36

Aang

He encontrado una mujer sin la que no puedo vivir.

No se trata solo de las cosas que hacemos en el dormitorio. Sino de la forma en que me mira.

La manera en que me toca.

La forma en que me ama.

Mis ojos se posan sobre el cuerpo de mi pequeña, viendo la forma en que la tela abraza su perfecta y hermosa figura. Su sombra de ojos es diferente esta vez. Lleva una sola banda en su mano derecha. Su cabello está en una cola de caballo alta fuera de su cuello para poder mostrar todas sus cualidades naturales mientras camina a la puerta de la casa de mis padres.

Acelero mi ritmo para alcanzarla.

Corro y luego la alcanzo al final de las escaleras. Saco su mano de su bolsillo y la pongo en el mío. Ella mira nuestras manos juntas, con confusión en su cara. Le aprieto los dedos y la arrastro conmigo. Ella no se aparta a pesar de lo confundida que está. Yo había estado confundido todo el camino hasta aquí, pero ahora no lo estoy. Mis planes con ella es la mejor decisión que pueda tomar.

Cada minuto que paso en la oficina estoy ansioso por volver con ella. Ahora puedo actuar según cada uno de mis instintos, puedo tomarla de cualquier modo que deseo. Nunca tendría que volver a estar en la amargura.

Cuando había empezado a salir con Thais, había sido una batalla por el dominio. Por ver quién podía con quién. Ella quería controlarme a mí y yo quería controlarla a ella. Era una oponente feroz y yo temía que nunca ganaría, que como mucho compartiría el poder con ella.

Pero ahora ha sucumbido a mí.

Es toda mía.

No habría disputas, tan solo posesión. Se había sometido a mí por voluntad propia y no porque yo fuera más fuerte que ella.

Sino porque me lo he ganado.

Al igual que ella había ganado el poder que tiene ahora sobre mí.

Mi mamá abre la puerta y grita cuando ve a Thais.

—Oh, cariño. Me alegro de verte —la envuelve en sus brazos y la abraza, olvidándose del pobre infeliz de al lado. —Y mira a quién has traído contigo —esta vez se dirige a Elliot.

El abrazo se extiende y yo carraspeo.

Thais y Elliot se aparta para que pueda saludar a mi madre.

—Aang, mi bebé, no te pongas celoso que hay mucho amor para los tres —es mi turno de recibir un abrazo de oso y dos besos.

Las mejillas de Thais se inflan, y ella intenta no reírse.

—Salgamos del frío glacial y entremos—. Mamá nos lleva dentro y nos ayuda con nuestros abrigos. —La cena está casi lista. Siéntense en la mesa. Thais, ¿puedo hacerte un trago? ¿Vino o whisky?

—Agua está bien —responde Thais.

—¿Aang? —ahora se dirige hacia mí.

—Agua también.

La mirada en la cara de Thais no tiene precio. Sus ojos se suavizan de una manera que nunca había visto antes. Me envuelve la mano, con una hermosa sonrisa en su rostro.

Sus mejillas no enrojecen como lo harían normalmente, probablemente porque hace mucho frío afuera.

Elliot sonríe más que nadie.

—Oh, bueno, ¿Y tú Ellliot?

—Whisky, está bien.

—Esa es la actitud.

Elliot y ella se va con ella a la cocina.

Thais y yo estamos finalmente solos, y ella me mira fijamente. Agarro sus dos manos y las llevo a mis labios, besando cada nudillo. Yo las suelto y luego pongo mi frente contra la de ella.

—No me molesta si bebes delante de mí —me asegura.

—Un día sin alcohol no me hará daño —le resto importancia, dándole un beso.

Es la primera vez que no estoy ansioso por desnudarme, esperando con ansias pasar la noche con mi familia, hablando de vino y comida gourmet. Espero con ansias estar con ella. Mi novia. Casi prometida. Futura madre de mis hijos.

