Cuando Travis regresó conmigo, le di sus pertenencias con más dudas aún en mi mente. Pero eso lo dejaría para cuando tuviera que alimentarlo nuevamente.

Lastimosamente tuve que ponerle los grilletes también, pero sabía que eso sería lo que menos le importara luego de recuperar sus cosas. Salimos de esa habitación, pero me sentí extraña, como si hubiera visto la sombra de alguien. Orión aún reía por el castigo a los gemelos y Travis olfateaba la foto y el adorno como si de premios se trataran. Al parecer, ninguno de los dos había sabido de eso, o eran imaginaciones mías.

-Gracias por ayudarnos con esto, Orión. Temía no poder atrapar las cosas si caían desde el aire. No soy buena atrapando cosas en movimiento con mis sombras a menos que estén muy cerca de estas.- comenté mientras regresábamos a las celdas a dejar a Travis.

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- Bueno... No pasa nada, ya mejorarás, yo tarde mi tiempo en poder hacer las burbujas sin tener que señalar al objetivo.- dijo antes de bostezar.- Démonos prisa... Tenemos que dejar al cachorrito, quiero ir a dormir.

Travis alzó una ceja cuando Orión lo llamo cachorrito, pero no se molestó, eso sí, cuando llegaron al ala C, le devolvió el comentario.

- No quiero que me llame cachorrito alguien que es más blanco que un muerto...

- ¿Quieres una paliza?

- Bueno... Podrías intentarlo... Pero no saldría como quieres.- dijo Travis sonriendo ampliamente aún con el bozal puesto.- En fin... Se sintió bien salir, aunque también fue agotador.

Sin más, se dejó quitar el bozal y los grilletes y, totalmente tranquilo y en voluntad propia, entró en su celda. Guardó la foto bajo su almohada y la diadema en sus manos al estirarse en la cama.

Enseguida, incluso antes de que la puerta de la celda se cerrara, se quedó dormido, como si el aroma de la diadema fuera un sedante natural para él.

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Salí de la celda deseándole buenas noches en un susurro y salí de allí con Orión. Estaba orgullosa de lo bien que había ido todo. Travis estaba mejorando muchísimo. En poco tiempo estaría fuera, eso me animaba. Pero... volví a mirar a mi alrededor en busca de aquella extraña sombra.

-Oye, Orión... cuando salimos del cuarto de los gemelos... ¿no viste una sombra que se movía por el doblar del pasillo?- pregunté para asegurarme, aunque estaba casi segura de haberla visto, solo quería corroborar.

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- No vi nada la verdad, aunque en ese momento podría haberseme pasado por alto hasta un elefante... Estaba demasiado concentrado en la burbuja o en disfrutar a esos idiotas tostandose.- dijo el albino sin darle más importancia.- Mañana me espera mucho papeleo por culpa de esos dos, pero pondré que fue en defensa propia, eso valdrá.

En la bifurcación de los dormitorios, el albino se separó de Bell, despidiéndose de ella con calma y casi alegremente, pues el albino aún no iría a su habitación... Había... Quedado con alguien para pasarlo bien.

Yo, por mi parte, estaba de los nervios. Me quedé escuchando, desde el otro lado del pasillo, cada pequeño movimiento de Bell hasta que esta entró en su dormitorio, donde Alice estaba también, en pijama y tan relajada leyendo a juzgar por el sonido del papel entre los dedos.

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Cuando entré en el dormitorio que comparto con Alice, me dejé caer sobre la cama con un largo suspiro. La miré con cansancio en los ojos y solo atiné a sonreír levemente.

-Hola, compañera de comité disciplinario...- dije para hacerle saber de la buena nueva que me había hecho dar tantas vueltas en un día, aunque de seguro ya se había enterado, pero no estaba de más compartir algo así.

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- ¿Qué? ¿En serio? Eso es genial... Por fin otra chica en el comité.- dijo la mayor soltando el libro enseguida para ir a abrazar a su amiga.- Eres la primera persona que entra estando en primero... Yo entré en las vacaciones de verano para este curso.

Estaba emocionada y se notaba contenta y feliz.

- ¿Cómo lo hiciste? ¿Pasaste las pruebas? No me digas que pasaste mi récord.- dijo casi atormentándola a preguntas, después de todo, para ella era emocionante que su primera amiga estuviera en el comité también.

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Correspondí al abrazo, aunque no a su entusiasmo. Estaba cansada, había sido un día largo. Por lo que solo me aparté de ella cuando me soltó.

-Lo siento, ¿te lo puedo contar mañana? Casi que estoy como un zombie... necesito dormir...- dije y solté un bostezo para luego mirarla con una sonrisa de súplica.

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- Claro... Pero que sepas que no se me olvidará. Mañana me lo tienes que contar absolutamente todo, y con detalles.- dijo la mayor sonriendo muy suavemente.- Ahora duerme, mañana tienes que iniciar la presentación en el comité... Prepárate para conocer a algunos de los miembros y llevarte alguna sorpresita.

Alice se volvió a su cama, tomándose antes la pastilla que le tocaba... La de siempre. Pocos minutos después, incluso antes de que Bell cayera dormida... Alice ya lo estaba.

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Me acosté y cerré los ojos, pero todas las cosas que había sabido por parte de Travis con respecto a mis amigos recorrían mi mente sin remedio. Por ello, dormí, pero no tuve un sueño muy tranquilo o placentero.

A la mañana siguiente me desperté un poco agitada, fui directo al baño a lavar mi cara para empezar el día. Aunque no me sentía del todo bien mentalmente, al menos había descansado.

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Alice seguía durmiendo, aquellas pastillas la hacían dormir del todo y muy profundamente. Era casi como si apenas respirara, pues casi ni se notaba el sube y baja de su pecho.

El día amenazaba tormenta, algo que sin duda disgustaría mucho a algunos y pondría de buen humor a otros.

Orión estaba atendiendo a Duncan, que parecía no estar de buenas, pues ni siquiera había tenido ganas de moverse de la cama, solo estaba tapado con una manta como si fuera una momia.

Por último estaba Travis, quien parecía estar hasta feliz, con el gusto de los días de tormenta en los que se sentía en su elemento. Este llevaba despierto ya horas y se encontraba con la diadema que tan importante era para él.