el era bastante esquivo. Poco a poco se fue abriendo a mi, lo único que recuerdo de su nombre era que llevaba una "D".
Con el tiempo él tambien empezó a ponerme inyecciones, yo sabia que no estaba enferma, pero ya estaba demasiado acostumbrada a esa vida ¿Qué más podía hacer? Enfrentarme a mi padre me aterraba, y escapar era una idea tonta ¿Qué haria en la calle? De seguro moriria a las pocas horas.
Un día, cuando me dejaron sola con el niño para que me inyectara, él me dijo que mi tio y el planeaban escapar. Por primera vez en mi vida sentí algo en mi, era una pequeña luz de esperanza, me dijo que escapara con ellos, pero para poder hacer eso debía dejar por lo menos una semana de inyectarme los sueros, ya que había unos que bloqueaban mis sentidos y me impedían pensar con claridad.
El chico me dejó de inyectar, obviamente mis marcas en los brazos ya llevaban mucho tiempo, y tardarian mucho más en dejar de ser visibles. Aun así, estuve una semana sin sueros, y por primera vez empecé a darme cuenta de todo lo que sucedía a mi alrededor.
Reemplace el temor a mi padre por odio, comencé a razonar sobre todas las cosas que me había contado mi tio, y me di cuenta de lo que en realidad sucedía con mi vida. Ahora sólo quería huir, encontrar un nuevo comienzo junto a aquel chico y mi tio.
Pero mi padre se enteró de lo que ocurria, nos mandó a llamar a los tres. Era una habitacion gris, en la cual solo había una mesa, y sobre ella dos cosas, yo era muy baja y no las alcanzaba a ver.
Además de nosotros, había otras dos personas: mi padre, y un hombre alto de cabello negro, lo llamaban trébol. Habían dos puertas, una era por la que habiamos entrado, la otra...bueno, ya lo iba a saber.
Trébol abrió la puerta hasta entonces desconocida y me hizo entrar ahí, yo grité diciendo que me quería quedar al lado de mi tio, pero solo recibí una bofetada por parte de mi padre.
Él tomó una de las cosas que había en la mesa, después me jaló del cabello al interior del otro cuarto y cerró la puerta tras él. En el centro había una especie de fogata, y al lado de esta una silla, en el suelo había una navaja.
Cuando la ví, debo admitir que un miedo me inundo, no quería morir, lo admito, yo solo quería vivir. Comence a patalear y tirar puñetazos inútiles a mi padre, en un estupido intento de aferrarme a mi triste vida.
Mi padre me sentó de un empujon en la silla, colocó uno de los extremos del fierro que habia tomado de la mesa al fuego y con toda calma recogió la navaja. Empecé a escuchar un sumbido ¿En serio me iba a matar? Volvió a tomar mi cabello y lo cortó a melana, un alivio inigualable me invadio, pero no duro mucho.
-¡AAAAHHHH!- un grito desgarrador salió de mi garganta al sentir algo quemandome tras la oreja, era una sensación horrible y desgarradora, las lagrimas no tardaron en asomarse, escuché el ruido del fierro caer al suelo, pero el dolor no disminuia.
-¡Tú eres de mi propiedad! No lo olvides nunca- mi padre se fue por la puerta, me dejó sola en ese lugar...
Llevé mi mano de forma temblorosa hacia detrás de mi oreja, en cuanto toqué el lugar otro grito desgarrador salio de mi garganta. Caí al suelo muerta de dolor, miré mi mano y tenía un liquido rojo. No lograba entender qué me había hecho mi padre.
En ese momento escuche un fuerte ruido, ya lo había oido otras veces y sabia lo que era. En ese momento comprendi que era el otro objeto sobre la mesa.
Una pistola
No logré ponerme de pie para ir a ver... Solo me quedé ahí tirada, llorando de dolor y rabia. No sé cuanto estuve ahí, pero si sé que no fue suficiente para calmar el dolor, poco a poco me deje llevar por la oscuridad.
Cuando desperté estaba en mi cuarto, moví mi brazo y sentí la tipica aguja conectada al suero. Toqué levemente detrás de mi oreja con la mano, había una venda, aún así, el tacto me quemó, me quemó tan fuerte que solté un grito.
Antes de que terminara de gritar ya estaba una de las sirvientas a mi lado, me explicó que llevaba dos dias inconciente, y que mi tio había muerto. El funeral ya había pasado, y no se me permitió ir a la tumba.
Pasaron semanas antes de que me pudieran sacar la venda de detrás de la oreja, y cuando lo hicieron me miré en el espejo. Recien entonces me di cuenta de lo que había pasado aquel día.
Marcado en mi piel estaba el logo de mi padre: una cara sonriente tachada. Era horrible.
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Holi ¿Me extrañaron? Yo sé que no porque nadie lee esta historia :(
Buenooo. Si aún hay alguien ahí le pido disculpas por desaparecer asi de la nada. Pasaron muchas cosas en la universidad y mi vida personal, pero... ¡He aqui una parte del triste pasado de nuestra prota!
¿comentarios? ¿sugerencia? ¿preguntas?
Besos!
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