Movimiento inesperado. |05

Los preparativos están listos.

Azael se aseguró de ponerme una camarita y micrófono en un collar, que en este momento tengo puesto.

Tengo el cabello suelto y con ondas en las puntas para ocultar el audífono en mi oído.

—¿Lista?

—No, recuérdame el plan.

Azael suelta un suspiro pesado, él está en el techo del edificio, cuidando el perímetro, aunque cada 5 minutos se maldice en voz baja por estar enfermo y no poder hacer la misión en mi lugar.

—No es tan difícil, solo necesito que estés atenta a tu alrededor. Toma nota mental de todo el hijo de perra que se vea nervioso o tenso. Yo me encargo de lo demás. —Su voz es tensa a través del audífono.

—Eso es...demasiado sencillo, incluso para ti.

—Bueno...mi cerebro no está cerebreando como debería. Discúlpame si no puedo pensar en algo mejor.

Antes de que pueda responder, llega mi pareja de evento; Henry.

Viste un traje negro ajustado, que resalta muy bien sus músculos, su colonia me llena las fosas nasales y prácticamente me muerdo el interior de la mejilla para no babear al ver como la luz ilumina su mandíbula marcada y su cabello rojizo.

—Una última cosa, procura no dejarte llevar por tu amorcito. —Dice Azael, pero su voz se escucha lejana.

—Lilith. —Saluda, tomando mi mano y plantando un suave beso en los nudillos, haciendo que mi estomago se revuelva. —Gracias por aceptar acompañarme. Te ves preciosa.

—Yo...Tu tampoco luces mal. —Hago una pausa, sin darme cuenta de lo que dije. —¡Es decir, te ves increíble! — Le doy una sonrisa avergonzada.

—Yo siempre me veo increíble, Lili. —Su tono refleja su gran ego y autoestima.

Con esa belleza hasta yo me sentiría en las nubes.

—Lo sé.


—Chicago...El lugar del amor, ¿no lo crees? —Frota mis nudillos con su pulgar.

—Ese es parís...—Respondo, intentando no caer en sus juegos, aunque por dentro estoy a punto de colapsar.

—No importa el lugar, solo los sentimientos.

—¿Disculpa?

Él sonríe nervioso, como si hubiera soltado esas palabras sin pensarlo.

—¿Bailamos? —No espera mi respuesta, me lleva al centro del salón, poniendo una mano en mi cintura y comenzando a bailar.

—Lilith, si terminas embarazada después de este baile, no cuentes conmigo para ser el padrino. —Hay un leve matiz de molestia en su tono.

—Azael, no soy una cualquiera como para...estar con Henry. —Susurro.

—¿Qué dijiste? —Me pregunta Henry.

—Eh...que hace calor aquí.

—¿Vale? Quizás deberíamos salir a afuera para tomar un poco de aire. —Frunce el ceño confundido.

Asiento con la cabeza.

<<Por favor, no te des cuenta de Azael.>>

El aire de la noche es frío, las estrellas están más brillantes que de costumbre.

—¿Qué haces? ¡Se supone que debes estar dentro! —Me regaña el amargado de un metro y noventa centímetros.

—Cierra la boca. —susurro una vez más, haciendo que Henry me vea con el ceño fruncido de confusión.

—¿Te sientes bien? —Me recorre con la mirada.

—Perfectamente.

—Te juro que si no vuelves adentro yo le doy un disparo en la pierna a Henry. No me importa que estés loca por él. —Grita, haciendo que Henry escuche.

—Ese es... ¿Azael? —me ve aún más confundido sin saber de dónde proviene la voz.

—Maldito seas, Henry, ¿por qué eres tan jodidamente observador? Vete a trabajar. —dice Azael entre dientes.

Me muerdo el interior de la mejilla para no soltar una carcajada. Mi corazón se acelera mientras intento pensar en una excusa inteligente, pero nada se me ocurre.

Voy a intentar fingir que no escuché la voz, para que piense que el loco es él.

—¿Azael? ¿Dónde?

—Lilith, no me mientas. —Me pone la mano en mi espalda baja pegándome a él.

Un gruñido se escucha a través del audífono.

—Bien, yo los advertí. —Se escucha su voz, seguido de un arma siendo cargada.

—¡Azael! —Grito viendo el techo, rezando que no dispare.

Pero mis súplicas internas valen poco.

Un disparo rompe el aire, afortunadamente, la bala da en el suelo.

Henry palidece de inmediato y me pega aún más a él, protegiéndome.

Pobrecito, no sabe que el que necesita ser protegido es él.

—¡Suéltala! —Azael le grita a Henry, sus ojos prácticamente brillan de rabia, pero hay algo más...algo que no logro identificar.

Henry no me suelta, pero su agarre se afloja.

—¿Qué haces aquí? Estás invadiendo propiedad privada. —Henry reta a Azael.

Espera, ¿¡Henry reta a Azael!?

Unas gotas de sudor frío me recorren al ver la cara de muerto viviente de Azael.

—Es la segunda vez que te digo que la sueltes. No habrá una tercera.

—Para ser alguien que siempre mantiene la compostura...estás muy inquieto, Azael. —Sonríe.

—Quita esa maldita sonrisa de estúpido. —Ladra con molestia.

—No sabía que el gran operador de campo Azael dependía tanto de alguien. —Henry me mira con picardía, disfrutando de la molestia de Azael.

Azael no se contiene más y baja del techo.

Oh, no.

Alguien va a salir golpeado.

Azael es la persona con menos autocontrol que conozco. Es frío e inteligente, sí, pero también es controlador y agresivo cuando quiere.

—No me jodas, Cooper. —Dice Azael, jalándome hacia él, para soltarme del agarre de Henry, y lo logra.

