Capítulo 6

Lo primero que veo cuando me despierto es la melena rubia de mi amiga. Está de espaldas a mí, por lo que no sé si sigue dormida. Me yergo un poco y descubro que tiene el teléfono en la mano. Cuando consigo enfocar, leo el mensaje que acaba de enviarle a Eduardo: «Tengo ganas de volver a verte».

Pongo los ojos en blanco y me dejo caer en el colchón. Barbi se da la vuelta enseguida.

—Buenos días, dormilona, ¿te sientes mejor?

—Te estás mandando mensajitos con el amigo de Alex —la acuso, cambiando de tema, no me apetece volver a hablar del fatídico polvo.

—Me gusta mucho —confiesa.

—Al menos no has dicho que es el amor de tu vida. —Pongo cara de asco.

Suelta una pequeña carcajada.

—Podría serlo.

—Odio cuando te pones así de intensa. —Cojo mi teléfono de la mesita de noche para mirar la hora. Casi las doce.

—Odio que seas alérgica al romance.

—¿Por eso no me habías contado que seguíais en contacto? —pregunto y me es inevitable trasmitir mi enfado. Una cosa es que sus historias de amor me parezcan irreales y otra es que no me las cuente. Barbi y yo siempre nos contamos todo.

—No. —Suspira. De repente, la noto angustiada—. Como trabaja en la empresa de Alex pensé que no te gustaría que me involucrara con él...

—¿Trabaja en la empresa de Alex? —cuestiono, incrédula, como si no la hubiera oído perfectamente.

—Supuse que no lo sabías. Joder, perdóname por no habértelo contado. Es que, de verdad, me gusta mucho.

Cierro los ojos y respiro con pesadez. No sé cómo tomarme esto. Que se liara con un amigo de Alex me era indiferente, aunque la idea de que sintiera algo por él no me agradaba del todo. Pero resulta que no es solo su amigo, también trabaja para él. Es parte de la ruina de mi padre.

Controlo la rabia porque se trata de Barbi y no puedo explotar contra ella. La quiero demasiado para herirla, y sé con esto ella tampoco intenta herirnos a mi padre y a mí. Está obnubilada, como siempre que un imbécil se cruza en su camino.

—¿Estás enfadada? —inquiere ante mi inactividad.

—No, pero tampoco me hace mucha gracia que sientas por alguien que...

Me interrumpe antes de que continúe.

—Él no es culpable de que a tu padre le esté yendo mal, es solo un trabajador. De hecho, ni siquiera pienso que Alex lo sea.

—Joder, ¿en serio vas a ponerte de parte del imbécil de Alex Calvo? —Mi tono se eleva más de la cuenta y respiro con disimulo para calmarme.

—No, claro que no. —Su mano alcanza la mía debajo de las sábanas, acepto a regañadientes y entrelazo nuestros dedos—. Entiendo tu rechazo a Alex y su empresa, entiendo que a tu padre no le ha favorecido su llegada, sin embargo... Opino que él ha montado un negocio y está luchando para llevarla a lo más alto, como cualquier otra persona en su lugar.

Podría considerar su reflexión, pero no lo hago, no quiero hacerlo. Las intenciones del capullo de ojos bonitos me dan igual, sus resultados no.

—Otras empresas dedicadas a los ascensores no roban clientes —murmuro con rabia.

—¿Tienes pruebas de que él haya contactado con ellos para convencerlos?

—No las necesito.

—Leona, cambiar unos ascensores por otros no es barato. Si lo han hecho, es porque...

—Porque los ascensores de mi padre estaban fallando —pronuncio por ella—. Joder, Barbi. No quiero continuar hablando de esto, no vas a convencerme de nada.

—Me preocupas.

—No soy yo quien se está enamorando —bromeo, necesito acabar con la tensión que se ha formado entre nosotras.

—De alguien libre —puntualiza y me siento atacada.

—Ya te he dicho que no vas a convencerme de nada. Mi plan sigue adelante.

Cuatro días después, estoy en una sesión de fotos para una marca de ropa junto a mi mejor amiga. Me gusta trabajar con ella, quizás por eso acepté posar con estas prendas tan feas. Aunque, a quién quiero engañar, el verdadero motivo es que en casa necesitamos el dinero.

La tensión entre Barbi y yo ha disminuido, lo cual no me extraña. No sabemos estar mal. Peleamos y al segundo todo está bien. Siempre ha sido así. De pequeñas las disputas por los juguetes eran constantes, pero el enfado, como ya he dicho, duraba poco. Ahora son menos frecuentes, y los motivos dispares, no obstante, la duración sigue siendo la misma.

Creo que no sabría vivir sin ella.

Entramos una vez más en la caravana y nos cambiamos con la mayor rapidez posible. Una vez vestidas con un nuevo atuendo, nos retocan el maquillaje y el peinado para las siguientes fotos.

—Brutal, chicas, seguid así —nos dice el fotógrafo mientras posamos frente a él.

—Oye, Lolo, ¿te apuntas a tomar unas cervezas cuando terminemos? —le pregunta mi amiga mientras cambia de pose.

—Me parece un buen plan. —Nos dedica una sonrisa.

Que Barbi invite a alguien que acaba de conocer es algo habitual, le encanta relacionarse con todo el mundo. A mí no siempre me agrada que lo haga, mis ganas de socializar son variables y dependen del día. Además, ya he dicho que no se me da muy bien hacer amigos. Pero bueno, al menos Lolo me parece un chico interesante.

