9

Thais

El agua caliente había empezado a enrojecer mi piel y decido levantarme para afrontar lo que la vida me tiene preparado de aquí en adelante.

En el armario solo había faldas, vestidos y abrigos. No había pantalones. Ni jeans ni camisetas. Solo una marca de diseño tras otra. Agradezco haber ido de compras con Anjoly ya que pude tener algunas de las cosas que necesitaba porque no podría vivir sin pantalones cortos, camisetas entre otros.

Un golpe en la puerta me hace sobresaltarme y agarro la toalla que me envuelve.

Anjoly se asoma al interior, la cálida sonrisa en su rostro.

—Solo quería ver cómo estabas.

Aprieto más la toalla. —Me gustaría decir que estoy bien, aunque eso haría pensar que estoy en negación, ¿no crees?

Cierra la puerta al entrar, con sus largas y torneadas piernas acentuadas por los tacones de aguja negros que lleva y su vestido hasta la rodilla a juego. Lleva el cabello rojo perfectamente alisado y las puntas cubren sus pechos. Esta mujer es la sofisticación y la riqueza personificada. Emane elegancia como si la llevara grabada desde que nació.

Veo que se sienta en el sofá junto a la ventana cerrada.

—Ve esto como una oportunidad. —Cruza las piernas y junta las manos en su regazo. —Aang es un hombre muy poderoso.

—Eso ya lo noté. —Le doy la espalda y finjo que busco en el armario, pero, en realidad, apenas me fijo un poco en el armario.

—Pero no has notado que puedes usar su poder a tu favor.

Frunzo el ceño.

¿Cómo podría hacer eso?

Como si ella hubiera escuchado mis pensamientos dice: —Si no puedes convencer a alguien, confúndelo.

Se escucha el golpe de sus tacones y ella entra a mi lado, metiendo la mano en el armario.

—Toma. —Saca un vestido con encaje, mangas cortas, cuello redondo y rosa. Es un vestido rosa claro, pero me sonríe como si acabara de revelar una prenda que siempre había soñado llevar.

No.

—No me lo voy a poner eso.

Anjoly pone un par de zapatos de tacón alto sobre la cama.

—Este es el vestido, queda perfecto con tu tono de piel.

—Dame una buena razón por la que debería ponerme este vestido.

—A mí no se me ocurre ninguna en específico —Comenta—. Vamos a beber y a bailar, así que enseñar piel es un requisito indispensable. Además, estás buena.

—No tengo claro cuánta piel quiero enseñar —le digo—. Soy muy fiel a mi flamante condición de soltera sin Aang.

—Bueno, algunas mujeres enseñarán el culo, así que no destacarás, si es eso lo que te preocupa.

—Tú sí que deberías enseñar el culo. Eres la única que se ha pasado las tres últimas semanas tomando el sol desnuda y bebiendo en una villa francesa con un hombre sexy —le digo.

Anjoly esboza una sonrisilla pícara. —Me he pasado las últimas semanas con David, así que estoy lista para una noche de juerga.

—¿Qué tal? —sonrío pícara.

—Bueno, David sigue como un tren, un culo que me dan ganas de darle unas nalgadas y en la cama, uf...

—Gracias por la información mental, pero no estaba preguntando sobre eso —evito reírme. —¿Lo que tienen es serio? —pregunto.

—Coge bien —dice ella simplemente. —No quiero etiquetar lo que tenemos, lo pasamos bien y eso es todo.

Veo que toma algo del armario superior, tirándolo a la cama.

Me sorprende.

—¿Eso es una...?

—Tanga —responde. —Sí. Con un vestido así, no puedes llevar nada más. No deseamos que se formen esas incómodas marcas de las bragas.

Me pongo el vestido sobre la cabeza.

—Sí, las marcas de las bragas son mi mayor preocupación ahora mismo.

Se ríe.

—Estás preciosa —comenta—. Aang enloquecería si te viera.

No respondo, y miro mi reflejo en el espejo. Anjoly me aplica mi perfume, y me observa con una sonrisa.

—Le importas más de lo crees —susurra—. Quizás no te lo demuestre de la mejor forma; porque no sabe cómo hacerlo. Pero siente cosas por ti, demasiado diría yo.

