20

Thais

Nos sentamos juntos a la mesita del desayuno con la comida frente a nosotros.

―¿Pequeña?

―¿Sí? ―detengo la cuchara a mitad del camino.

La tensión emane de Aang en oleadas, y es de la clase que atraviesa la piel como un día abrasador de verano. Me cruzo de piernas y lo miro con rostro inexpresivo. Siempre que me veo ante la adversidad, trato de conservar la calma y aceptar lo que sea que tuviese que pasar.

―Tu madre está en la ciudad... ―Aang se gira hacia mí de nuevo, absorbiendo mis rasgos con la mirada como una esponja absorbe agua. —Me doy cuenta de que es imposible que no sepa que tú eres Vienna Green, ¿entiendes? La he visto y es igual que tú solo que tu piel es morena, pero tiene el mismo pelo negro, tiene los pómulos elevados igual que tú, y sus ojos son de la misma forma que los tuyos. Fuesen cuales fuesen sus razones para renunciar a ti, no le habría costado llegar a la conclusión de porque Lou te quiere muerta. Así que me pregunto, ¿qué harías si decidiera buscarte?

Yo nunca me había sentido incompleta por no tener a mi madre en mi vida. Mi padre lo había hecho lo bastante bien y me había querido de sobra para compensar su ausencia por lo cual me dolió mucho pensar que se había suicidado por culpa de ella, pero ahora que sé la verdad todo es mejor. A veces dejaba vagar mi mente e imaginaba qué aspecto tendría mi madre, pero no pensaba en ello durante demasiado tiempo. Ella no me quería en su vida, así que evitaba pensar en ella por completo. Alguien así no valía la pena.

Aang continúa mirándome fijamente.

―Escogió marcharse. Soy muy grande para que quiera venir a ocupar un lugar en mi vida. Acepto su decisión, y espero que ella acepte la mía de no acercarse a mí.

―¿Estás segura? Si fuese yo...

―Pero yo no soy tú, Aang —Lo interrumpo, dando la conversación por terminada. —No me importa nada de lo que tenga que decir.

―Pero podría intentar hablar contigo. A lo mejor deberías estar preparada. Todos piensas que eres una Green.

―Sigo sin querer saber nada de ella, Aang. Además, llevo mucho tiempo en Francia si hubiera querido hacerlo lo hubiera hecho hace mucho, espero que no se le ocurra venir ahora. Y no soy una Green sino una Delgado.

Mi cabeza nada por la carga de información.

—¿El nombre de mi... padre era falso?

—Sí, tampoco era cubano. Si su identidad hubiera sido real, Viktor te habría encontrado. Buscó a tu padre por todo el maldito mundo. Pero fue Theodore quien te encontró.

Oh. Así que buscó a papá.

—Espero no tener nada que ver con esa familia ni con Theodore.

—Bien, pero ¿qué hay de tus pesadillas? ¿Por qué ahora son más frecuentes y más horribles?

—¿Cómo lo sabes?

—Simplemente lo hago. Solo que nunca te vi así —Una mirada extraña pasa por sus ojos. Es breve y desaparece rápidamente mientras dice: —¿Desde cuándo has empezado a tener pesadillas?

—Ninguna fecha en particular. Todo el mundo las tiene.

—No como tú no las tenías así. Parecía que estabas sufriendo.

—Es porque lo estaba. A veces, me lleva largos minutos diferenciar entre la realidad y una pesadilla —Mis labios tiemblan al oír eso, recordando cómo Lou me apuñaló.

—¿Supongo que esto comenzó hace poco tiempo?

Me sacudo de esos pensamientos. —Desde que Lou me apuñaló tengo pesadillas pero dejé de tenerlos hasta que volviste y herido. ¿Cómo lo supiste?

—Los acontecimientos traumáticos podrían producir ese tipo de subconsciente salvaje. ¿Quieres hablar de ello?

—No.

—Pero te hará bien hacerlo.

Bebe de su zumo de naranja y coge los cubiertos.

—No quiero —me mira entrecerrando los ojos—. ¿Qué? ¿Ahora eres mi psiquiatra?

—Tu psiquiatra, no. Simplemente estoy tratando de entender y ayudarte a superarlo.

No sé por qué eso calienta mi corazón, por qué todo en mí se vuelve aún más tierno ante esas palabras. No debería importarle si no me ama, realmente no debería, así que ¿por qué lo hace?

