7. El poder del guion

Alana

Luego de algunas explosiones y sonidos raros en esta escuela, al fin puedo dejar de correr. Suspiro, pero oigo una canción maligna, así que me agarra un escalofrío. Reik Manson llega por un pasillo, con su camisa abierta y un cigarrillo en su boca, el cual no ha encendido, acto seguido lo tira mientras se aproxima hasta mí. Maldito estereotipo de chico malo, yo ni tengo un cliché designado ¡Un segundo! ¡¿Y si soy la personaje hueca y plana sin dignidad?! No, por favor, anhelo que no ¡Esperen! Pero esperen en serio, estoy narrando, o sea que... Ay, no. Inserte meme de monito.

—¡Ah! —chillo cuando Reik golpea la pared, la rompe y su mano sangra, hasta tiene cara de loco maniático—. ¡Qué no tengo esa cámara! —Lloriqueo.

Raspa con su mano la pared, furioso.

—He estado persiguiéndote todo el día, esquivando obstáculos de locas y tú me lo sigues negando, deja de fingir.

—¡No estoy fingiendo nada, hoy no la traje a la escuela! —explico muy nerviosa.

Apoya su otra mano al otro costado de mi cabeza, acorralándome, y me mira con esa cara de psicópata que da miedo.

—¿Cómo qué no? ¿No se la trajiste para mostrársela a tus amiguitas?

—¡¿Para qué si soy el cliché de "no soy tu fan"?!

Oh, encontré mi cliché ¡Yey!

Ya lo había olvidado y a él parece que le dolió ¡Golpe bajo, toma eso, Reik Manson! Te haces el genial y no te salió por pu... esperen, no puedo decir malas palabras en un libro que no tiene advertencias ¡Maldición! Me cortan todo mi nivel artístico de insultos bien formados.

—A ver. —Se agarra la sien y suspira, luego baja su mano para mirarme fijo y aproximarse a mi cara—. Vamos a tu casa y arreglamos esto de una vez y para siempre.

—¡Nunca! —Salto y le pego una patada, así que se cae al piso, por lo tanto aprovecho para salir corriendo.

—¡El horror con esas piernitas de corredora amateur!

—¡Deja de mirar mis piernas, pervertido! —le contesto mientras sigo huyendo.

—¡¿Pervertido?! —Se levanta y me persigue.

¡Ay no, auxilio!

—¡Auxilio! —dice él repitiendo lo de mi mente.

¡¿Pero qué?!

Dos chicas nos detienen en el camino y él abraza a una de repente, como si nada, hasta le llora.

—¡Ella me lastimó! —Muestra su mano sangrando—. ¡Y me quiso violar! —Abre más su camisa abierta.

—¡Oh, malvada! —dicen las dos chicas.

¡¿Y le creen?! ¡Por favor, es mucho más alto que yo! ¡¿Cómo mierda lo lastimaría y violaría?! ¡Aquí no hay droga en el proceso, así que abstenerse de mencionarla, lectores!

Mientras una me persigue y corremos en círculos, la otra agarra las manos de Reik y le promete amor eterno. Bueno, más o menos, esperen que corro más cerca para escuchar mejor.

—No te preocupes, Reik, yo te protegeré y tendremos muchos hijos.

—¿Hijos? —expresa él, desconcertado.

—Tranqui, mi inocente, yo te enseño cómo se hacen. —Sube su pierna.

—¡¿Hijos?! —Alza la voz—. ¡Soy muy joven para eso!

¡Ja, toma de tu propia medicina, eso te pasa por mentir!

—¡Ay! —chillo cuando me agarra la mano y salimos corriendo.

—¡Regresa con el futuro padre de mis hijos! —grita furiosa la chica.

—¡No me incluyas en tu escapada! —me quejo—. ¡Eres muy rápido, me estoy cansando!

—¡Cállate, piernitas de corredora amateur, si nunca te alcanzo! —declara Reik mientras yo vuelo por la velocidad.

—¡Eso es solo por el poder del guion!

—¡No me importa!

Maldición.

Nos detenemos cuando vemos a la presidenta estudiantil delante, así que me tropiezo, cayendo al suelo por culpa de esa abrupta frenada.

—Auch. —Me arrastro en el piso.

Melinda le muestra un papel a Reik.

—Felicidades —declara ella con malicia—. Ya estás inscripto en la academia Rose.

—¿Qué? —Él se desmaya y se cae sobre mí.

—¡Ay, quítate de encima, me aplastas! —vuelvo a quejarme.

Genial, todo por culpa de una maldita cámara, que ni sé dónde guardé y que de hecho, no recuerdo haber grabado nada, ¿o sí? No importa, el poder del guion lo dirá luego. 

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