Minutos más tarde aparece mi padre, quien al parecer apenas salió de una reunión de negocios y por eso llegó tarde. Saluda a Thais como si fuera su propia hija antes de unirse con mi madre y Elliot en la cocina.

Ver su cercanía me toca el corazón de una manera que nunca podré explicar. Nos sentamos en la mesa del comedor, y mi madre sirve la comida. Comenzamos a comer, y luego Thais intercambia algunas palabras con mis padres, preguntándoles sobre sus vidas mientras que ella no los había visto en semanas. Les habla de próximo viaje con Anjoly y David, de la universidad y de su trabajo.

A mis padres le caen bien, mamá esta feliz y siento un alivio por su aprobación. Thais ha sido la única chica que realmente ha sido aceptado por quien es y no porque les imponía tratarla, de alguna forma decirlo.

Cuando terminamos, mamá recoge los platos y los lleva a la cocina.

—Aang, ¿quieres ayudarme con los platos? —es una orden disfrazada de pregunta.

Me levanto sabiendo que en realidad es una excusa para hablar a solas conmigo.

—Seguro —dejo mi servilleta y me uno a ella en la cocina.

Los platos son apilados y listos para ser lavados. Siempre que vengo solo en casa, siempre había sido mi trabajo lavar los platos mientras ella guardaba las sobras, incluso teniendo quien haga todo por ella. Se supone que Elliot va a encargarse del postre y sacar la basura y si Terrence estuviera aquí tendría parte del trabajo. Cada vez que los visitamos sin compañía femenina, todavía nos esperan para hacer estas tareas. Probablemente podríamos objetar, pero los tres nos negamos a negarle algo a mi madre. Y ahora que tiene más confianza hacia Thais estoy seguro que de ahora en adelante no se va a refrenar con mandarnos a hacer oficio, gracias a ella tanto Elliot y yo sabemos cocinar. Ya puedo ver a mi pequeña siendo arrastrada a la cocina, aunque compadezco a mi madre si tiene que probar algo hecho por ella.

Empiezo a enjuagar los platos y a apilarlos en el lavavajillas.

—Por favor, dime que traíste el anillo.

Es una reliquia familiar.

Mi abuelo compró uno de los primeros diamantes de su clase en los años 50 y le pidió matrimonio a mi abuela con él. Ella se lo pasó a mi padre, que se lo dio a mi madre biológica... Que me lo dio a mí antes de irse. El anillo brilla como una estrella caída sobre el negro de medianoche o como un rayo de sol por la mañana. Es una de las pocas cosas sentimientos que había hecho desde que nací. Es un diamante hermoso, raro y difícil de encontrar... a igual que Thais, por eso tiene que ser suya, o de nadie.

Y como Pauline, mi madre por elección, tiene su propia colección de joyas le había pedido que me diseñara el anillo, pero ella me sugiero que lo mejor es dar algo significativo y que mejor que una reliquia familiar, así que cuando busque el anillo de inmediato lo supo, ese anillo había sido diseñado para mi pequeña Thais. Sin embargo, es un poco grande para su dedo, y mamá se ha ofrecido para ajustarla a su medida.

Miro por encima del hombro y veo a mamá poniendo las sobras en contenedores plásticos.

—Sí.

—¿Estás seguro de dar ese paso?

¿Quiero besarla todos los días de mi vida? Sí.

¿Quiero que sea solo mía? Claro que sí.

¿Quiero verla todos los días y las noches en mi cama? ¡Dios mío, sin duda algo es lo que más deseo!

¿Quiero que me quiera y no tenga cabeza para pensar en nadie más? Es lo único que anhelo en la vida.

¿Quiero verla desnuda y hacerla mía por el resto de mis días? ¡Jesús, por supuesto que sí!

¿Quiero ser cada día ser azotado por ese coño? ¡Obvio!

Además, no es tan malo. Ella también estará siendo azotada por mi pene.

Señora de Aang Briand.

Me gusta.

Me gusta mucho.

