"La Primera Interverción" y Thomas Deton
"No volverán a tener contacto con sus familiares hasta que culmine vuestra preparación. A sus familiares se les hizo entrega de una carta cuyo contenido era:
____ Ha sido seleccionado para ingresar a una escuela dedicada a individuos con capacidades especiales. ____ regresará a su hogar si así lo desea, al culminar su educación. Esta no es una carta de secuestro. No se dirijan a las autoridades, no volveremos a contactarlos ni pediremos dinero alguno. No se aflijan, si fuésemos traficantes de personas no nos molestaríamos en escribir esta carta.
Thomas Deton: Subdirector de la Academia Althers para Tallíquemos.
PD: No busque el nombre de Thomas Deton, no aparecerá en ningún registro. No busque el término Tallíquemo, no aparecerá en ningún registro.
Fin de la carta.
-Encontrarán los objetos personales que traían con ustedes en vuestras habitaciones. Sus teléfonos les serán devueltos con modificaciones integradas para que no contacten con personas a quienes puedan conocer, ni propaguen información de vuestra raza. Se les otorgará a los estudiantes una mensualidad de 500 euros con los que podrán comprar todo lo que deseen, exceptuando sustancias nocivas para la salud: Drogas, alcohol o cigarrillos. En la sala se mercado podrán marcar sus compras en una pantalla a principio de mes y estas serán traídas a la academia a final de mes. Todas las necesidades de los estudiantes serán cubiertas, ya sea higiene, salud, bienestar físico y psicológico. Es obligatorio que continúen con la educación no Tallíquema de acuerdo con vuestro nivel escolar. Deberéis utilizar los uniformes de la Academia desde las 7:00 AM hasta las 6:30 PM. Para más información dirigirse a: "Reglamento de la Academia Althers" que está pegado en la pared junto a la puerta de secretaría. Si salen del perímetro que rodea las instalaciones es bajo vuestra propia responsabilidad.
Thomas Deton terminó su discurso informativo con la satisfacción de que aparte de algunos sollozos y quejas ocasionales no había tenido tantas molestias como en años anteriores. Quiso pensar que era su presencia imponente lo que los hacía callar pero la verdad era que había menos estudiantes y por ello eran menos las interrupciones. Solo cinco desechados ese año. Si no se hacía algo pronto los Tallíquemos iban a desaparecer. No tenía nada que ver con que se estuviese tomando conciencia acerca de los embarazos en las escuelas, los jóvenes seguían metiendo la pata con la misma frecuencia, era el gen Tallíquemo lo que estaba disminuyendo.
Echó un vistazo a los cinco jóvenes que estaban sentados frente a él. Tres chicas y dos chicos. La mayoría parecían afligidos, confundidos. Una de las chicas no había parado de llorar, su hermano gemelo la abrazaba tratando de consolarla. Aunque no lo pareciera, a Thomas le dolía aquella situación. Al macarras del grupo le temblaban las manos y movía los pies nerviosamente -«Síndrome de abstinencia» -pensó Thomas-, veía al subdirector como si quisiera asesinarlo. La segunda mujer miraba al suelo mientras sollozaba silenciosamente.
La tercera muchacha y quinta estudiante parecía... ¿Tranquila? Thomas no esperaba una reacción como esa en un rechazado. Lo miraba sin miedo. Posó la vista en ella un rato más que en los otros ¿Era emoción lo que veía en esos ojos castaños? Observó la ficha. Se llamaba Sara Silver, tenía diecisiete años y vivía en Carolina del Sur... No, No podía ser...
- ¿Qué pasará con mi carrera de Derecho? -La mayor: Delia Thompson, interrumpió sus pensamientos.
-Terminará su carrera aquí y luego cuando se integre en la sociedad podrá trabajar donde desea.
- ¿Y mi pobre madre? Yo era su único sustento -dijo en tono dramático el que tenía cara de asesino.
- ¿Cuándo podremos irnos? -preguntó el gemelo barón.
El subdirector suspiró -Eso dependerá de ustedes. Pueden pasar meses, años o hasta décadas. Saldrán de aquí cuando acepten lo que son, se comprendan a sí mismos y sepan manejar vuestras habilidades. En cuanto a su madre -le dijo al chico tembloroso-, se le enviará una chequera mensual.