Me encuentro con sus ojos a través del reflejo del espejo.

—Debería aprender —musito—. No lo voy a esperar por siempre.

Tras terminar nos dirigimos a bar, donde me pido un mojito en cuanto llego, deseando ponerme a bailar y alargar esta noche, que está siendo tan distinta, todo lo que pueda.

No estoy lista para salir con nadie, pero a mi cuerpo le da igual. Al final, cedo. Los hombres revolotean a mi alrededor como moscas. Es fácil, demasiado diría yo. Una chica joven en un bar... no necesitan más. Como lobos a la carnaza se acercan. Dejo que me inviten a tomar chupito de vodka, uno de tequila...

—Estás bebiendo demasiado —me susurra Elliot cerca de la oreja.

Ha sabido mantener su espacio desde que llegamos.

—Anjoly también lo está haciendo y nadie le está diciendo nada —le remarco dándome la vuelta, conteniendo la respiración durante unos breves segundos al percibir lo cerca que estamos. Sin percatarme, detengo la mirada en sus labios.

Cierro los ojos un instante antes de abrirlo de nuevo.

—La diferencia es que ella se controla y tú no, lo más seguro es que hagas una tontería —me rebate con sequedad mientras siento el calor de una bola de fuego provoca en mi interior salir de mi piel.

—Qué estupidez, por supuesto que controlo —musito como puedo percatándome de que continúo anclada en mi sitio y no he salido corriendo en dirección a Alaska.

—Tú verás lo que haces —masculla con fastidio, alejándose de mí.

—Es el momento de tirarse a la pista —me aconseja mi amiga al oído, pasando por mi lado, para y yo la sigo.

—Bueno —le digo llegando hasta la pista de baile donde está sonando Unstoppable de Sia.

Veo como David llega de la nada, me besa la frente y luego abraza a Anjoly por la cintura, y comienzan a bailar, alejo mi mirada de ellos para dejarme llevar por la música, esa que da alas a mis pies y llena mi pecho de cientos de cosas bonitas. Mientras bailo, siento como las notas musicales se adentran en mi piel hasta llegar a mi pecho, donde se asientan, vibran y crean ese lugar mágico donde la frustración y la vergüenza tienen prohibido su acceso. A esa canción le sigue otra y otro mojito, y como si de una serie matemática se tratase, voy enlazando canciones con mojitos mientras Elliot permanece de pie, en la barra, y yo me suelto la melena más que nunca.

Anjoly decide ir por una copa mientras David y yo seguimos bailando.

—¿No empiezas la Universidad mañana?

Sonrío ampliamente, feliz que se haya acordado. No hemos hablado mucho desde nuestro encuentro.

—Sí.

—Cambiaste de carrera, ¿verdad? —asiento. —¿Qué es lo que vas estudias ahora?

—Seguiré con lo de Marketing, ya no me interesa la contabilidad, pero también quiero tomar curso de Literatura, ya que estoy trabajando en una editorial —me mira. —Lo sé, probablemente estás pensando que no sé lo que quiero, pero ¿cómo esperan que a los dieciocho uno sepa lo que quiere? Pero ahora sí estoy segura, tengo veinte y he trabajo en la empresa de Theodore e incluso estuve un tiempo en el de Aang, me ha gustado mucho. Siento que en eso soy buena, no lo voy a cambiar.

David sonríe.

—Entonces... ¿quieres bailar? —pregunta.

—Claro —digo contoneándome a su alrededor.

La canción cambia y para mí sorpresa está en español, es Mayores de Becky G. Me identifica por completo.

David aprovecha y se acerca a mí, dispuesto a bailar. Le permito apoyar una mano en mi cintura y me muevo al ritmo de la música, gritando y levantando el brazo que tengo libre. Cuando quiero darme cuenta, mi espalda está apoyada en su pecho y mi culo en su entrepierna.

Abre mucho los ojos y doy un respingo, pegando un chillido de sorpresa y él me agarra de la cintura, y me lanza una mirada de advertencia. Si digo una sola palabra de la erección que está clavado en mi nalga izquierda, tal vez Anjoly no lo tome a bien.

—¿Qué pasa? —pregunta Anjoly, preocupada, uniéndose a nosotros.

