Secretos | 01

(Lilith)

—No puedes tener un alto rango, Lilith. No tienes lo suficiente.

—¿Por qué? ¿Por ser mujer?

Ese es uno de mis mayores problemas en la OSS. Todos se creen mejores que yo solo por el hecho de ser hombres.

Es frustrante, siempre dicen que ser la heredera de los Sun's no es suficiente. Tienen razón, pero ya he demostrado en varias ocasiones que soy capaz, a través de mis entrenamientos.

—No es eso.

—¿Y entonces qué es?

—Eres muy inmadura.

—Eso no es cierto.

Por supuesto que es cierto. Los superiores me obligaron a asistir a clases extra porque no paro de ser hiperactiva.

Están cansados de mí, y yo de ellos, la verdad.

—Quemaste un laboratorio porque había una araña en la mesa.

Ah, por eso. Tiene un punto. Quizás me excedí un poco, pero no me arrepiento. Aunque me hicieron llorar por haberla quemado. (Un compañero empezó a decirme que tenía hijos esperando en casa, y solté el llanto porque me dio lástima).

Pobre arañita. Al día de hoy, sigo llorando cada vez que lo recuerdo.

—No es para tanto. Agradece que fue una y no dos.

Elwin se frotó las sienes, visiblemente tenso. Está harto de mí, no lo culpo. No he parado de dar problemas desde que entré y, sin embargo, aquí estoy, solicitando ser la jefa de operaciones de campo.

—Lilith, apenas puedes cuidarte sola, y aún dudo de eso. ¿Cómo puedes ser tan cínica para solicitar un puesto que se trata de ser responsable? Hazte un favor y regresa al jardín de niños del que saliste.

—Bueno, si no me dejas, renuncio.

—No puedes renunciar, Lilith. Firmaste un contrato por 10 años.

—Es cierto. Aún así, no creo que quieras soportarme 10 años más.

—¿Por qué tienes que ser tan difícil?

—Lamento decirte que mi única motivación en esta increíble vida es estar aquí para hacerte la tuya imposible.

—Me vas a sacar canas.

—Ni cabello tienes.

—Lilith, controla tu lengua.

—¿Si te compro una peluca, me dejas ser la jefa de operaciones de campo?

—No. Vete a joder a otra parte.

—No quiero.

—¡Ve! —Me gritó, ya harto.

—¡Por favor! Te prometo que no te molesto más.

Podría inventar mil razones y discursos sobre por qué quiero ser la jefa de operaciones de campo, pero la realidad es que aposté.

—Ni de joda podrías ser jefa de algo, ni siquiera del puesto más bajo —dijo un compañero de clase. Los agentes novatos teníamos que estar en clases. Yo soy un desastre en el conocimiento de actividades motrices. No sé para qué me va a servir saber de eso, pero fingiré que lo sé.

—Claro que puedo. Verás que lo lograré.

—Te doy dos meses. Apuesto cien dólares a que no lo logras.

—Seré la jefa de operaciones de campo.

—Vaya, ya me estoy saboreando esos cien dólares.

En mi defensa, odio que me subestimen, me dan ganas de hacerlo... y el doble.

Desgraciadamente, me pasé los dos meses holgazaneando, y por eso estoy aquí, rogándole a Elwin. No es que no tenga dinero, lo tengo, pero no pienso soltarlo. Dicen que el dinero va y viene, pero el mío va... y ya no vuelve.

Me tiene miedo.

—Así me dijiste cuando querías una máquina de helados en la cafetería, y al día siguiente desperté con un hámster vestido de murciélago, justo cuando te dije que tenía alergia a los hámsters.

—No puedes culparme. El hámster me dijo que quería darte un besito.

—No puedo creer que esté lidiando con esto —suspiró—. Está bien, está bien. Oficialmente eres la jefa de operaciones de campo.

—Sabía que entrarías en razón. Admite que soy la mejor.

—Admito que eres la mejor... haciéndome enfadar. Lárgate ya.

—¿Cuándo empiezo?

—Cuando te dé la gana. Siempre haces lo que quieres.

—Esta vez es diferente. Voy a cambiar, lo juro. Seré un ángel.

Elwin me dio una mirada llena de escepticismo, claramente sin creer ni una palabra de lo que decía.

