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-Bien... entonces, tratemos por lo sano... y pidamos que devuelvan las cosas amablemente... Espero que funcione...
Tras decir eso, toqué la puerta esperando que pudiéramos resolver las cosas desde un principio, pero casi estaba segura de que no sería así...
.......
La puerta literalmente se abrió sola, dejando ver a ambos gemelos sentados como si nada.
- Aaah... Vino también el perro.- dijo uno de ellos como si nada malo pasase.
- Pensé que nadie le haría caso a las cosas perdidas de un animal... Y mucho menos nuestro querido presidente.
Orión suspiró, pues se consideraba un simple daño colateral en la historia.
- Oli, Jhon... Devuelvan lo que robaron..- dijo el albino.
- ¿O qué?- preguntaron ambos a la vez sonriendo maliciosos.
- O suelto al perro.- soltó Orión sonriendo casi como un ángel ante la amenaza que acababa de soltar.
- No tienes autoridad para eso.- dijo uno de los gemelos.
- Yo no... Pero ella sí.- señaló el albino a Bell.
- Vale, vale... Devolveremos las cosas... Pero solo si adivináis quien es Oliver y quien es Jhon.- dijeron ambos a la vez con la misma voz, casi parecía que había hablado una única persona.
.......
Me vi confundida ante esa prueba. Miré a Orión, pero este obviamente no sabía cómo distinguirlos. Pensé por unos segundos y sentí que Travis me apretaba la mano.
-Travis...- le susurré.- ¿Podrás saber cuál de los dos tomó tus cosas?- le pregunté y luego miré a Orión para que confirmara quién tenía el poder de la invisibilidad.
.........
Travis asintió suavemente varias veces, así dando a entender que para él sería algo fácil. Después de todo, no es lo mismo ser invisible que no oler a nada. Por mucho que fueran gemelos idénticos, el sudor, la comida en sus ropas, el perfume o desodorante que usan... Siempre algo es diferente.
Orión sonrió de medio lado, entendiendo al instante lo que pasaba por la mente de Bell.
- El que puede hacerse invisible es Oliver.- dijo sin más.- Cuando sepas quién es... Solo electrocútalo.
Travis sonrió e incluso hizo el típico ruido de alguien que se intenta aguantar la risa, consiguiendo que nada más que ese leve y suave ruido saliera de él.
Soltó a Bell y se encaminó hacia el cuarto como la calma antes de la tormenta. Sus pasos eran lentos, pero ejercían una presión inigualable con un sonido tan tenue.
Sin más, se acercó a uno de ello y lo olisqueó solo un par de veces, después pasó al otro, con el que estuvo apenas unos segundos más.
Tras eso, volvió junto a Bell y lo señaló. Cabía decir que no lo electrocutó en ningún momento, más bien, podría decirse que estaba extremadamente calmado... Hasta que finalmente... Habló.
- Ganamos... Ahora... ¿Puedo electrocutarle? Prometo que será poco.- así es... Estaba pidiendo permiso a Bell para ello.
..........
-Espera, no lo hagas...- me acerqué a Oliver con una mirada asesina y penetrante.- Devuelve lo que robaste. Y, por favor, no me hagas repetirlo. No estoy de humor.
Solté aire de forma amenazadora y mi cabello se erizó a mi alrededor. No apartaba la mirada de él en ningún momento y tampoco le perdía ni pie ni pisada a su hermano. Primero debía asegurar que las cosas de Travis estuvieran a salvo antes de hacer cualquier movimiento.
.......
- Da miedo...- dijo Travis en voz baja de forma que sólo Orión podía escucharlo.
- Mn... Absolutamente de acuerdo.- respondió este como si nada.
Oliver sonrió levemente, como si la cosa no fuera con él. Su único movimiento fue con los ojos en dirección a su hermano gemelo.
- Ah, sí... Si nos haces algo... Las cosas del perro caerán por la ventana, por cierto, nuestro cuarto está justo encima del incinerador... Así que si caen se perderán para siempre.- dijo Jhon sonriendo de la misma forma que su hermano.
Lo único que rompió el sepulcral silencio en aquella habitación tras las palabras de los gemelos fue la risa de Orión, que en ese momento fue más maléfica y aterradora que la propia cara de Bell.
- No lo creo... Lleva en una burbuja mía desde que llegamos... Así que... Bell, las cosas de Travis están a salvo, por eso voto a favor de que le quites los grilletes... Deja que se vengue por sus cosas robadas.- soltó el albino sin más.
.......
Ni por un segundo aparté la mirada de ellos, no era mi costumbre, pero dentro de mi la rabia ardía por haber lastimado de alguna forma a alguien preciado para mí como era mi amigo Travis.
-¿Saben qué es lo que más odio en el mundo?- dije con tono amenazador.- A las personas mentirosas y embusteras.- dije con total sinceridad.- No merecen ni siquiera la piedad que siento por todos, porque no se la ganan. Así que asuman su posición.- tras decir esto, volteé a Travis con una sonrisa iluminada e inocente.
Me acerqué a él y retiré sus ataduras con suavidad. Luego me aparté un poco sin dejar de sonreír. Suspiré levemente, puesto que no me gustaba ni me gustará nunca, ver cómo hacen daño a alguien, pero estos tipejos se lo merecían. No me quedaría de brazos cruzados y sabía que Travis les tenía ganas.
-Orión, ¿podrías alcanzarme las cosas de Travis? Solo por si acaso.- susurré.
........
Orion lo hizo con toda tranquilidad, simplemente hizo que la burbuja fuera hacia Bell y esta explotó haciendo que las cosas de Travis fueran liberadas.
La diadema era fina, llena de pequeños cristalitos que brillaban ligeramente y todos de colores distintos. La foto, por otra parte, estaba un poco chamuscado por los bordes, pero se podía ver perfectamente a un chico rubio de unos 12 o 13 años junto a una niña adorable e igual de rubia... Los ojos de ambos eran también del mismo color y ambos estaban sonriendo muy felices. Casi no se podría decir que ese chico adolescente era el mismo Travis.
El rubio se acercaba a los gemelos con las manos metidas en los bolsillos delanteros del pantalón. Parecía tan tranquilo y relajado que apenas pensarían que iba a hacer algo.
Puso cada una de sus manos encima de las cabezas de ambos gemelos, sonriendo como si nada y... De repente... Todo fue acogido por un halo de luz demasiado intenso y los gritos de ambos.
Como prometió, no sería mucho, solo unos 15 segundos. Ambos gemelos acabaron inconscientes, y bastante tostaditos.
Tras eso, Travis parecía incluso feliz y sereno. Salió de la habitación y tendió las manos hacia Bell, no sólo por los grilletes, sino también para que ella le diera sus cosas.
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