Me recupero enseguida y digo: —Perdón, no los quería asustar. Creo que me he pegado en tu móvil, David. —Me alejo—. Se me estaba clavando esto en el culo.

—Qué sexy, debe ser muy grueso por la cara que has puesto —comenta Anjoly, tomándome de la cadera y se pega está vez a mí. —¡Esta canción me encanta! —exclama Anjoly. Se trata de una que está muy de moda este año, está en francés. Me había propuesto no beber más, pero ella se ofrece a invitarme a un vodka y al final vuelvo a caer. —¡Vamos, muévete! —me anima cogiéndome de las manos.

Mientras bailamos y cantamos con cada una de las canciones, también van cayendo, champaña, cervezas, chupitos. Y más vodka. Y chupitos. Yo, sin embargo, continúo con mi bebida de antes, que ya sabemos lo que pasa luego.

Siento que he hecho mi rutina normal, pero sin él aquí, todo parece diferente. Vacío. Gris. Es como si el sol se hubiera escondido detrás de una nube dejando al mundo en penumbra.

Es de locos. Completamente de locos. Ya he estado sin Aang antes. Cuando pensé que estaba muerto yo me las apañaba como podía para seguir con mi vida. Pero esta vez tengo que luchar continuamente contra un sentimiento de inquietud, de ansiedad, que se incrementa cada hora que pasa.

—No sé qué me pasa —digo de pronto—. He vivido tantos años sin él y ahora, de repente, ¿ni siquiera puedo aguantar unos días?

Me sonríe. —Claro. Son inseparables, no me sorprende en absoluto. Nunca había visto a una pareja así de enamorada.

Suspiro y niego con la cabeza con desazón, él no me ama y el amor cuando se trata de los dos es extraño. A pesar de no parecer sentimental, Anjoly tiene un inmenso lado romántico. Hace un par de semanas le confié mi secreto de cómo nos conocimos Aang y yo. Es verdad que la historia la impactó, pero no tanto como me hubiera impactado a mí si hubiera estado en su lugar.

Anjoly me acaricia la mejilla y sonríe.

—Si me tratas así, pensarán que somos lesbianas —le digo medio en broma, medio en serio.

—Bueno, Thais, en este lugar el cincuenta por cierto lo es. —Me guiña el ojo y luego me estampa un beso cerca de la comisura de los labios antes de irse a donde David, se dan un beso tan obsceno que prácticamente les falto comenzar a fornicar ahí mismo.

Reviso mi reloj de muñeca; son las tres de la mañana. Demasiado tarde, teniendo en cuenta que en un par de horas sonará mi despertador y tendré que comenzar a prepararme para el primer día. Acelero el paso con la intención de llegar lo antes posible a mi cama. Tengo sueño y, ¿para qué negarlo?

Estoy bastante borracha.

Noto mi cabeza embotellada y pensar con lucidez me resulta tan complicado como caminar en línea recta. Para rematar, empieza a chispear y hace frío. ¿Por qué no me he quedado durmiendo plácidamente? Bueno, en realidad, esa pregunta es absurda. Sé perfectamente que he salido para evadirme de mi ansiedad y evitar darle más vueltas a la distancia que hay entre Aang y yo. En el fondo, no importa lo mucho que él intente convencerme de que todo saldrá bien; sé que esto no es bueno. No puede serlo. Y sé que, de un modo u otro, terminará pasándonos factura. Estoy demasiado concentrada pensando en mis propios problemas cuando me tropiezo con mis tacones. Me voy cayendo a cámara lenta y sé, antes de tocar el baldosado, que el golpe que voy a darme será monumental. Estiro las manos para amortiguar el impacto de la caída y...

¡Zas! ¡Al suelo!

—Mierda... —murmuro mientras un ardor asciende por mis piernas y por las palmas de mis manos.

Me miro estas últimas; están despellejadas, pero parece que no me he roto ningún hueso ni nada por el estilo.

—¿Estás bien?

Levanto la cabeza abochornada, rezando internamente porque no se trate de ningún idiota que solo quiere ayudar para luego querer llevarme a su cama. Pero no. Es Elliot.

—Sí —consigo responder después de tragar saliva repetidas veces.

