24

Como Alice dormía, fui directo a donde me había llevado Orión el día anterior para prepararle el desayuno a Travis. Me sentía de un humor increíble.

Fui al ala C, pasando frente a todas las demás celdas, hasta que llegué a la de él. Esta vez la abrí sin problemas y entré con alegría.

-Buenos días, Travis.- su rostro estaba iluminado y el que tuviera la diadema en sus manos me daba la pista de por que.- Es hermosa esa diadema. ¿Era de tu hermana?- dije sentándome frente a él y con una sonrisa.

.......

- Sí... Era de mi hermana pequeña, la última vez que estuve con ella acababa de cumplir 7 años, iba a empezar el curso.- dijo acariciando la diadema muy suavemente, tanto, que no parecía que ese chico tuviera súper fuerza.- Fue el último día que la vi... O que vi cualquier otra cosa.

Dejó la diadema a un lado con extremo cuidado, como si fuera la joya más valiosa del universo.

- ¿Qué haces aquí tan temprano? Es día de tormenta... Normalmente es de esos días que no quieres salir de la cama.

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-Tengo que traerte el desayuno.- dije y acto seguido, como el día anterior, salió de mis sombras la comida en los tappers.- Y no sé tú, los días así me fascinan. Aunque es cierto lo que dices, casi no hay nadie por los pasillos.

Comencé a darle la comida, aunque casi no lo necesitaba, ya que llegué a un punto en el que solo le di los tappers en las manos y él comió con gusto.

-Travis... tienes un poder de olfato bastante bueno, pero, me es obvio saber que antes veías... ¿cómo perdiste la vista...?- pregunté mientras lo veía comer y acomodaba de paso sus rosas, cambiándoles el agua.

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- Exposición prolongada a la luz durante demasiado tiempo... O algo así... En fin, una bomba explotó y mis ojos se hicieron inservibles de un minuto a otro.- dijo Travis como si nada mientras comía.- Estaba yo con mi hermanita en la calle y acabábamos de sacarnos una foto.

De repente el rubio dejó de comer y su semblante se hizo algo más serio, casi melancólico.

- Lo único que quedó de Elena fue su diadema y un colgante, aparte de la foto que nos acabábamos de hacer.- dijo con la mirada perdida.- El colgante siempre lo llevo puesto, la diadema y la foto siempre solía dejarlas en el cajón. Elena era mi enana, mi hermanita... Era la única que me entendía, era capaz de crear pequeñas chispitas en ese entonces.

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-Ouh.... vaya... lo siento mucho, Travis...- bajé la mirada con dolor, lo menos que quería era recordarle algo que le hiciera sentir mal.- Ella... era muy hermosa....

Recordé la foto cuando la tuve en mis manos. Realmente se veían felices juntos. Envidiable para muchos, pero no comprendía por qué esa felicidad fue destruida en solo un momento. Y esta vez, sí temía preguntar.

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- Lo era... Siempre corriendo alegremente, huyendo de todo, pero a la vez animándome. Cuando tenía un problema, siempre venía conmigo, era una niña muy buena.- dijo encogiendose un poco.- Me recuerdas un poco a ella, solo que con más edad.

Acabó riéndose por lo absurdo de sus propios pensamientos, pero bueno, era la realidad.

- Ella debería haber salido viva de todo aquello... Nunca entendí porqué ella y no yo.

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-Eso no está en manos de nadie responderlo, Travis... Nunca he tenido un hermano, pero creo que tú fuiste uno muy bueno. La sonrisa de Elena en esa foto es deslumbrante y feliz. Estoy segura de que es por ti.

No tenía forma de consolarlo, pero debía reconocer que era una foto muy bella aquella. Travis no parecía la persona que yo conocía, pero me daba esperanzas de que podía en algún momento hacer que volviera a ser esa persona de la foto.

-¿Qué tal si piensas en ser mejor para hacerla feliz a ella? Estoy segura que, esté donde esté, se sentirá orgullosa de ti.... y yo también...

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- Elena era la única familia que me quedaba.- dijo Travis echando la cabeza hacia atrás dándose un buen golpe con la pared del fondo de la celda.- Siendo realista... No tengo a nadie a quien hacer sentir orgulloso, supongo que eso ayudó a mi locura.

Travis sonrió de medio lado justo cuando escuchó un enorme relámpago que incluso hizo eco sordo en la celda.

- Lo que te puedo asegurar es que la última vez que mis manos se manchen de sangre será el día en el que el asesino de mi hermana muera. Ese día, te prometo que mis manos no se mancharán más de sangre... Pero ese hijo de perra se lo merece.

.......

Me senté a su lado y no pude resistir el impulso de abrazarlo de forma consoladora. Solo esperaba que eso lo ayudara a sentirse mejor. Al menos, se estaba abriendo conmigo, eso ya era algo.

Mientras lo abrazaba, una duda corrió por mi mente, así que, ya que lo había mencionado, lo pregunté sin rodeos.

-¿Y sabes quién fue? ¿Sabes dónde está esa persona?- dije sin dejar de abrazarlo.

.......

Travis se sorprendió bastante de que Bell lo estuviera abrazando, pero sabiendo que no había nadie más alrededor, simplemente le devolvió el abrazo suavemente acompañando el gesto con algunas caricias en la espalda de ella.

- Sí, sé perfectamente quién fue... Y sí, sé dónde está esa persona.- dijo con bastante frialdad.- Con 15 minutos me bastaría para ir, matarlo y después simplemente volver aquí sabiendo que me en cerrarían de nuevo... Además, si salimos por un trabajo tenemos inmunidad... Es decir, que si salimos a hacer algún trabajo y alguien muere por el camino... No nos hacemos responsables por esa muerte, siempre y cuando sea justificada. Ya sabes, ¿no? Hay alguien que ha matado a más de 300 personas.

......

-Travis... no considero que la muerte sea una solución para una venganza... eso no te devolverá a tu hermana... pero... espero que... aún así... encuentres la paz mental que tanto buscas... y espero que sea sin matar a nadie más...

Los daños colaterales siempre fueron mis mayores temores con los que tienen poderes como yo, porque muchos no valoran las vidas de los demás, y ahora lo confirmaba mejor que nunca. Aún así, haría todo lo posible por evitar que alguien más muriera o saliera herido. Incluso si eso me hacía discutir con Duncan.

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