Casi un desmayo, casi una misión.|04

Antes de que alguno de los dos pueda hacer o decir algo, el mesero carraspea nervioso e incómodo.

Me alejo de Lilith permitiéndole respirar, aunque ya no percibo el mismo desafío en ella. Sus ojos miran el suelo, pero sus manos tiemblan y su respiración esta agitada.

—¿Estás bien?

—Sí, todo bien...—Dice en un susurro apenas audible.

No...

No está bien. La conozco hace poco, pero cuando ella miente; su tono se vuelve tembloroso, y justo ahora no puede ni hablar.

Me acerco a ella una vez más colocando mis dedos en su cuello tratando de sentir su ritmo cardiaco.
—¿Qué haces?

—Intento verificar si estás a punto de desmayarte, o solo es mi imaginación.

Levanto mi mirada a sus ojos, me observa con confusión, y sus labios esbozan una sonrisa llena de diversión.

—¿Y ahora qué te pasa?

—No sabía que los robots tenían sentimientos.

La empujo, no lo hago suficientemente fuerte para lastimarla, pero si para alejarla de mí.

"No sabía que los robots tenían sentimientos."

Sí, como no.

—¿Cuál es tu maldito punto? —Me cruzo de brazos esperando su respuesta.

—Estás preocupado por mí. —Su tono refleja satisfacción; como si hubiera cumplido una meta.

—No digas estupideces. —Arrugo la frente. —No me importa mi vida, mucho menos la tuya.

Puedo sentir mis latidos sonando cada vez más fuertes en mis oídos.

Desde esta mañana había estado sintiéndome extraño...primero náuseas, después dolor en el estómago y ahora esto.

El sonido es insoportable, como un zumbido constante que no me deja pensar. Intento enfocarme en la burla en los ojos de Lilith, en el mesero que nos observa con nerviosismo, en cualquier cosa que me haga mantenerme de pie... pero mi cuerpo no responde.

El aire se siente espeso.

Parpadeo. La imagen frente a mí se distorsiona, se estira y se encoge como si el mundo se estuviera derritiendo.

—¿Azael? —La voz de Lilith me llega lejana, como si estuviera hablando bajo el agua.

Intento decir algo, pero mi lengua es un peso muerto en mi boca.

El suelo se acerca demasiado rápido.

Negro.

—¡Azael! —Su voz suena más fuerte esta vez, casi alarmada.

Intento abrir los ojos, pero es como si mi cuerpo ya no me perteneciera.

No puedo dejar que nadie me vea así.

Escucho movimiento, el sonido de una silla arrastrándose y un murmullo ansioso.

—¿Qué le pasa? —pregunta el mesero con nerviosismo.

—¿Parezco maldita doctora? ¡Haz algo! —escupe Lilith desesperada, no controla lo que dice.

Lilith empieza a gritar, buscando al equipo de enfermería.

Carajo, desde que me levanté supe que este no iba a ser mi día.

—¿Qué le pasó? —Pregunta un hombre con voz tensa, supongo que es el doctor.

—¡No lo sé, todo sucedió muy rápido, hace unos minutos él estaba perfectamente! —Dice Lilith, el miedo reflejado en todo su tono.

Siento unos dedos palpando mi pecho, su tacto es firme, pero suave.

Lo único que puedo limitarme a hacer es soltar gemidos de molestia.

Me duele cuando me tocan, parece que mi piel está sensible.

Un ruido retumba en la habitación. Me toma un segundo darme cuenta de que proviene de mi propio estómago.

Lilith y el doctor se tensan al instante. El hombre se inclina hacia mí, extendiendo la mano hacia mi abdomen con la intención de revisarme. Pero antes de que pueda tocarme, algo dentro de mí se enciende.

Mis dedos se cierran con fuerza alrededor de su muñeca, deteniéndolo en seco.

Por fin. Ya era hora de que algo me saliera bien.

—No me toques. —Mi voz suena rasposa, cada palabra cargada de cansancio.

Lilith suelta un respiro entrecortado.

—¡Imbécil! —exclama, aunque su tono tiembla un poco, como si estuviera entre el enojo y el alivio.

No necesito abrir los ojos para saber que me está fulminando con la mirada.

Seguro se está debatiendo entre patearme por hacerla pasar este susto o preocuparse de verdad.

El doctor, en cambio, no parece tan impresionado.

—Vaya recuperación milagrosa. —Su tono es seco, pero no aparta la mano, como si esperara a que mi agarre se debilitara.

No lo hará.

Lo último que quiero en este maldito día es que alguien me vea como una víctima.

—Estoy bien, lárgate. —Mi voz rasposa llena el aire, clara y firme.

El doctor no parece convencido, y por supuesto, no lo está. —Estás en el suelo, ¿cómo podrías estar bien? —Su tono rebosa duda, como si creyera que estoy jugando.