- ¡¿Y qué somos?! ¡Ha estado dando vueltas al tema y no acaba de explicárnoslo! -esta vez fue la gemela hembra la que habló, o mejor dicho, gritó.
-Estoy seguro de que a todos ustedes les han ocurrido cosas extrañas, sin sentido. Todas las dudas relacionadas con vuestra naturaleza serán aclaradas en la primera clase.
- ¿Cuándo comienzan las clases? -Sara sonrió.
Tomás se sorprendió tanto que casi olvida responder ¿Desde cuándo la gente sonreía en "La Primera Intervención"? Llevaba dieciséis años haciendo lo mismo y nunca había visto aquello en personas con plenas facultades mentales.
-Mañana -respondió el hombre- Ya pueden irse a vuestras habitaciones, o pueden ponerse a explorar el edificio si quieren. Todas las puertas se abren con paneles que responden a vuestro ADN. No se puede confiar en las cerraduras en este lugar. Tú te quedas -se dirigió a Sara.
Cuando todos se marcharon Sara se acercó al subdirector. El hombre le inspiraba miedo pero no iba a demostrárselo. Thomas parecía un lobo a punto de atacar. Sus ojos grises y el pelo negro que le llegaba hasta los hombros le daban concedían un aspecto feroz.
- ¿Por qué no lloras? ¿Es que no extrañas a tus padres? -preguntó Thomas con su voz grave que casi parecía un susurro.
- ¿Llorar me llevará de vuelta a casa señor Deton?
Él negó con la cabeza.
-Entonces ¿Por qué me hace esa pregunta? -decir esas palabras hicieron que el corazón de Sara bombeara más rápido. Nunca había sido insolente, de hecho, siempre era la más tímida del grupo, la friki, pero ahora tenía la oportunidad de forjarse una nueva identidad.
-Puedes irte -respondió Tomas después de un momento de silencio.
La muchacha se dio la vuelta mientras soltaba el aire que había contenido. Caminó a su habitación, que ya le habían mostrado antes. Cuando llegó colocó la mano en el panel de ADN, abrió la puerta, corrió la cama y se puso a llorar.
....
"...No busque el nombre de Thomas Deton, no aparecerá en ningún registro. No busque el término Tallíquemo, no aparecerá en ningún registro."
Laura terminó de leer la carta que tenía entre las manos. De todas las personas en el mundo, irónicamente, le tenía que ocurrir eso a ella. "No busque el término Tallíquemo" -decía la carta-. Ella no tenía que buscar nada, sabía lo que era un Tallíquemo, sabía dónde estaba su hija a la que creía una humana normal hasta ese momento.
.....
Sara eligió de su ropero una licra larga, una camiseta, una sudadera y unas zapatillas para correr. En verdad habían cubierto todas las necesidades de los estudiantes. En las gavetas había ropa interior, casual, deportiva... se preguntó cómo era que habían atinado tan bien con su talla, ¿La vendrían vigilando de mucho tiempo atrás? Seguro que sí.
También estaban los uniformes que hasta traían etiquetas: Uniforme de verano, uniforme de invierno, uniforme para días lluviosos, uniforme para entrenamiento en combate ¡Entrenamiento en combate! ¡Genial! Ojalá la pusieran a combatir contra el subdirector "¿Por qué no lloras? " Escuchó en su cabeza las palabras del hombre, ¡Ya se esforzaría ella en hacerlo llorar!
Miró por la ventana de su habitación. Estaba en el segundo piso y podía ver que el Sol aún no había salido. Vio el reloj de su mesita de noche, eran las cinco y media y ya estaba lista para comenzar un nuevo día. Iba a salir a correr como lo hacía siempre, con la diferencia de que cuando estaba en su casa corría en la tarde, después de la escuela, y no se hubiese levantado a las cinco y media de la mañana aunque sonara la alarma de incendios.
Se alegró de que le hubiesen traído la cena en la noche porque no había puesto un pie el comedor, no estaba lista para ello. La mujer que le había llevado la comida le informó que los demás tampoco habían asistido a cenar y que era normal en los rechazados los primeros días ¡Rechazados! ¿Qué significaba aquella palabra que todo el mundo repetía una y otra vez?
