58
- Lo intenté a través de los ojos de Orión... Pero... Fue muy extraño. Tenía curiosidad, me metí en él para verte pero... No vi, es decir. Te vi, pero eras como... Como una sombra fluctuante y cambiante. Aún así, en ningún instante me diste miedo, era casi... Apaciguador....
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Aquello me pareció muy extraño, nunca había escuchado algo así. Aunque yo sea una sombra, tenía cuerpo y color, no era solo oscuridad y ya.
-Eso... es muy raro... significa entonces... que nunca me has podido ver... ¿es así?- pregunté, volviendo a mirarlo con dolor.- Oh, Dudú...
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- Lo siento... Es que, fue extraño, nunca había visto algo así.- dije apenado de no poder decirle nada más.- Solo te he podido percibir así, y como normalmente percibo el mundo, de hecho, puedo enseñarte cómo percibo mi mundo, si quieres...
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-Me encantaría.- dije con emoción.- Siempre me he imaginado cómo es el mundo para ti, pero creo que no se compararía a la experiencia de verlo por mí misma.
Realmente quería saber, sería una forma más de comprender a Duncan, y, sobre todo, de saber qué faltaba en su mundo y qué podría darle yo para compensarlo.
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- Entonces...- salí de su cuerpo volviendo al mío, a mi consciencia normal.- Te lo enseñaré.
Me incorporé con cuidado, sentándome y acercándola un poco más a mí. Llevé mis manos a las de ella con cuidado.
Cuando la noté preparada, usé mis poderes en sentido contrario, es decir, dejando que ella entrara en mi cabeza y accediera, por ejemplo, a uno de mis recuerdos... Más concretamente uno en casa de Orión.
Allí estábamos con 13 y 14 años respectivamente, sentados en el enorme salón, hablando de cosas sin importancia, deberes de la escuela y demás.
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-¿Qué es esto?- dije un poco asustada y aferrándome a su mano, nunca en la vida había visto tanta oscuridad.- ¡Dudú! ¡Dudú!
No podía ver nada y aún así, era como si todo lo que hubiera alrededor fuera de alguna forma ubicado en el espacio por mí. Y, esa silueta... ¿Orión? Dios, qué difícil me era entender ese mundo tan oscuro y extraño para mí.
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- Tranquila... Estoy aquí contigo.- dije con calma, para que supiera que todo estaba bien, que yo la acompañaba.- Zé que no es lo que esperabas, pero... Así veo yo, este es mi mundo... Para mí, esa silueta es Orión, eso de allí son los libros. Aquello del fondo son los muebles del salón.
Estaba muy calmado, no quería preocuparla, con una voz tranquilizadora. Trataba que no se pusiera nerviosa, solo trataba que entendiera cómo veía yo las cosas.
- Oh, ahí llega la madre de Orión, su voz era muy apacible, jamás gritaba. Nunca fue mala conmigo, aunque claro, nunca supo de dónde había salido yo.
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-Dudú... ¿esto no te da miedo...?- me trataba de aferrar a su voz y a sus manos para no sentirme tan ida de la realidad.- Estoy... aterrada...
Me mantenía calmada su voz y su tono, pero esa experiencia no estaba siendo para nada agradable para mí. Aunque fuera un recuerdo en el que Duncan se sintiera cómodo y tranquilo, eso era lo menos que yo sentía.
-¿Qué... qué hacían...? Me siento muy rara... con tantos sonidos para identificar... No entiendo las voces...
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- Solo tienes que concentrarte un poco, sé que es muy desconcertante, así que poco a poco.- dije tranquilo.- Dn este momento, era la hora de irnos a bañar, a Orión le encanta el agua desde siempre... Pero digamos que yo en este entonces era más como un gato, cuanta menos agua... Mejor.
Le comencé a explicar un poco, despacio y detallándole todo lo que era mi mundo.
- Los pasos y cacharros que escuchas de fondo vienen de la cocina, solo descártalos, no son importantes. El sonido de los tacones viene de la madre de Orión, siempre bien vestida. El leve sollozo que apenas escuchas son las emociones de la madre de él, y el grito que estas a punto de escuchar... Es mío.
Tuve la rapidez necesaria para menguar el sentido del oído, si no Belly habría sufrido bastante, por así decirlo... Bajé un poco el volumen.
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Me costó un poco adaptarme a definir los sonidos y de dónde provenían. Al pasar unos segundos, logré concentrarme en hacer lo que me decía y pude reconocerlo todo con un poco más de facilidad.
-¿Uhm...? ¿Por qué gritabas...? ¿Y esos sollozos...? ¿Qué estaba pasando...?- era muy difícil para mí interpretar el ambiente cuando los sonidos fluctuaban de esa manera y que no podía ver las expresiones de las siluetas que veía.
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- La madre de Orión se acababa de enterar de mis habilidades y de que... Ya a los 10... había pasado mi límite.- dije algo triste.- Me metí en su mente en ese momento sin que nadie lo supiera. El grito, por otra parte... Fue por los efectos de pasar mi límite.
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-Dudú...- sentí en mi pecho como si algo pesara, me oprimía el corazón saber todo eso.- ¿Qué te pasaba... por pasar tu límite...?
No quería saber la respuesta a esa pregunta, pero sabía que lo necesitaría si algún día eso era algo importante a tener en cuenta. ¿Sería que él pudiera terminar como uno de los alumnos del ala C? Ya bastante con qué fuera ciego para que sus habilidades le dieran alguna otra cosa que sufrir. Aún así, yo debía saberlo.
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- Migraña y ataques de ira.- dije suspirando.- En principio no parece mucho pero, migraña en alguien con poderes mentales... Ira cuando puedo matar a alguien o hacer que se mate a sí mismo. No quieres ni imaginarlo... Créeme...
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-Oh, Dios...- apreté mis manos, ni siquiera sabía si lo estaba apretando a él, así de sumergida me sentía en ese recuerdo.- Dudú... quiero salir de aquí... por favor... ya no más...- traté de que mi voz no sonara tan suplicante como lo estaba mi corazón, estaba pasándolo fatal entre tantos sentimientos que habían mezclados, los de él y los míos.
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Nos saqué a ambos de mis recuerdos y mente, no quería que se sintiera afectada por mis sentimientos de ese entonces y tampoco por los que tengo ahora.
- Tranquila, Belly, mírame... No pasa nada, todo aquello pasó. No es nada de lo que tengas que preocuparte.- dije sonriendo suavemente para calmarla.- Ahora estoy bien, estoy contigo, aunque por unos segundos vas a estar un poco desorientada...
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