Una hora más tarde, estamos sentados en la terraza de un bar. La conversación, en un principio, se centra en nuestras profesiones. Le hablamos de otros fotógrafos con los que hemos trabajamos y él nos nombra a las modelos más famosas que ha fotografiado.

—¿En serio? Con esa me puso los cuernos mi ex —señala Barbi ante el nombre de una compañera de nuestra compañía—. Aunque ahora está con otra, con una tal Macarena. Tiene el Instagram privado y no sé mucho de ella, tampoco es que me importe. Sin duda, he terminado de superar a ese capullo.  

—Pásame el truco.

—¿Intentas superar a un ex?

—¡Qué va! Ni siquiera nos hemos liado. Es hetero. —Bufa.

—¡Joder! Yo he aplicado lo típico: un clavo saca a otro clavo.

—¿Y funciona?

—Parece que sí. —Suelta una carcajada—. Al menos, el clavo me la clava bien.

Consigue que ambos nos riamos, y eso que yo me encontraba asqueada con el rumbo que estaba tomando la conversación.

—¿Y tú? —me pregunta Lolo—. ¿Cuál es tu drama amoroso?

—Yo no tengo de esos.

—Algo habrá.

—El chico con el que me quiero acostar me ha bloqueado. —Encojo los hombros.

—Siempre puedes crearte otra cuenta —sugiere.

—Jamás. —Arrugo la nariz.

Por nada del mundo usaría ese tipo de métodos para conquistar a un tío, aunque, a este paso, no voy a cumplir mi cometido. Llevo casi tres semanas sin saber nada de él. Necesito una maldita excusa para acercarme, otro maldito encuentro fortuito.

Desconecto cuando Barbi empieza a hacerle preguntas a Lolo sobre cómo es el sexo entre dos hombres y cojo mi teléfono. Entro en el perfil de Instagram de Marice y empiezo a cotillear sus fotos. Hace un par de horas subió una besándose con Alex con el siguiente encabezado: Feliz aniversario, cariño. Los primeros 5 años de toda una vida. Te amo.

No pensé que llevarán tanto tiempo juntos. Ignoro el malestar que se instaura en mi pecho. Me da igual. Me da absolutamente igual. Esto no es más que un aliciente, una señal de que separándolos conseguiré hacerle daño a Alex. Ese es mi propósito, ¿no? No es culpa mía que ella se vea arrastrada.

Reprimo un suspiro.

Al día siguiente, conduzco hasta En el cielo está el límite. Me quedo allí casi media hora, esperando a que salga, aunque, si lo hiciera, no sé cuál sería mi próximo movimiento. Estoy improvisando, como siempre. Arranco de nuevo y vuelvo a casa.

Me dejo caer en la cama y miro mi teléfono. Entre las notificaciones, advierto un mensaje de Alex y los latidos de mi corazón se dispara. Me ha desbloqueado, pero ¿por qué?, ¿me habrá visto frente a su empresa?

Abro el mensaje con inseguridad, no sé qué voy a encontrarme.

Alex [18:37]: ¿Ricardo Jiménez es ahora el socio mayoritario de Ascensores Navarro?

Frunzo el ceño. Debería sentirme aliviada, no parece haberme visto merodeando su empresa, sin embargo, su mensaje me inquieta un poco y me pongo a la defensiva.

Leona [18:42]: ¿Y a ti qué te importa?

Alex [18:43]: Qué borde eres.

Leona [18:45]: Tú tampoco es que seas muy simpático. Ni siquiera me has saludado después de tanto tiempo, has ido directo a preguntar.

Alex [18:47]: Buenas tardes, Leona, ¿Ricardo Jiménez es ahora el socio mayoritario de Ascensores Navarro?

Mis labios se curvan.

Leona [18:48]: Buenas tardes, Alex, ¿a qué se debe tu interés?

Alex [18:49]: Me han llegado rumores y quería confirmarlo.

Leona [18:51]: Sí, lo es. Lo mencionas como si lo conocieras.

Alex [18:51]: Estudiamos juntos la carrera.

Leona [18:53]: Vale, ¿vas a volver a bloquearme ahora que has calmado tu curiosidad?

Alex [18:55]: Debería.

Leona [18:55]: Tú sabrás.

Alex [18:57]: No voy a bloquearte, puedes respirar tranquila. Por cierto, sé que no vas a tener en cuenta lo que voy a decirte, pero Ricardo no me gusta. Sé que no es un tío muy legal.

Releo su mensaje un par de veces y mi respiración se vuelve algo pesada. ¿Cuál es su objetivo con esto? No me gusta.

Leona [19:04]: ¿Te preocupa la empresa de mi padre o la tuya?

Alex [19:05]: Interprétalo como quieras.

Aprieto la mandíbula.

Leona [19:06]: Vale.

Alex [19:06]: Vale.

Interpreto que su último mensaje es su modo de decirme que quiere continuar hablando conmigo, pero no voy a darle ese placer, no por ahora. Necesito digerir todo y pensar las cosas antes de actuar. Esta situación cada vez me parece más complicada.

Al menos, hemos roto el contacto cero.


NOTA DE AUTORA:  Un nuevo capítulo, ¡cada vez tengo que hacer más cambios con la versión anterior! Pero no importa, porque me encanta cómo está quedando. 

¿Os gustó el capítulo? ¿Qué esperas para el siguiente?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top