—¿Qué harás? ¿Amenazar con golpearme? —Henry provoca, con una sonrisa engreída. —Ambos sabemos que no puedes, te meterías en problemas y te da miedo. Como el cobarde que eres.

Azael no responde de inmediato. Su mandíbula se tensa, sus nudillos se aprietan con tanta fuerza que los dedos se le ponen blancos. Su mirada oscura se clava en Henry, con una furia contenida que parece a punto de estallar.

—Cuidado con lo que dices, Cooper. —Su voz es baja, pero afilada como una navaja.

—¿O qué? —Henry da un paso más cerca, disfrutando del momento. —¿Me vas a—?

El puño de Azael lo silencia antes de que pueda terminar la frase. Henry cae al suelo con un gruñido de dolor, llevándose la mano al labio partido.

—¡Por Dios, Azael! —Me agacho junto a Henry para revisarlo.

Su labio se reventó.

—Con la misma facilidad que puedo planear mil estrategias para salvarle la vida alguien...Con esa misma facilidad puedo quitársela. —Le da una mirada de advertencia. —No te quiero ver cerca de ella ni por error.

Henry se lleva los dedos al labio roto, observando la sangre con el ceño fruncido.

—Vaya... —Escupe al suelo y sonríe con una mueca. —¿Eso es todo lo que tienes, operador de campo?

Sus palabras son de burla, pero su mandíbula tensa y la forma en que se endereza con lentitud dicen otra cosa.

—No pretendo darte miedo. —Azael se agacha a mi lado y pasa su brazo por debajo de mis piernas, levantándome en brazos. —Pretendo protegerla a ella de ti y de tus estupideces. Tú nunca vas a merecer a Lilith. Deja de crearte ilusiones mediocres con ella.

Un silencio incómodo se instala en todos nosotros. Azael se queda un momento más por si Henry quiere decir algo, pero al ver que no lo hace, camina fuera del lugar.

Su agarre es fuerte y firme. Como si no quisiera soltarme pronto.

—Se cancela la misión. —Azael me sostiene con más firmeza. —Vamos de vuelta a la OSS.

—¿Qué? ¡No! ¿Por qué? —Me remuevo un poco en sus brazos, pero su agarre es inflexible.

—Porque acabas de perder la concentración. —Su tono es duro, pero su mirada se mantiene en el camino. —Y eso no es aceptable en una operación.

—¡No la perdí! —Digo indignada.

—¿Ah, ¿no? —Levanta una ceja. —Entonces dime, en los últimos cinco minutos, ¿cuántas salidas tenía el salón y cuántos guardias había en cada una?

Me quedo en silencio.

—Eso pensé. —Suspira. —Esto no es un juego, Lilith.

Lo recorro con la mirada. Yo no me distraje. Me sacó de la misión sin motivo alguno.

—¿Qué pasará con la investigación?

—Eso no importa. Ya tenemos el resultado del disco y las huellas digitales de la navaja.

—¿En serio? ¿En qué momento?

Ya había pasado algún tiempo desde que pedimos que los analizaran, así que tiene sentido.

—Cuando bailabas con tu amorcito. Me llamaron avisándome que habían dejado los papeles en tu escritorio.

El coche avanzaba en silencio, la ciudad quedaba atrás mientras Azael me sostenía firmemente. No hubo palabras durante el trayecto, solo el sonido del motor y el leve crujir del vehículo.

Mi mente seguía repasando el fracaso de la misión, pero no me atreví a decir nada. Al llegar a la OSS, la tensión se hacía más palpable. Azael me miró, su expresión seria.

—Deja de jugar.

¿Otra vez? Azael es un caso perdido, primero se enfada, luego se calma y después, otra vez, explota.

Voy a terminar volviéndome loca.

Nos adentramos en mi oficina. Azael fue el primero en ver los resultados de las huellas digitales, pero se quedó en completo silencio, mirando fijamente la hoja. A medida que sus ojos recorrían la información, su rostro palidecía cada vez más.

Tal vez es alguien que él conoce, por eso reacciona de esa manera. No me dice nada, no lo presiono, dejándole espacio para asimilar lo que acaba de ver.

Suelta un suspiro tembloroso y me clava la mirada, lo que me pone más nerviosa.

—¿Qué te pasa? —le pregunto, pero él no responde. En cambio, me pasa la hoja y siento cómo el aire se me escapa de los pulmones.

Esto tiene que ser un error...

El shock me paraliza. Mis pensamientos empiezan a desmoronarse, como un rompecabezas con piezas que ya no encajan.

—¿Azael...?

La hoja contiene todos los datos de un agente de la academia, junto con sus huellas digitales. Alguien que nunca imaginé que aparecería...

"Las huellas de esta arma blanca corresponden a Azael Smirnov."

La frase se me clava en el pecho como una daga. "Azael Smirnov"... el nombre en la hoja, mis ojos lo recorren una y otra vez como si pudieran borrar la evidencia con solo mirarlo más tiempo. Pero no desaparece. No puedo apartar la mirada, como si algo en mí tratara de entender lo que no tiene sentido.

—No... —susurro, pero no sé a quién le estoy hablando. ¿A él? ¿A mí misma?
Su nombre en la hoja me retumba en los oídos como un eco sordo. La traición, la mentira, la confusión.

Y lo peor es que no sé si debo confiar en él... o temerle.

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¡Holi, espero que este capítulo haya sido de tu agrado! ¿Te esperabas este giro? 👀
Por cierto, la imagen es solo un aproximado para que puedas imaginarte la hoja del análisis. Prometo mejorarla para poder hacer una más cercana a la realidad. ✨
¡Nos vemos el próximo viernes!

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