No me importa si no estoy bien. Lo único que quiero es que se larguen.

—Hace calor, ¿sabes? —digo, con tono indiferente, como si fuera la cosa más normal del mundo. —El suelo está frío. No me desmayé, simplemente quería refrescarme.

El médico me mira como si estuviera loco, pero se da cuenta de que no va a sacar nada de mí.

Así que, sale del lugar, llevándose al mesero con él. Creo que al pobre se le bajó la presión.

Lilith da un paso hacia mí, su expresión dura, pero al final su voz tiembla.

—Eres un imbécil, Azael. ¿Qué te pasa?

Sé que está molesta, pero hay algo en su tono que me dice que está a punto de perder la paciencia. No es solo enojo. Es miedo disfrazado de rabia.

Me quedo callado, sin ganas de explicar nada. Solo cierro los ojos un momento. La última cosa que quiero ahora es un sermón.

—No vuelvas a hacerme esto, ¿entendido? —dice, casi entre dientes, pero su mirada... su mirada tiene más de preocupación que de enojo.

—No tengo ganas de soportarte. Guarda silencio.

—Auch...Henry no me trataría así.

—¿Quién? —Me incorporo de golpe, haciendo que mi estómago duela aún más, pero no podría importarme menos.

—Henry...del rango Draxen. —Levanto una ceja confundido. No sé quién es y llevo años trabajando aquí. —Ya sabes, el amigo de Elwin. Es de espionaje digital.

—¿Le hablas? ¿Son cercanos? ¿Cuando lo conociste? ¿Por qué yo no estaba al tanto?

Lilith parpadea, y luego sonríe con diversión.

—Vaya, qué interesante. ¿Desde cuándo te importa mi vida social, robot sin sentimientos?

Frunzo el ceño.

—No me importa.

—Bueno, el punto es que él fue invitado a otra Gala estelar.

¿Otra Gala estelar? Wow, eso fue...rápido. No sabía que el presidente estaba interesado después de la reciente muerte de su amante.

—Eso es...¿bueno?

No entiendo la importancia de hablar sobre esto.

—Quiere vaya con él, como su acompañante.

—No irás. Ni loco te dejo ir.

—No te estoy pidiendo permiso.

Espera, otra Gala estelar, puede que ahí esté el asesino de Angeline.

Claro, no puedo ser más idiota...

Dirijo mi mirada a ella.

Lilith puede infiltrarse en la fiesta y intentar buscar a alguien que se vea sospechoso.

—No. —suelta de la nada.

—¿No que?

—No lo sé, pero no. Estás pensando en algo y no me gusta.

—Lilith, escúchame...

—No.

—Aún no he dicho nada.

—Y aún así sé que no me va a gustar.

La observo fijamente. Ella me sostiene la mirada con los brazos cruzados, esperando mi siguiente movimiento.

—Serías perfecta para infiltrarte en la Gala —digo con tranquilidad.

Lilith se ríe sin humor.

—¿Sabes lo que también sería perfecto? Que me largue de aquí y finja que no escuché esto.

Intento incorporarme, ignorando la punzada de dolor en mi estómago.

—Lilith...

—No.

—Lilith.

—No.

—Lilith.

—¡AZAEL!

—Está bien, está bien. —Levanto las manos en son de paz, pero mi mente ya está maquinando un plan B.

Ella entrecierra los ojos.

—Lo que sea que estés pensando, deja de pensarlo.

Sonrío de lado.

—No puedo controlar mi genialidad.

Lilith suelta un bufido y se gira.

—Dios, dame paciencia...

—Si pudiera lo haría yo, y lo sabes. Pero hay un pequeño inconveniente.—Señalo mi estómago.—¡Por favor, te prometo que te dejo dormir 2 horas más!

—4 horas. —Negocia conmigo.

—¡¿4 horas?! ¡¿Qué eres, un oso invernando?!

—Tómalo o déjalo. —Voltea a otro lado, dejándome entender que no va a cambiar de opinión.

—Lo tomo...pero te juro que me las vas a pagar.

Lilith sonríe victoriosa y me da una palmadita en la cabeza como si fuera un maldito perro.

—Sabes que me amas.

—Sabes que te odio.

—¿Te duele admitir que harías cualquier cosa por mí?

Aprieto la mandíbula.

—Me duele el estómago, para tu información.

Lilith suelta una carcajada y se cruza de brazos.

—Ve pensando en cómo vas a compensarme.

—Lo haré... cuando vuelva a confiar en que no me apuñalarás por la espalda con tus tratos abusivos.

Lilith me saca la lengua y se gira.

Maldita sea, no sé en qué momento cambiaron nuestros roles. En cuanto me libre de este dolor me las voy a cobrar todas.

Espero que el asesino esté listo.

Nuestro juego a comenzado...

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