Él me tolera por obligación, no porque realmente le salga de dentro. Tienen prohibido sacarme de la OSS, por ser la heredera de una familia poderosa en la academia.

—Solo... haz lo que creas mejor. A la primera queja, te quito el puesto.

—No habrá quejas. Seré la mejor jefa que se haya visto.

—Como digas.

Ya gané cien dólares. Por primera vez, algo me está saliendo bien.

Me dirigí a la zona de entrenamiento, donde los cadetes de operaciones de campo estaban entrenando.

Algunos con armas, otros practicando sus golpes.

Les tengo una gran admiración, amo lo que hacen, son increíbles.

Ellos se encargan de que todo en la ciudad esté en orden.

Aceptan todo tipo de casos. Sin embargo, la mayoría se centra en los conflictos armados y en el área de psicología.


Atendiendo llamadas de emergencia y el psiquiátrico.

El área de psicología se les asignó debido a que este año aumentaron los suicidios.

La academia estuvo años inactiva. Se rumorea que ocurrió un accidente en un experimento. La finalidad era crear un humano que funcionara como un arma: insensible, fuerte, inmortal, entre otras cosas. Pero este falló. El sujeto de prueba escapó. Se cuenta que su aspecto no era para nada humano después de dos meses bajo sustancias químicas.

Tenía la piel muy seca y roja, los ojos hundidos y muy abiertos. Sus uñas crecieron tanto que parecían garras.

Yo no creo en eso. (No dormí cuando me lo contaron).

Después de darles tiempo para descansar, intenté darles órdenes para entender los proyectos que tenían en manos.

"Por primera vez, algo me está saliendo bien." Me arrepiento tanto de haberlo pensado.

Nada me está saliendo bien.

—Lilith, ¿cómo no logras entender? Te lo expliqué hasta con manzanitas —me dijo Azael, el líder del equipo. Tenía una paciencia infinita explicándome el caso que estaban investigando.

—Usas palabras muy raras al hablar, es por eso.

—Se le llama elegancia.

—No me importa. Explícame una vez más.

Azael me dio una mirada molesta y comenzó a explicarme una vez más.

—En pocas palabras: estamos investigando el homicidio de Angeline Johnson.

Lo miré confundida. Estoy segura de que ellos no se encargan de estas cosas; en todo caso, serían los criminalistas los que deberían hacerlo.

—¿Por qué no lo investiga el equipo de Emma? Ellos se especializan en estas situaciones.

—Eso pensamos nosotros también, pero nos lo asignaron para terminar rápido. Es un caso importante.

—¿Qué lo hace tan importante? Es un asesinato, sea cual sea la razón... Ya pasó, ella ya no está viva. Hay que dejarlo así.

Azael tomó el lapicero que estaba en la mesa y empezó a darme golpecitos con él en la frente mientras escupía palabra por palabra:

—No. Es. Tan. Fácil. —Suspiró. —Era la cuñada del presidente. Por eso tenemos que empezar de inmediato. —Bajó el lapicero. —Y tú nos vas a ayudar.

—¿Por qué yo? —Pregunté enojada—. Ni siquiera me pagan para esto.

—¿Quieres que vaya con Elwin y le diga lo que dijiste?

—¡Vamos a trabajar, tenemos mucho por delante!

Todos en la habitación soltaron una carcajada al escucharme.

Nunca me dejan en paz.

—Yo no quiero trabajar.

—Para tu desgracia, la OSS se trata de trabajar sin descanso.

—¿Cómo murió? —Pregunté mientras leía los datos:

Rubia, veintitrés años, complexión delgada, actriz.

—La navajearon en el cuello —me dijo Azael, mostrándome una foto de la escalofriante escena—. Hace unas horas estábamos en el área del crimen. Encontramos la navaja, mide 13 centímetros, también un disco. Mandamos a analizarlo. Creemos que tiene grabaciones del culpable debido a unas huellas que encontramos.

—¿Pueden llevarme ahí?

Azael me dio una mirada llena de confusión, parece pensar que no sé nada sobre homicidios. No sé si lo piensa, pero si lo hace, tiene razón. Soltó un suspiro pesado y asintió.

—Bien, vamos. Tú eres la jefa.

Veintitrés años... Demasiado joven para morir, apenas empezaba a vivir la vida.

Me estoy poniendo en peligro, sí, es probable que después vengan por mí.

¿Me importa? No.

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