De hecho, no quiero esperar para llamarla así. Quiero aquel privilegio en ese mismo momento, de inmediato. No quiero esperar hasta nuestra boda en alguna isla pérdida o exótica que podría ocurrir esa cabecita suya. Quiero poseer a aquella mujer de forma absoluta e irrevocable.

—Sabía que no quería estar con nadie más en el momento en que tuve a Thais —confieso.

—Sí, me di cuenta de eso —dice riéndose. —Simplemente lo sabes. Y puedes mentirte a ti mismo todo lo que quieras, pero la verdad te llegará eventualmente.

Es cierto.

La verdadera razón por la que me voy a casar es porque no quiero a nadie más. Y si no quiero a nadie más, ¿por qué querría ver a otras chicas desnudas?, ¿por no hacerla mía para siempre?

—Quiero esto. La quiero a ella.

—Bien. Me alegro de que hayas encontrado a alguien, y no a cualquiera. Ella es una mujer encantadora. Muy brillante y hermosa.

»A veces me preocupa que una mujer solo te gustará por tu riqueza, pero una mujer con sus talentos no te necesita para cualquier cosa. Me alegro de que se case contigo. Ella es una mujer increíble, así que se merece estar con un hombre increíble. Sé que ustedes lo lograrán. Ambos se complementan. Así es como sabes que es el verdadero amor.

—Definitivamente no me necesita para nada. Ella está fuera de mi liga. A veces temo que sea un sueño y despierte.

—Cariño, eso no es cierto en absoluto —se acerca por detrás de mí y me frota la espalda. —Nunca pienses de otra manera.

Trato de no reírme de la inflada opinión que mi madre tiene de mí.

—Me alegro de que te guste.

—Y me alegro de que hayas cambiado de opinión sobre la búsqueda de alguien y formar una familia.

—No cambié de opinión, ella lo cambió por mí.

—Aww —coge los platos que yo había enjuagado y los pone en el lavavajillas. —Espero vivir lo suficiente para ver a mis nietos. Nada me haría más feliz.

Yo tengo sospechas que de Thais está embarazada, por eso me preocupé tanto cuando llegó borracha anoche. Y si no estuviera embarazada me encargaré de dejarla así, nada me hará más feliz que hacer esa tarea.

—Mamá, no eres vieja. Tienes mucho tiempo.

—Eres tan dulce conmigo... eres la mejor bendición que ha entrado a mi vida.

Yo soy bendecido de que ella entrará a mi vida. No podría haber tenido una mejor madre que ella.

Termino de lavar los platos y ella de empacar la comida. Entonces ella saca el postre, y Thais viene a la cocina para ayudarla a servir las rebanadas de pastel, luego regresamos a la mesa.

Mi pequeña sonríe mientras reparte el pastel. —¿Por qué me sonríes así?

—Pasé por la cocina de camino al baño...

—¿Y?

—Te escuché hablando con tu madre —Dios, la verdad del anillo salió a la luz.

—¿Y qué?

—Bueno solo escuché la parte que quería nietos —confiesa y suspiro aliviado. —Pero creo que es dulce que estés tan cerca de tu madre.

—Soy un niño de mamá, así que esto no es nueva información.

—Lo sé —se inclina hacia mí y me besa en la mejilla. —Creo que es lindo su relación —un beso en la mejilla estaba por debajo de mis intereses, pero cuando lo hace ella, me hace sentir especial.

—¿Sí?

—Sí —toma un pedazo de pastel y su mirada se distrae sobre mí.

Elliot me mira al otro lado de la mesa con una sonrisa arrogante y una mirada más arrogante que dice "ya caíste y no hay remedio para este veneno".

—¿Quieres postre? —me tienta la pequeña diosa dando una mordida a su pastel.

Acerco mi boca a su oído. —El postre que quiero está debajo de tus bragas.

—Eres un pervertido —dice, dándome un beso.

—¿Has vuelto a vomitar? —le pregunto, al sentir el sabor de menta fresca.

—Sí —contesta, intentando alejarse.

Yo la retengo.

—Esto no puede seguir así, mañana mismo vamos a ver una doctora, ya pedí cita.