—No hay nada que entender, no cuando yo misma no lo entiendo y no te preocupes, estaré bien.

—Hmm. Ya veremos.

—¿Por qué me has traído a París de entre todos los lugares?  Quiero decir, es tu lugar de nacimiento, pero sabes que aquí soy más fácil de encontrar.

Aang coge un pedazo de pan y le pone mantequilla.

—Tenías que venir aquí tarde o temprano.

—¿Alguna razón en particular?

—Eres francesa y necesitabas más contacto con sus raíces.  Es inadmisible que una francesa no sepa hablar Francés —dice simplemente. —Aquí es donde nacieron tus abuelos, tu madre y tus antepasados. Tienes muchas generaciones. Pero tú eres el último miembro con el apellido Dubois, tus abuelos murieron y jamás tuvieron más hijo además de tu madre. Y tu madre solo te tiene a ti.

—¿Yo soy la única que queda?

—Sí. Si adoptas el apellido todo lo que dejaron será tuya.

—No quiero. Mi padre era latino y me siento orgullosa de él —digo.

—Eso no te hace latina. Naciste aquí. No importa tu apellido.

Pongo los ojos en blanco, pero opto por indagar en lugar de centrarme en eso.

—Así que soy francesa como tú, pero puedo seguir diciéndote francés idiota —me burlo. Él entrecierra los ojos. Hago una pausa, observando la expresión tranquila que va formando su rostro. —¿Y tú?

—¿Yo qué?

—¿Tienes algunas traumas de las cuales tengo que saber?

—¿No lo tenemos todos?

—¿Me lo vas a decir sí o no?

—No.

—No es justo que seas el único que sabe cosas sobre mí, Aang.

—La equidad no existe. No en este mundo, solo los pobres lo creen; porque la ignorancia los hace más feliz.

—Aang.

—¿Qué?

—No me dejas en paz e incluso te metes en mi mente, así que, al menos puedo conocer mejor tus pensamientos e infancia.

—¿Por qué lo quieres saber?

—Porque sí. Realmente no me importa mucho.

—Estás mintiendo —Él estrecha los ojos. —Sí te importa, por eso preguntas.

—Entonces dime, si yo te importo de igual forma.

—¿Qué quieres saber?

—Tu infancia. ¿Pasó algo malo en ella?

—La verdadera pregunta sería qué es lo que no ocurrió.

—¿Tu madre era mala?

Una lejana mirada nostálgica llena sus ojos. —No, de hecho, era tierna, pero después de conocer a otra persona se volvió demasiado humana; egoísta como casi todos —dice—. Me amaba, pero amaba más el poder. Ella me dijo que: "El amor podía ser la más fuerte de las debilidades."

Es la primera vez que habla tan abiertamente de su familia.

—¿Qué pasó con ella?

—Poder. Era su primera y última meta. Y no habló de dinero, ya que si tienes poder el dinero llega con ella. Se involucró con un miembro importante de Escorpión; porque según ella papá no podría darle la clase de vida que ella necesitaba. Nuestra familia era muy aburrida para alguien que le gusta el caos y la destrucción. Fue la única persona a quien le dije que le amaba, pero eso no evitó que se fuera. Ese día entendí que el amor no basta para que se queden a tu lado. Sin embargo; entendió su punto y pagó el precio por haberse ido.

—¿Qué precio? —mi voz es baja, angustiada como la mirada en sus ojos.

—Su vida, se involucró con las personas que no debía. Murió cuando yo tenía siete años. Tres años más tarde conocí a Pauline —sonríe un poco al recordarlo. —La esposa de mi padre. Al principio, intenté llevarme mal con ella, ¿sabes? Como si intentara pagar con alguien lo que me había pasado. Y ella aguantó mucho. Tuvo muchísima paciencia... Me cuidó como si fuera su hijo y aunque intenté odiarla jamás pude. Me hace feliz que me llame hijo, la sangre no siempre significa ser familia, sino las personas que te dan su amor incondicional sin pedir nada a cambio.

Entonces me doy cuenta. A juzgar por la forma en que se muestra nostálgico al hablar de su madrastra e incluso la llama madre, puedo asegurar que la quiere mucho. Vi con mis propios ojos que tiene algún tipo de vínculo fuerte, pero esto me hace saber el porqué. Casi puedo imaginar a un Aang más joven aferrándose a Pauline en busca de consuelo.

—¿La echas de menos? —susurro.

—Está muerta.

