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- Mmm... Está bastante bueno.- dije apenas arrastrando un poco las palabras.- Aunque es raro... Nunca lo había probado.
Orión se acercó, ya que tenía al fin un momento libre y tomó una copa azul. Al ver a Duncan alzó una ceja.
- Bell... ¿De qué copa bebió Duncan? ¿Azul o roja? - eso era lo único que necesitaba saber.
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Al ver que Orión me preguntaba algo así, ya estaba segura de que había hecho algo mal. En resumen, que había metido la pata con algo. Ni siquiera le respondí, alcé mi copa aún llena para que supiera el color del cual había bebido Duncan. Sin embargo, mi expresión de miedo y nerviosismo estaba más que explícita. Casi que estaba temblando.
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Orión solo sonrió muy levemente y me tomo del brazo haciendo lo mismo con Bell. Nos llevaba a saber Dios qué sitio, pero en cuánto sentí el aire fresco, supe que estábamos en la enorme azotea de la mansión.
- Bell, la copa roja es una bebida alcohólica. ¿Sabes lo que es?- preguntó Orión sonriendo y señalándome mientras simplemente me quedé inmóvil y sentado con la espalda en un muro.
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-¿Alcohólica? Eso es lo que se usa para las heridas. Para desinfectarlas... ¿Hacen bebidas con eso?- dije completamente confundida ante lo que ocurría, pero cada vez sentía más miedo.- No me digas que... ¡Oh! ¡¿Acaso envenené a Dudú?!
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- No... No le envenenaste... Solo lo embriagaste.- dijo Orión riéndose con mucha más fuerza.- Bell, el alcohol puro se usa en heridas, pero al cierto porcentaje, el alcohol sacado de las frutas o por destilación se usa para beber... Es extremadamente popular en los adultos. Duncan no lo soporta en absoluto.
- Estoy bien, solo necesitaba un poco de aire, maldito idiota estúpido y estirado.- le dije a Orión, todo lo que pensaba salió sin que fuera capaz de detenerlo.
Orión, lejos de enfadarse conmigo, solo echó a reír más fuerte.
- Y... Eso es lo que pasa cuando embriagas a Duncan... Se vuelve lo más sincero que te puedas echar a la cara.
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-¿Qué? ¿Le di un suero de la verdad...?- dije algo risueña, no me esperaba que Duncan dijera tantos insultos en una sola oración.- Está bien, Orión, yo cuidaré de Dudú hasta que se le pase...
Al menos quedarme un rato fuera de ese salón, al aire libre y sin tanta gente extraña, solo con Duncan, no sonaba nada mal la idea.
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- No es necesariamente un suero de la verdad... Pero digamos que en Duncan funciona como uno.- dijo riéndose con ganas.- Cuídalo bien, cuando se le pase un poco, vuelvan adentro, intentaré distraer a los invitados todo lo que pueda... Ah, y Bell, posiblemente intente quitarse la chaqueta... Cogerá frío si lo hace, así que no le dejes.
Orión volvió dentro arreglando de nuevo su chaqueta y abrochando el primer botón de la misma.
- Aaaaah... Hace calor.- dije con pesadez justo haciendo lo que mi amigo acababa de decir... Quitarme la chaqueta.
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-Dudú, Orión dijo que no te la puedes quitar. Y tiene razón, hace fresco.- dije tratando de que se la pusiera nuevamente.- Si lo acabas de escuchar decir eso, ¿por qué lo haces?
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- Porque tengo calor.- dije hinchando las mejillas, no podía ser más patético e infantil en ese momento.- Hace mucho caloooor.
Moví mi pierna para poder hacerla perder un poco el equilibrio y así poder quitarme la prenda por completo.
- Aaaaaah... Que bien se siente...
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Suspiré, si así lo quería, al menos por unos pocos minutos lo dejaría así.
-Está bien, Dudú... solo un ratito.- me senté a su lado y miré las estrellas.- Oye, Dudú... ¿también has deseado ver las estrellas alguna vez?
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- No... Pero si he querido verte a ti... No como una silueta, sino de verdad.- dije sin más, pues no podía detener las palabras que salían de mi boca.- Aunque la idea de ver las estrellas contigo no suena mal... Ojalá pudiera...
Y en realidad podíamos... No era tan descabellado. Puedo poseerla y tener sus ojos por un momento mientras ella también ve con sus propios ojos... Pero en ese momento simplemente no se me ocurrió.
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-Sería bello si pudieras verlo por ti mismo... te mostraría todas las cosas que he visto en ellas. Flores, animalitos, de todo...
Estuve unos segundos en silencio entre mirando el cielo, también miraba de vez en cuando a la puerta del salón.
-Dudú, ¿de qué van tus pedidos y misiones?- pregunté, pensando en las cosas que me había dicho Travis tiempo atrás.
También pensaba en algo, Alice y Orión tenían poderes físicos con los que podían dar mucha ayuda. Pero Duncan tenía poderes mentales, y que podía controlar a las personas. ¿Qué tipo de trabajo haría entonces él para complacer a los militares que estaban celebrándolo tanto?
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- Depende del retrasado que me contrate. Algunos me llaman para interrogar, otros para hacer de espía moderno. Por otra parte también para simular accidentes o suicidios en el campo enemigo... Los últimos los suelo rechazar.- dije de nuevo sin poder parar a tiempo mis palabras.- Ya no estoy como para matar a nadie, dejé eso hace tiempo.
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Me estremecí por completo. Duncan... estaba aceptando calmadamente que había matado. Como si nada, como si las vidas fueran basura. ¿Acaso así pensaba? Su forma de decir aquello me hizo dudar de que hubiera sido sincero conmigo en algún momento con respecto a lo que hacía.
-Dime la verdad, Dudú...- dije con un tono seco.- ¿Cuántas cosas de tu vida has intentado ocultarme...?
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Giré mi cabeza hasta estar totalmente de frente, casi como si la mirara a los ojos. El frío estaba menguando los efectos del alcohol.
- Todas aquellas que me dan miedo, todas por las que podrías rechazarme. No soy amable. No soy bueno y mucho menos un caballero... Soy... Soy un soldado.
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Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo. Esta vez hablaba totalmente en serio. Toda esa amabilidad y forma de ser tan sonriente... era mentira todo.
Me puse de pie con un leve temblor en mis hombros por lo contraída que estaba. Tenía ganas de desaparecer de allí, de solo ir a los brazos de Travis a buscar consuelo. Pero, había hecho una promesa, y no podía dejar a Duncan allí, solo y a su suerte.
-¿Cuándo me lo ibas a decir...? ¿O al menos lo ibas a hacer? ¿O me ibas a seguir mintiendo hasta sabrá Dios cuándo?
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