Su mirada azul me penetra a fondo mientras yo intento mantener la compostura y no ponerme nerviosa. O, al menos, no más nerviosa de lo que ya estoy.

Me esfuerzo por controlar mi respiración y tranquilizarme. Tengo el pulso acelerado y eso provoca que todavía me maree más. Elliot desciende la mirada lentamente hasta mis pantorrillas y, en ese mismo instante, caigo en la cuenta de lo poco que cubre mi ropa interior. Tiro del vestido, bajándolo, y me pongo de pie con gran esfuerzo. Me tiemblan las piernas y creo que me he torcido ligeramente el tobillo. Él se apresura a sujetarme para que no pierda el equilibrio.

—Mañana hay clase, así que creo que deberías irte a dormir cuanto antes a no ser que tengas pensado no ir a tu primer día de clase.

—Para nada —respondo de forma apresurada.

Me esfuerzo por dibujar una de mis encantadoras sonrisas, pero no me sale.

—Pues si no necesitas ayuda...

—No, no. No la necesito.

Termino por caminar hasta el auto, sé que Anjoly seguramente va ir con David y no necesito saber que harán ya todos en el bar lo pueden imaginar.

Al llegar a mi apartamento. Consigo llegar a mi habitación luego de tomar unas pastillas. Me quito el vestido y el sujetador, inspecciono mis heridas de guerra —que gracias a Dios no son más de dos rasponazos superficiales y un tobillo un poco hinchado—, y me pongo el pijama.

Me tumbo en la cama y cierro los ojos. Son casi las cuatro de la mañana y tengo que aprovechar hasta la última hora de sueño que me queda antes de que el despertador de mi móvil empiece a sonar.

Tic, tac. Tic, tac.

Puedo escuchar el segundero de mi reloj de muñeca girando sin parar, como si estuviera retándome.

"Duérmete, Thais". Pero no lo consigo porque mi mente está demasiado ocupada en Aang.

¿Por qué diablos no puedo dejar de pensar en esos malditos ojos verdes?

¿Me está extrañando como yo a él?

Decido tomar y teléfono y escribirle a David.

[¡Por favor, por favor dime que esa erección no había sido por mí!]

Tarda unos segundos en contestar.

[NO.]

Sonrío.

[Ok, muy bien. Ya estaba ahí antes de que me pegara así que he dado por hecho de que no era por mí. Solo quería asegurarme.]

[Tu amiga se pasó pegando su hermoso culo en él y no solo eso me lo restrego. Soy un hombre. A veces pasa.]

[Buenas noches, pervertido.]

[Buenas noche, enana.]

Horas más tarde comienza a llover y yo sigo sin poder dormir. Así que veo una película.

A medida que caen grandes y voluptuosas gotas de lluvia, vuelvo mi atención a mi computador y me desplazo por mis correos electrónicos.

Sorprendentemente, Anjoly me responde con un manuscrito editado. No me había dicho nada al respecto de eso. Me había escrito que lo estaba leyendo, pero no me imaginé que lo editará. Solo buscaba una opinión diferente a la mía. David ya me había dicho que le gustó. Aang no me respondió nada. Ni siquiera un "vete a la mierda".

Suspiro leyendo el correo de Anjoly.

Thais,

Sé que he tardó mucho, pero primero había enviado a editar antes de leerlo y moría por saber el final antes de responderte, realmente fue buena idea.

No pude dejar de leer este libro. Cadente no es la palabra exacta para definirlo.

He estado algo ocupada. Hoy cuando regresé a casa me sentí cansada, pero aun así decidí abrirlo y echar un vistazo ya con la edición. ¡Cuatro horas más tarde, ya había terminado! Es impresionante. Muchas gracias por alejarme de mi miseria durante unas pocas horas. !Por favor, dime si quieres publicarla con mi editorial!

Anjoly.

NO CREO lo que acabo de leer, así que lo leo de nuevo.

Y otra vez. ¿De verdad es ella? Guau, nunca pensé que mi escritura podría tener tal impacto. Ya que me gusta más trabajar en Marketing o cuando Aang me llevaba a sus citas de negocios que escribir.

Igual mi corazón se llena de alegría.

Y los ojos de Aang vuelven a mi mente, fue la primera persona en gustarle mis escritos.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top