—Todavía puedes echarla de menos.

—No lo sé.

—¿Por qué no?

—Porque no tengo ni idea de lo que significa esa palabra si se trata de ella. No la odio, pero tampoco creo que sea alguien importante en vida.

—¿No sabes si la extrañas?

—En el sentido práctico, no. Pauline se encargó de que nunca la extrañara aunque ella no estaba tratando de reemplazarla, simplemente pasó.

—Puedo explicarlo. No quieres visitar su tumba...

—No quiero que me lo expliques —me corta frío. —No quiero saber cómo y no quiero ir a verla. Ella es pasado y punto.

—Pero...

—Déjalo, Thais —la mordacidad de su tono sugiere que ha terminado de contestar mis preguntas.

Lo fulmino con la mirada. —Eres insufrible. No te soporto. A veces me haces odiarte.

—Si tú lo dices —y dicho eso me besa y yo lo dejo.

Comimos juntos en un silencio cómodo. Aang está igual de atractivo mientras come que cuando hace cualquier otra cosa.

Suena mi teléfono.

Me pongo de pie para cogerlo.

―No.

Me quedo quieta junto a la mesa, sorprendida de que su control llegue tan lejos.

―¿Perdón?

―Sea lo que sea, puede esperar. ¡Es sábado de descanso por Dios!

―Podría ser importante.

―No tan importante como estar a mi lado —Hace un gesto con la cabeza hacia la silla. —Sea quien sea dejará de llamar. Siéntate.

Vuelvo a sentarme, combatiendo la irritación que me sube por la garganta. No me gusta que me dé órdenes, especialmente en lo relativo a mi vida. Probablemente es David o Anjoly quien llama para hablar de los planes de está noche, diablos, es sábado. Pero, al parecer, eso no es importante para él.

Suena el teléfono de nuevo.

Aang tira la servilleta y va por él.

―Ah, ¿tú sí que puedes coger el teléfono? ―pregunto como una sabelotodo. ―¿Estar conmigo no es tan importante? Oh, cierto. No tengo porque reclamar si solo soy la putita con la cual te acuestas.

Aang me fulmina con la mirada mientras me enseña el nombre de quien llama.

―Dice desconocido, ¿quién es?

―No soy bruja ni adivina por si no te has dado cuenta. Pero si quieres comprobar puedes revisar mis pezones o vagina para ver si no escondo la varita ahí.

Me mira aún peor mientras habla. ―Aang Briand.

Mientras escucho va fundiendo el ceño.

¿Quién diablos es? ¿Y por qué Aang parece tan furioso?

―Ahora mismo no se puede ―Escucha. —¿Que por qué? Porque es sábado, siete de la mañana, está en mi cama y la estoy follando porque es mi mujer. Te llamará cuando acabe con ella, solo si aún tiene fuerzas —cuelga.

Mierda.

¿En qué lío estoy ahora?

Vuelve caminando hasta la mesa, pero no se dirige a su asiento, sino al mío.

―¿Qué? —digo con fingida inocencia.

―¿Quién es Ambiorix?

―Un compañero de clase.

―¿Por qué le diste tu número si no es tu amigo?

―No se la di —puedo sí se lo di porque estamos en un grupo, pero no esperaba que me llamara por privado.

―Mentirosa.

―Es verdad.

—Thais, ¿sabes que conozco tu cuerpo mejor que tú misma? —Me toca el cabello—. Mientes, y aun así me encanta poder descubrir la mentira que me estás contando, solo con un movimiento. Las he aprendido todas a lo largo del tiempo que llevo conociéndote. Es como sé que estás mintiendo. El cerebro no está hecho para mentir a no ser que estés entrenada para ello, la gente tiene momentos. El roce de la nariz o la nuca, el movimiento o mirar en otra dirección para conjurar una mentira. El motivo es que mentir no es algo natural y requiere mucha energía, por lo que la mayor parte del oxígeno de la sangre se dirige al cerebro, dejando el resto de las extremidades entumecidas o frías. Por eso has flexionado los dedos mientras me respondías.

Aprieto los dedos en el material de mi camiseta con más fuerza. —¿Ahora también eres experto estudiando perfiles?

—Recuerda que me entrene en una academia donde tenía que mentir en mis misiones y darle vida a nuevas identidades. ¿Quién es Ambiorix, Thais?

—No tengo que rendirte cuenta —siseo.