Caminó por los pasillos oscuros y silenciosos de la escuela y por alguna razón estar sola en ese lugar desconocido le provocaba más calma que inquietud. Llegó a un corredor que parecía más un puente con techo porque solo tenía unos pequeños muros a cada lado que le llegaban a la barriga. Aspiro el aire frío de la mañana mientras avanzaba, olía a campo y a tierra mojada. Casi se sentía feliz por estar allí. Casi. Si no fuera porque probablemente no volvería a ver a su familia. Se acercó más al muro de la derecha y observó el paisaje. Solo había bosque a su alrededor, árboles verdes y frondosos hasta donde alcanzaba la vista. Miró a la izquierda, una franja de tierra de cultivo y luego montañas, tan cerca que pensó que podría alcanzarlas en menos de diez minutos. Continuó caminando, estaba ansiosa por salir aunque solo fuera para darle vueltas a la academia.
Al fin encontró la salida luego de bajar unas escaleras. La puerta estaba abierta de par en par confirmándole a Sara que nadie temía que los alumnos escaparan.
-Buenos Días -se oyó la voz del subdirector
Sara dio un respingo pero adoptó enseguida una posición en la que pareciera tranquila. No le iba a hablar fuera del horario de clases ni para decir buenos días. Miró al subdirector Thomas que estaba oculto entre las sombras, lo retó con la mirada y luego siguió caminando.
- ¿No me vas a responder? ¿Eres mal educada, niña?
-En el reglamento no dice que las normas de educación básicas sean obligatorias.
-Ah, te leíste el reglamento.
Si, Sara había leído el reglamento de principio a fin. Le habían pasado una copia por debajo de la puerta de su habitación y la muchacha lo había estudiado de buscando la forma de trolear a los docentes. Esa era una de las cosas que había encontrado: No tenía que ser educada con aquellas personas, o al menos, no estaba obligada a saludarlos. Salió fuera y siguió el camino de cemento que había delante de la puerta, hasta que alcanzó una línea de tierra arcillosa que al parecer rodeaba la escuela. La vista de la Academia desde allí era impresionante. Seguro Harry Potter se había sentido como se estaba sintiendo ella ahora cuando vio por primera vez Hogwarts, pero a Harry Potter no lo habían metido en una camioneta para llevárselo a la fuerza sin dejar que se despidiera de las personas que quería. De todas formas Sara se quedó con la boca abierta. El edificio estaba formado por varias mansiones gigantescas unidas por puentes. Se metió entre dos de ellas y contó que había siete en total, juntas creaban una figura de catorce lados cuyo centro tenía un lago con forma circular, la forma era tan perfecta que Sara supuso que era artificial. El pasto alrededor del agua estaba cubierto de flores. La chica casi olvida lo que había venido a hacer allí por la hermosura de la vista, y eso que aún el Sol no salía.
Un camino alumbrado por farolas recorría la parte interna de la escuela pero Sara se decidió a correr por el exterior, aislada de los edificios, en el trillo de tierra que había encontrado antes.
A la mitad de la vuelta ya se había cansado ¡Aquel sitio sí que era grande! Se paró a descansar junto a una roca que era más alta que ella y vio que el horizonte ya se estaba iluminando. Pronto sería hora de ir a desayunar... o no. Decidió que iba a abusar un poco más del "servicio a la habitación", luego iría a su primera clase y sabría por fin qué era un Tallíquemo. Escaló la piedra y se sentó en la cima. Era muy cómoda, como si alguien la hubiese martillado para que se adaptara al cuerpo. A partir de ese momento ese sería su lugar sagrado. Se prometió sentarse allí todas las mañanas después de correr para ver el Sol salir.
Thomas Deton se paró junto a la puerta de entrada del edificio principal. Podía ver a Sara a lo lejos sentada en "la roca". Thomas quería esa piedra como si fuera suya, había pasado los mejores y peores momentos allí ¡Hasta le había pedido matrimonio a su esposa en ese lugar! Bueno, ¿Quién podía ser más indicado para "heredarla" que Sara?
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