15

Estaba muy relajado, tranquilo, casi hipnotizado tras cada palabra de ella que lograba sacarme de mi silenciosa y normalmente maniática rutina. Bell es como un soplo de aire fresco en medio de la nada... Es tranquila, pero temeraria, valiente, pero insegura... Tanta contradicción en ella me aceleraba tanto como me daba paz.

Habíamos regresado a la habitación para seguir hablando con calma.

- Yo diría que son más como un drama o una trágica comedia. Es cierto que hay muchas situaciones cómicas entre ellos, pero muchas veces cuando están solos, parecen más incómodos que nadie... Como si no supieran cuál es el siguiente paso...

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Me quedé en silencio por unos segundos, él también lo hizo. Una duda rondaba mi cabeza y ponía mis nervios en evidencia por el ligero descontrol que tenían mis sombras en mi cabello. Bajé la mirada y comencé a juguetear con mis dedos.

-D-Duncan... ¿alguna vez tú... te has enamorado...?- pregunté casi tentando a la suerte de que no me hubiera escuchado, pero luego recordé que nada escapaba a su fino oído, por lo que me puse aún más nerviosa y descontrolada.

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- Creo que no... Nunca he experimentado algo como el amor... Aunque sinceramente, tampoco sabría explicar lo que es estar enamorado.- dije abriendo muy levemente mis ojos, pero tan levemente que no los dejaba al descubierto.- Lo más cercano que he experimentado es el incontrolable deseo de proteger a alguien aún si fuera en contra de su voluntad.

Obviamente me refería a Bell, pues era tan fuerte mi deseo de protegerla que hasta podría ser considerado un secuestrador si pudiera mantenerla fuera de todo peligro. No es que no quisiera darle libertad, o que no fuera feliz... Solo sentía que tenía que mantenerla a salvo.

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-Oh... entiendo...- ¿qué esperaba? Yo tampoco había sentido algo como eso, pero sí tenía ese deseo de proteger a alguien. A él mismo, sólo que... supongo que era porque fue mi primer amigo, y desde el principio confió en mí y fue amable conmigo.

Aún así, Duncan se había convertido en una persona especial para mí. Nadie me había tratado como él antes. Tal vez, porque todos me juzgaban por mi aspecto desde el principio y ni siquiera se me acercaban. ¿Tendría acaso que agradecerle a la ceguera por eso? No lo sabía, pero al menos lo poco que me había mostrado de sus ojos, se veía realmente hermoso, me daba ganas de ver más.

-Duncan, ¿qué trabajo tienes como mi tutor? Quisiera saberlo para no darte problemas desde el principio...- dije sonriendo levemente.

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- Mi deber como tu tutor es ayudarte, resolver tus dudas y sobre todo evitar que te metas en líos... Aunque reconozco que no es fácil dada tu disposición a ayudar. Pero es una de las cosas que me gustan de ti, así que no lo considero un problema.- dije sonriendo y recostándome contra la pared.- Mi deber, o más bien parte de mi responsabilidad, es mantenerte calma y sin que tus poderes se descontrolen... Para eso hay dos métodos legales.

Le explicaba con calma, era una de las muchas cosas buenas de Bell, siempre escucha todo lo que tengo que decirle.

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-De repente me dio algo de miedo que dijeras la palabra "legales"...- dije sin mentir, porque eso significaba que existían otros métodos que aún no se habrían medido lo suficiente como para no llegar a ser demasiado humanos.- ¿Cuales son esos métodos, Duncan?

Me recosté sobre la cama a su lado, haciéndome un ovillo mientras lo miraba fijamente y lo escuchaba con atención. Una de las cosas buenas que tiene Duncan, es que tiene respuesta para cada una de mis dudas siempre.

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- Uno de los métodos es entrenar metódicamente en el correcto uso de tus poderes midiendo tus límites y yendo con un control exhaustivo.- dije con calma y sonriendo al saber que estaba tan adorablemente recostada en mi cama.- El segundo es intentar alejar tu límite para que seas capaz de usar tus poderes con más fuerza sin perder el control. Normalmente se hacen ambos... Como ya dije, hay otros métodos también, pero no son considerados buenos, por así decirlo.

Y en general los primeros que usan esos métodos son los militares a los que tanto aborrezco y a los que una vez pertenecí. Ahora simplemente no puedo controlarme o sonreír cuando me encuentro con alguien del cuerpo miliciano, aún menos si es de alto rango.

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-Estoy dispuesta a entrenar... pero tengo algo de miedo de salirme de control... Yo... - me contraje en mi propio cuerpo para cubrir mi rostro.- Siempre que he perdido el control he provocado que alguien salga lastimado... no sé siquiera si han muerto o no... porque siempre se los llevan a emergencias antes, pero... quiero evitar que eso siga pasando...

Aunque no siempre era culpa mía, ya que de pequeña muchos se metían conmigo y pagaban las consecuencias al provocar mis poderes. Algunos terminaban con mis sombras atravesando sus cuerpos como si de lanzas se trataran, o con la piel completamente desgastada debido a la desintegración que proporcionaban estas al contacto. Solo, no quería que siguiera pasando, y confiaba en que Duncan me ayudaría.

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- Tranquila... Eso no pasará mientras yo esté a tu lado, no te saldrás de control... Y si lo llegas a hacer, yo te detendré, así que no tienes que tener miedo.- dije acercando mi mano para llegar a acariciar su siempre difuminada silueta, aunque cuando toqué su pelo, entendí porqué siempre parecía moverse demasiado.- No tienes nada que temer.

Sonreí suavemente, intentando calmarla, pues era obvio que yo siempre estaría observando su camino, despejándolo lo más posible para que pudiera avanzar tranquila y en paz.

- Estoy seguro de que Alice podría ayudarte... Yo te ayudaré más que nada en el explorar tus límites... Aunque es posible que no quieras hacerlo, ya que... Implica que tendré que meterme en tu mente.

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Sentir sus caricias fue reconfortante, y esperaba que el movimiento casi constante de mis cabellos no le incomodara. Levanté la mirada, por su sonrisa, no parecía molestarle, más bien su expresión parecía que había descubierto algo. También sonreí, se sentía demasiado bien el que me acariciara.

-Yo... confío en ti, Duncan. No tengo problemas con que entres en mi mente y poseas mi cuerpo... al final, es tu forma de ayudarme y sé que no harás nada malo.- dije con firmeza mientras me acercaba un poco a él, hasta lograr que mi cabeza tocara su pierna.

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