—Estoy bien. Este parásito o bicho, o lo que sea que haya cogido no va durar mucho.

¿Por qué le cuesta tanto pensar en la posibilidad de estar embarazada?

¿Acaso no me imagina como padre de sus hijos?

Paso el resto de la noche sintiendo un mal sabor de boca.

Cuando llegamos a casa la puerta de nuestro habitación hace clic. El pomo gira y entra, con sus talones golpeando el suelo. Ella pisa en la habitación y luego se traslada a la pared donde esta el interruptor de la luz.

—No —se estremece al oír mi voz.

Gira su cuello hacia mí lentamente hasta que me ve sentándome en el gran sillón junto a la ventana. Ella pone su bolso sobre la mesa y cruza los brazos sobre su pecho.

—Desnúdate —ella no cumple mi orden y se queda mirándome fijamente.

Chasqueo los dedos. Sus rasgos son difíciles de ver en la oscuridad, pero estoy seguro de que sus ojos se estrechan en resistencia. Pero no se atreve a desobedecerme. Las prendas de vestir se desprenden lentamente, empezando por su blusa y luego su sostén. El pantalón cae encima de sus tobillos antes de que se bajara las bragas por sus largas piernas. Una vez que ella esta en sus botines, pone sus manos en sus caderas.

—Tuve una interesante conversación está noche con tus padres.

—Lo sé —señalo la cama mientras me quito la camisa. —Ponte eso. Ahora.

Después de una breve pausa de resistencia, camina hacia la cama y recoge la lencería brillante que había recogido de Versace. Con los diamantes y la seda me costó más. Pero mi mujer no se vestiría de otra cosa que no sea lo más fino y caro que existe en el mundo. Lo examina antes de que se lo ponga en la cabeza y lo ajuste alrededor de su pequeña figura. No hay bragas porque no las necesita. Se vuelve hacia mí, sus botines hacen ruido mientras se mueve. La miro con codicia, considerando cómo la tomaría. observo con fascinación porque es la mujer más notable del planeta. Pero cuando es tan obediente y sexy es mucho más hermosa.

Podría conseguir que hiciera cualquier cosa. Eso me hace el hombre más poderoso del mundo. Conquisté a Thais Delgado. Y ahora ella sería una Briand.

—De rodillas —se baja al suelo, con las rodillas golpeando el frío suelo.

Empujo pantalones y mis calzoncillos hacia abajo y dejo que mi pene salga de sus ataduras.

—Ojos en mí, pequeña —se instala entre mis muslos y me chupa el pene, sus ojos se mueven hacia arriba, mirándome a mí. Sus dedos masajean mis bolas delicadamente, tocándome de la forma en que me gusta.

Me chupa la punta con fuerza y luego me empuja profundamente en su garganta. Las lágrimas saltan de sus ojos y le manchan la cara. Mis brazos se apoyan en los apoyabrazos, y la miro,  sintiéndome como un rey mientras mi reina obedece todas mis órdenes. La lencería se ajusta perfectamente a su cuerpo, y los diamantes reflejan la luz de afuera de la ventana. Su pelo es empujado a un lado para que no se interponga en el camino de chuparme el pene. Normalmente lo sostengo en mi mano, pero esta vez, la dejo hacer todo el trabajo. Me gusta verla trabajar. Además, estoy enojado con ella.

Me empuja a su garganta de nuevo, la saliva se acumula en las esquinas de su boca. Una mujer tan hermosa nunca me había chupado pene así.

Quiero que siga adelante, que me dé un empujoncito para que yo pueda durar toda la noche. Pero naturalmente, una vez que meto mi pene en un sitio, quiero meterla en otro. Quiero empujar su propia saliva de nuevo en su vagina. Quiero que sienta lo duro que ella me pone. Yo quiero echar un chorro de mi semen en su vientre, pero también quiero bombear su vagina para que me sienta toda la noche y al día siguiente. Quiero dárselo en todas partes.