—Si no lo haces, te azotaré con fuerza y luego te follaré igual de fuerte para que no puedas moverte en toda la mañana.

—Valdría la pena, ¿quieres que esté arriba o abajo? —murmuro en broma, aunque mi núcleo palpita ante la promesa.

Es oficial. Aang me ha arruinado sin remedio.

Me mira fríamente. ―Arriba.

―No he terminado de comer...

―Levántate.

Me pongo en pie sin saber qué va a hacer con ese aire tan enfadado.

―Inclínate hacia delante.

¿Acaso va a cumplir su palabra?

Me inclino sobre la mesa, esperando que me castigue con sexo.

Pero me da un fuerte azote en el trasero con su enorme mano, golpeándome con energía. Yo salgo impulsada hacia delante, quedándome sin aliento porque no me había esperado aquel brusco cachete.

¿Realmente va a cumplir su promesa sobre los azotes?

Me froto la nalga sabiendo que ya estará enrojecida, pero vuelve a darme otra.

Que maldito.

Odio el modo en que me controla, pero lo admiro por ello al mismo tiempo. Lo hace sin esfuerzo alguno, de manera impecable.

―Todavía me temes, ¿no es así? ―El aliento de Aang acaricia mi oído. ―¿Tanto que jamás elegirías con quién verme la cara de idiota?

―Si una mujer es capaz de traicionar al hombre que ama, créeme que será capaz de traicionar al que teme, con miedo, pero lo hará. Así que no intentes usar amenazas conmigo ―contesto y muerdo mi labio inferior. —Pero él... es solo un amigo...

—Que quiere acostarse contigo —afirma.

—¡Ya lo hizo! —suelto sin pensar en las consecuencias. Aang me mira como si quisiera estrangularme. —Es el chico con el que me acosté esa noche en el bar —termino por decir.

—¿Así que lo elegiste como amante? ¿Es porque lo dejé vivo? ¿Quieres que cumpla mi palabra de matar a todos con los que te acuestas?

—¡Te dije que nunca fue mi amante! ¿Crees que podría pensar en otro hombre después de conocerte?

—Dije que no me mintieras —me mira con furia. —O será tu maldita última vez si lo haces. No soporto las mentiras, Thais.

—No te estoy mintiendo. No tengo un puto amante con el que verte la cara, si es lo que piensas. Apenas tengo tiempo y estoy siendo vigilada por ti o Elliot las veinticuatro horas del día, cómo podría conseguir uno. Nunca planearía matarte, ni siquiera cuando me lastimaste, ni siquiera cuando pensé que te odiaba. No he salido con nadie después que me abandonaste en aquel departamento —lo empujo con todas mis fuerzas. —No puedes venir a echarme esa mierda en la cara por una maldita llamada.

»¡Te quiero tanto que he matado por ti, maldito idiota! ¡Maté uno de los hombres que trajo Carl ese día en el bar mientras tú te ocupabas del otro, porque la idea de que él te lastimara me hizo perder la maldita cabeza! ¡No podía dejar que te mataran!Luego maté a Carl para evitar que te metiera un tiro en la puta cabeza. No le dije a Carl sobre el huevo incluso cuando me dijo que tú eres Escorpión. ¿Pero sabes cuál es la peor parte? Si es para protegerte, lo repetiría en un abrir y cerrar de ojos. Quemaría cualquier información que supiera que podría afectarte. Me alejaste y fuiste en busca de Lou sin decirme nada, ¿y sabes qué hice? Llorar como una estúpida y extrañarte como a nadie. Pero tus putos celos enfermizos no logran verlo.

Aang no dice nada, su pecho sube y baja a una velocidad alarmante. Nos miramos durante varios segundos, mis sollozos y su respiración entrecortada llenan el aire.

—¿Tú fuiste quien mató ese tipo? —su voz es baja pero firme. —¿Mataste por mí?

—Sí, y no me arrepiento.

—¿Por qué no me lo dijiste?

—Porque te tenía miedo y quizá pensarías que yo también estaba detrás de tu intento de asesinato. Pero siempre fue Lou.

—¿Por qué lo hiciste?

—Ya te lo dije, comenzaba a sentir cosas por ti, pero ahora puedo decir que es porque te amo —Mi voz se quiebra con la fuerza demoledora de mis sollozo. —Estoy enamorada de ti, y eso significa que preferiría lastimar a otros en lugar de causarte dolor. Te amo —confieso. —Y aunque tu amor a veces me hace sangrar... también es una magia poderosa que cura.