Le aparto el pelo con mi puño y luego le quito la boca de mi longitud. Un rastro de saliva se extiende entre la esquina de su boca y la cabeza de mi pene.

—Te estoy cogiendo por todas parte esta noche —yo voy a follarla profundo y duro. Ella no discute. —Súbete a la cama —se arrastra por el colchón a cuatro patas, con el vestido amontonado en sus caderas. Su brillante sexo esta en exhibición para que yo lo disfrute.

Agarro el tapón anal con la punta de diamante y una botella de lubricante de mi bolsa. La tiro en la cama antes de posicionarme detrás de ella, con mi pene empapada en su saliva. Me meto dentro de su sexo con un rápido movimiento. Gime mientras se mueve hacia delante, su sexo se estrecha a mi alrededor con dureza. Me agarro a sus caderas y me meto dentro de ella con fuerza, follándola como si fuera una puta que había comprado para la noche. Me agarro a la parte posterior de su cuello y me sostengo mientras bombeo, deslizándome a través de su crema y mojando la base de mi pene. Ella ya va a venirse. Puedo sentirlo. Bajo la velocidad y cubro el tapón trasero con lubricante antes de insertarlo en su relajado trasero. Encaja sin resistencia, la joya brillante brillando de nuevo hacia mí. Es de seis quilates de diamante real, porque su precioso culo solo merece las mejores cosas en la vida, incluyendo mi pene y mis dedos.

Gime por la plenitud de mi pene y del tapón anal con joyas.

—Todavía no —mis manos rodean su cuerpo y aprietan sus tetas mientras yo golpeo en ella, sintiendo el diamante presionando contra mí mientras me empujo.

La golpeo en el lugar correcto cada vez, llevándola al principio del clímax. Ella aprieta las sábanas y gime al sentir la explosión. Empieza a retorcerse al perder la pelea, su espalda se arquea más y más profundamente.

—No te atrevas a correrte —la amenazo al sentir como se cierra en mi pene. —Es un trabajo, ser arte. —Es el mismo tono que utilizaría si estuviera informando a un comprador sobre mi champaña—. No es simplemente destapar una botella. Tienes que estar en tu mejor momento, pequeña. ¿Estás en tu mejor momento? ¿Vas a ser buena?

Ella se aprieta a mi alrededor mientras lo digo, y casi me corro en su vagina. —No. Seré golosa y guapa para ti.

—¿No? Mi pequeña glotona cree por ser guapa no va a tener castigo. Por eso estás a punto de venirte sin permiso.

—Sí... digo no.

Mi pequeña es una imagen compleja y texturizada.

No. No es una imagen.

Es algo más hermoso. Es real.

Sigo follándola.

Thais se moja más con cada caricia. Sus ruidos se vuelven más animales, más involuntarios.

—Aang. Por favor.

—Me rogaste antes. Lo disfruté mucho. No quiero que te corras ahora. Puede que no consiga oírte suplicar.

—Por favor, déjame correrme —es absolutamente urgente. Una verdadera emergencia mientras gira el cuello para mirarme. —Por favor, por favor, déjame venirme en tu pene. Por favor —las lágrimas se acumulan en las esquinas de sus ojos y bajan en riachuelos. —Por favor. No quiero decepcionarte.

—Oh, mi pequeña. Qué honestidad.

—Estoy tratando de no ser tan mala. Por favor, por favor, por favor déjame.

No he acelerado el ritmo. No la he follado más fuerte.

La beso, robando sus palabras para mí.

—No me decepciones, entonces. No te corras antes de que yo lo diga. Si lo haces, habrá consecuencias.

—¿Cómo qué? ¿Me vas a azotar?

Me hace reír. Se siente tan bien escuchar eso.

—No, te follare toda la noche.

Y la descarada se corre.

—Ups. Creo que tendrás que follarme toda la noche.

—Oh, tu culo también será castigado... y te ataré.

—Eso suena bien.

—¿Qué?

—¿Qué? —se hace la tonta. —No dije nada.

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