Me agarra del brazo y golpea la parte delantera de mi cuerpo contra el suyo. Sus labios encuentran los míos entreabiertos y sollozo contra ellos mientras me devora, su lengua se sumerge dentro para deleitarse con todo lo que tengo para ofrecer y algo más.

Aang me besa con una desesperación que coincide con la mía y una pasión que despierta la mía. Me roba los pensamientos hasta que es lo único presente, como si yo existiera para él, por la forma en que me besa como si fuera la primera y la última.

Me ahogo con las lágrimas, los dedos se clavan en su camisa cuando su brazo se envuelve alrededor de mi cintura. Me levanta del suelo para que quede suspendida excepto por su agarre sobre mí.

—No deberías haber dejado que te tocara, pequeña —La suave voz de Aang hace que mi piel estremecer un segundo.

Me arroja contra una pared mientras su lengua todavía está enganchada alrededor de la mía, arremolinándose y devorando. Usa su otra mano para levantarme el vestido y hacer a un lado mis bragas para acariciarme el clítoris.

Una punzada de frío golpea mi piel desnuda y siseo, pero mis dedos se mueven por sí mismos, desabrochando sus pantalones con una urgencia que nunca antes había experimentado.

—Aang... por favor —mi respuesta se convierte en un susurro.

—¿Quieres saber por qué? —continúa, como si yo no hubiera intentado responder. —Porque eres mía —sus dientes marcan mi cuello y pechos. —Llevas mi marca por todas partes. Vives en mi cabeza todo el puto tiempo, aunque no quiera porque eres la mejor parte de mí... —su palma se desliza hasta mi cadera. —Y Dios, quiero castigarte por volverme tan malditamente loco y adicto a ti. Quiero consumirte como lo haces conmigo.

Vuelve a atacar mi boca.

Dios. Lo quiero con una desesperación que me deja sin aliento.

Necesito tenerlo.

Mis labios nunca abandonan los suyos mientras libero su pene duro y lo intento guiar hasta mi centro dolorido. Mis piernas se envuelven alrededor de su cintura en un abrazo de acero mientras él desliza mis bragas hacia un lado y se mete dentro de mí de una vez.

Jadeo en su boca, besándolo con ansias, mis brazos abrazando su cuello y agarrando los cortos cabellos de su nuca. Él se apodera de mí, con una mano apoyada detrás de mi espalda para mantener el equilibrio y con la otra ahuecando mi mandíbula, inclinando mi cabeza hacia arriba para poder besarme más profundamente, confiscando más de mis respiraciones.

Mi espalda se desliza hacia arriba y hacia abajo por la dura superficie de la pared mientras él me penetra con profundas y crudas embestidas que coinciden con los despiadados golpes de su lengua.

—Soy el único que puede verte así —su voz se vuelve áspera. —El único que puede ver tu rostro cuando llegas al orgasmo y el único de que vas a gritar su nombre y pedir que te dé más —embestidas duras. —Tú —embestida. —Eres —embestida. —Mi —embestida. —Mujer y yo tú hombre.

Un calor abrasador fluye por mis venas a pesar del clima helado. Estoy anclada en el momento, por el fuerte y protector agarre de Aang. Me aferro a él con más fuerza, lo beso más rápido mientras mis lágrimas queman mi piel y empapan la suya. No quiero que esté momento acabe.

Nos corremos juntos, mi orgasmo detona dentro de mí con una fuerza escalofriante mientras su semen calienta mi núcleo para correr por mis muslos.

Se aparta de mi boca y libero sus labios con un gemido bajo.

Ahora, tenemos que tocar el suelo después de levitar. Es tan injusto.

Abrazo su cuello con más fuerza, enterrando mi rostro en su piel e inhalando su aroma amaderado en mis pulmones.

Se aparta de mí, obligándome a soltar las piernas de alrededor de su cintura mientras me alisa el vestido. Su fuerte palma aterriza en mi cadera para mantenerme estable ya que actualmente estoy colgando de su cuello, mis pies no tocan el suelo por lo que se ve obligado a cargarme.

Aang me obliga a mirarlo mientras sigo colgada a su cuello, negándome a soltarlo.

—Confío en ti, Thais, incluso más de lo que confío en mis amigos y familiares. Eres toda la felicidad que no se me permite tener y trato de hacer todo lo posible para no empañarla. A mi jodida manera, quiero conservarte e ir en contra de mi naturaleza depredadora.

—Aang...

—¿Sabes por qué nunca te he dicho te amo?

Niego con la cabeza, nuevas lágrimas brotan de mis ojos. —¿Por qué no puedes amarme? No te preocupes, amarme cuesta y hace sangrar,  a mí también me cuesta hacerlo —niega, frunciendo el ceño. —¿Temes enamorarte? —tiento.

Niega divertido está vez.

—Alguien que teme al amor es débil y el mayor cobarde del mundo, y yo puedo ser todo, menos cobarde. Si nunca me he enamorado antes es porque nadie antes merecía mi amor. Enamorarte te hace vulnerable.

»Abre tu pecho y abre tu corazón, y significa que alguien puede entrar en ti y deshacerte, por eso no todos merecen tu amor. Es tan total, tan absoluto, sin dudas, es tan hermoso y tan doloroso a la vez. El sexo es el premio de consuelo para aquellos pobres que no saben lo que es sentir amor por alguien. Estar enamorado es para duros, para gente capaz de dar lo mejor de sí a lo loco y para gente capaz de reconstruirse cuando todo se hunde. El amor es para los valientes y no todo el mundo lo es.

¿Yo tampoco lo merezco? —Entonces, ¿por qué no me has dicho que me amas?

—Cualquiera puede decirte te amo, pero nadie mataría por ti, nadie realmente va a querer morir por ti ni aceptar la oscuridad que hay en ti... Siempre van a querer cambiarte... todos se compadecen de tu pasado y quieren que cambies mientras jurar amarte por quién eres contradiciendo lo que afirman...

Lo miro sin comprender.

—Siempre he sentido las cosas de otra manera, las he visto de otra forma por mi crianza; mi cerebro está conectado de otra manera que las personas comunes, no creo que esté bien o mal, simplemente... es diferente. Peculiar. Por eso nunca he entendido mis emociones, pero ahora sí lo hago. No lo entendía porque nunca tuve nada serio, pero tú eres diferente. Te amo, Thais. Siempre lo he hecho, mi corazón es tuyo desde que te conocí. Pero mi forma de amar no es dulce ni suave. No es nada noble ni delicado. No seré el tipo que te traiga flores ni chocolate, soy más bien de los que regalan vibradores y viajes en ocasiones especiales. Sé que mi amor es egoísta y malvado. Pero es del tipo que mataré gente para protegerte y borraré a otros para vengarte. Es posesivo, tóxico, manipulador, obsesivo y no conoce fronteras. Puede que no sea muy hábil en expresar mis sentimientos o mostrar amabilidad en determinadas situaciones. A veces me cuesta conectar con los demás y entender los lazos emocionales. Sin embargo, la única forma del cual he encontrado amor ha sido a través de ti. Te prometo que mis sentimientos solo serán tuyos, es la única forma que sé amar.

Sus palabras son todo lo que he deseado escuchar, desde hace mucho.

No me importa como me ame mientras sepa como hacerlo.

—Y como mi amor es egoísta, te pondré por delante de todo lo demás, delante de mi vida. Incluso quitar del camino a todos los que se interponen. Es la única forma que sé hacerlo. Pero eres una niña, una muy romántica aunque finges que eso no te importa, pero yo te amo por eso. Tienes tantos demonios siniestros dentro de ti que no podía menos que agradecer tu manera de ser. Pero sobre todo, amo esa violencia cruda y pura que me predica que algún día seré tuyo a cualquier costo, amo la forma en que conviertes mi rutina aburrida en algo más interesante y deseoso.

—Si es tu manera de asustarme déjame decir que estás fallando. Porque soy tuya desde que nos conocimos. Estás dentro de mí, y yo estoy dentro de ti. Ya está hecho.

—No trata de hacer eso —sonríe. —Solo quiero ayudarte a que te des cuenta de que deberías correr lejos de mi, pequeña, soy una droga y no quiero hacerte más daño.

—Ya es tarde, me he vuelto a adicta a ti.

—Y yo a ti —me besa. —Creo que siempre me estaba reservando el corazón para ti. Solo que no lo sabía hasta que te vi.

Creo que me acaba de dar algo.

—Je t'aime, petite.

—Yo también te amo, Aang.

Awww, después de tanto tiempo por fin ambos dice abiertamente que se aman.

Feliz Nochevieja y espero que para el nuevo año pueden cumplir algunos de sus objetivos. Nos leemos.

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